martes, 18 de septiembre de 2018


Atlético: Incidir en nuevos fundamentos del juego
por FRANCISCO RUIZ BELTRAN el 22 noviembre, 2016 •

El juego no se puede dividir por fases de ataque o de defensa porque el desarrollo de cualquier acción durante un partido está condicionado por lo que sucedió y está sucediendo previamente. En nuestro interés por entender las cosas tendemos a etiquetar todo simplificando su proyección. Hace poco un entrenador me dijo que resumimos una película en diez segundos obviando por tanto una hora, veintinueve minutos y cincuenta segundos de lo que ha sucedido. Esto sirve para entender que dentro de un partido hay muchos partidos y en ocasiones el resultado no es una consecuencia lógica del juego. Así fue cuando el Madrid, que en términos globales fue mejor que el Atlético, marcó el segundo gol en el derbi.


Como el resultado condiciona el juicio, ahora está de moda decir que el Atlético tiene que volver a recuperar su ADN en vez de seguir progresando en sus comportamientos cuando tiene el balón. Como si hasta llegar aquí hubiera habido un solo Atlético, como si hubieran jugado igual con Mandzukic que con Diego Costa y como si hubiera que jugar igual teniendo a Saúl y Griezzmann que contando con Raúl García y Tiago. En definitiva, como si el modelo pudiera llegar a ser un producto acabado que no necesitara de constantes evoluciones, no ya para no estancarse, sino para que ese modelo no sea peor. Porque en fútbol lo que es igual a lo largo del tiempo termina caducando.

Normalmente cuando se ataca peor, se defiende peor. Mantener la posesión, progresar con el balón y acumular jugadores cerca de la portería contraria facilita una presión efectiva y dificulta la progresión en el juego del adversario que se encuentra lejos de su objetivo y con menos jugadores para atacar la zaga. No es casualidad que siempre los equipos menos goleados de sus respectivas ligas sean los de Guardiola.

El Atlético es ya un grande del fútbol europeo y la mayoría de equipos tienden a protegerse cuando juegan contra él. Parece que, tras las últimas derrotas, algunos pretenden que el balón se quede en el centro del campo y cada equipo en su mitad, como si el balón fuera un enemigo o como si el Atlético hubiera encajado muchos goles esta temporada tras equivocaciones en su salida de balón. Este nuevo contexto obliga a su entrenador y a los jugadores a generar ventajas ante defensas por acumulación que le ceden la iniciativa. Y la forma de conseguir estas superioridades no es renunciando a defender, sino incidiendo en fundamentos del juego que provoquen estas ventajas que hagan que el juego fluya y permita al equipo estar organizado sin estar exento de creatividad. Y tras la pérdida, y aprovechando las ventajas generadas con balón, activar también esos fundamentos defensivos que te permiten acosar al poseedor, fijar a los cercanos, tener superioridad en la última línea defensiva y volcar el bloque a la zona activa.

Habrá días en los que se tenga más el balón y otros en los que se tenga menos y esto depende también del rival. Esta misma temporada, el Atlético jugó contra el Bayern, que utilizó hasta siete jugadores en campo propio para mantener la posesión y por tanto se vivió más del pressing que de la posesión. Lo importante no es cuánto sino cómo (no es el tiempo que tenga el balón, sino mis recursos cuando lo tengo); eso es precisamente jugar bien y el Atlético lo consigue en la mayoría de las ocasiones, cuando lo tiene menos, como contra el Bayern, o cuando lo tiene más, como contra el Alavés, que le empató en el 94’ en su único tiro a puerta.

Lo que cualquier entrenador persigue es tener el control durante el mayor tiempo posible, sea en tu campo, en el del rival, cuando tengo el balón o cuando lo tiene el oponente. Y para eso hay que apoyarse en estos fundamentos y en las posibilidades de los jugadores con los que cuentas. Durante el proceso, es importante observar y conocer el contexto para priorizar según qué principios e incidir más en ellos para progresar ganando. Pero una vez estos principios se interiorizan, se repiten para no olvidarlos y se introducen otros nuevos para evolucionar y ser mejor.

 La introducción de estos nuevos puede llevar a necesitar un tiempo y sus consiguientes correcciones mediante prueba-error, pero la identidad de un equipo no depende de cuánto tiempo tiene el balón o cuánto tiempo presiona, sino de cómo lo hace cuando el partido lo requiere. Se puede seguir siendo intenso, seguir desplegándose y replegándose constantemente, crear ventajas numéricas defensivas en banda si se requiere y, al mismo tiempo, desarrollar el talento ofensivo de tus jugadores cuando es el oponente quien quiere llevar a cabo esos mismos conceptos.

* Francisco Ruiz Beltrán es entrenador. Autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol” (Wanceulen Editorial).



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