jueves, 30 de abril de 2015

DOS ES MÁS QUE UNO de Ignacio Benedetti.



Lo nuevo brilla más, y a nadie le ocupa que la novedad pueda convivir perfectamente con aquello que desechamos sin que haya llegado el tiempo del adiós.
por IGNACIO BENEDETTI.

El fútbol hace mucho que abrió sus puertas a lo que Panzeri denominó “el canibalismo industrial del deporte”. Prestos a no cuestionar, y a buscar certezas de fabricación industrial que se consigan en tiendas por departamento, nos llevamos por delante al presente, sin que este haya dejado de ser tal para convertirse en pasado. Lo nuevo brilla más, y a nadie le ocupa que la novedad pueda convivir perfectamente con aquello que desechamos sin que haya llegado el tiempo del adiós.

Mientras unos coronan al heredero, otros ya preparan la sepultura del viejo y cansado rey. Pocos, muy pocos, reparan en que aquel que ya se ha hecho mayor, ese a quien no terminan de condenar, pero le van señalando poco a poco el camino de salida, apenas tiene 30 años, una edad en la que muchos futbolistas de alta competencia gozan, si la salud se lo permite, de la totalidad de sus condiciones. Es un muy peligroso cocktail de ansiedades, inseguridades y apresuramientos al que se le une, casi como nitroglicerina, esa incomprensible necesidad de adelantarnos a nuestro tiempo.

Y así vamos cosechando tempestades, haciendo bueno aquello de que nadie nace aprendido porque no hay nada que aprender; vivir es lo que toca y nadie hace más que vivir su propia vida, sus propios errores y su propia condena. No hay copias, no hay nuevos ni antiguos, sencillamente cada uno es lo que es.
Nuestra existencia es propia e intransferible. Cada día vivimos procesos de cambio que nos hacen únicos, y alguien con mejor pluma y mayor imaginación se atrevería a decir que cada vida es una odisea. De ser así, vale recuperar la afirmación de Kafka, cuando nos advertía: “Viajar es cansado; pero yo no sabría vivir sin viajar“.

Uno, que no es más ni menos, y que está solo frente al mar, no puede sino reflexionar acerca de por qué nos cuesta tanto aceptar que la realidad ajena es lo que es y no lo que queremos que sea, y en cada una de ellas hay mil detalles que observar, que aceptar y que adorar.

Veo a Andrés Iniesta y juro que no entiendo nada. Más allá de si el juego actual de su equipo lo potencia o lo limita, no comprendo que se hable de un sucesor o una nueva versión suya, por más Isco que este sea. No se trata de comparar a dos magníficos exponentes de este juego; mi preocupación es más humana, más profunda y menos interesante. Hasta hace un par de meses, el manchego era el cerebro, los sentimientos, el santo y seña de una identidad; ahora, muchos lo identifican como a un futbolista al que el viento del adiós ya le pisa los talones, protagonista de una carrera que ningún ser humano ha podido ganar.

Me asusta pensar que no podemos –tampoco sabemos– disfrutar. Juega uno y juega el otro, y antes que saludar y agradecer la confirmación del malagueño o admirar la capacidad de adaptación del futbolista del Barcelona, nos decantamos por el conflicto, por la dicotomía de ser de uno o de otro. Y vuelvo a Kafka, porque ante la metamorfosis que experimentan ambos jugadores, siento que la vida de estos dos enormes deportistas da para recordar sus palabras: “Quizás convivimos en el mismo laberinto de caminos misteriosos en los que él peregrinó austeramente toda su vida sin llegar nunca a encontrar una salida“.

Ese él somos nosotros, usted y yo, que nos hemos sumergido en un pantano del que solo volviendo a lo más primitivo de este deporte, su espíritu lúdico, podremos salir. En fin, que el mar es sabio y suena más fuerte que los altavoces de la mentira y la beligerancia.
* Ignacio Benedetti.


APLICAR EL ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO INTEGRADO SIN SER PSICÓLOGO.


de LÓPEZ DEL CAMPO, R. · en OPINIÓN. ·
El entrenamiento psicológico integrado, a diferencia de otros métodos, presenta peculiaridades distintivas que tienen que ver con el diseño de procesos que satisfagan las necesidades del deportista.


Para satisfacer dichas necesidades debemos centrarnos en técnicas dirigidas a la mejora del rendimiento deportivo. El entrenador debe desarrollar y maximizar el potencial del jugador para que este adquiera una mayor versatilidad y eficacia en la toma de decisiones (Levleva & Terry, 2008).

La principal duda que puede surgir en relación a la práctica del entrenamiento psicológico integrado se centra en dilucidar si un entrenador tiene que ser necesariamente Licenciado en Psicología. De ser necesario dicha titulación, y en el caso que nos atañe, todos los entrenadores de fútbol que quisieran aplicar este método tendrían que ser psicólogos. A continuación intentaremos justificar que no es necesario ser psicólogo para poner en práctica este método de entrenamiento.

Es importante aclarar la diferencia existente entre los términos entrenamiento psicológico y terapia psicológica. Es indudable que ambos procesos tienen puntos comunes, pero son las diferencias las que capacitan a alguien que no sea psicólogo para dirigir un entrenamiento psicológico (Grant, 2006; Zeus & Skiffington, 2004; Wright, 2005).

La diferencia fundamental radica en la consideración del futbolista. En la terapia se trata de un enfermo que sufre una patología diagnosticada, mientras que en el entrenamiento psicológico no media enfermedad alguna de índole psicológico. El entrenador no persigue el objetivo de curar al jugador sino el de mejorar sus competencias (Grant, 2006; Wright, 2005).

El tratamiento terapéutico ha demostrado su efectividad a la hora de tratar patologías emocionales y conductuales, pero el entrenamiento psicológico integrado se dirige a una población con ausencia de psicopatologías. Lo que no quiere decir que para un individuo con disfunción psicológica este método no pueda resultar beneficioso. Es precisamente en estos casos en los que es necesario que el entrenador tenga una formación acreditada en Psicología (Grant, 2006).

También pueden darse situaciones en las que el entrenador detecte una anomalía emocional o conductual. En estos casos, se debería desviar la atención hacia un psicólogo que certifique la existencia de una posible psicopatología. En ninguno de los casos, el entrenador deberá utilizar técnicas basadas en la psicoterapia (Murphy, 2004).

Actualmente no existen barreras académicas o profesionales específicas para realizar el entrenamiento psicológico integrado, aunque si es aconsejable que los entrenadores tengan una titulación universitaria en campos tan heterogéneos como ciencias de la salud, ciencias sociales o ciencias de la educación. De todos estos ámbitos, el psicológico es el que se encuentra en una posición privilegiada por los motivos que se enuncian a continuación: poseen una amplia formación académica sobre la conducta de las personas y utilizan solo técnicas basadas en evidencias empíricas (Liljenstrand, 2003). 

ENTRENAMIENTO PSICOLÓGICO INTEGRADO.



de LÓPEZ DEL CAMPO, R. · en OPINIÓN. 
El entrenamiento psicológico integrado que pretendemos definir debe centrarse en la relación que se produce entre entrenador y jugador, teniendo en cuenta las herramientas devenidas del conocimiento científico e inductivo de la humanidad y de la realidad individual.



Desde este paradigma, debemos entender el método de entrenamiento psicológico como una metodología que se encuentra en continua evolución sobre la base de la interacción diaria entre entrenador y jugadores, aportando la experiencia personal que el entrenador tiene en el proceso de transformación de sus futbolistas desde un momento inicial hasta la proyección de un futuro deseado por el equipo (Ravier L. E., 2005).

A continuación intentaremos consensuar una definición del método de entrenamiento psicológico en función a una serie de definiciones basadas en distintos autores, adaptando su contenido a la idiosincrasia del deporte en general y del fútbol en particular. Para la elaboración definitiva de la definición del entrenamiento psicológico integrado nos hemos centrado en las siguientes definiciones de métodos que se asemejan al método que se pretende definir.

Relación profesional que ayuda a que los jugadores obtengan un rendimiento extraordinario en la competición. A través de este proceso, los jugadores ahondan en su aprendizaje, mejoran su desempeño y refuerzan su calidad futbolística (The International Coach Federation (ICF)).

Proceso de cambio favorecido por la relación profesional establecida entre entrenador y jugadores, a través del cual el equipo consigue alcanzar los objetivos marcados (Asociación Española de Coaching (ASESCO)).

Relación de apoyo entre el entrenador y el jugador gracias a los medios y estilos de comunicación utilizados. El jugador toma conciencia de los hechos no a través del entrenador sino de él mismo; estimulado, eso sí, por el entrenador que persigue el objetivo de mejorar el rendimiento del equipo. De lo que se trata, es de averiguar la mejor manera de conseguirlo (Whitmore, 2003).

Proceso que se crea como mínimo entre dos personas, donde el entrenador procura que el jugador tome conciencia, fortalezca su creencia en sí mismo y encuentre la motivación necesaria para actuar responsablemente, tras el dominio de su cuerpo, emociones y lenguaje, desafiándose a sí mismo para alcanzar sus objetivos (Ravier L. E., 2005).

Técnica o herramienta poderosa de cambio que permite orientar al jugador hacia el éxito. Proceso sistémico de aprendizaje, que focaliza la atención en la situación presente y que está orientado hacia el cambio; para los que el entrenador facilita unas herramientas de trabajo específicas que permiten la mejora del rendimiento del futbolista (Bou, 2009).

Proceso de ayuda a los jugadores o al equipo para rendir al máximo de sus capacidades; lo que implica extraer fuerzas de esos jugadores para ayudarles a superar sus limitaciones personales. De esta forma, conseguirán sacar lo mejor de sí mismos para actuar eficazmente como miembros del equipo. Por lo tanto, el proceso requiere poner el énfasis tanto en la tarea como en las relaciones (Angel & Amar, 2007).

Proceso de acompañamiento individualizado en el que el jugador libera su talento a través de la detección de sus puntos fuertes y de sus oportunidades de mejora. El entrenador ayudará al jugador a elaborar un plan de acción concreto y realizará, de forma conjunta, un seguimiento del mismo (Villa & Caperán, 2010).

Del total de definiciones expuestas, se podría obtener como definición de consenso aquella que definiera el entrenamiento psicológico integrado como un proceso de interacción entre el entrenador y sus jugadores que provoca cambios significativos conducentes a la obtención del máximo rendimiento deportivo en función de la potencialidad del equipo. 

miércoles, 29 de abril de 2015

COMUNICACIÓN ENTRENADOR Y JUGADOR.


ELEMENTO CLAVE PARA CONSEGUIR OBJETIVOS MARCADOS.
Publicado por admin

 El trabajo de toda la semana acostumbra a verse reflejado en el partido, este será la herramienta más importante del que disponemos para evaluar si nuestros jugadores asimilan todos aquellos conceptos trabajados. La comunicación dentro del terreno de juego durante entrenamientos y partidos será un elemento clave para conseguir los objetivos marcados. Hoy me centraré en aquella que se produce entre el entrenador y los jugadores.


ENTRENAMIENTOS
El técnico, como máximo responsable del grupo, debe tener una comunicación directa con los jugadores. Durante la semana es el responsable de introducir objetivos, tareas para realizar o informar de los errores cometidos durante la competición preparando de esta forma mentalmente a los protagonistas para los entrenamientos que deberán realizar.

El inicio de la sesión es el momento oportuno para resumir los ejercicios que deberán hacer y las razones; de esta forma, los futbolistas ya conocerán el contenido de la sesión permitiéndonos optimizar tiempo. Es importante saber que la concentración de estos en el momento que se encuentran en el terreno de juego es muy pequeña tendiendo a distraerse con facilidad, por lo que un discurso largo no les ayudará en absoluto.

Una vez da inicio la sesión deberemos utilizar las pausas entre ejercicios o series para corregir todos aquellos detalles que creemos que son importantes. La intensidad debe estar presente durante la sesión y el hecho de parar el ejercicio constantemente no ayudará a los futbolistas a conseguirla, además de afectar de manera considerable el tiempo para entrenar del que dispondrán.

A la finalización del entrenamiento, una nueva charla con ellos durante los estiramientos o la recogida del material puede ser suficiente para valorar si han sido capaces de alcanzar los objetivos planteados en el inicio.

CLARIDAD
El mensaje que el entrenador debe enviar a sus jugadores debe ser claro y conciso. Son muchas las ocasiones en las que el técnico utiliza un vocabulario que serán incapaces de asimilar, causando un grave problema al grupo ya que no sabrán qué es lo que su técnico esperará de ellos, creando un mar de dudas en sus pupilos.

Utilizar frases cortas ayuda a captar la atención de los futbolistas y les permite entender con mayor facilidad los conceptos introducidos. Es cierto que debemos crear jugadores que conozcan el vocabulario futbolístico, pero debemos evitar los tecnicismos y utilizar palabras adecuadas al grupo con el que estemos trabajando.

Será importante no introducir gran cantidad de instrucciones en un solo ejercicio ya que puede provocar la no asimilación de ninguno de los conceptos que estaremos intentando proponer.

PARTIDOS
Durante los encuentros debemos permitir a los jugadores sentirse libres. Es cierto que el entrenador deberá corregir posiciones o actitudes que se den sobre el terreno de juego, pero debemos evitar dar indicaciones en las que el futbolista no piense por sí mismo. Nos ayudará el hecho de pensar que en el terreno de juego estos ya reciben muchísimas indicaciones de sus compañeros además de estar pendientes de las del equipo contrario, por lo que no necesitan una persona externa ofreciéndoles más opciones a los problemas que se les generan sobre el campo.

Los jugadores, en el momento que fallan, son conscientes de esa situación y una crítica desde el banquillo no ayudará a que encare la próxima acción con la actitud y el ánimo adecuado. Los refuerzos positivos deben ser una constante y ayudará a los jugadores a sentirse arropados durante el encuentro. Debemos ser conscientes de que el técnico dispone de 15 minutos para solucionar errores de la primera parte y de toda una semana para trabajar los fallos del encuentro.

El resultado final en el fútbol profesional será lo más importante para valorar si el trabajo realizado durante los entrenamientos fue positivo o no. En el fútbol formativo hay muchos otros aspectos que deberán captar nuestra atención realizando un análisis más profundo.

Enrique Durán. Director Técnico de fútbol base de los Mamelodi Sundowns de Sudáfrica. Anteriormente fue Coordinador de la FCB Escola.
www.martiperarnau.com


martes, 28 de abril de 2015

JUGAR POR DENTRO, JUGAR POR FUERA por Raúl de Amo.



Después del partido de Champions entre el F. C. Barcelona y el Atlético de Madrid surgen muchas dudas sobre cómo debe jugar el Barcelona ante equipos compactos. Se ha puesto de moda la palabra pentágono en los sectores más mediáticos después de la victoria en el Santiago Bernabéu, pero ahora se vuelve a debatir si deben jugar con pentágono,con un 1-4-4-2 o volver al romántico 1-4-3-3.

En nuestro ámbito no deberíamos hablar de sistemas, sino de modelo de juego. El modelo de juego serán pues las relaciones que se establecen entre los jugadores dentro del terreno de juego. El jugador por sí solo no hace nada, son las sinergias creadas entre los futbolistas las que hacen que el juego fluya de una manera u otra.

¿Por qué seleccionamos los entrenadores a un jugador para una posición en concreto? ¿Porque juega muy bien allí? ¿O porque nos interesa las posibles relaciones que pueden darse con los diferentes jugadores de su equipo?
Una de las anécdotas que nos cuenta el profesor Xesco Espar es que en una visita a la selección finlandesa de balonmano que consiguióbatir récords, al preguntar a su homólogo sobre qué ítems tenía en cuenta en la preparación de la competición, este le pidió que se respondiera él mismo. Xesco Espar espetó: “¿Los adversarios? ¿El balón?”. El seleccionador finlandés le dijo que sí, pero que uno de los ítems que tienen más en cuenta son los propios compañeros.

A la hora de preparar un partido no solo debemos tener en cuenta a quién nos enfrentamos, sino también qué tipo de jugadores son los ideales para rendir de forma óptima en función del rival.
Un entrenador o director deportivo, a la hora de captar nuevos jugadores, no solo debe tener en cuenta que el jugador tenga grandes prestaciones, sino que también sepa adaptarse al entorno en el que va a interaccionar. ¿Cuántos jugadores no dan el rendimiento deseado en según qué equipos, mientras que en otros equipos (contextos) explotan más sus cualidades? Ejemplos tenemos mil.

Todos estos puntos los tiene que tener en cuenta el Barcelona. La naturaleza del pentágono es centralizada. Cuando Guardiola pone a Messi de nueve no es por pura casualidad, lo hace atendiendo a los problemas que surgían cuando los equipos se cerraban y se juntaban para no dejar espacios interiores. La propia naturaleza de Messi hacía que desplazado a la banda provocara que su relación afectiva con la portería hiciera que siempre se cerrara hacia dentro, incluso se contabilizó la dirección de los regates del delantero argentino, demostrando que orientaba sus regates hacia la izquierda en un 80 % de los casos, por lo que el conjunto azulgrana ayudaba a los propios rivales a cerrar espacios. ¡Estaban facilitando el trabajo defensivo del rival con las relaciones que se creaban entre los jugadores azulgranas!

Imagen de cómo los jugadores del FCB se juntan por dentro debido a su naturaleza.
Jugar por dentro con pentágono fue efectivo ante el Real Madrid por las características de los jugadores que tenían: Cristiano Ronaldo y Bale son dos jugadores abiertos y profundos, esto permitió a los culés asociarse mejor por dentro y buscar la espalda del trivote merengue. ¿Pero por qué el Real Madrid de Mourinho encajó cinco goles en el Camp Nou? Porque quiso ser estrecho y pequeño, en cambio el conjunto azulgrana fue muy amplio, se hizo grande para ganar el espacio por dentro. Como bien comentó Juanma Lillo: “¿Pero qué ocurre cuando un equipo está cerrado en su campo? Te cierra el espacio entre líneas y es muy difícil jugar a espaldas del contrario ya que te anulan los posibles pasillos interiores”.

Antes de que Guardiola empezara su etapa como entrenador, el grupo de entrenadores del curso nacional tuvimos el privilegio de asistir a una explicación práctica del técnico catalán sobre el 1-3-4-3. En ella nos habló de las características del mismo y de las relaciones que pueden producirse sobre él. Habló de jugar en una banda, atraer al rival y rápidamente cambiar el juego a la otra; una de las características de todos los deportes colectivos. Esta misma consigna salió por la televisión hace pocos días: en un entrenamiento a puerta abierta en Doha (Catar), el técnico del Bayern indicó a sus jugadores que jugaran para atraer, para luego sorprender en el lado contrario.

Quizás todo esto nos explica la ubicación pasada de Tello y Cuenca como extremos amplios. El Barça necesita pisar la línea de cal y jugar a cinco o seis pases en esa zona para bascular al rival. Te atrae al adversario para luego llevar rápido el balón a la banda contraria.
Al F. C. Barcelona le cuesta jugar en campos estrechos por la distancia que hay en la línea. No es lo mismo la distancia en la línea que entre líneas. Un equipo compacto que se encierra tendrá la misma distancia entre líneas en un campo estrecho que en un campo amplio. La diferencia está en la distancia que hay entre los jugadores de una misma línea, de aquí que un campo estrecho te empuja a cerrar la línea. Ya lo dijo Guardiola: “No hay mejor defensor que la línea de banda”.

La pericia del entrenador será dar pautas para que los jugadores intenten crear dudas al equipo rival y así crear desestabilizaciones cambiando el juego y poder encontrar el espacio deseado. A continuación muestro un ejercicio práctico para aplicar en caso de que el equipo rival cierre pasillos interiores y realice una basculación defensiva muy compacta. Esta tarea no es solo para entrar por las bandas, sino para crear desequilibrios y resolver la situación que nos plantea el adversario.


¿Jugar por dentro o jugar por fuera? No es un tema de sistema o de posicionamiento, sino de la naturaleza de tus futbolistas a la hora de relacionarse con el entorno (ellos mismos y el rival). Como entrenador debes prever qué tipo de situaciones son probables que ocurran o qué tipo de asociaciones se darán durante el partido. Es tanta la complejidad del deporte que a veces lo más difícil es hacer fácil las relaciones de tus futbolistas.
* Raúl de Amo es maestro en educación física y entrenador nacional de fútbol.


AHORA SOLO PODEMOS EMPATAR CON LA JUVE ancelotti.


El técnico bromea diciendo que la Champions es "un respiro" en medio de la exigencia de la Liga
DIEGO TORRES/ Madrid


El Real Madrid recibe mañana al Almería en un partido que se anuncia como la transición ligera hacia la semana más cargada de la temporada. El entrenador, Carlo Ancelotti, anticipó que la convocatoria contará con tres canteranos, Odegaard, Diego Llorente y Mayoral, para compensar las bajas por sanción de Carvajal y Ramos en una jornada de refresco de futbolistas cansados a la par que de competición.

 Será la primera participación con el primer equipo en partido oficial del noruego Martin Odegaard, fichado en enero con vitola de futura estrella del fútbol mundial. El técnico italiano también confirmó la titularidad de Keylor Navas, en reemplazo de Casillas, y de Jesé.

El Madrid hará rotaciones procurando mantener el nivel para superar a un Almería que llega saturado por las amenazas del descenso y un castigo de la FIFA que podría restarle tres puntos por una falta administrativa.

“Hemos llegado a un punto en la temporada en que todos los partidos son a vida o muerte”, observó Ancelotti. “Tenemos que valorar este partido con el pensamiento de que será importante, antes de un periodo de partidos muy complicado. Hasta el 13 de mayo atravesaremos el momento más determinante de la temporada. Jugamos contra Almería, Sevilla, Juventus, Valencia y Juventus. Son partidos muy difíciles.

Pero tenemos la confianza de poder hacerlo bien. Parte de los lesionados se recuperarán muy pronto y el equipo podrá competir en todos los partidos con una buena intensidad porque físicamente está bien. No pensamos si el Barça va a pinchar sino en intentar ganar todos nuestros partidos. Por suerte podremos empatar dos y esto nos da un respiro”.

Ancelotti hizo una pausa y soltó una risita pícara. “¡Los dos de la Champions los podemos empatar!”, se explicó, para quien no captara la primera ironía, y sabedor como nadie de que los goles en campo contrario permiten superar eliminatorias de UEFA sin ganar. “El objetivo en la Liga es ganar los cinco partidos. Con la Juventus podría funcionar el viejo estilo italiano. Autobús delante de la portería y buscar el empate. Esto es broma… No nos olvidemos de que nos aproximamos a los cien goles en la Liga”.

El entrenador no quiso confirmar que el Madrid ejercerá su derecho de compra sobre Chicharito pagando los 20 millones de la cláusula al Manchester United. “Es un tema que valoraremos al final de temporada. Pero a lo largo de todo el año el jugador ha demostrado su profesionalidad. En los momentos difíciles se ha comportado muy bien. Tener este tipo de jugadores siempre listo para cuando le das la oportunidad es siempre muy bueno”.


MATAR A PEP GUARDIOLA.


JUAN TALLÓN 
La venganza es impostergable. Barsa y Bayern dos años buscándose con indiferencia.
Cada partido de fútbol es una venganza por una cicatriz truculenta que un rival te legó en un viejo partido, cuyo recuerdo aún te acosa cuando apagas la luz. Nunca ves el minuto de cobrarla, por eso juegas a todas horas, y te vas con el balón a la cama, y le das toques a un cajetilla de cigarros vacía. Sin ánimo de revancha el fútbol no sería más importante que la liga de bridge. No se puede jugar a vida o muerte, como corresponde, sin enemigos acérrimos y viles a los que devolver las infamias. Ellos son, en el fondo, los verdaderos amigos, los que le sacuden a uno el aburrimiento. Por suerte, el jugador se despierta por las mañanas con sed de venganza. Mi idea de un día perfecto es pisar una caca de perro nada más salir a la calle. A partir de ese instante tengo un buen motivo para vivir, y ya sólo sueño con el segundo en que encuentro al dueño del animal.


A un futbolista no le importa si hay que esperar años para saciar un desagravio, igual que Edmond Dàntes o Emma Sunz. Mientras discurre un plan infalible, sin fisuras, el tiempo pasa volando. Y entonces llega el día. Pocas veces la venganza se presentará tan bella y oscura como en el Barça-Bayern de Múnich. Llevaban dos años buscándose con indiferencia, de ese modo diplomático con el que dos personas se evitan. Quizá por eso cayeron el año pasado uno ante el Atlético y otro frente al Madrid. Simplemente, no era la hora. Para todo hay un minuto excelso, precedido de una larga espera. Pero ahora sí.

Pocas veces la venganza se presentará tan bella y oscura como en el Barça-Bayern de Múnich
El Barcelona se presenta a la cita bajo ese aspecto temible que tienen los pistoleros con bigote, proclives a desenfundar por menos de nada. Todo lo que hace últimamente el equipo de Messi, así sea retirarse al vestuario en el descanso, acarrea un gran peligro para el rival. La delantera lleva semanas llamando a todas las puertas, preguntando si vive ahí Pep Guardiola, como si fuesen policías de paisano en busca de un fugitivo que porta un secreto valiosísimo. A su modo, el Barça desea cumplir con el consejo de Faulkner a sus discípulos: “Mata a tus ídolos”. Éstos, después de alumbrarte el camino, se vuelven piedras en los bolsillos. Me temo que las revoluciones de tus maestros, reproducidas por tu generación, son papeleo de oficina. Necesitas tu propia revuelta.

Entretanto, en el Bayern han estado haciendo dedos con sus últimos rivales. En el tercer gol que le infligieron al Oporto, precedido de 25 pases, los tres últimos sin dejar que el balón tocase el suelo, para no ensuciarlo, aprovecharon para ensayar El Mesías de Händel. No en vano, gracias a Guardiola descubrimos que se podía jugar al fútbol en esmoquin, encima de un piano de cola, sin que se rayase. Será trepidante ver si se apropia del balón en el Camp Nou, y cómo minimiza a Messi, que nos enseñó que se puede hacer sonar un piano aunque no tenga teclas.

La venganza es impostergable. Comparecen tantas deudas del pasado, que será casi una semifinal escrita por Borges, en la que uno de los dos equipos, en un instante imperceptible, al fin saca un revólver familiar de un cajón y aprieta tres veces el gatillo. Después el conjunto rival se desploma como si los estampidos y el humo lo hubiesen roto, mientras aún tiene tiempo a escuchar cómo su enemigo dice. “He vengado las viejas putadas”.


INTELIGENCIA DEL FUTBOLISTA EN LA PRÁCTICA DEL JUEGO.



COMO SE MANIFIESTA.
EN LA PRÁCTICA

Sin duda, una de las razones de la falta de calidad técnica en muchos jugadores tiene que ver con el lugar en que los jóvenes aprender a jugar. 
  
"En mis tiempos, la academia más popular para descubrir los secretos de  éste deporte era la calle. 
Los niños a los que nos gustaba jugar  la pelota  con los pies aprendíamos en las calles y plazas de nuestros barrios. Allí, en aquellas calles convertidas en improvisados campos de entrenamiento, los más pequeños podíamos aprender. ¿Cómo? Mirando e imitando lo que hacían los mayores. Estoy convencido de que esa misma escena se repetía en multitud  de otras ciudades del mundo, en todos los continentes, en todos los países”. Johan Cruyff.

Un jugador inteligente (TALENTO): 
1. Toma mejores decisiones y lo hace más rápido.
2. En busca de la mejor solución de un problema que se presenta en el terreno ve rápidamente, incluso en situaciones difíciles, varias alternativas o posibilidades pero también los peligros. No suele desviar su atención hasta haber solucionado el problema.

3. Dispone de todas las herramientas necesarias para hacer viable cualquier opción que escoja.

4. Sabe dar la velocidad adecuada al balón. Domina el acelerar el juego o ralentizarlo. Nunca se precipita y se siente seguro y con confianza en su campo de acción cuando está desarrollando una determinada jugada. Con sus ojos domina la situación y todos los espacios y con sus movimientos motores sabe aprovechar los espacios delante y detrás de él como en las bandas y en el centro. Sabe aprovecharse de espacios muy estrechos como de espacios amplios. Siempre tiene tiempo. La prisa y la precipitación son malos compañeros para él porque causan frecuentemente errores.

5. Procura mantener siempre un equilibrio entre riesgos y seguridad. Demasiado riesgo le lleva a la pérdida del balón o la pérdida del partido, mientras que cultivar demasiado la seguridad en el juego, no suele decidir los partidos a su favor. Tiene coraje para arriesgar, no es asusta!

6. Destaca por saber adaptarse no sólo a las cambiantes situaciones de juego sino también a las características particulares de su oponente, del árbitro y de sus compañeros de juego, lo que exige de él mucha flexibilidad cerebral y no caer en las provocaciones del contrario.

7. Sabe que no puede hacer todo bien. Por eso su nivel de rendimiento no suele bajar después de haber cometido un error o errores.

8. Sabe cuándo y a dónde pasar el balón y cuándo será mejor mantenerlo en su posesión.

9. Calcula bien las dimensiones del espacio a su disposición y las distancias entre él y sus compañeros y contrarios debido a las experiencias ganadas en varios años con entrenamientos de muchos juegos más o menos simplificados que le facilitaban la adquisición de un alto nivel de cálculo óptico-motor junto con una óptima resolución en los mecanismos motores (PERCEPCIÓN - DECISIÓN - EJECUCIÓN - RETROALIMENTACIÓN). 

10. juega simple y fácil.

11. Sabe, antes de recibir y controlar el balón cuál será su próxima jugada

12. Utiliza su capacidad de creatividad en beneficio de su equipo y sabe que sus compañeros se benefician de ella.

 “El que tenga el fútbol en la cabeza seguramente podrá llevarlo a los pies, pero el que tenga el fútbol sólo en los pies difícilmente podrá llevarlo a la cabeza”.
 por FernandoDT


lunes, 27 de abril de 2015

COMPETENCIAS INTRAPERSONALES DEL ENTRENADOR COMO LÍDER.


de LÓPEZ DEL CAMPO, R. · en OPINIÓN. ·
Todo entrenador que quiera liderar su equipo de forma eficiente debe adquirir una serie de competencias intrapersonales – el entrenador visto desde dentro – e interpersonales – el entrenador visto desde fuera -. Nos centraremos en un primer lugar en las capacidades intrapersonales que el entrenador como líder debe dominar:
  • Autoconfianza entendida como la seguridad en uno mismo, en su forma de hacer las cosas. No confundir esta competencia con la soberbia, arrogancia o prepotencia. El aliado ideal de la autoconfianza es la humildad. En entrenador como director del grupo no debe dudar en la toma de decisiones, lo que no quiere decir necesariamente que no se pueda equivocar. El método de ensaño – error es la única manera de crecer como entrenador. El entrenador debe definir su propio método, estar seguro de su valía y ponerlo en práctica con seguridad. No obstante, su método debe estar sometido a un continuo feedback que adapte dicho método a los posibles errores detectados. Esta revisión permanente del método guarda relación directa con la segunda competencia del líder.

  • Autocrítica. El entrenador debe someter sus decisiones a un proceso de autocrítica continua. El revisar constantemente su método o las decisiones que ha adoptado, lejos de provocar una pérdida de autoconfianza, lo que provoca es una mayor seguridad en que su método es el mejor. El líder debe tener el valor y coraje suficiente para enfrentarse así mismo, a sus decisiones y a su método. De esta forma el proceso de crecimiento permanecerá activo permanentemente.

  • Autocontrol emocional. Para dominar esta competencia es fundamental controlar las herramientas intrapersonales de la inteligencia emocional. El entrenador debe ser capaz de mantener un estado de equilibrio emocional que le permita  la lucidez necesaria para tomar las decisiones que crea mejores para el grupo. Ante los numerosos estímulos externos que recibe, el líder no puede tener un trastorno bipolar que le haga pasar de la tristeza a la euforia o viceversa. El equilibrio emocional se contagia. Si un líder mantiene la calma en una situación estresante, el grupo se contagia de esa emoción y tiende a emular la misma emoción. Por el contrario, si un líder pierde los nervios, el grupo se contagia de esa situación de nerviosismo y termina comportándose del mimo modo.

  • Protagonismo no excesivo. Que guarda relación con la característica ya señalada anteriormente, la humidad; pero que va más allá. El entrenador, a pesar de ser el líder y por lo tanto la cabeza visible del equipo, tiene que saber compartir el protagonismo con sus jugadores. Sobre todo cuando en el grupo existen otros líderes naturales que necesitan dosis controladas de protagonismo. Normalmente ante la victoria o éxito todos los líderes quieren ser protagonistas, mientras que la derrota o fracaso suele ser huérfana. Pues bien, un verdadero líder es aquel que capitaliza el fracaso, asumiendo su máxima responsabilidad; mientras que cede el protagonismo a sus jugadores ante el éxito.

  • Sentimiento de libertad. El entrenador debe tener la total libertad a la hora de tomar las decisiones. Debe oponerse enérgicamente a cualquier intento de influir sobre sus decisiones. Numerosos agentes externos intentarán persuadir al líder en beneficio de intereses propios. Pues bien, el entrenador como líder del grupo deberá identificar estos intentos de manipulación y mantener su libertad. Pero esta libertad no es gratuita, conlleva altas dosis de responsabilidad.

  • Visión de futuro. El entrenador como líder tiene que ser visionario. Debe dar rienda suelta a la imaginación y creatividad para ser capaz de ver lo que otros no ven. El líder se diferencia de la mediocridad en que es capaz de ver algo distinto. Es capaz de predecir el futuro y adelantarse al mismo.
Todas ellas son algunas de las competencias intrapersonales que todo director de equipos debe poseer para poder llevar a buen puerto al grupo que dirige.

PERFIL DE UN BUEN ENTRENADOR

 Debemos establecer cuáles son las habilidades y competencias que debería tener un entrenador para poder dirigir desempeñar su papel de líder de forma eficaz dentro del método de entrenamiento psicológico integrado. En la fase de diagnóstico, el entrenador deberá ser capaz de descubrir cuáles son las necesidades de desarrollo del jugador y así poder planificar la sesión de entrenamiento que pueda obrar el tan deseado cambio (Longhurst, 2006).

En cuanto a las herramientas específicas que debe utilizar el entrenador durante la sesión de entrenamiento, cabe reseñar como imprescindibles la capacidad de hacer preguntas abiertas, saber manejar los silencios, la predisposición a mantener una escucha activa, tener capacidad de síntesis y saber intervenir de forma oportuna. Estas habilidades de comunicación tienen como objetivo conseguir un diálogo significativo, que permita el desarrollo óptimo de la sesión de entrenamiento (Wolk, 2004).

No menos importante son las competencias personales que debe tener un entrenador para el ejercicio de su profesión. Su aprendizaje entraña una mayor dificultad debido a que se enmarcan dentro de la personalidad innata de cada individuo. Nos referimos a actitudes y conductas relacionadas con la autenticidad, comunicación, seguridad, generación de expectativas de cambio y empatía (Miedaner, 2004).



viernes, 24 de abril de 2015

BATALLA DE EGOS.


en Artículos /por fiebrefutbol.es/.

Desde que la sociedad comenzó a concienciarse de que la práctica de un deporte en edades de máxima capacidad de aprendizaje desarrolla ciertas facultades beneficiosas para el ser humano, nos hemos ido encontrando con niños y niñas que comienzan a practicar el fútbol a una edad cada vez más temprana. 

Probablemente, ninguno de estos niños tenga la noción más básica sobre este deporte, pero hay una cosa en la que coinciden todos: “El balón es para mí”. El balón es el centro de atención y hacerte poseedor de él implica atraer todos los focos. Es, a partir de aquí, donde nuestro ego empieza a darse a ver a través de la actividad física, sobre todo en deportes grupales. Ander Herrera decía en una entrevista de Jordi Quixano en “El País” que “el ego desproporcionado es falta de madurez de una persona”, lo cual deja claro que nacemos siendo egoístas y aprendemos a controlarnos con el tiempo.

De todos modos, empecemos por el principio. ¿Qué es el ego? No vamos a entrar en definiciones Freudianas sobre las instancias psíquicas y vamos a acoger una definición que se acerque más a lo que pensamos cuando utilizamos la palabra en el ámbito futbolístico.


“Es el aprecio excesivo que una persona siente por sí misma.”

Todo ser humano tiene un ego. Este puede ser más o menos exorbitante según la personalidad de cada uno. Por lo tanto, como entrenadores, convivimos con muchos egos, los cuales, según la edad, pueden verse más exteriorizados.

Siempre he defendido que los seres humanos somos consecuencias. Todos somos como un bloque de mármol el cual los factores externos, a veces atraídos por nosotros mismos, van tallando y dándole forma. Creo en la causalidad y no en la casualidad. Por ese motivo, me gusta indagar en los antecedentes de mis jugadores, para conocer la raíz de una actitud que ponga en peligro la armonía del equipo.

No creo que se deba tratar a todos los jugadores por igual, lo que no implica que piense que no haya que ser justo, simplemente hay que tratar a cada jugador de una manera distinta pero aplicando la misma normativa disciplinaria. Si soy consciente de que, por razones biológicas, no debería exigir a todos mis jugadores ser igual de rápidos… ¿Por qué debería exigirles que sean psicológicamente iguales? 
Hay jugadores que necesitan que estés más encima de ellos porque necesitan reclamar tu atención y escuchar tu aprobación. Otros simplemente necesitan escuchar un par de indicaciones y no necesitan más de ti para realizar correctamente una tarea. No debemos exigirle un 7 a todo el equipo cuando hay jugadores con potencial para llegar al 9, ni debemos forzar a alguien que no es capaz de pasar del 5, pues su frustración romperá esa armonía.

Con todos estos egos, volviendo al tema principal, hay que conseguir hacer un equipo que tenga objetivos comunes, teniendo en cuenta que hay miles de factores externos que van a estar haciendo que reaccionen de forma impredecible, sobre todo en la adolescencia. 
En este punto nos encontramos una palabra clave que ya fue importante en el artículo anterior: Adaptación. El entrenador debe saber adaptarse a los cambios tanto dentro como fuera del campo. Ha de saber cuándo debe intervenir en una situación que afecta anímicamente a un jugador y, sobre todo, cómo intervenir. 

Un buen entrenador debería ser un buen psicólogo, además de tener amplios conocimientos futbolísticos, desde mi punto de vista. El entrenador debe ser un amigo fuera del campo y una autoridad dentro de él. Debe crear un interés general, convencer al equipo de que su metodología es la correcta y conseguir que los resultados acompañen. Tarea difícil.


¿Cómo actuar ante un “ataque de ego”? No hay un manual para ello. Precisamente nuestra función debería ser la de conseguir que esto no llegue a suceder mediante un seguimiento constante sobre el jugador. Si sucede, significa que algo se nos ha escapado, aunque tampoco debemos caer en la trampa de dar nuestro brazo a torcer siempre. Un jugador debe sentirse importante, pero jamás imprescindible. Si es consciente de que sin su presencia la estructura del equipo se tambalea, puede ser que su ego empiece a dirigir el timón de nuestro barco.
Al fin y al cabo, el ego es lo que nos mueve y nos hace actuar y por ello no debemos eludirlo. Pero cuidado, puede que estemos pendientes de gestionar el ego ajeno y nos tropecemos con el nuestro.

Sergio Massagué Cobo (@Kekio_09)
Técnico Deportivo, Grado Medio.


SOBRE LA COMPLEJIDAD HUMANA.


Reflexiones./
Filosofía, Literatura y Epistemología./ 
sobre la complejidad humana.
Decir qué es la filosofía (y que haya un acuerdo general) no es una tarea fácil. Sin duda la gente que nos dedicamos a la enseñanza de la filosofía en la Academia nos insertamos en un campo institucional en el que la filosofía es una Licenciatura o un Grado, como se llama ahora, un Grado con unas materias desglosadas en asignaturas, etc., que todo aquél que quiera ser licenciado en filosofía debe cumplimentar: historia de la filosofía, metafísica, teoría del conocimiento, estética, filosofías del lenguaje, de la ciencia…

Es evidente que cuando uno estudia el Grado de Filosofía aprende cosas que dijeron los filósofos. Pero a mí me parece que muchísimas veces en ese proceso de aprendizaje académico hay un olvido fundamental (quizás debido a un exceso de abstracción filosófica y a un no menos excesivo abuso de jergas conceptuales). Se olvida que la filosofía siendo cuestionamiento, siendo pregunta, lo es por y para la vida. La filosofía es aquella que nos enseña a vivir, decía Montaigne. Es cuidado del alma, como nos dicen Platón y otros filósofos de la Antigüedad. Epicuro decía, por ejemplo, que “la filosofía no sirve de nada si no nos ayuda a recomponer el alma”.

La filosofía puede ser un arte de vivir que puede ennoblecer al ser humano, que puede hacer de la vida una travesía bella, noble y alegre y, en ese sentido, no olvido que Spinoza decía que la alegría es una sensación que el hombre tiene cuando aumenta su capacidad de acción, cuando aumenta su poder de actuar, esto es, cuando aumenta su capacidad de libertad. La libertad no consiste en el actuar por actuar, la libertad se puede dar cuando actuamos de un modo pertinente o lo más pertinente posible en el contexto en el que nos encontramos para tratar de llevar a buen puerto nuestras metas. Para ello necesitamos conocer, ser capaces de crear estrategias de pensamiento y de acción pertinentes. Ser capaces de establecer un diálogo crítico con el mundo y con uno mismo. Ser capaces de reflexionar sobre el conocimiento. Esta es otra acepción del significado de “filosofía”:reflexión sobre el conocimiento. Reflexión que sin duda alguna entronca con la idea de “arte de de vivir” ya que juzgamos y opinamos la mayoría de las veces sumidos en el desconocimiento, lo que nos lleva muchísimas veces a vivir con poca calidad en nuestro entorno humano, un entorno pluri-cultural que necesita que reflexionemos muchísimo nuestros pre-juicios. Reflexionar sobre nuestra forma de crear conocimiento no es solo un asunto epistemológico, también concierne al ámbito ético y político. Concierne a nuestro modo de vivir.

Filosofar es buscar claridad y estar dispuesto a reconocer la posibilidad del error. Filosofar implica estar dispuesto a ser decepcionado: la decepción y el descontento que nos puede llegar cuando nos enfrentamos a la contradicción entre lo que creemos que es y lo que en un momento dado es. Dicho de forma positiva: la búsqueda de la claridad nos puede llevar a la claridad de que estamos equivocados. Decía Epícteto que “los hombres se ven perturbados no por las cosas sino por las opiniones de las cosas… Así que cuando suframos impedimentos o nos veamos perturbados o nos entristezcamos, no echemos la culpa sino a nosotros mismos, es decir, a nuestras opiniones”. Opinamos sobre muchas cosas, pero muchísimas veces lo hacemos sin buenos (pertinentes) análisis conceptuales y con mucho desconocimiento del significado de palabras, que fácilmente se prestan a la ideologización y manipulación.

 Dicho de otro modo el desconocimiento esclaviza al ser humano, lo hace manipulable, intolerante, fanático. El desconocimiento es enemigo de la calidad de vida. El desconocimiento, el no saber construir conocimiento a partir de los datos-información es enemigo de la libertad.

Por mi parte trato de tener siempre presente las palabras de Montaigne cuando dice lo siguiente: “preferiría entenderme a mí mismo antes que entender a Cicerón. Harto tendría con mi propia experiencia para hacerme sabio, si fuera buen estudiante”. Entenderme a mí mismo, pero para ello necesito mirarme no solo en mi espejo sino en el espejo del otro, en el espejo de la sociedad, en el espejo del mundo, hacer una buena lectura de todo ello, darme cuenta de que uno de los grandes errores que podemos cometer es el de enjuiciar el hoy con criterios de ayer, enjuiciar el hoy sin tener sentido de los nuevos contextos, creer que los nuevos problemas son pensables desde visiones ideológicas y de conceptos gastados, desde esquemas ideológicos dominantes, desde metáforas que invitan más a la guerra y la disputa que a la conversación.

Para entenderme a mí mismo en el mundo necesito abrir cercas y comenzar a volar por encima de fronteras y barreras instituidas disciplinariamente. El pensar es siempre unatransgresión a-disciplinar, nos lleva a mirar de otro modo aquello que se ha convertido en costumbre. Nos lleva a dudar, a asumir la incertidumbre y la posibilidad del error en un mundo “líquido” (Bauman) en el que si hay algo de lo que podemos estar seguros es que no podemos estar seguros de casi nada. Voltaire decía que “la duda no es un estado demasiado agradable, pero la certeza es un estado ridículo”. Ridículo porque nos puede convertir en dogmáticos y, peor aún, en fundamentalistas. Los fundamentalistas no ríen porque no son sabios y, además, como dice Amos Oz, se molestan porque no les seguimos a ellos, que están en la verdad, que poseen la verdad y también, cosa que no ven, están poseídos por la verdad, poseídos, como dice Edgar Morin, por su propia racionalización del mundo y de las relaciones humanas: el fanático ni comprende, ni comprende que no comprende. El fanático, el dogmático, el fundamentalista no sabe que “conocer y pensar no es llegar a una verdad absolutamente cierta, es dialogar con la incertidumbre” (E. Morin). No tienen (los absolutistas de la verdad) ese sentido cervantino de la ironía que parte de la sabiduría de lo incierto, de la conciencia de poder no tener razón. Unaconciencia de lo incierto que nos alienta a seguir buscando y a seguir esperando construir nuevas creaciones de sentido, nos alienta a ser libres. Sonrisa del sabio, sonrisa irónica. Sabiduría de lo incierto frente a la pretensión de encontrar esencias de cristal y definiciones cerradas, sólidas, para un mundo líquido.

Octavio Paz haciéndose eco de Cervantes nos dice que “el hombre es un ser precario, complejo, doble o triple, habitado por fantasmas, espoleado por los apetitos, roído por el deseo: espectáculo prodigioso y lamentable. Cada hombre es un ser singular y cada hombre se parece a todos los otros. Cada hombre es único y cada hombre es muchos hombres que él no conoce, el yo es plural. Cervantes sonríe: aprender a ser libre es aprender a sonreír”.

Pascal también ve la complejidad humana, ve el problema, el enigma, ve a un ser lleno de contradicciones, de verdades, de errores, orden y caos, pero Pascal no sonríe. Lee el mundo y la vida de otro modo.  Pero también nos dice en otro momento de sus Pensamientos algo a no olvidar: el bien pensar es la base de la ética: “trabajemos pues en pensar bien, he ahí el principio de la moral”. Porque toda nuestra dignidad consiste en el pensamiento.

Pensar bien, ¿cómo pensar bien?, en el Cap. VIII del L.III de sus Ensayos (“Del arte de conversar”) nos dice Montaigne que “la obstinación y el fervor en la opinión son la prueba más segura de  estupidez”. Quizás no haya en el mundo nada que nos haga más necios que el no pensamiento de las ideas preconcebidas. Hegel decía lo siguiente: “lo que es sabido, precisamente porque es <>, no es <>. En el proceso del conocimiento, la manera más común de engañarse a sí mismo y a los demás es presuponer algo como sabido y aceptarlo como tal”. Me parece que esta idea de Hegel hay que entroncarla con las siguientes palabras escritas por E. Morin en el comienzo del segundo volumen de La Méthode: “la toma de conciencia que necesitamos de modo urgente es no el conocimiento de lo que ignoramos, sino la aptitud para pensar lo que sabemos”. Necesitamos esta toma de conciencia para actuar mejor, determinados lo menos posible por lo no pensado, porque como decía Voltaire “los humanos no tienen ningún remordimiento de las cosas que tienen costumbre de hacer”.

Pensar bien es un acto multidimensional: constructor y deconstructor, corruptor de evidencias, mestizo y productor de mestizaje en el conversar, abierto e incierto, incierto por abierto a la experiencia del mundo. Es un acto impuro, un acto que puede romper toda clausura racionalizante,  que al romper esa clausura nos puede llevar a una especie de encuentro con lo otro desconocido y oculto muchas veces bajo el pesado manto de la doctrina y la ideología que se cierra en idealizaciones filosóficas, sociológicas, políticas, antropológicas, epistemológicas…, que nos impide la convivencia con lo diverso, con una diversidad que hay que saber articular y complejizar para poder vivir y convivir.

Desde la literatura Vargas Llosa nos lo ejemplifica en su reflexión sobre “La verdad de las mentiras”, cuando nos habla de cierto escepticismo que se encuentra en las entrañas de las novelas  y que molesta a los inquisidores, “los inquisidores españoles entendieron el peligro. Vivir las vidas que uno no vive es fuente de ansiedad, un desajuste de la existencia que puede tornarse en rebeldía, actitud indócil frente a lo establecido. Es comprensible, por ello, que los regímenes que aspiran a controlar totalmente la vida desconfíen de las ficciones y las sometan a censuras. Salir de sí mismo, ser otro, aunque sea ilusoriamente, es una manera de ser menos esclavo y de experimentar los riesgos de la libertad”. Los fanáticos, los inquisidores, los dogmáticos saben que “la fantasía de que estamos dotados es un don demoníaco” (Vargas Llosa). Y es que la literatura, a su modo, nos muestra posibilidades de ser y al mostrar posibilidades de ser nos invita a pensar y a comprender la complejidad humana, lo cual se puede traducir en acciones, en actitudes éticas, sociales, políticas (2).

Las novelas pueden leerse, sin duda, como ensayos de antropología. Son un elemento fundamental para la comprensión de la complejidad humana. Nos inquietan y nos pueden llevar al cuestionamiento de lo instituido. Por medio del planteamiento de situaciones y experiencias humanas no mostradas por la “objetividad” de las ciencias humanas la literatura muestra toda una parte de la condición humana ocultada por estas ciencias. Al mostrar posibilidades de  ser (individuales, colectivas, racionales, no racionalizables, afectivas, sentimentales, etc.) que van más allá de la acotación científica, la literatura nos introduce en y nos muestra la dialógica humana: el hombre es sapiens / demens. 

La literatura, a su modo, nos enseña a comprender la radical apertura de la complejidad humana. Y es así como podemos pensar, por medio de lo que nos muestra, la universalidad de la condición humana y la complejidad del mundo, en su unidad y diversidad. Edgar Morin nos dice lo siguiente: “Literatura, poesía, cine, psicología, filosofía, deberían converger para convertirse en escuelas de comprensión”. Porque explicar no basta para comprender (la hermenéutica filosófica lo muestra bien). Comprender implica concebir a los humanos como sujetos. Ser sujeto es sentir la capacidad de construirse más allá de la lógica del sistema y de la función que el sistema o la estructura nos atribuyen y tratan de imponernos. La filosofía y la literatura, siendo cosas distintas, creo que coinciden en lo siguiente: son elementos fundamentales para la batalla contra la inhumanidad y a favor de la civilización. Pues ser civilizado es reconocer la diversidad, reconocer en el Otro a un sujeto con la misma humanidad que uno mismo, con la misma posibilidad de lo mejor y de lo peor, con la misma posibilidad de complejizar el pensamiento.

 La cultura literaria así como la cultura filosófica consisten en aprender a escuchar a los otros (sean personajes de ficción, sean seres de carne y hueso) y enaprender a escucharse uno mismo. Porque solo puede dialogar (unir fuerzas para arribar a saber) aquel que sabe escuchar y preguntar (Gadamer), aquel que reconoce su finitud (Heidegger), su ignorancia. Es más difícil, sin duda, preguntar que responder, el que pregunta reconoce que hay cosas que no sabe, reconoce su ignorancia. Se trata de escuchar, preguntar, leer lo mejor posible el mundo, para posicionarnos en él del modo más pertinente. Formas diversas de luchar contra el dogmatismo, de mostrarnos la necesidad de no perder nunca la perspectiva.

Pensar bien es la base de la ética. ¿Qué sería pensar de forma compleja, si creemos que es una posible forma de pensar bien? Una disposición mental, una forma de abordar la realidad. No se trata de una cuestión de ontología, la complejidad no es tanto una propiedad de los objetos o del mundo cuanto una cualidad que atribuimos al mundo a través de nuestra forma de verlo y de leerlo. Un pensar pertinente es un pensar dialógico que trata de poner a raya los pre-juicios que lanzamos al mundoNo se trata de negar el análisis ni la lógica conjuntista-identitaria, se trata de tener sentido de la dialógica(complementariedades, enfrentamientos, exclusiones en un mismo espacio-tiempo) y de lamultirreferencialidad irreductible aunque si articulable. 

El análisis por si solo lo fragmenta todo y oculta la figura, cierto es también que mantenernos solamente en el ámbito de la totalidad nos lleva a la uniformización que elimina lo particular. Se trata por lo tanto detener sentido de la recursividad constructora entre el análisis y la síntesis para hacer una hermenéutica del contexto lo menos reduccionista posible, una lectura del contexto que nos pueda llevar a acciones más pertinentes.
La fragmentación y el aislamiento, supuestamente efectuado para una mayor claridad de comprensión (y de control), en su lucha contra la confusión acaba confundiéndonos más y nos roba la brújula para conducirnos en el viaje en y por la diversidad y la apertura dinámica. Todo lo que se aísla cesa de interactuar: acaba solidificándose: es la mejor forma de negar la vida.

(1).El presente texto es parte de la intervención del autor en el Convegno Internazionale di Studi Interdisciplinari “Complessità, Strategia della Conoscenza”. Enna, Università Kore, Sicilia, 26-27 de Marzo de 2009.

(2) Vargas Llosa, reflexionando sobre la relación entre literatura y política ejemplifica lo que estamos diciendo por medio de la obra de Tolstoi titulada La Guerra y la paz, así, nos dice Vargas Llosa que por medio de los personajes de la novela, las experiencias individuales y colectivas que ahí se muestran, experiencias tan ajenas geográfica y temporalmente para un lector actual , “empezamos de pronto a aprender muchas cosas sobre nosotros mismos y nuestro derredor, y a descubrir lo que son esas complejas estructuras de relación entre el poder político y la ciudadanía, entre el poder político y el poder militar, y la función que juegan en esa sociedad el pensamiento, las ideas… Es evidente que la experiencia de leer La Guerra y la paz o novelas equivalentes produce un cambio en nosotros, no solo como lectores sino como seres humanos, como ciudadanos. Algo que no sabíamos ha llegado hasta nosotros gracias a esa experiencia. 

Y, si ha sido así, si esa experiencia ha enriquecido nuestra sensibilidad, nuestra conciencia, nos ha hecho más capaces, por lo menos de comprender aquello que ocurre en torno, en el mundo social del que formamos parte, entonces esa literatura es algo más que entretenimiento; a través de nuestra conducta de lectores afectados por esa experiencia se convierte en una forma de acción…El efecto político más visible de la literatura es el de despertar en nosotros una conciencia respecto de las deficiencias del mundo que nos rodea para satisfacer nuestras expectativas, nuestras ambiciones, nuestros deseos, y eso es político, es una manera de formar ciudadanos alertas y críticos sobre lo que ocurre en rededor”. 

Cfr. M. Vargas Llosa,Literatura y política. FCE. Madrid. 2003. pp. 51-53 Es decir la literatura puede dar que pensar, es cuestionante,  posibilitadora de reconfiguraciones mentales y éticas, frente a los totalitarismos políticos, sociales, éticos, que nos quieren hacer ver que vivimos en el mejor de los mundos, que demandan la conformidad con la imagen de la realidad que  crean, como si fuese la única verdad.


CONVERSACIONES SIN TRAMPA.


por KEVIN VIDANA./ 
Esta es una conversación a tres bandas.

El entrenamiento no existe, es un invento. Dime qué se puede entrenar que no se pueda jugar. Ocurre que los entrenadores de fútbol nos hemos convertido en especialistas de lo inexistente, prestigiamos nuestra labor porque nadie soporta ser prescindible ni tampoco ser evidenciado por no respetar la mentira repetida, o la verdad creada. Dividimos lo indivisible, controlamos lo incontrolable, nombramos lo innombrable y en ese ejercicio de vanidad nos alejamos de la esencia: los jugadores. Jorge Valdano dijo que los buenos estaban en peligro de extinción, que jugar bien acabaría siendo motivo de mofa, y no le falta razón.

Obviamos que los protagonistas juegan per se y son la táctica entre sí. Infravaloramos sus capacidades en favor de nuestra vanidad y nuestros miedos, cuando son ellos los únicos que saben de fútbol aunque no sepan que saben. Tuve un jugador que no sabía ni su nombre, ni atarse los cordones; si le hubieran sacado tarjeta se la hubiera cogido al árbitro en agradecimiento. Pero en su primer partido recibió el balón, regateó a cuatro rivales, hizo una pared con uno de sus compañeros para enfrentarse al portero, dentro del área pequeña amagó hacia la derecha para irse por la izquierda e hizo el único gol del partido. No lo celebró porque no sabía que los goles se celebraban.

El destrozo futbolístico acontece cuando nos ocupamos de grabar esa acción, analizarla, re-analizarla, volver a analizarla, para luego atrevernos a corregir el gesto de carrera o el momento de aceleración, como el que enseña a respirar y luego se atribuye la supervivencia del aprendiz. Hacemos pensar a los jugadores como nosotros queremos que piensen y no como les pertenece hacerlo, siendo el objetivo final la colonización y el adiestramiento. Dos palabras muy alejadas del juego.

Pedro Gómez
El entrenamiento sí existe, pero nos ocurre que al disfrazarlo de demagogia acaba por despistarnos. Pretendiendo subrayar nuestro buen hacer, otorgamos toda nuestra atención al método, nos comparamos con el resto de profesores reprochándoles sistemáticamente y castigamos al jugador de rodillas contra la pared por no cesar de alzar la voz y el brazo para pedir turno. ¿Cómo podemos dormir tranquilos? Llenamos nuestra conversaciones de afirmaciones y argumentos fundados en creencias partidistas y casi nunca centradas en el potencial innato de nuestro contexto humano. Ansiamos protagonismo cuando no molestar debería ser nuestro único objetivo, y así nos pasa: convencidos de que nuestra irrebatible llama diaria activa la reacción futbolística se nos ciega la perspectiva ante la obviedad; somos meros catalizadores de algo que ya existe, que ya está en marcha.

¡El entrenamiento claro que existe! Pero tenemos la mala costumbre de maquillarlo para luego prohibirle salir de la madriguera de nuestra certeza, ¡no vaya a ser que alguien nos robe a la chica! Solo cuando renunciemos a estos celos y envidias tendremos el valor suficiente para desposeerle de esta superficialidad y descubrir la verdadera esencia de este proceso, que no es otra que el propio juego. Él será el verdadero maestro, él será quien sepa atender las necesidades de cada alumno. ¿Nuestra labor? Garantizar que el aula esté en orden, animar a ciertos alumnos a que se sienten con quienes más y mejor les puedan ayudar, estimular la pasión del discente. Más analítico, más integrado, más táctico, más contextualizado… Bla bla bla… reconocer y potenciar asociaciones, principio y fin de nuestra labor, y el que quiera salir en la foto, que le hubiese pegado mejor al balón.

Leví Cantero
No es que el entrenamiento exista o no: surge o aparece solo cuando emerge el conocimiento entre los distintos componentes del colectivo, pero esto solamente surgirá a través de las interacciones obtenidas a través del juego. En la actualidad resulta que en esta incesante necesidad precoz para que te cataloguen como buen entrenador parece que se necesitan preparadores físicos, psicólogos, ojeadores, entrenadores de porteros, y ya al final, y digo solo al final, que los jugadores realicen en el campo lo que el entrenador quisiera hacer él.

Si no tienes modelo de juego no tienes ni idea; si prescindes de preparadores físicos, es que no sirves para esto. Como bien decía Kevin, aquí lo medible es lo concreto y aquello inmedible lo hacemos evidente compartiendo una mentira común. Necesitamos, ante la hambruna actual de alimentar nuestro ego por encima de todo para convertirnos en entrenadores precoces, querer tener respuesta para todo, y es ahí donde empieza el problema.

No queremos darnos cuenta que nunca hay dos jugadas iguales, que cada jugada ha de convertirse en una sorpresa para el adversario. Lo importante es hacer con la pelota lo que se sabe, lo más simple, cuando no se ha nacido para hacer con ella lo que la naturaleza da a unos pocos, pero esto solo se consigue como antes he dicho a través del entrenamiento del conocimiento. La convivencia social y futbolística impone grandes demandas intelectuales que hay reconocer a los miembros del colectivo, respetar las jerarquías, sacar provecho de la situación, mentir, hacer coaliciones, conocer las intenciones de los demás, anticipar sucesos, procesar diferentes órdenes de intencionalidad.

Y siguiendo con la gran reflexión de Pedro, nuestra labor es respetar la asignatura que se dé en el aula a través del conocimiento obtenido en la misma. No es que el aula esté en orden, sino en un orden conocido por todos en ese momento, ya que habrá asignaturas (situaciones globales del juego) en la que algunos se sientan más libres, mas cómodos, sepan de quién se tiene que copiar para sacar mejores notas o a quién hay que pedirle los apuntes. ¿De qué depende esto? De que cada uno se conozca en clase. Nuestra labor, en todo caso, es interaccionar en ese conocimiento con ellos para convertirnos en el profesor con el que se sientan felices.

Kevin Vidaña
Edgar Morín dice que la complejidad no es una palabra-solución, sino una palabra-problema. No es como la religión, que te consuela y mantiene inconsciente de realidad, sino todo lo contrario. El pensamiento complejo te hace ver lo ignorante que eres, lo oscurantistas que eran, son y serán tus creencias. Y el fútbol es pura complejidad, mientras que el entrenador es opinión solamente.

Somos humanos, por lo que la neutralidad no existe, ni la objetividad. No se pueden afrontar problemas con una mente carente de prejuicios, por lo que estamos obligados a equivocarnos; en eso consiste vivir. El entrenador transforma la realidad de manera inevitable, forma parte del todo que transforma y le transforma. Como dijo Lillo, no tener ideas es una idea en sí misma.

Sobre entrenamiento, la interacción por repetición no produce mejora, no hace falta conocer a la persona para congeniar con ella. El conocimiento conlleva error e ilusión; me atrevería a decir que no existe, pero será que no lo entiendo. Lo que creo es que debería ser siempre inédito. Cuando Óscar Cano dice que los equipos entrenan de domingo a domingo, ¿por qué no? Cualquier tipo de reiteración conduce a la previsibilidad, antónimo de fútbol bien jugado.

Dice Vítor Frade que nadie necesita lo que desconoce, que nos hemos hecho dependientes de lo que no existe, ¡porque es lo único que sabemos! Si la mayoría de personas en el mundo cree en Dios, si los jugadores se han creído las mentiras y las barbaridades que se han contado durante años, tenemos dos caminos: darle pasto a las ovejas o atrevernos a colonizarlas. Resulta paradójico, colonizar para liberar…
¿Quién soy yo para hacer ver a los creyentes que Dios no existe? Nadie, aunque considere que nos dirigimos hacia un fútbol idiotizado.

Para mí, uno de los objetivos sanos y fundamentales del entrenador consiste en mantener vivo el deseo de jugar. “Vivo con la ilusión de vivir con la ilusión de…”. También encontrar ese equilibrio entre jugar e impedir jugar. Lo primero surge por la inspiración de los jugadores; lo segundo me gustaría creer que también nace de ellos o que puede hacerlo, que existe el talento defensivo.

Pedro Gómez
¿Dónde acaba y dónde empieza nuestra labor? ¿Cuánta influencia tenemos en nuestros jugadores? ¿Cómo podemos atrevernos a asegurar que hemos hecho mejor a uno de nuestros jugadores? ¿No era ya Messi el mejor jugador alevín de toda Argentina cuando el F. C. Barcelona lo fichó? ¿Al jugador lo hace mejor su contexto, sus asociaciones o nuestros entrenamientos?

Convivir con la complejidad del ser humano nos empuja hacia el abismo del desconocimiento y la duda constante, mientras que prohibirle a esta la entrada a nuestro hogar nos facilita el conquistar de afirmaciones los dormitorios vacíos que previamente había reservado la incertidumbre.

Asfixiado por el entorno, intento sortear al torbellino de la dialéctica al que aludía Panzeri y me suelo cuestionar: si la teoría sin práctica es una incongruencia y la práctica sin teoría una aberración, ¿por qué la gran mayoría de entrenamientos se conforman de tareas muy similares? ¿Por qué no existe una verdadera correlación entre lo que pregonamos delante de la cámara que es mejor para nuestro equipo y los entrenamientos universales que obligamos engullir a nuestros jugadores? ¿Por qué si todos elegimos ejercicios de posesión muy parecidos nuestros equipos no se desenvuelven de igual modo durante el día de partido?

La respuesta se acerca, pero nosotros, egoístas e infieles con la evolución, atemorizados e inquietos, continuamos protegiéndonos con la mentira instaurada, como el niño que descubrió a sus padres junto al árbol de Navidad la madrugada del 6 de enero pero que sigue escribiendo año tras año la misma carta a los Reyes Magos, no vaya a ser que se abra el pastel y se acabe el chollo; no vaya a ser que descubramos que nuestra labor, más que enseñar a jugar, consista en molestar lo menos posible y permitir que aflore lo innato, instintivo, facilitando y no generando, potenciando y no limitando, desde el segundo plano que realmente nos corresponde y no desde la divinidad protagonista que nos encanta recordar tan solo cuando vienen bien dadas.

Leví Cantero
Pero es que el talento no es ofensivo ni defensivo, no podemos esperar a que surja cuando queramos. ¡Por eso es talento! Aparece para quedarse en el momento y lugar que nunca podamos esperar. Claro que existe el talento sin divisiones algunas, pero es que nosotros, al carecer de él, no lo apreciamos. El problema surge cuando en nuestro afán de grandes ególatras queremos entrenarlo, pero para convencer de que esto es posible ya hay infinidad de materiales, libros, webs, etc., con interminables “soluciones comunes para cualquier colectivo”. Si no, también podemos buscar “principios y subprincipios en las fases del juego” de grandes ¿entrenadores? publicados para adaptar o simplemente copiar para cualquier equipo que se preste, pero esto a mí no me pertenece.

Retomando el tema del talento, dándome igual ofensivo que defensivo como he mencionado antes, en todas sus vertientes se da de igual forma ¡con buenos jugadores!

Lorca necesitaba a Alberti y el de Cádiz al granadino para que el talento fluyera en ayuda de ambos. Góngora añoraba a Quevedo para que esa incomplementacion entre ellos hiciese que se necesitasen como los más fieles amantes. Y de igual forma, Piqué sin Puyol no son ni Piqué ni Puyol. Si les preguntásemos a ellos por separado nos dirían que juegan bien con cualquiera, y es verdad, pero sin quererlo, al aparecer alineados en la posición que comparten, el talento defensivo es impregnado a todos sus colindantes… y volvemos a lo de siempre: si le sumamos a estos dos la figura del pivote ¿defensivo?, Busquets, y así unimos seres por todos conocidos, el talento es absorbido y creado desde la nada para ser expuesto por estos poetas de la generación Barça.

El problema surge cuando desde el desconocimiento más absoluto queremos conocer y transmitir que ese talento es nuestro (de los entrenadores), cuando de nuestras bocas escupimos expresiones como “…debemos ser un buen bloque defensivo…”, “…lo importante es que estemos juntos y ordenados…”,”…somos un equipo trabajado…”, “…¡rómpelaaaa!…” y demás sandeces que todos hemos dicho siempre.

Al igual que Dios escribió los 10 mandamientos en las tablas sagradas, creo que se tuvo que producir el mismo cuento en su día grabando a fuego una serie de mandamientos universales en lo que a forma de ver y entrenar se refiere. Y así, subordinado a la tabla de mandamientos y en versión 2.0, nos ha llegado la PT portuguesa. Sí, la parafernalia táctica, una idea tan innovadora que aquellos que la crearon aún buscan explicar qué es, pero con la obligación a todos sus fieles seguidores de la creación de un prestigioso modelo de juego, común o distinto da igual, pero que son tal mecanismo súper servible hará que seas un gran entrenador por encima de todo y todos. La planificación pitonísica más absoluta te llevará al éxito y cuanto más de tus subprincipios tenga tu equipo en cada fase del juego, mayor será tu auto-prestigio y más sabrás de fútbol. ¿Y los jugadores? Da igual, harán lo que tú les ordenes, por eso eres el entrenador.

Y ante todo esto, al jugador que aprisionamos por el miedo de no obedecer nuestras directrices o consignas lo colocamos en la difícil tesitura de decidir si jugar como mandamos en tales directrices o en la de no jugar como su instinto lo impulsa. Pero por suerte para nosotros, los no adictos, aparece la figura de Özil. Los fieles feligreses de la parafernalia táctica tienen que decir que “…le falta intensidad en fase defensiva…”. Y cuando el alemán nos alegra la vista personificando toda la imaginación posible con un regalo para el espectador en forma de pase derivado de su yo innato, los grandes adeptos siguen diciendo que “…Mourinho está enseñando a ser mejor futbolista a Özil…”.

Y entonces…¿Qué entrenamos? Pues creo que conocimiento, pero no desde una perspectiva primaria, ni secundaria. ¡Sin perspectiva! Simplemente haciendo ver qué es lo que tenemos y qué es lo mejor en ese momento sobre los jugadores en cuestión en el instante compartido. Y esto pienso que no se consigue de otra forma que no sea jugando al fútbol y, repito, jugando. Y liberando al jugador en todo aquello que espontáneamente quiera hacer o el momento del juego en que se encuentre le lleve a intentarlo.
Yo no puedo cultivar tulipanes en Granada aunque piense que sepa, porque no es el entorno para obtener la flor holandesa, pues de igual forma no queramos cultivar el mismo jugador en todos los diferentes equipos donde estemos.

Hagamos ver el terreno, las características del mismo y en función apostemos por la flor idónea en ese instante.

Kevin Vidaña
En definitiva, entrenar/jugar debería ser la capacidad de adquirir capacidad.
Hay excesivo interés en saber cómo son las sesiones con las que trabajo y no hay fuegos artificiales ni atracciones, nada especial. La opción pertenece a los futbolistas, hay que escucharlos. El valor del entrenador está en su grado de vanidad o de sordera.

El método acaba siendo una elección entre inteligencia natural o inteligencia artificial. La segunda es dirigida, por lo que no puede ser inteligencia pero, desgraciadamente, ambas ofrecen resultados deportivos similares –aunque consecuencias distintas, invisibles pero trascendentes para el futuro de este juego–.
Carthy acuñó el término de inteligencia artificial en 1956, definiéndola así: “Es la ciencia e ingeniería de hacer máquinas inteligentes, o la capacidad de razonar de un agente no vivo”. Tratamos a humanos como robots para pretender humanizarlos.

Mientras que la inteligencia como tal es una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica la habilidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y aprender de la experiencia. Más bien, el concepto se refiere a la capacidad de comprender el entorno, el que pertenece exclusivamente al individuo en cuestión.
* Kevin Vidaña, Leví Cantero y Pedro Gómez son entrenadores de fútbol.


CONOCER EL JUEGO por Felipe S. Mateos.


por FELIPE S. MATEOS/ entrenador de fútbol./ España.

¿Cuántas veces hemos escuchado la sentencia “¡Cuánto daño le ha hecho Guardiola al fútbol!”? Sucede que el fútbol de Guardiola, como el discurso de Lillo o el de Óscar Cano, llevan dos rombos, no son aptos para todos los públicos. Son molestos, incómodos y hasta cierto punto groseros porque han removido determinadasas hipótesis sobre las que se ha venido asentando el fútbol durante los últimos años.

¿A quién hace daño que sean los propios centrales quienes proponen a su portero una salida en corto para construir desde atrás? Es hermoso ver cómo los jugadores, desde pequeñitos, están abandonado temores infundados para ser protagonistas. Asumir riesgos ya desde el inicio conlleva goles y derrotas, de acuerdo, pero, ¿cuál es el trabajo del entrenador entonces? ¿Prohibirles jugar de la manera que le están proponiendo sus futbolistas? ¿O dotarlos de una estructura táctica y un soporte técnico adecuado para que desplieguen con mayor resolución la manera de sentir el fútbol que insinúan los jugadores? ¿En quién piensa el entrenador? ¿En sí mismo o en el crecimiento de los futbolistas?

Soy de los que piensa que los entrenadores no somos sino hacedores, facilitadores del juego que proponen los futbolistas. De ahí la relativa importancia con la que Lillo y Cano visten al entrenador. El técnico no dispone, sino propone. Por ello Guardiola proponía salir jugando desde atrás, porque Piqué era central, porque Iniesta o Xavi no pueden depender de la segunda jugada. Y por eso Mourinho proponía jugar en largo en el Chelsea, porque Cech la desplazaba a 70 metros y Drogba ganaba 9 de cada 10 disputas aéreas. Porque el fútbol de Lampard aparecía por detrás del balón, jugando de cara.

En el fútbol, como en la escritura, en la vida en general, aprendemos por imitación, por mimesis. La imitación como punto de partida, la relatividad como punto de llegada. Y la formación, el conocimiento, la práctica como camino son el itinerario del entrenador. Solo así he aprendido a disfrutar de Guardiola y de Mourinho, y de otros muchos sin disminuirme con prejuicios infundados y dogmas estúpidos.

Nuestra tarea, creo, es adquirir un profundo conocimiento del juego y de los jugadores. Ver qué sienten, cómo se relacionan entre ellos y proponer entonces si se debe (poder, se puede) salir jugando como proponía el Barça con Guardiola o jugar directo como Mourinho en el Chelsea. 
O como ninguno de los dos, sino como proponen nuestros jugadores. Nuestra aspiración y nuestro deber es ser capaces de facilitarles el trabajo a ellos, a los futbolistas. Son ellos los que juegan.

* Felipe S. Mateos es Entrenador de fútbol. Metodología Fútbol Base C. A. Osasuna.