¿Complejidad, o sencillez, del fútbol?
de MAROGAR .
“Jugar al fútbol es muy simple, pero jugar un fútbol
simple es la cosa más difícil que existe”. (Cruyff).
El fútbol era sencillo cuando lo jugábamos en la calle.
Sin reglamento; sin medidas obligatorias; sin directivos; sin periodistas; sin
árbitros; sin seguidores; sin porterías ni largueros; sin entrenadores… De
hecho, los equipos se formaban “eligiendo a pasos” entre los dos capitanes,
recorriendo a pasos (puntera-talón) una distancia razonable hasta pisar la
puntera del pie del otro que estaba enfrente… Primero elegía jugador el capitán
del equipo “A” que, paso a paso, había pisado primero; a continuación, el otro
capitán del equipo “B” elegía al suyo, y así sucesivamente hasta completar los
dos equipos no necesariamente de once jugadores. Todo natural, todo
consensuado, todo muy simple… Y es que de niños no habíamos leído nunca a
Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a
algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
Ya en mi libro “Evidencias y paradojas del fútbol”,
escribí un capítulo sobre “Niños y “simplejidad” del fútbol, allá por enero de
2011. Hacía constar que “Los estudios más avanzados en campos como la economía,
la genética, el análisis de mercados financieros o el desarrollo infantil han
hallado una nueva y asombrosa teoría: La “Simplejidad”. Término que fusiona
“simplicidad” y “complejidad”. Indaga el por qué las cosas simples se pueden
volver complicadas y las complejas pueden resultar sencillas. La “Simplejidad”
parte de ideas elementales, a veces una frase puede ser más rica que un libro
entero. ¿Por qué los malos equipos de fútbol ganan (a veces) y los buenos
equipos pierden (a veces)?”.
Pau Marti escribió: “El fútbol, en su calidad de deporte
colectivo, es complejidad al 100%”. Evidentemente, la evolución de un juego
ancestral a una actividad empresarial, necesitó del establecimiento de unas
pautas, de un marco de actuación, de unas Reglas que obligasen a todos y cada
uno ante unas acciones concretas arbitradas por un juez imparcial. A pesar de
todo, las discusiones acerca de la aplicación del Reglamento siguen mostrándose
irreconciliables. En el fútbol actual apenas se muestra “fair play” como cuando
jugábamos de niños, sin duda este deporte perdió su inocencia por el camino…
El día 22 de octubre jugaban el Real Madrid y el Eíbar.
En este equipo jugó Takashi Inui, actuando como delantero. Se movió con mucha
libertad y gran peligro, en una determinada jugada pareció que Casemiro había
tocado al japonés y el árbitro no pitó penalti. En general, todos los medios
aseguraban que el penalti era seguro, incluso en la televisión con repeticiones
por doquier. Lo fantástico ocurrió al final del partido, el futbolista japonés
Inui reconoció que no había existido falta y el propio entrenador Mendilibar
así lo manifestó abiertamente.
O sea, futbolista bueno, honrado, que no sabe mentir. Del
mismo modo, un entrenador que no quiso mostrar ninguna excusa, un auténtico
deportista ¿Problemas de culturas? ¡Problemas de educación!, digo yo. Incluso,
en el fútbol de niños, es posible que todos hubieran aceptado la falta de
Casemiro… Pau Marti escribió en su día: “Siguiendo las teorías de la
Complejidad y los Sistemas Dinámicos, el fútbol (y el futbolista) es un sistema
complejo donde todas las partes forman parte del todo y el todo es condicionado
y condiciona todas las partes”.
Cuando iniciaba mi actividad de entrenador, tenía
diseñadas múltiples jugadas de estrategia a balón parado, sobre el papel
dibujábamos cruces, flechas, y movimientos de engaño con participación de
muchos jugadores. Todos los entrenadores nobeles quieren presumir de ingenio,
diseñan distintos esquemas y ponen “mote” a cada jugada para que los suyos las
identifiquen… El problema práctico era que poníamos a demasiados jugadores en
cada libre indirecto y en el momento crucial alguno de los futbolistas “metía la
pata” en algún movimiento, lo que daba al traste con la planificación. Poco a
poco limité los hombres a intervenir, todo se fue simplificando para un mejor
entendimiento general.
Hasta que llegué a la conclusión práctica de que,
teniendo un buen especialista, era suficiente; como mucho incorporaba a un
segundo hombre para intentar algún engaño a los contrarios y una “barrera
ofensiva” para dificultar la visión del portero contrario, siempre a
continuación de la barrera defensiva y un metro por delante de ellos para no
tener que forcejear por la ubicación. Pasé de lo complejo a lo sencillo y, a la
larga, acabamos metiendo más goles con menos confusiones entre todos. El
propio Menotti llegó a decir que no entrenaba la estrategia porque perdía en
ello demasiado tiempo, muy necesario para entrenar la táctica del equipo por
otra parte.
Me gusta lo que firma Pau Martí: “Si hubiéramos
observado tanto como corregido nos habríamos dado cuenta antes de que sí, el
fútbol es complejo, y mucho más fácil de lo que nos pensamos. Porque
el fútbol complejo es el fútbol de los futbolistas, y sí, el futbolista
necesita al entrenador (y mucho), pero no para decirle qué y cómo debe actuar,
sino para ayudarle a buscar respuestas óptimas ante las múltiples situaciones y
cambios constantes con los que se va a encontrar en el partido”.
En
(w.liderendeportes.com) me encontré con un nuevo matiz: “La definición de
complejidad puede ser aquella que dice que es “la cualidad de lo que está
compuesto de diversos elementos. En términos generales, tiende a ser utilizada
para caracterizar algo con muchas partes que forman un conjunto intrincado y
difícil de comprender…”
Incluso hemos incorporado mucha más complejidad al fútbol
cuando ciertos clubs, ciertos jugadores, ciertos directivos, se olvidan del
juego deportivo y competido, mezclan otros asuntos que intoxican los aspectos
estrictamente deportivos. Esa lamentable mixtura es la que enturbia actuaciones
como la de Piqué; o la del propio Guardiola; o la del Barça que sigue
considerándose “más que un club”, mientras que los demás equipos no hacen
“lobby” político con su indiscutible potencialidad social… Yo los prefiero a
todos ellos simplemente en la esfera deportiva y solo me interesan sus
expresiones futbolísticas, dentro del campo de juego o en competición. (En el
espacio estrictamente deportivo, no me atraen ninguna de sus ideas sobre la
religión, el sexo, la política, la filosofía, la producción con mano de obra
infantil, o manifestaciones de cualquier otra naturaleza ajena al juego). Me reitero,
solo me interesan sus conocimientos y sus ideas futbolísticas, es mi derecho y
el de otros muchos aficionados, esa es su propia responsabilidad social y no
otra. Esa sería la sencillez del juego, sin duda esa es la peculiar grandeza
del fútbol simple. Por eso me acuerdo de lo que decía Richard Branson: “La
complejidad es tu enemigo. Lo difícil es mantener las cosas simples”.
Salamanca, 20. noviembre.2017.
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