por GUILLERMO FERNANDEZ ROMO.21/11/14
Las tendencias actuales en el mundo fútbol nos
intentan convencer que los entrenadores poseen la capacidad de desarrollar un
método de trabajo, que indudablemente, sirve para conseguir la victoria.
En
estas afirmaciones, alejadas de la realidad, se obvia lo más importante de
todo: el pensamiento compartido de ese entrenador. El pensamiento del técnico
esta por delante de cualquier método porque el origen son las ideas. El
saber no se puede estimar como una consecuencia sobre el cómo haces las cosas,
sino al revés: saber como piensas te lleva a intentar conseguirlas de algún
modo.
Las diferentes vías metodológicas, que intentan descifrar
conceptualmente los modelos implementados, se deberían diferenciar, por tanto,
más por la propia manera de pensar que por la forma de hacer.
Todo se cuece en
el cerebro del técnico, un ideario alejado de la victoria o la derrota, que
tiene mucho de cultural, de experiencias, de aprendizajes y que se percibe,
principalmente, por ser inseparable de los jugadores que se eligen para llevar
a cabo la interpretación del juego saliente. La sensibilidad de Menotti, Lillo,
Cappa, Bielsa o Cruyff, un lugar de difícil acceso para los mediocres, tiene su
determinación en la elección de los futbolistas y de la mezcla de competencias
que provocan juntándolos en una tarea de entrenamiento o en una alineación.
EL JUGADOR ES EL FUNDAMENTO
Por tanto, el futbolista es el descubridor del manual de
cómo hacer las cosas. Ellos y sus formas naturales de intervención social
originan el modelo; la propuesta de juego nace de sus proposiciones.
Sencillamente, el conocimiento les pertenece y nosotros podemos ofrecerles
contextos donde esos saberes puedan desarrollarse sin limitaciones, para
conseguir sacar el máximo de lo que ellos ya llevan dentro.
Óscar Cano afirma
que ”no podemos convertir el juego en aquello que queremos que sea,
eludiendo a los futbolistas y a sus capacidades” porque, como remata Juanma
Lillo,” el fundamento del juego es el jugador y la capacidad que tenga
para organizarse él y para ser organizador con el resto”.
El método tiene que ver, entonces, con estructurar y
secuenciar temporalmente los ideales. Se manifiesta por medio de tareas durante
las diferentes sesiones de entrenamiento pero, en última instancia, son los
jugadores, sus capacidades y sus interacciones, los que le dan el verdadero
sentido.
Actualmente, por la alta competitividad que existe entre FC
Barcelona y Real Madrid, quedan investigados continuamente los movimientos de
sus dos técnicos. Cualquiera de las decisiones de Guardiola y Mourinho es
analizada casi microscópicamente.
Como la victoria se comercializa con fluidez,
son numerosos los libros de metodología y de liderazgo surgidos para encumbrar
a ambos entrenadores. En estos volúmenes se suceden los elogios hacia las
formas de dirección de los dos entrenadores, llegando a relacionar dichas
conductas directivas con la consecución de las numerosas victorias obtenidas.
Montajes de vídeo milagrosos, disecciones geniales de partidos, frases para
extraer lo mejor de cada cual…, todo para definir las causas que precipitan las
victorias.
La finalidad de este tipo de libros tiende a fortalecer el
erróneo mensaje que considera que los técnicos tienen una influencia
determinante en el resultado final. Sin embargo, la realidad nos dicta, por más
que perdamos demasiado tiempo en valorar su capacitación tras ganar o perder
partidos, que ganará o perderá más dependiendo de la calidad de los jugadores
que tenga o del nivel de equipo al que entrene.
Llegar a comprender esta afirmación es difícil ya que la
vanidad del entrenador no le hará sentir todo lo importante que quiere ser.
Es entonces cuando empieza la lucha por parecer un buen entrenador, esa
justificación de lo que se hace alejado del conocimiento y cercano a elementos
externos y razones separadas del propio juego.
Aceptar esta realidad actual del entrenador es, por tanto,
un proceso de gran madurez y de una ardua reflexión por parte de todos. Para
terminar, me gustaría compartir este pequeño relato sacado de un gran artículo
de David Trueba: “El entrenador termina por ser alguien que sabe mucho de un
juego al que no puede jugar. Sólo la capacidad de resistencia a la frustración
y el placer del juego le harán seguir a lomos de la montaña rusa, aguardando el
día en que por fin le toque un partido histórico, pero incluso ese día no
olvida que los protagonistas son otros.” Amén, David.
* Guillermo Fernández Romo es
Entrenador Adjunto en la UD Melilla. En Twitter: @guiyefromo
www.martiperarnau.com
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