sábado, 29 de septiembre de 2018


Dani Guindos, entrenador de la cantera del Real Madrid: “El marcador nunca depende de un error o acierto individual”
Por


Dani Guindos en la entrevista en el Restuarante Las Estaciones de Juan
 Sara Osorno.- El joven entrenador ha explicado para palabradefutbol.com sus sensaciones tras publicar su primer libro “Nadie sabe nada. Una visión sistémica”. Nos ha contado muchas cosas como qué opina del panorama futbolístico que le rodea, cómo ve a la cantera su club y qué le impulsó a escribir un libro para profesionales. El joven asturiano ha trabajado en diferentes clubes como el Atlético de Madrid, A.D. Alcorcón y Rayo Majadahonda y con chicos de diferentes países como Hong Kong, Tailandia, Corea, América, Inglaterra o Australia, de manera que nos ha comparado también la cultura futbolística de estos lugares con la española. Dani no es partidario de la tendencia general de la sociedad de ver las cosas de manera lineal y nos explica como esta tendencia perjudica también al fútbol. Para él son tiempos de cambio. Gracias a entrenadores visionarios como Mourinho o Josep Guardiola, entre otros, el fútbol puede progresar, renovarse e ilusionar, en un momento en el que le preocupa que la creatividad del jugador se pueda estar viendo mermada.
S: ¿Aplicas esa filosofía en tus entrenamientos del Real Madrid?
Dani Guindos: Nosotros entrenamos siguiendo la línea homogénea de trabajo de los grandes profesionales que nos dirigen. Dentro de esa línea y de esa estructura cuidadosamente estudiada y detallada tenemos autonomía.
 S: ¿A qué errores nos lleva ese pensamiento lineal newtoniano que tanto criticas?
Dani Guindos: A escuchar a aficiones o incluso a entrenadores decir, por ejemplo, que un equipo ha perdido un partido porque está mal físicamente. Al siguiente partido gana y nadie se acuerda de que estaba mal físicamente. O a creer que han perdido en los últimos 20 minutos por la preparación física. Parece que necesitamos separar, diseccionar la realidad para poder entenderla, y para mí, esa tendencia está obsoleta.
S: ¿Por qué crees que le cuesta tanto a algunas partes de la afición o incluso a periodistas entrenadores entender eso?
Dani Guindos: Pues porque vivimos y nos hemos criado bajo un sistema educativo Newtoniano, diseccionamos la realidad para su compresión, el conocimiento en materias para su análisis, pero no atendemos a las relaciones y sinergias que las unen y que siempre deberían estar presentes. Es más fácil que un niño te recite de memoria los ríos de la península ibérica en la asignatura de Geografía o te identifique las 50 provincias del estado español, que relacione el sistema económico con el sistema político, y eso viene promovido por la educación que recibimos. Una cosa es información, la cual está al alcance de todos, basta con un simple clic en google, y un proceso superior es el conocimiento el cuál será el elemento diferenciador para que esos niños tengan éxito en la sociedad actual.
S: ¿De dónde surge la necesidad de escribir el libro?
Dani Guindos: Había cosas que decir, cosas nuevas que aportar. Entendía que la realidad podría interpretarse desde otro prisma. Creo que la sociedad actual en su totalidad, no solo en el fútbol, está basada en la teoría newtoniana de forma errónea. Todo parte de un pensamiento lineal (causa – efecto) y tendemos a diseccionar la realidad en partes, pues nuestro prisma observacional es limitado y necesitamos separar en secciones el todo para poder entender una realidad que es mucho más compleja, mucho más interactuada de lo que nos apetece entender. En el caso del fútbol, separamos la parte física de la técnica y táctica, como si un aspecto de una de esas tres, fuera independiente, como si no estuviesen interrelacionadas. Para mí, no es así, para mí, todo interactúa, y nunca hay una sola razón por la que algo salga bien o no, ni una sola persona por la que nos encontremos ante un logro o un fallo.


S: Y tú, cuando te juntas con tus colegas de profesión y habláis de todas estas teorías, ¿qué pasa?
Dani Guindos: (Se ríe) Pues nada, cada uno piensa una cosa. Creo que lo importante es que detrás de un entrenamiento haya siempre una intención, un pensamiento que desarrollar con la camiseta que defiendes. Eso enriquece el entrenamiento, hace que sea mucho más que un ejercicio porque crea modelos de juego, investiga dentro del fútbol, en definitiva, hace al fútbol avanzar. Lo que suele pasar es que la conversación se alarga siempre más de la cuenta (riéndose). Todos llevamos ya muchos años entrenando y ya tenemos forjadas nuestras ideas. En mi caso llevo diez años entrenando.
S: He estado leyendo algunas partes y me doy cuenta de que es un libro muy específico, ¿hacia quien va dirigido?
Dani Guindos: Va dirigido a profesionales, aunque cualquiera puede leerlo. Trato muchos temas tácticos que a mi me apasionan. Tendencias que poco a poco van desarrollándose en la actualidad como la de “el tercer hombre” o incluso la de “el cuarto hombre”, o las relaciones entre los  comportamientos colectivos del equipo y las tendencias naturales de los jugadores. Son conceptos más complicados, por eso digo que está dirigido a profesionales, pero cualquiera que quiera estudiarlo puede entenderlo.
S: ¿Cómo ves el panorama futbolístico actual?
Dani Guindos: Bien, es verdad que a veces los asuntos externos en los diferentes clubes cobran protagonismo. Se entiende que eso pase, por la importancia que tiene este deporte en nuestro país y en el mundo entero, pero no hay que olvidar que el fútbol es de los futbolistas y son realmente quien deber tener el principal protagonismo. Creo que es importante mantener siempre un equilibrio.
 S: ¿Cómo ves a la cantera del Real Madrid?
Dani Guindos: Creo que va a dar mucho provecho y para mi augura un gran futuro como ya lo viene dando tantos años atrás, no es nada nuevo. Se va a invertir mucho en los próximos años, se esta avanzando a pasos agigantados, se está aplicando una metodología única y creo que eso a largo plazo se va a hacer tangible, como siempre.
S: ¿Tienes algún favorito en la cantera?
Dani Guindos: Yo en general soy un amante de la creatividad, y veo mucha, me gusta que se lo pasen bien jugando, que siempre tengan una sonrisa en la cara y se esfuercen, pero de ahí a que luego puedan pasar al fútbol profesional hay un largo recorrido como todos sabemos.
 S: Dani, tu has conocido el fútbol de muchos países, ¿a qué crees que se debe el éxito de la liga española?
Dani Guindos: (Piensa) La cultura. La esencia latina del español es de alegría y eso hace que el futbolista no juegue como un robot si no que exprese sus emociones a través del balón. El fútbol de España y Portugal es mucho más intuitivo. He estado trabajando con jugadores de en Hong Kong, América, Tailandia, Corea, Australia y he comprendido que no se puede explicar, es una cuestión de cultura. Incluso para ellos es difícil o imposible de entender, créeme (sonriendo). Me he dado cuenta de que va mucho más allá de entrenar de la misma forma que en España. Al final la personalidad y la cultura se ven reflejadas en la manera de hacer, en la manera de jugar. Ellos no entienden que un pase, por ejemplo, sea hacia un sentido arriesgado, pero que pueda dar resultado a una nueva situación favorecedora en las acciones posteriores de ataque. Y eso son cosas que entrenadores como Guardiola, Mourinho, o Villas Boas sí hacen.
S: ¿Cuál crees que es la aportación de estos entrenadores?
Dani Guindos: Creo que el futbol ha cambiado mucho últimamente y hay gente avanzada a su tiempo como Juanma Lillo, André Villas-Boas, Pep Guardiola o Mourinho, que están cambiando la apreciación del futbol. Gracias a ellos las tendencias en el juego han evolucionado.
S: ¿Te preocupa la situación actual del fútbol?
Dani Guindos: Creo que están pasando cosas buenas y malas, como en todo. Por un lado la internacionalización del fútbol es muy positiva, y ha llegado a unos niveles de profesionalización espectacular, por otro, creo el miedo a la competición puede estar mermando demasiado la libertad del jugador en el campo, y eso hace que deje de ser tan espectacular para convertirse en una cuestión de competición pura.
S: Si tuvieras que definir tu libro en una línea, ¿cómo lo harías?
Dani Guindos: (Pensándolo mucho y después de varias opciones) “Como relacionarte con la incertidumbre en el proceso de entrenamiento”, bueno, también  “como crear comportamientos colectivos  con un deporte caótico en el que nunca se repiten dos situaciones ni dos momentos iguales”.
S: ¿Así es el fútbol, caótico?
Dani Guindos: Así es la vida y por supuesto el fútbol también, en el sentido de que nunca puedes controlar absolutamente todo lo que va a suceder. Te hacen una llamada inesperada, te surge una urgencia, por ejemplo, lo que pensabas hacer mañana ya cambia… en el campo pasa lo mismo con 22 jugadores que están en un rectángulo limitado durante 90 minutos. Si entendemos esto, habremos avanzado mucho.
 S: ¿Cuál es tu próximo objetivo?
Dani Guindos: Seguir trabajando mucho como hasta ahora, disfrutando, e investigando. Es lo que más me llena, y si encima he podido publicar el libro para poder compartir una línea de trabajo diferente, mucho mejor.
 Puedes seguir a Dani en twitter: @DaniGuindos



Posicionamiento vs Conocimiento


 Dicen que el fútbol de hoy es una imagen de la sociedad en la que vivimos, que existe una brecha cada vez más grande entre ricos y pobres, que los valores solo salen a relucir cuando ganas y que perder es un estigma que se llevará cosido en el alma para siempre. Se dicen muchas cosas y todas son respetables, pero lo problemático de esta sociedad no es lo que se dice, sino lo que no se dice.
Vivimos en un mundo donde salir a la luz en determinadas profesiones, poco o nada tiene que ver con el saber hacer y mucho con el saber estar. Si analizamos en España el ámbito de la investigación científica, el arte y la interpretación, la dirección de grupos multidisciplinares o la literatura, nos encontraremos con foros muy similares al fútbol y otros deportes de masas en los que la apariencia va de la mano del éxito.
Hablamos mucho del porqué de las cosas, de que esto y aquello no evoluciona, se estanca, apelamos a la suerte, a lo aleatorio, a la justicia o injusticia de las cosas, pero pocas veces analizamos los inicios y las situaciones de partida. Cómo es posible que los mejores investigadores de este país se marchen al extranjero y no vuelvan. Cómo se puede explicar que los libros más leídos no sean de escritores sino de personajes de la farándula. Cómo son los cásting en este país para encontrar a la persona idónea para el puesto adecuado, sea en el arte, en la interpretación, en el trabajo en equipo o en cualquier otro campo de actividad.

Vivimos en un entorno en el que todo parte del modelo de contratación para acceder al trabajo. Existen dos modelos muy definidos: aquel que se caracteriza por elegir al profesional mejor posicionado en contraste con aquel otro que se caracteriza por elegir al profesional mejor formado para el puesto. Hablamos de oportunidad u oportunismo versus idoneidad por dominio y maestría.

CONTRATACIÓN POR POSICIONAMIENTO
Decía Arrigo Sacchi que para ser jinete no era necesario haber sido caballo. Hoy día su frase no deja de ser un ejemplo de cómo eran las cosas en otros tiempos, pioneros que abrían camino y tenían una argumentación sólida. Hoy día en fútbol, y en concreto en España, al igual que en todo el marco del fútbol latinoamericano, salvo raras excepciones, la manera tradicional de contratación es por posicionamiento. Aquellos que están bien posicionados en el entorno en donde se produce el proceso de contratación gozan de mayores ventajas que aquellos que por conocimiento y dominio establecen su estrategia apartados de los focos y centrados en sus argumentos.

La contratación por posicionamiento tiene muchas ventajas para el contratante y desde luego para el contratado. Primero, el contratante no tiene por qué exponer su conocimiento al desarrollar la labor de contratar. Elige al que entiende que mejor va a desarrollar su tarea en función de quién ha sido y lo que ha representado el elegido. Muchos se preguntan ¿por qué se fichan exfutbolistas para entrenar a equipos de élite, sin que tengan una trayectoria o un dominio de su profesión demostrable? Básicamente porque están bien posicionados en el mercado, principalmente por su trayectoria anterior en otra profesión, la de jugador. Además goza de un foco particular que lo ilumina dentro de la masa social que sostiene desde la base este deporte, pero sobre todo representa un escudo perfecto para atemperar los impactos futuros de quienes tienen y pueden libremente comercializar su opinión en los medios más influyentes. Este tipo de contratación supone incorporar a una cabeza visible y ya ella se preocupará de dotarse de conocimiento, bien haciendo un ejercicio de honestidad y aplicándose en la investigación y estudio de su profesión, bien ejerciendo una de las más valoradas virtudes del líder, delegar en quien sabe. Esto hace bueno el dicho popular: “No hay que saber, sino tener el teléfono de quien sabe”. Dentro de este patrón de comportamiento, importa el resultado, no la forma de conseguirlo; importa lo inmediato, no el legado dejado en la institución en forma de saber hacer (know how), aspecto fundamental en muchos sectores de actividad en donde el sentido de maximización de beneficio va acompañado de un criterio de supervivencia: mantener los factores por los cuales ese beneficio se produce.

Quien está bien posicionado genera una costumbre en el sector. Si tu rival lo hace y le va bien, tú también y esa costumbre se convierte en norma y se entra en un bucle endogámico en el que la evolución tiende a cero cuando todos hacen lo mismo; la formación no es más que una manera de hacer negocio con la ilusión previamente fomentada a través de un proceso de comunicación y marketing adecuado. Se paga la campaña y se iguala socialmente a todos, pero al final solo se elige a quienes socialmente han desarrollado una posición en la élite, generalmente por lo que han hecho, no por lo que son capaces de hacer en el futuro.

CONTRATACIÓN POR CONOCIMIENTO
Contratar teniendo como referencia el conocimiento implica una vinculación al proceso de contratación mucho más profunda, más comprometida. El contratante que contrata desde el conocimiento está obligado, como mínimo, a tener nociones suficientes para distinguir e identificar a quien sabe y posteriormente sostener una interacción lo suficientemente creíble para elegir a la persona adecuada. El contratante está obligado a saber para poder decidir. Desde esta perspectiva, el contratante se expone a la crítica dado que está implicado en el proceso de contratación por dominar los criterios y además los conceptos sobre el campo que contrata, por lo que el contratado se incorporará para ejercer desde el dominio argumental.

 El contratado no será un escudo protector para el contratante, será un elemento más del proceso de producción en el que el conocimiento será la base sobre la que se asentarán todas las inteligencias que se invertirán en dicho proceso. El contratado, dominador de su campo, podrá gestionar su equipo de trabajo desde la argumentación de quien puede sostener una opinión, delegando o no en aquellos profesionales que él considere adecuados, dotando al servicio ofrecido de un valor añadido, que no tiene por qué verse directamente en el producto final de inmediato, pero que se verá a lo largo del tiempo.

El contratado por conocimiento accede al puesto de trabajo no por lo que ha sido o ha hecho sino por lo que hace y, sobre todo, por lo que será capaz de hacer. El equipo que contrata desde esta perspectiva incrementa la probabilidad de mantener en el tiempo un saber hacer que dotará a la entidad de valor de uso, sin necesidad de estar tan pendiente del valor de cambio.

La posición, política, deportiva, social, oportuna, ganada por afinidades diversas garantiza el acceso inmediato y colapsa la entrada a todos aquellos que quieran acceder desde otros puntos de partida.
El conocimiento, específico o genérico, no presenta barreras competitivas de entrada en el mercado porque de partida obliga al contratado a demostrar en el corto plazo la valía de su conocimiento y al contratador lo oportuno de su decisión. La competencia además está desequilibrada dado que pocos contratados desde el conocimiento necesitan del eco externo,  mientras que muchos contratados desde la posición se ven obligados a fomentarlo desde todos los foros a los que pueden acceder.

MERITOCRACIA U OPORTUNISMO ESTRATÉGICO
Como vemos, estamos ante una tesitura compleja. ¿Meritocracia u oportunismo estratégico? Para estar bien posicionado se necesitan inteligencias específicas que no vamos a desmerecer. Se necesita un don de gentes y una capacidad adaptativa importante, además de ser capaz de asumir ciertas condiciones que no todos tienen dentro de la ética y los valores personales. Asumir eso desde un punto de partida privilegiado por la posición alcanzada en otra actividad cercana al campo del que estamos hablando es una virtud en sí misma.

El conocimiento muchas veces carece de la capacidad socializadora para integrar a todos los que no tienen por qué saber y tienen la posibilidad y la potestad de contratar. El problema es que poder transmitir seguridad en lo que se sabe es una cosa y lograr transmitir confianza en la persona que te contrata, sabedores de que en un principio serán ellos quienes sostengan tu posición desde su autoridad, es otra. Se necesita mucha personalidad para lo primero y también para lo segundo.

Por lo tanto, como vemos, contratar desde la postura del conocimiento obliga a elevar el rango de los principios fundamentales de la contratación a niveles de máxima exigencia o de exigencia elevada. Mientras que contratar desde la posición supone asumir el riesgo a fallar, que en fútbol es consustancial a un despido y a la contratación de otro que ocupe su puesto, sin más historias. El largo plazo obligado para constatar una posición desde el saber, frente el corto plazo para sostener una posición sustentada por la imagen y la credibilidad aparente.

Pero como en todo, en ambas posturas existen salvedades y excepciones. Hay que reconocer que muchos contratados desde su posición de privilegio tienen capacidades de liderazgo suficientemente sólidas para sacar el máximo partido a su equipo de trabajo y dejan hacer desde la inteligencia de quien no necesita demostrar nada. Ocurre lo mismo con quienes son contratados desde el conocimiento, podemos encontrarnos con profesionales con enormes capacidades para interpretar y transmitir y nulas capacidades para delegar o dirigir. De todo hay en la viña del señor, pero este no es el problema a tratar. Aquí hablamos de los puntos de partida, de cómo se elige y, sobre todo, de quiénes eligen desde una postura acostumbrada a no verse sometidos al escrutinio y a la censura de los opinadores. Jugamos a un juego de exposición, pero no queremos exponernos: esta es una dicotomía curiosa…
Lo cierto es que un mercado saturado de seres bien posicionados no evoluciona, un mercado saturado de seres con dominio de su cometido puede colapsar por excluyente. Pero un mercado que no valora el conocimiento se muere por decadente.

Cambiemos fútbol por ciencia, arte o literatura y veremos en qué clase de sociedad estamos viviendo.
Me decía un amigo que en Alemania estaban saliendo muchos entrenadores jóvenes sin pasado como futbolista profesional. Le invité a que averiguara cómo estaban contratando, desde qué punto de partida.
El talento no se produce en masa, los altos directivos tampoco. Se hace necesario, y en muchos sectores perentorio, asumir cierto grado de responsabilidad en la contratación y cierto grado de rigor en la selección de personal. Los famosos cásting en fútbol son un indicio de que no se sabe lo que se busca, por lo que no se sabe lo que se quiere. Aplica para tu equipo lo mismo que aplicarías para tu empresa. Ofrece a tus contratados lo mismo que te gustaría que les ofreciesen a tus hijos. No quieras para tu equipo lo que no quieras para tu empresa. Exige a tus empleados que se formen lo mismo que exiges a tus hijos que se formen. ¡Seamos honestos!

* Álex Couto Lago es entrenador nacional de fútbol y Máster Profesional en Fútbol. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Santiago de Compostela. Autor del libro “Las grandes escuelas de fútbol moderno” (Ed. Fútbol del Libro).


jueves, 27 de septiembre de 2018


MODAS E INNOVACIONES EN EL ENTRENAMIENTO.


 Me sorprende el encono y la radicalización anticonductista que se refleja sobre la metodología del entrenamiento moderno. Pienso que nuestra obligación es ser precisamente, ser prácticos, utilizar todo lo que la experiencia ha ido de mostrando que es productivo.

 Soy de los que pienso que hay que estar abierto a las innovaciones y creo que así actuamos la mayoría de los entrenadores de fútbol. En realidad pienso que si en algo pecamos es el deslumbramiento ante lo novedoso antes de que esta demuestre su utilidad práctica. Recelo de todo aquello que llegue con pretensiones de universalidad y de arrinconamiento de todo lo tradicional. No dudo, por principio, de la buena fe de nadie, pero tampoco vivo en la absoluta ingenuidad
.
 Por ello, no sé hasta qué punto la propaganda cognitivista se utiliza en algunos casos para eliminar de la competencia y del arrinconamiento a los entrenadores “tradicionales”. ¿Una moda? ¿Una necesidad social?, vivimos en una época en la que la palabra “democracia” a alcanzado el estatus de casi sagrada.
En su nombre, incluso, aceptamos casi cualquier atropello. “Es para implantar la democracia” nos dicen, y automáticamente estamos dispuestos a tolerar cualquier desatino.

 Los entrenadores ¿nos podemos permitir ser totalmente demócratas? Y si es una época, una moda, y si hay que comulgar incluso con postulado de practicidad no demostrada, si hay que parecer “políticamente correcto”, bien, pero sabiendo que no por ello estamos en lo cierto, sino simplemente en sintonía con la “necesidad popular”.

 ¿Llegara el día que los entrenadores tengamos que consensuar incluso con los aficionados el planteamiento de entrenamientos y partidos?
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Javi Blanco


miércoles, 26 de septiembre de 2018


El cerebro y la mente explicados por Rodolfo Llinás
 Foto: Jorge Oviedo - Revista Bocas

por Rodolfo Llinás
SoHo les pidió a algunos lectores que plantearan sus dudas más básicas acerca de cómo trabaja la cabeza de un ser humano al mismísimo Rodolfo Llinás, uno de los hombres que más saben en el mundo sobre el cerebro. Aquí está, en 21 puntos, el ‘coco’ explicado por el científico más importante de Colombia.

01. ¿Qué es la mente?
La mente es uno de los productos de la función cerebral. Otro es la motricidad y otro, el estar dormido. Los estados funcionales que genera el cerebro son un poco como el estado funcional que genera la caja de cambios en un automóvil: el motor es el mismo, pero primera genera más fuerza y tercera, más velocidad. De modo parecido, el cerebro, aunque es solo uno, puede generar movimiento, percepción y memoria.
Cada uno de estos modos funcionales es un tanto diferente, y pueden coexistir. Por ejemplo, usted puede estudiar o recordar mientras camina. Otros estados son mutuamente exclusivos: por ejemplo, es imposible estar dormido y despierto al mismo tiempo. Algunos animales pueden estar dormidos y despiertos al mismo tiempo: si cetáceos como las ballenas o los delfines se durmieran como nosotros, se ahogarían; ellos evolucionaron un cerebro en el cual, durante la noche, la mitad duerme y la otra mitad está despierta, y luego cambian de lado. La unión entre los dos hemisferios cerebrales, llamada el cuerpo calloso, no existe en los cetáceos.
2. ¿Hay un lugar en el cerebro donde uno pueda decir que está la mente?
No, la mente es una propiedad distribuida a muchas partes del cerebro. El cerebro es un sistema. De nuevo se puede hacer una analogía con un motor de automóvil. Pregunta: ¿en dónde estriba la fuerza de un automóvil?, ¿en las ruedas de atrás?, ¿en la caja de cambios?, ¿en el cigüeñal?, ¿en los pistones?, ¿en la explosión de la gasolina? La respuesta más común es en la gasolina. Sí, pero primera tiene más fuerza que la tercera, entonces es la caja de cambios. Sí, pero el tamaño y el número de pistones deciden la fuerza total del motor, etcétera. Total, el sistema define las propiedades. Pasa lo mismo con el cerebro.
3. ¿Por qué no recordamos nada de nuestros primeros años de vida?
Porque los circuitos neuronales que soportan la memoria a término largo se desarrollan más lentamente que la capacidad motora.
4. ¿Los cerebros y la mente funcionan de manera diferente en hombres y mujeres?
No, el mecanismo de función es igual, la diferencia tiene que ver con las funciones somáticas: ellas pueden generar nueva vida, nosotros no.
5. Si solo se usa un pequeño porcentaje del cerebro, ¿qué parte del cerebro es ese porcentaje?
No es verdad, no existe ninguna parte del cerebro que no se use. La diferencia es el nivel de actividad de las diferentes partes en un momento dado.
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6. ¿Puede llegar el día en que haya generaciones con cerebros evolucionados?
Todos los cerebros son producto de la evolución. Nuestro cerebro demoró casi un millón de años para evolucionar de los primates (unos 40.000 años fuera de África, de donde todos venimos). Pienso que si sobrevivimos 40.000 años más, algunos cambios pueden ocurrir. Lo que no sé es si nos quedan 40.000 años más, dada nuestra naturaleza belicosa.
7. ¿El cerebro tiene una capacidad de almacenamiento de memoria o algo parecido, como pasa con un disco duro? ¿Hay un límite físico de capacidad de almacenamiento?
No parece haber límite físico de almacenamiento, como se puede ver en Funes el memorioso, de Jorge Luis Borges. El problema es el recordar. La función neuronal en la memorización y el recuerdo son diferentes. Además, hay varios tipos de memoria. La memoria declarativa (recordar lo que pasó), por ejemplo, es diferente de la ejecutiva (montar en bicicleta).
8. ¿La inteligencia tiene que ver con la capacidad del cerebro y el desarrollo mental?
Tiene que ver con ambas. La primera almacena el conocimiento y la segunda almacena el contexto de su uso. Aún más: el cerebro inventa cosas nuevas; basta con ver las artes, la ciencia y la política.
9. ¿Por qué hay personas con mejor memoria que otras?
Se debe a diferencias somáticas y a la atención que se le da a lo memorizado. Con palmada todo se recuerda, pero no es una buena herramienta pedagógica.
10. ¿Cómo se producen los pensamientos?
Los pensamientos son formulaciones premotoras que pueden generar movimiento, emoción o memoria. Su generación está basada en recuerdos (el olor de un perfume) o en estímulos sensoriales directos (una buena jugada en ajedrez) o en hipótesis (si compro un tiquete, me puedo ganar la lotería).
11. ¿Se ha estudiado científicamente la telepatía? Mi mamá dice que a veces me llama con el pensamiento.
La telepatía no existe y sería la ruina de la empresa de teléfonos, la radio y los periódicos, para no hablar de los negocios o la política.
12. ¿Qué le pasa al cerebro cuando soñamos?
El ensueño es el mecanismo de generación de imágenes por el cerebro. La conciencia es un estado similar al sueño, pero modulada por los sentidos. Cuando soñamos no nos podemos mover. Tan solo lo hacen personas que sufren de sonambulismo.
13. ¿Qué le pasa al cerebro cuando tenemos un déjà vu?
El déjà vu es un recuerdo forzado, generalmente producido por estados emocionales fuertes.
14. ¿Por qué no podemos olvidar a nuestro antojo y voluntad?
El recordar está ligado al cerebro emocional. La mayoría de las percepciones de cada día se olvidan, pero si están acompañadas de emoción, se recuerdan.
15. ¿Sería posible borrar recuerdos por medio de aparatos, como se ve en algunas películas?
La memoria se puede alterar, pero requiere un traumatismo, electroconvulción o un tratamiento farmacológico.
16. ¿Qué les pasa al cerebro y a la mente cuando uno se emborracha y cuando tiene guayabo?
El alcohol produce bloqueo de moléculas en las neuronas que regulan la entrada de ion calcio. Tal bloqueo altera la función cerebral y cambia su ritmo de activación. Si la cantidad de alcohol ingerida es grande, tanto el movimiento como la capacidad intelectual cambian y se hacen anormales. El guayabo se produce por un aumento de la regulación de tales moléculas: por eso el temblor y el malestar característicos del día siguiente.
17. ¿Qué es lo que le pasa exactamente a un cerebro cuando alguien tiene alzhéimer?
Las células cerebrales (las neuronas) se degeneran por daño interno de su bioquímica.
18. ¿Qué pasa exactamente en el cerebro y en la mente durante un coma?
La actividad neuronal se hace muy lenta electro químicamente. En tal estado no hay ni movimiento ni pensamiento ni memoria, ya que las estructuras funcionales rítmicas de las neuronas no permiten la generación de la actividad neuronal que soporta la vigilia.
19. ¿El cerebro se comporta diferente cuando uno está enamorado?
Todos los estados emocionales son alteración cerebral. El amor es un estado emocional, por ende, el cerebro se comporta de modo diferente.
20. ¿Uno puede curarse con la mente? Es decir, uno oye casos de gente que se alivia de enfermedades tan graves como el cáncer con la mente.
La mente tan solo puede alterar algunos aspectos de la función del cuerpo. Por ejemplo, activa músculos y activa glándulas, pero no tiene ninguna otra posibilidad de interacción.
21. ¿Cuál es la mejor manera de ejercitar la mente?
Como los músculos, usándola.



“Uno escribe un libro para darse a uno mismo”: Carolina Sanín.
Entrevista/ 9/26/2018.

El más reciente libro de la escritora colombiana, ´Somos luces abismales´, reflexiona sobre el lenguaje, su relación con los animales, la vida y la muerte. Entrevista con SEMANA.


 Carolina Sanín habló sobre "Somos luces abismales" en la Fiesta del libro de Medellín Foto: María José Chitiva
Carolina Sanín (Bogotá, 1973) ha dedicado gran parte de su obra literaria y producción periodística a mirar. Su columna en Revista Arcadia se llama, precisamente, “Pasar fijándose”: aguzar la mirada para fijarse en lo que usualmente pasa inadvertido. La mayoría de sus lectores la conocen por sus columnas en distintos medios (Revista Credencial, Arcadia, El Espectador, Vice, Semana Sostenible) y también por sus publicaciones en redes sociales: Facebook (desde hace un buen tiempo) y Twitter (desde este año).
Somos luces abismales es su más reciente libro. 
En las librerías donde ya ha llegado, está ubicado en las estanterías de literatura colombiana y, allí, en la sección de ensayos. Pero, ¿son ensayos los ocho textos de este libro editado por Penguin Random House? Cada lector tendrá que responder esa pregunta. Entre anécdotas autobiográficas, citas de la Biblia y El Quijote (entre otros), reflexiones sobre el lenguaje, la muerte y la memoria, la publicación les entrega a los lectores textos con un lenguaje depurado, preciso, poético.

Sanín ha publicado novelas (Todo en otra parte y Los niños), cuentos (Ponqué y otros cuentos), un ensayo biográfico (Alfonso X, el Rey Sabio) y libros para niños (Dalia y La gata sola), entre otros libros. SEMANA habló con ella sobre su más reciente libro, el lugar del intelectual en la sociedad colombiana, cómo sus lecturas se cuelan en la escritura y su relación con la traducción.

SEMANASomos luces abismales es un libro compuesto por ocho textos. Al final de la lectura, los lectores nos enteramos de que algunos de ellos habían sido publicados en otras versiones y en diferentes formatos (revistas y un libro). ¿Cómo decidió que estas ocho piezas debían estar juntas en este libro?
Carolina Sanín: Algunas partes de cuatro de los ocho textos que componen el libro habían aparecido en otros lugares durante distintos estadios de su composición, pero ningún texto, tal como está en el libro, había sido publicado antes. El último, que es un poema, es el más parecido a su versión anterior. Escribir el libro fue un proceso de cinco o seis años, y en ese proceso los textos fueron cambiando, fusionándose con otros, acogiendo fragmentos de antiguas piezas, creciendo. Uno de ellos, por ejemplo, surgió de una pequeña crónica que escribí en mi columna de la revista Arcadia, sobre una subida a un páramo: luego incorporó otras escenas y reflexiones, de modo que lo que allí tenía una página, en el libro tiene veinticinco.

SEMANA: ¿Cómo fue el trabajo editorial con Penguin Random House?
C.S.: Presenté el libro a través de mi agente, Víctor Hurtado, lo leyeron, les pareció que podía ir en la colección Literatura Random House, y decidieron publicarlo. Suelo entregar los textos después de numerosas correcciones, así que no hubo mucho trabajo editorial. Eso no significa que los textos no puedan mejorar, pues todo texto es infinitamente mejorable e infinitamente fallido, pero el pulimiento, supongo, cierra de alguna manera el texto, para bien o para mal; hace que no sea fácil ver por dónde modificarlo o querer hacerlo. El editor del libro, Sebastián Estrada, se entusiasmó con los textos, y su primera lectora en Penguin Random House, que fue Adriana Martínez, también se conectó con él y con la experimentación literaria que entrañaba. Los comentarios de ambos fueron útiles y no solo le dieron sentido a mi proyecto, sino que me mantuvieron el ánimo lo suficiente hasta la publicación.

SEMANA: La escritura del texto “El pesebre” está ligado con un viaje al Ecuador. De regreso de ese viaje, en el avión, escribió en una libreta tres notas sobre cosas sobre las que quería pensar después, y que efectivamente terminó desarrollando en el texto. ¿El desarrollo del pensamiento, en el caso de su escritura, está vinculado a un lugar fijo, estático?
C.S.: El pensamiento sucede en el tiempo, y en esa medida está sujeto al cambio; o mejor, en esa medida el pensamiento piensa acerca del cambio: es narrativo. Pero también hay otro modo de pensar, otro pensamiento, que está por fuera del tiempo; que, precisamente, no piensa en cómo el tiempo pasa (en cómo las cosas cambian), sino en cómo el tiempo no pasa, y busca una realidad constante e inmutable: es contemplativo. En el libro trato de escribir como el pensamiento piensa: según ese baile del pensamiento, que va y sigue yéndose a perderse, distraído de objeto en objeto, pero que también se quiere fijar, quiere quedarse para siempre pegado a las cosas que descubre. El pensamiento se vincula con las cosas y de vínculo en vínculo va hacia la nada o hacia el vacío y se deshace, pero también, de objeto en objeto, se queda en todo lo existente y lo hace existir.

SEMANA: Usted cita en diferentes capítulos fragmentos del Corán y de la Biblia, y así, crea una relación fluida y reveladora entre temas cotidianos y antiguas reflexiones religiosas. ¿Qué nos siguen diciendo este tipo de textos religiosos a los lectores o escritores de este siglo?
C.S.: Creo que es ingenuo pensar que hay textos pertenecientes a otras épocas o propios de otras mentalidades. Nosotros mismos hemos escrito todos los textos que existen: todos ellos nos constituyen y todos son actuales.

SEMANA: Textos como “Un potro” o “Las pléyades” tienen una cercanía con el género de la fábula: los animales presentes en el texto abren la puerta a diferentes reflexiones (tensiones entre lo urbano y lo rural, la relación que establecemos con las palabras, etc.). ¿Cuál es el lugar de la fábula en la literatura contemporánea? En general, ¿cree que se ha dejado de lado?
C.S.: Hace siglos y milenios comenzamos a componer fábulas para explicarnos cómo estamos constituidos (no cómo debemos obrar, como se piensa frecuentemente bajo el falso presupuesto de que las fábulas son moralizantes). En las fábulas, la elocuencia de lo que no habla con nuestro lenguaje articulado (los animales, y a veces las plantas) enseña acerca de la composición del ser humano, de la inteligencia y el corazón humanos. Observar cómo viven los otros seres en el mundo y en nuestra imaginación —y tratar de entender qué dicen, en un lenguaje universal, acerca de nuestra propia existencia — es el único (o en todo caso el principal) modo de conocer que está a nuestro alcance. La observación de lo otro en el mundo y, simultáneamente, de lo otro en nuestro interior, constituye la investigación. Luego expresamos esa investigación a través de las operaciones de la poesía o de las de la ciencia, que son diversas, pero el modo de conocer es básicamente el mismo.

SEMANA: A lo largo del libro, usted se detiene en el significado de distintas palabras y en la relación de unas palabras con otras: si son cercanas, opuestas, parecidas. ¿Reflexionar sobre el lenguaje cambia nuestra manera de usar el lenguaje?
C.S.: Ser conscientes de nuestra lengua es ser conscientes de las operaciones de nuestro pensamiento y es una manera de ser conscientes de nuestra propia vida. Vivimos hablando y vivimos escribiendo. Por tanto, la atención al lenguaje —que es una empresa infinita— no solo debería cambiar nuestro modo de usar el lenguaje, sino también dar forma a nuestra vida.

SEMANA: En una columna publicada en Revista Arcadia (Escolasticismo persistente), usted señala a Michel de Montaigne como el escritor que inaugura el género del ensayo. Allí, destaca lo importante que es hilvanar los argumentos con la propia experiencia: al decir “yo”, se obtiene perspectiva sobre el mundo y sus cosas. En Somos luces abismales ese aspecto es evidente. ¿Cómo se da cuenta de que ciertas experiencias o anécdotas pueden ser tratadas en un ensayo?
C.S.: El ensayo es un género fundamentalmente hospitalario, como fue concebido por su inventor. A partir de un problema, que funciona como estímulo para la imaginación, el ensayo puede contener el relato y el análisis de experiencias, así como el testimonio de observaciones. Es un método de conocimiento en el que el examen de la propia vida —del acontecer cotidiano— y la observación del mundo se muestran como uno solo. Por otra parte, es el género más, digamos, caprichoso: cualquier observación de cualquier aspecto del mundo puede enriquecer cualquier tema que a primera vista no esté relacionado con él. Un ensayo en un espacio que escoge un conjunto de objetos y los hace brillar bajo la luz de la curiosidad y el deseo (que son una sola cosa) para que ilustren un tema, o una constelación de temas.

SEMANA: Al leer sus anécdotas los lectores también pueden formar relaciones con sus propias vidas, sus experiencias. En ese sentido, ¿cree que los lectores, con la lectura de Somos luces abismales u otros textos, puedan ampliar el concepto de lo que entienden que es la literatura o lo literario?
C.S.: Uno no escribe un libro literario para dar algo (un texto, el resultado de un trabajo, el producto de una época de su vida), sino para darse uno mismo, íntegro —o para entregar la invención de su posible integridad— al lector. Por eso, todo texto literario es sobre el lector. Y, claro, todo texto literario le cuenta al lector cómo es —como puede ser— hacer un texto literario.

SEMANA: Al terminar la lectura, queda la sensación de que usted siempre está atenta a los detalles, a lo que pasa inadvertido: una paloma herida, una calle bogotana desierta un 31 de diciembre, un frailejón. ¿Esa mirada alguna vez descansa? ¿Los momentos de atención se alternan con los de descanso, o en el descanso también “mira” de esa manera?
C.S.: Yo creo que los seres humanos (y a lo mejor todas las cosas que viven) nunca descansamos. Pasamos de una actividad a otra, pero nunca descansamos. Estamos cautivos en el tiempo, y jugamos en el tiempo, sin descanso. Hacemos nuestro papel o hacemos nuestros papeles. A veces somos espectadores, pero ser espectadores es también hacer un nuevo papel, un nuevo trabajo. A lo mejor la esperanza del descanso nos ayude a temer menos la idea de la muerte.

SEMANA: Para alguien que ha leído sus columnas de Revista ArcadiaRevista Credencial o Vice, este libro retoma y amplía muchos de los temas que ha tratado desde la opinión periodística. ¿Por qué hay temas que se pueden agotar en una columna y otros que demandan más espacio?
C.S.: Ningún tema puede agotarse en una columna. Ni en un libro. Ni en una conversación. Lo que pasa es que uno se distrae necesariamente de un tema, y entonces pasa a decir, refiriéndose a otro tema, las pocas o las muchas cosas que puede decir. Hipotéticamente, podría uno coger un solo tema y ahí, sin salirse estrictamente de él, hablar sobre absolutamente todo lo que pueda hablar.

SEMANA: Además de la Biblia y el Corán, usted cita textos de autores que hoy en día consideramos clásicos: Miguel de Cervantes, William Blake, Dante Alighieri, Francesco Petrarca. ¿Cómo ha sido su relación de lectora con estos textos? ¿Hay momentos en que los siente más “cercanos” o “lejanos”?
C.S.: Esos textos que cité entraban en mis textos, como había entrado ya mi texto en ellos mientras los leía. Es un lugar común que cada nueva lectura de un libro es un nuevo libro; leer un libro es ser otro autor de él. Al incluir ciertos textos dentro de los míos, yo daba testimonio de esa relación con obras que, en tanto que las he leído con atención y amor, forman parte necesariamente de lo que escribo.

SEMANA: Con respecto a la pregunta anterior, casi todas las traducciones de esas citas son de su autoría. ¿La traducción renueva la forma en que nos podemos acercar a los textos literarios?
C.S.: La traducción es una forma intensa de contacto y de colaboración. Al traducir los fragmentos que citaba (o los que podía traducir, que no eran todos), quería encontrar —de manera ilusa, pero todo es ilusión— en esos textos lecturas de los míos, y quería presentarme a mí misma, en mi texto, como lectora de ellos.

SEMANA: Con respecto a la polémica desatada por la tala indiscriminada de árboles en Bogotá, textos como “Un potro” o su más reciente columna de Vice se entrecruzan con sus mensajes de protesta en Twitter y su participación en diferentes iniciativas de resistencia ciudadana que han sido llevadas a la calle. ¿Es necesario que los intelectuales también se tomen las calles?, ¿existen diferencias entre cómo se toma un intelectual la calle a cómo se la toma cualquier otra persona?
C.S.: El intelectual es alguien que, para bien o para mal, se compromete con el análisis racional: con el examen y la crítica del pensamiento y del lenguaje. Dado que ese es su papel y ese su compromiso, entonces él no procede solo en atención a su emocionalidad, sino que trabaja con sus propias herramientas, que trata de afinar, que son básicamente la lógica (el estudio de la vida del pensamiento) y la gramática (la conciencia de la vida del lenguaje). La protesta social y la acción social del intelectual proceden de su oficio, que es la lectura de la realidad, bajo la intuición —o la ilusión— de que la realidad es un texto.



¿Complejidad, o sencillez, del fútbol?

de MAROGAR .
“Jugar al fútbol es muy simple, pero jugar un fútbol simple es la cosa más difícil que existe”. (Cruyff).

El fútbol era sencillo cuando lo jugábamos en la calle. Sin reglamento; sin medidas obligatorias; sin directivos; sin periodistas; sin árbitros; sin seguidores; sin porterías ni largueros; sin entrenadores… De hecho, los equipos se formaban “eligiendo a pasos” entre los dos capitanes, recorriendo a pasos (puntera-talón) una distancia razonable hasta pisar la puntera del pie del otro que estaba enfrente… Primero elegía jugador el capitán del equipo “A” que, paso a paso, había pisado primero; a continuación, el otro capitán del equipo “B” elegía al suyo, y así sucesivamente hasta completar los dos equipos no necesariamente de once jugadores. Todo natural, todo consensuado, todo muy simple… Y es que de niños no habíamos leído nunca a Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Ya en mi libro “Evidencias y paradojas del fútbol”, escribí un capítulo sobre “Niños y “simplejidad” del fútbol, allá por enero de 2011. Hacía constar que “Los estudios más avanzados en campos como la economía, la genética, el análisis de mercados financieros o el desarrollo infantil han hallado una nueva y asombrosa teoría: La “Simplejidad”. Término que fusiona “simplicidad” y “complejidad”. Indaga el por qué las cosas simples se pueden volver complicadas y las complejas pueden resultar sencillas. La “Simplejidad” parte de ideas elementales, a veces una frase puede ser más rica que un libro entero. ¿Por qué los malos equipos de fútbol ganan (a veces) y los buenos equipos pierden (a veces)?”.

Pau Marti escribió: “El fútbol, en su calidad de deporte colectivo, es complejidad al 100%”. Evidentemente, la evolución de un juego ancestral a una actividad empresarial, necesitó del establecimiento de unas pautas, de un marco de actuación, de unas Reglas que obligasen a todos y cada uno ante unas acciones concretas arbitradas por un juez imparcial. A pesar de todo, las discusiones acerca de la aplicación del Reglamento siguen mostrándose irreconciliables. En el fútbol actual apenas se muestra “fair play” como cuando jugábamos de niños, sin duda este deporte perdió su inocencia por el camino…

El día 22 de octubre jugaban el Real Madrid y el Eíbar. En este equipo jugó Takashi Inui, actuando como delantero. Se movió con mucha libertad y gran peligro, en una determinada jugada pareció que Casemiro había tocado al japonés y el árbitro no pitó penalti. En general, todos los medios aseguraban que el penalti era seguro, incluso en la televisión con repeticiones por doquier. Lo fantástico ocurrió al final del partido, el futbolista japonés Inui reconoció que no había existido falta y el propio entrenador Mendilibar así lo manifestó abiertamente.

O sea, futbolista bueno, honrado, que no sabe mentir. Del mismo modo, un entrenador que no quiso mostrar ninguna excusa, un auténtico deportista ¿Problemas de culturas? ¡Problemas de educación!, digo yo. Incluso, en el fútbol de niños, es posible que todos hubieran aceptado la falta de Casemiro… Pau Marti escribió en su día: “Siguiendo las teorías de la Complejidad y los Sistemas Dinámicos, el fútbol (y el futbolista) es un sistema complejo donde todas las partes forman parte del todo y el todo es condicionado y condiciona todas las partes”.

Cuando iniciaba mi actividad de entrenador, tenía diseñadas múltiples jugadas de estrategia a balón parado, sobre el papel dibujábamos cruces, flechas, y movimientos de engaño con participación de muchos jugadores. Todos los entrenadores nobeles quieren presumir de ingenio, diseñan distintos esquemas y ponen “mote” a cada jugada para que los suyos las identifiquen… El problema práctico era que poníamos a demasiados jugadores en cada libre indirecto y en el momento crucial alguno de los futbolistas “metía la pata” en algún movimiento, lo que daba al traste con la planificación. Poco a poco limité los hombres a intervenir, todo se fue simplificando para un mejor entendimiento general. 

Hasta que llegué a la conclusión práctica de que, teniendo un buen especialista, era suficiente; como mucho incorporaba a un segundo hombre para intentar algún engaño a los contrarios y una “barrera ofensiva” para dificultar la visión del portero contrario, siempre a continuación de la barrera defensiva y un metro por delante de ellos para no tener que forcejear por la ubicación. Pasé de lo complejo a lo sencillo y, a la larga, acabamos metiendo más goles con menos confusiones entre todos.  El propio Menotti llegó a decir que no entrenaba la estrategia porque perdía en ello demasiado tiempo, muy necesario para entrenar la táctica del equipo por otra parte. 

Me gusta lo que firma Pau Martí: “Si hubiéramos observado tanto como corregido nos habríamos dado cuenta antes de que sí, el fútbol es complejo, y mucho más fácil de lo que nos pensamos. Porque el fútbol complejo es el fútbol de los futbolistas, y sí, el futbolista necesita al entrenador (y mucho), pero no para decirle qué y cómo debe actuar, sino para ayudarle a buscar respuestas óptimas ante las múltiples situaciones y cambios constantes con los que se va a encontrar en el partido”.
 En (w.liderendeportes.com) me encontré con un nuevo matiz: “La definición de complejidad puede ser aquella que dice que es “la cualidad de lo que está compuesto de diversos elementos. En términos generales, tiende a ser utilizada para caracterizar algo con muchas partes que forman un conjunto intrincado y difícil de comprender…”
Incluso hemos incorporado mucha más complejidad al fútbol cuando ciertos clubs, ciertos jugadores, ciertos directivos, se olvidan del juego deportivo y competido, mezclan otros asuntos que intoxican los aspectos estrictamente deportivos. Esa lamentable mixtura es la que enturbia actuaciones como la de Piqué; o la del propio Guardiola; o la del Barça que sigue considerándose “más que un club”, mientras que los demás equipos no hacen “lobby” político con su indiscutible potencialidad social… Yo los prefiero a todos ellos simplemente en la esfera deportiva y solo me interesan sus expresiones futbolísticas, dentro del campo de juego o en competición. (En el espacio estrictamente deportivo, no me atraen ninguna de sus ideas sobre la religión, el sexo, la política, la filosofía, la producción con mano de obra infantil, o manifestaciones de cualquier otra naturaleza ajena al juego). Me reitero, solo me interesan sus conocimientos y sus ideas futbolísticas, es mi derecho y el de otros muchos aficionados, esa es su propia responsabilidad social y no otra. Esa sería la sencillez del juego, sin duda esa es la peculiar grandeza del fútbol simple. Por eso me acuerdo de lo que decía Richard Branson: “La complejidad es tu enemigo. Lo difícil es mantener las cosas simples”.

Salamanca, 20. noviembre.2017.


jueves, 20 de septiembre de 2018


Alberto Manguel: “Borges influye aún en quienes dicen no haberlo leído”
El escritor confiesa que siente “miedo, alegría y ganas de empezar a trabajar”.
Por Adriana Lorusso


Autor de libros exquisitos y excepcionales como “Una historia de la lectura” o el más reciente, “Una historia natural de la curiosidad” (Siglo XXI), Alberto Manguel es un intelectual atípico, que resiste el juego de las clasificaciones. Con una importante carrera como editor, es además ensayista, escritor de ficción y docente en las más renombradas universidades internacionales.


La vueltas del destino han querido que volviera a la Argentina como director de la Biblioteca Nacional –asume en julio– el mismo puesto que ocupó durante 18 años uno de sus grandes maestros: Jorge Luis Borges.
Un jovencísimo Manguel se dedicó durante casi un lustro a leerle al autor de “Ficciones” los libros que la ceguera y la vejez de doña Leonor Acevedo –su madre– le impedían disfrutar por sí mismo. El relato de esa experiencia puede leerse en su libro “Con Borges”, que será reeditado este año. De ese primer contacto con el escritor y de la influencia que las lecturas posteriores tuvieron sobre su formación, habla Manguel en esta nota.

Noticias: ¿Qué es lo que más recuerda de su relación con Borges?
Alberto Manguel: Su inteligencia de lector. Yo lo escuchaba hacer comentarios sobre los textos que le leía y creo que aprendí más con esos comentarios –sobre la estructura del cuento, sobre el uso de ciertas palabras, sobre los juegos gramaticales– que con cualquier otra experiencia literaria en mi vida.

Noticias: ¿En qué cambió su opinión sobre la literatura de Borges desde su adolescencia hasta la actualidad?
Manguel: Aprendí a apreciar más su técnica literaria, su genio de artesano (de “hacedor” hubiera dicho él). Borges me enseñó que la inspiración es por cierto necesaria para ser escritor, pero por sobre todo se necesita saber cómo usar el instrumento del lenguaje para hacer que esa misma inspiración se convierta en creación artística. En ese sentido, Borges me parece el “hacedor” supremo.

Noticias: Usted que tantos libros leyó, analizó y comparó, ¿cuál piensa que es la característica única de la literatura borgeana?
Manguel: La de haber sido escrita por Borges. Por eso es inimitable.

Noticias: Como escritor y crítico, ¿cuáles cree que han sido las mayores dificultades para escribir en la Argentina después de Borges?
Manguel: Las resumió Manuel Mujica Láinez en un versito dedicado “A un joven escritor”: “Inútil es que te forjes/ idea de progresar,/ porque aunque escribas la mar,/ antes lo habrá escrito Borges”.

Noticias: ¿Hay herederos de Borges?
Manguel: Todos los lectores son herederos de Borges, todos leemos ahora bajo la sombra de Pierre Menard, sabiendo que somos responsables del texto que estamos leyendo.

Noticias: ¿Qué lugar ocupa hoy Borges dentro de la literatura mundial?
Manguel: Es difícil decirlo. Ciertamente existe como un clásico moderno en todas las literaturas. El gran poeta palestino
Mahmoud Darwish y el gran novelista chino Yan Lianke se han declarado admiradores de Borges, como también el rumano Norman Manea y el japonés Haruki Murakami, y ni Umberto Eco ni Salman Rushdie hubieran escrito sus libros más conocidos sin Borges. Y Borges influye aun en escritores que dicen no haberlo leído, porque de alguna manera los textos de Borges –“La Biblioteca de Babel”, “Los precursores de Kafka”, “Las versiones homéricas”, “Examen de la obra de Herbert Quain” entre otros– anticipan y critican todo lo que puede hacerse en el campo literario.

Noticias: Se suele comentar que el prestigio de Borges no se refleja en las ventas. ¿Puede ser esto producto de la relación compleja que tuvo el público argentino con él?
Manguel: Ojalá que Borges no se convierta en uno de esos autores que de tan venerados no se leen. Si esto ocurre, será la culpa de las políticas editoriales que de tanto alentar la creación de productos de consumo, hacen que el público lector no se sienta lo suficientemente inteligente para leer textos literarios.

Noticias: ¿Qué texto es el que más le gusta de él y cuál menos?
Manguel: Quizás mi preferido sea “La muralla y los libros”. Y quizás, por demasiado familiar, sienta menos afecto por “Hombre de la esquina rosada”.

Noticias: A muy pocas semanas de asumir su cargo en la Biblioteca Nacional, ¿qué siente al ocupar el mismo puesto que Borges?
Manguel: ¿Qué siento? Orgullo, timidez, miedo, alegría, vergüenza por mi arrogancia, ganas de empezar a trabajar. 

En esta nota: Alberto Manguel,



DE QUÉ SIRVE ENTRENAR AUTOMATISMOS?
por Enric soriano

Lo primero que quiero dejar claro es que no soy entrenador titulado (tengo 16 años y aún no he empezado a entrenar) y lo que voy a exponer es simplemente una hipótesis a la que he llegado por lo que he leído y escuchado y mis vivencias como jugador. Podréis ser dogmáticos con mi opinión porque ni yo soy nadie, ni lo que voy a tratar está demostrado. Es una simple hipótesis, la visión que tengo acerca del entrenamiento de los automatismos.

A priori, un automatismo se define como un encadenamiento de acciones colectivas entre diferentes jugadores de un equipo tanto en posesión de balón (ofensivos) como en su intento de recuperación (defensivos). No estoy de acuerdo con esta definición; me parece incompleta. Según lo que yo entiendo por automatismo, esas acciones que se encadenan están prefijadas, las decisiones que los jugadores toman están determinadas (que no condicionadas) por lo que se entrenó. Para mí un automatismo es una serie de acciones ejecutadas de memoria, donde los jugadores saben perfectamente qué hacer.

Un claro ejemplo de automatismo serían las jugadas a balón parado. Estas se ejecutan totalmente de memoria. Cada jugador sabe qué movimientos realizar y en qué momento. Además el inicio de estos se marca con una señal, por lo que todos iniciarán sus movimientos de forma coordinada. Son acciones totalmente prefijadas. Al saber cómo actuar, es mucho más fácil terminar la situación de forma exitosa. Creo que hay que entrenar la estrategia (los automatismos por excelencia). Entrenar estas acciones nos puede permitir ganar gran cantidad de puntos a lo largo de la temporada. Son acciones donde la incertidumbre es mínima, siempre son iguales y además su duración es corta, así que se pueden trabajar de memoria como un automatismo que son. Y repito, entrenar estas acciones, entrenar.

Hago mucho hincapié en la palabra entrenar porque no son pocos los entrenadores que con comentar la estrategia antes del partido creen que es suficiente. Luego, si decides no ejecutar la jugada prefijada (que no ensayada, ya que jamás se entrenó) te piden explicaciones y se apoyan en el argumento: “Si antes lo hemos hablado…”. En el fútbol no se puede exigir lo que tan solo se ha hablado; un entrenador solo puede exigir a sus jugadores aquello que ha entrenado o trabajado. Si tanta importancia tiene, ¿por qué no lo trabajaste? En estas ocasiones, dudar de la credibilidad y las condiciones de tu entrenador es lo más normal, y además está completamente justificado.

El fútbol es el deporte de la incertidumbre, de la espontaneidad, de la imprevisibilidad. En este deporte no existen dos situaciones iguales. Las únicas acciones que se repiten partido tras partido son las acciones a balón parado. En el fútbol todo es sorpresa. Dice Óscar Cano que lo único que le puede sorprender del fútbol es que en un momento no haya sorpresa. Dante Panzeri, un adelantado a su tiempo, ya decía allá por 1960 que el fútbol era la ciencia de lo impensado. Incertidumbre, caos, imaginación, creatividad. Y sobre todo, el fútbol es un deporte no lineal, no siempre pasa lo mismo, aquí la causa-efecto no existe. Esto es algo que hay que tener en cuenta.

¿A dónde quiero llegar? Fácil. Los automatismos son preparaciones para la actuación en x situaciones. Si nos vemos en esa situación hay que ejecutar como hemos entrenado. La cuestión es, ¿nos veremos en esa situación? Posiblemente no, porque como ya he comentado, en el fútbol no se repiten dos situaciones iguales. Saber actuar de memoria ante una situación de nada sirve si no se da. Solo habremos gastado minutos de entrenamiento en algo superfluo. Para que esa situación que hemos trabajado se dé en el partido hay muchas variables que cumplir que difícilmente se darán: mismos jugadores en las mismas posiciones y con los rivales situados de tal forma que te permita desarrollar lo prefijado.

Los automatismos suelen entrenarse mediante las famosas evoluciones. Se colocan conos por el campo en las posiciones que queremos que nuestros jugadores ocupen y se pasan el balón en un determinado orden hasta finalizar a portería. Todo siempre igual, muy mecánico. La toma de decisión está marcada (se la he de pasar a Fulanito, siempre que la tenga). Además, no hay oposición, por lo que el esfuerzo cognitivo del jugador es nulo, al igual que la complejidad de la tarea. A mayor complejidad, mayor esfuerzo cognitivo y más hacemos pensar al jugador. Esa tarea está muy alejada del juego, no se parece a lo que el domingo viviremos en el partido. ¿Vamos a tener un entorno sin oposición en el partido? Sería muy fácil jugar así, ¿verdad? Digamos que el domingo es nuestro examen y durante la semana trabajamos para poder resolver todos los problemas que en el partido se puedan dar. Trabajaremos con una complejidad igual o mayor que la que viviremos en el partido para saber resolver esas cuestiones. Nos preparamos haciendo lo que el domingo haremos. Pues trabajar las evoluciones es como prepararse para un examen de trigonometría haciendo sumas de dos cifras. 

Trabajamos alejándonos de la realidad, haciendo cosas muchos más fáciles que las del examen, sin oposición, fuera de contexto, determinando y castrando la toma de decisiones de nuestros jugadores… El domingo, estos, al tener que tomar una decisión con oposición a su alrededor, se quedarán en blanco, no sabrán qué hacer, porque no son independientes. En fin, que trabajar si se trabaja mal, de nada sirve; y en ese caso se trabaja mal.

Sin embargo tenemos la certeza de que las acciones a balón parado se llevarán a cabo en cada uno de nuestros encuentros. Al partir el esférico desde una posición estática, fija e invariable (como en un saque de esquina), son situaciones preparables de memoria, con mucha probabilidad de éxito. Pero hay que entrenarlas con oposición, porque en el partido el rival se dignará a defender o atacar. Se puede empezar sin oposición para la asimilación, pero luego se añadirán opositores.

La estrategia es el mayor ejemplo de automatismo y lo único que hay que entrenar porque tenemos la certeza de que en el partido sucederá de la misma forma que en los entrenamientos. Sin embargo, trabajar los automatismos en el juego me parece una inutilidad, porque cada situación tiene un entorno distinto y el juego es continuamente variable. Se pueden trabajar algunos comportamientos a modo de ayuda, haciendo que el jugador conozca mejor el entorno y el conocimiento de este pueda condicionar su toma de decisión, como por ejemplo saber que x jugador ocupa determinados espacios libres en fase defensiva y que tras recuperar se puede transitar a través de él, pero siendo esta una opción entre varias y no la única. En ese caso el futbolista sigue siendo independiente, decide él, pero al conocer el contexto su toma de decisiones pueda variar y estar condicionada por ello.

¿Por qué intentamos planificar lo no planificable y prefijar lo que no se puede prefijar? La no linealidad del fútbol no nos permite planificar ni prefijar porque el juego es un caos continuo donde cada situación que se da es distinta y nueva, todo está imprevisto. Debemos entrenar al futbolista y al equipo para ese imprevisto, para desarrollarse bien en el caos, para ser autómatas y tener la capacidad de tomar decisiones, para que aprendan a interpretar el juego, para que adquieran cultura táctica, que necesiten de un esfuerzo cognitivo para solventar los problemas, que la complejidad sea igual o mayor que los domingos… Y para ello hay que entrenar el juego, sin alejarnos de la realidad. Siempre con colaboración y oposición. Hacer futbolistas independientes que sepan pensar, interpretar y decidir es nuestro propósito. Entrenar el juego y no las jugadas.

Ojalá pronto se desmonten muchos mitos del fútbol. Uno de ellos, el de los automatismos y las evoluciones. Una vez esto suceda, los entrenamientos de calidad serán lo habitual y no la excepción. Una pena que la gente rebelde en este aspecto en el fútbol no abunde y muchos se crean lo que les dicen sin preguntarse por qué ni para qué.
* Enric Soriano.



Conversaciones sin trampa
por KEVIN VIDANA

Esta es una conversación a tres bandas.
Kevin Vidaña
El entrenamiento no existe, es un invento. Dime qué se puede entrenar que no se pueda jugar. Ocurre que los entrenadores de fútbol nos hemos convertido en especialistas de lo inexistente, prestigiamos nuestra labor porque nadie soporta ser prescindible ni tampoco ser evidenciado por no respetar la mentira repetida, o la verdad creada. Dividimos lo indivisible, controlamos lo incontrolable, nombramos lo innombrable y en ese ejercicio de vanidad nos alejamos de la esencia: los jugadores. Jorge Valdano dijo que los buenos estaban en peligro de extinción, que jugar bien acabaría siendo motivo de mofa, y no le falta razón.
Obviamos que los protagonistas juegan per se y son la táctica entre sí. Infravaloramos sus capacidades en favor de nuestra vanidad y nuestros miedos, cuando son ellos los únicos que saben de fútbol aunque no sepan que saben. Tuve un jugador que no sabía ni su nombre, ni atarse los cordones; si le hubieran sacado tarjeta se la hubiera cogido al árbitro en agradecimiento. Pero en su primer partido recibió el balón, regateó a cuatro rivales, hizo una pared con uno de sus compañeros para enfrentarse al portero, dentro del área pequeña amagó hacia la derecha para irse por la izquierda e hizo el único gol del partido. No lo celebró porque no sabía que los goles se celebraban.

El destrozo futbolístico acontece cuando nos ocupamos de grabar esa acción, analizarla, re-analizarla, volver a analizarla, para luego atrevernos a corregir el gesto de carrera o el momento de aceleración, como el que enseña a respirar y luego se atribuye la supervivencia del aprendiz. Hacemos pensar a los jugadores como nosotros queremos que piensen y no como les pertenece hacerlo, siendo el objetivo final la colonización y el adiestramiento. Dos palabras muy alejadas del juego.

Pedro Gómez
El entrenamiento sí existe, pero nos ocurre que al disfrazarlo de demagogia acaba por despistarnos. Pretendiendo subrayar nuestro buen hacer, otorgamos toda nuestra atención al método, nos comparamos con el resto de profesores reprochándoles sistemáticamente y castigamos al jugador de rodillas contra la pared por no cesar de alzar la voz y el brazo para pedir turno. ¿Cómo podemos dormir tranquilos? Llenamos nuestras conversaciones de afirmaciones y argumentos fundados en creencias partidistas y casi nunca centradas en el potencial innato de nuestro contexto humano. Ansiamos protagonismo cuando no molestar debería ser nuestro único objetivo, y así nos pasa: convencidos de que nuestra irrebatible llama diaria activa la reacción futbolística se nos ciega la perspectiva ante la obviedad; somos meros catalizadores de algo que ya existe, que ya está en marcha.

¡El entrenamiento claro que existe! Pero tenemos la mala costumbre de maquillarlo para luego prohibirle salir de la madriguera de nuestra certeza, ¡no vaya a ser que alguien nos robe a la chica! Solo cuando renunciemos a estos celos y envidias tendremos el valor suficiente para desposeerle de esta superficialidad y descubrir la verdadera esencia de este proceso, que no es otra que el propio juego. Él será el verdadero maestro, él será quien sepa atender las necesidades de cada alumno. ¿Nuestra labor? Garantizar que el aula esté en orden, animar a ciertos alumnos a que se sienten con quienes más y mejor les puedan ayudar, estimular la pasión del discente. Más analítico, más integrado, más táctico, más contextualizado… Bla bla bla… reconocer y potenciar asociaciones, principio y fin de nuestra labor, y el que quiera salir en la foto, que le hubiese pegado mejor al balón.

Leví Cantero
No es que el entrenamiento exista o no: surge o aparece solo cuando emerge el conocimiento entre los distintos componentes del colectivo, pero esto solamente surgirá a través de las interacciones obtenidas a través del juego. En la actualidad resulta que en esta incesante necesidad precoz para que te cataloguen como buen entrenador parece que se necesitan preparadores físicos, psicólogos, ojeadores, entrenadores de porteros, y ya al final, y digo solo al final, que los jugadores realicen en el campo lo que el entrenador quisiera hacer él.

Si no tienes modelo de juego no tienes ni idea; si prescindes de preparadores físicos, es que no sirves para esto. Como bien decía Kevin, aquí lo medible es lo concreto y aquello inmedible lo hacemos evidente compartiendo una mentira común. Necesitamos, ante la hambruna actual de alimentar nuestro ego por encima de todo para convertirnos en entrenadores precoces, querer tener respuesta para todo, y es ahí donde empieza el problema.

No queremos darnos cuenta que nunca hay dos jugadas iguales, que cada jugada ha de convertirse en una sorpresa para el adversario. Lo importante es hacer con la pelota lo que se sabe, lo más simple, cuando no se ha nacido para hacer con ella lo que la naturaleza da a unos pocos, pero esto solo se consigue como antes he dicho a través del entrenamiento del conocimiento. La convivencia social y futbolística impone grandes demandas intelectuales que hay reconocer a los miembros del colectivo, respetar las jerarquías, sacar provecho de la situación, mentir, hacer coaliciones, conocer las intenciones de los demás, anticipar sucesos, procesar diferentes órdenes de intencionalidad.

Y siguiendo con la gran reflexión de Pedro, nuestra labor es respetar la asignatura que se dé en el aula a través del conocimiento obtenido en la misma. No es que el aula esté en orden, sino en un orden conocido por todos en ese momento, ya que habrá asignaturas (situaciones globales del juego) en la que algunos se sientan más libres, más cómodos, sepan de quién se tiene que copiar para sacar mejores notas o a quién hay que pedirle los apuntes. ¿De qué depende esto? De que cada uno se conozca en clase. Nuestra labor, en todo caso, es interaccionar en ese conocimiento con ellos para convertirnos en el profesor con el que se sientan felices.

Kevin Vidaña
Edgar Morín dice que la complejidad no es una palabra-solución, sino una palabra-problema. No es como la religión, que te consuela y mantiene inconsciente de realidad, sino todo lo contrario. El pensamiento complejo te hace ver lo ignorante que eres, lo oscurantistas que eran, son y serán tus creencias. Y el fútbol es pura complejidad, mientras que el entrenador es opinión solamente.
Somos humanos, por lo que la neutralidad no existe, ni la objetividad. No se pueden afrontar problemas con una mente carente de prejuicios, por lo que estamos obligados a equivocarnos; en eso consiste vivir. El entrenador transforma la realidad de manera inevitable, forma parte del todo que transforma y le transforma. Como dijo Lillo, no tener ideas es una idea en sí misma.

Sobre entrenamiento, la interacción por repetición no produce mejora, no hace falta conocer a la persona para congeniar con ella. El conocimiento conlleva error e ilusión; me atrevería a decir que no existe, pero será que no lo entiendo. Lo que creo es que debería ser siempre inédito. Cuando Óscar Cano dice que los equipos entrenan de domingo a domingo, ¿por qué no? Cualquier tipo de reiteración conduce a la previsibilidad, antónimo de fútbol bien jugado.
Dice Vítor Frade que nadie necesita lo que desconoce, que nos hemos hecho dependientes de lo que no existe, ¡porque es lo único que sabemos! Si la mayoría de personas en el mundo cree en Dios, si los jugadores se han creído las mentiras y las barbaridades que se han contado durante años, tenemos dos caminos: darle pasto a las ovejas o atrevernos a colonizarlas. Resulta paradójico, colonizar para liberar…
¿Quién soy yo para hacer ver a los creyentes que Dios no existe? Nadie, aunque considere que nos dirigimos hacia un fútbol idiotizado.

Para mí, uno de los objetivos sanos y fundamentales del entrenador consiste en mantener vivo el deseo de jugar. “Vivo con la ilusión de vivir con la ilusión de…”. También encontrar ese equilibrio entre jugar e impedir jugar. Lo primero surge por la inspiración de los jugadores; lo segundo me gustaría creer que también nace de ellos o que puede hacerlo, que existe el talento defensivo.

Pedro Gómez
¿Dónde acaba y dónde empieza nuestra labor? ¿Cuánta influencia tenemos en nuestros jugadores? ¿Cómo podemos atrevernos a asegurar que hemos hecho mejor a uno de nuestros jugadores? ¿No era ya Messi el mejor jugador alevín de toda Argentina cuando el F. C. Barcelona lo fichó? ¿Al jugador lo hace mejor su contexto, sus asociaciones o nuestros entrenamientos?
Convivir con la complejidad del ser humano nos empuja hacia el abismo del desconocimiento y la duda constante, mientras que prohibirle a esta la entrada a nuestro hogar nos facilita el conquistar de afirmaciones los dormitorios vacíos que previamente había reservado la incertidumbre.

Asfixiado por el entorno, intento sortear al torbellino de la dialéctica al que aludía Panzeri y me suelo cuestionar: si la teoría sin práctica es una incongruencia y la práctica sin teoría una aberración, ¿por qué la gran mayoría de entrenamientos se conforman de tareas muy similares? ¿Por qué no existe una verdadera correlación entre lo que pregonamos delante de la cámara que es mejor para nuestro equipo y los entrenamientos universales que obligamos engullir a nuestros jugadores? ¿Por qué si todos elegimos ejercicios de posesión muy parecidos nuestros equipos no se desenvuelven de igual modo durante el día de partido?

La respuesta se acerca, pero nosotros, egoístas e infieles con la evolución, atemorizados e inquietos, continuamos protegiéndonos con la mentira instaurada, como el niño que descubrió a sus padres junto al árbol de Navidad la madrugada del 6 de enero pero que sigue escribiendo año tras año la misma carta a los Reyes Magos, no vaya a ser que se abra el pastel y se acabe el chollo; no vaya a ser que descubramos que nuestra labor, más que enseñar a jugar, consista en molestar lo menos posible y permitir que aflore lo innato, instintivo, facilitando y no generando, potenciando y no limitando, desde el segundo plano que realmente nos corresponde y no desde la divinidad protagonista que nos encanta recordar tan solo cuando vienen bien dadas.

Leví Cantero
Pero es que el talento no es ofensivo ni defensivo, no podemos esperar a que surja cuando queramos. ¡Por eso es talento! Aparece para quedarse en el momento y lugar que nunca podamos esperar. Claro que existe el talento sin divisiones algunas, pero es que nosotros, al carecer de él, no lo apreciamos. El problema surge cuando en nuestro afán de grandes ególatras queremos entrenarlo, pero para convencer de que esto es posible ya hay infinidad de materiales, libros, webs, etc., con interminables “soluciones comunes para cualquier colectivo”. Si no, también podemos buscar “principios y subprincipios en las fases del juego” de grandes ¿entrenadores? publicados para adaptar o simplemente copiar para cualquier equipo que se preste, pero esto a mí no me pertenece.

Retomando el tema del talento, dándome igual ofensivo que defensivo como he mencionado antes, en todas sus vertientes se da de igual forma ¡con buenos jugadores!
Lorca necesitaba a Alberti y el de Cádiz al granadino para que el talento fluyera en ayuda de ambos. Góngora añoraba a Quevedo para que esa incomplementacion entre ellos hiciese que se necesitasen como los más fieles amantes. Y de igual forma, Piqué sin Puyol no son ni Piqué ni Puyol. Si les preguntásemos a ellos por separado nos dirían que juegan bien con cualquiera, y es verdad, pero sin quererlo, al aparecer alineados en la posición que comparten, el talento defensivo es impregnado a todos sus colindantes… y volvemos a lo de siempre: si le sumamos a estos dos la figura del pivote ¿defensivo?, Busquets, y así unimos seres por todos conocidos, el talento es absorbido y creado desde la nada para ser expuesto por estos poetas de la generación Barça.

El problema surge cuando desde el desconocimiento más absoluto queremos conocer y transmitir que ese talento es nuestro (de los entrenadores), cuando de nuestras bocas escupimos expresiones como “…debemos ser un buen bloque defensivo…”, “…lo importante es que estemos juntos y ordenados…”,”…somos un equipo trabajado…”, “…¡rómpelaaaa!…” y demás sandeces que todos hemos dicho siempre.
Al igual que Dios escribió los 10 mandamientos en las tablas sagradas, creo que se tuvo que producir el mismo cuento en su día grabando a fuego una serie de mandamientos universales en lo que a forma de ver y entrenar se refiere. Y así, subordinado a la tabla de mandamientos y en versión 2.0, nos ha llegado la PT portuguesa. Sí, la parafernalia táctica, una idea tan innovadora que aquellos que la crearon aún buscan explicar qué es, pero con la obligación a todos sus fieles seguidores de la creación de un prestigioso modelo de juego, común o distinto da igual, pero que son tal mecanismo súper servible hará que seas un gran entrenador por encima de todo y todos. La planificación pitonísica más absoluta te llevará al éxito y cuanto más de tus subprincipios tenga tu equipo en cada fase del juego, mayor será tu auto-prestigio y más sabrás de fútbol. ¿Y los jugadores? Da igual, harán lo que tú les ordenes, por eso eres el entrenador.

Y ante todo esto, al jugador que aprisionamos por el miedo de no obedecer nuestras directrices o consignas lo colocamos en la difícil tesitura de decidir si jugar como mandamos en tales directrices o en la de no jugar como su instinto lo impulsa. Pero por suerte para nosotros, los no adictos, aparece la figura de Özil. Los fieles feligreses de la parafernalia táctica tienen que decir que “…le falta intensidad en fase defensiva…”. Y cuando el alemán nos alegra la vista personificando toda la imaginación posible con un regalo para el espectador en forma de pase derivado de su yo innato, los grandes adeptos siguen diciendo que “…Mourinho está enseñando a ser mejor futbolista a Özil…”.

Y entonces…¿Qué entrenamos? Pues creo que conocimiento, pero no desde una perspectiva primaria, ni secundaria. ¡Sin perspectiva! Simplemente haciendo ver qué es lo que tenemos y qué es lo mejor en ese momento sobre los jugadores en cuestión en el instante compartido. Y esto pienso que no se consigue de otra forma que no sea jugando al fútbol y, repito, jugando. Y liberando al jugador en todo aquello que espontáneamente quiera hacer o el momento del juego en que se encuentre le lleve a intentarlo.
Yo no puedo cultivar tulipanes en Granada aunque piense que sepa, porque no es el entorno para obtener la flor holandesa, pues de igual forma no queramos cultivar el mismo jugador en todos los diferentes equipos donde estemos.
Hagamos ver el terreno, las características del mismo y en función apostemos por la flor idónea en ese instante

Kevin Vidaña
En definitiva, entrenar/jugar debería ser la capacidad de adquirir capacidad.
Hay excesivo interés en saber cómo son las sesiones con las que trabajo y no hay fuegos artificiales ni atracciones, nada especial. La opción pertenece a los futbolistas, hay que escucharlos. El valor del entrenador está en su grado de vanidad o de sordera.
El método acaba siendo una elección entre inteligencia natural o inteligencia artificial. La segunda es dirigida, por lo que no puede ser inteligencia pero, desgraciadamente, ambas ofrecen resultados deportivos similares –aunque consecuencias distintas, invisibles pero trascendentes para el futuro de este juego–.
Carthy acuñó el término de inteligencia artificial en 1956, definiéndola así: “Es la ciencia e ingeniería de hacer máquinas inteligentes, o la capacidad de razonar de un agente no vivo”. Tratamos a humanos como robots para pretender humanizarlos.

Mientras que la inteligencia como tal es una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica la habilidad de razonar, planear, resolver problemas, pensar de manera abstracta, comprender ideas complejas, aprender rápidamente y aprender de la experiencia. Más bien, el concepto se refiere a la capacidad de comprender el entorno, el que pertenece exclusivamente al individuo en cuestión.
* Kevin Vidaña, Leví Cantero y Pedro Gómez son entrenadores de fútbol.


martes, 18 de septiembre de 2018


Atlético: Incidir en nuevos fundamentos del juego
por FRANCISCO RUIZ BELTRAN el 22 noviembre, 2016 •

El juego no se puede dividir por fases de ataque o de defensa porque el desarrollo de cualquier acción durante un partido está condicionado por lo que sucedió y está sucediendo previamente. En nuestro interés por entender las cosas tendemos a etiquetar todo simplificando su proyección. Hace poco un entrenador me dijo que resumimos una película en diez segundos obviando por tanto una hora, veintinueve minutos y cincuenta segundos de lo que ha sucedido. Esto sirve para entender que dentro de un partido hay muchos partidos y en ocasiones el resultado no es una consecuencia lógica del juego. Así fue cuando el Madrid, que en términos globales fue mejor que el Atlético, marcó el segundo gol en el derbi.


Como el resultado condiciona el juicio, ahora está de moda decir que el Atlético tiene que volver a recuperar su ADN en vez de seguir progresando en sus comportamientos cuando tiene el balón. Como si hasta llegar aquí hubiera habido un solo Atlético, como si hubieran jugado igual con Mandzukic que con Diego Costa y como si hubiera que jugar igual teniendo a Saúl y Griezzmann que contando con Raúl García y Tiago. En definitiva, como si el modelo pudiera llegar a ser un producto acabado que no necesitara de constantes evoluciones, no ya para no estancarse, sino para que ese modelo no sea peor. Porque en fútbol lo que es igual a lo largo del tiempo termina caducando.

Normalmente cuando se ataca peor, se defiende peor. Mantener la posesión, progresar con el balón y acumular jugadores cerca de la portería contraria facilita una presión efectiva y dificulta la progresión en el juego del adversario que se encuentra lejos de su objetivo y con menos jugadores para atacar la zaga. No es casualidad que siempre los equipos menos goleados de sus respectivas ligas sean los de Guardiola.

El Atlético es ya un grande del fútbol europeo y la mayoría de equipos tienden a protegerse cuando juegan contra él. Parece que, tras las últimas derrotas, algunos pretenden que el balón se quede en el centro del campo y cada equipo en su mitad, como si el balón fuera un enemigo o como si el Atlético hubiera encajado muchos goles esta temporada tras equivocaciones en su salida de balón. Este nuevo contexto obliga a su entrenador y a los jugadores a generar ventajas ante defensas por acumulación que le ceden la iniciativa. Y la forma de conseguir estas superioridades no es renunciando a defender, sino incidiendo en fundamentos del juego que provoquen estas ventajas que hagan que el juego fluya y permita al equipo estar organizado sin estar exento de creatividad. Y tras la pérdida, y aprovechando las ventajas generadas con balón, activar también esos fundamentos defensivos que te permiten acosar al poseedor, fijar a los cercanos, tener superioridad en la última línea defensiva y volcar el bloque a la zona activa.

Habrá días en los que se tenga más el balón y otros en los que se tenga menos y esto depende también del rival. Esta misma temporada, el Atlético jugó contra el Bayern, que utilizó hasta siete jugadores en campo propio para mantener la posesión y por tanto se vivió más del pressing que de la posesión. Lo importante no es cuánto sino cómo (no es el tiempo que tenga el balón, sino mis recursos cuando lo tengo); eso es precisamente jugar bien y el Atlético lo consigue en la mayoría de las ocasiones, cuando lo tiene menos, como contra el Bayern, o cuando lo tiene más, como contra el Alavés, que le empató en el 94’ en su único tiro a puerta.

Lo que cualquier entrenador persigue es tener el control durante el mayor tiempo posible, sea en tu campo, en el del rival, cuando tengo el balón o cuando lo tiene el oponente. Y para eso hay que apoyarse en estos fundamentos y en las posibilidades de los jugadores con los que cuentas. Durante el proceso, es importante observar y conocer el contexto para priorizar según qué principios e incidir más en ellos para progresar ganando. Pero una vez estos principios se interiorizan, se repiten para no olvidarlos y se introducen otros nuevos para evolucionar y ser mejor.

 La introducción de estos nuevos puede llevar a necesitar un tiempo y sus consiguientes correcciones mediante prueba-error, pero la identidad de un equipo no depende de cuánto tiempo tiene el balón o cuánto tiempo presiona, sino de cómo lo hace cuando el partido lo requiere. Se puede seguir siendo intenso, seguir desplegándose y replegándose constantemente, crear ventajas numéricas defensivas en banda si se requiere y, al mismo tiempo, desarrollar el talento ofensivo de tus jugadores cuando es el oponente quien quiere llevar a cabo esos mismos conceptos.

* Francisco Ruiz Beltrán es entrenador. Autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol” (Wanceulen Editorial).