En la Era del Conocimiento.
Enviado por Manuel Gross.
La intuición y los
directivos
Constituye un valioso recurso para los seres humanos
y, quizá de manera especial, para los empresarios y directivos. Muchos, como
Bill Gates, lo admiten abiertamente: "A menudo te tienes que guiar por la
intuición".
Se viene ciertamente reconociendo que a la intuición
corresponde un papel de creciente importancia en la toma de decisiones por los
altos directivos, de modo que este proceso subconsciente -en buena medida
desconocido y del que puede brotar trascendentes revelaciones- ocupa un lugar
incuestionable en el management.
Las escuelas de negocios no parecían ocuparse mucho de
la intuición, pero podía ser tanto por la dificultad de desarrollarla como por
el riesgo de generar un tipo de líderes visionarios que, dejándose llevar por
una pretendida intuición, desatendieran el cultivo de la capacidad de análisis
y de la prudencia. Como seguramente no es intuición todo lo que reluce, los
expertos nos invitan a reconocer la intuición cuando se presenta, y nos piden
que no cerremos las puertas a la razón y al conocimiento explícito.
Mediante algunas definiciones de diccionario, podemos
hacer una primera aproximación al concepto que nos ocupa: "Facultad de
conocer, o conocimiento obtenido, sin recurrir a la deducción o
razonamiento", "Percepción clara, íntima, instantánea de una idea o
verdad, como si se tuviera a la vista y sin que medie razonamiento"... Sí,
digamos ya que nos podemos referir a la intuición como cualidad de los
intuitivos, como acción de intuir y también como mensaje intuido.
Pero algunos expertos nos permiten profundizar en
el fenómeno:
Carl Jung insiste en que la intuición no es contraria
a la razón, sino que reside fuera de la misma;
Weston Agor se refiere a la intuición como "capacidad
de integrar y utilizar la información almacenada en ambos lados del
cerebro", y nos dice también que "las señales intuitivas se
transmiten en forma de sentimientos";
Burke y Miller sostienen que "la intuición resulta de
un proceso mental subconsciente, que se sustenta en la historia anterior del
individuo";
Jagdish Parikh habla de "acceso a la reserva interna de
pericia y experiencia acumulada durante años, y obtención de una respuesta, o
de un impulso para hacer algo, o de una alternativa elegida entre varias, todo
ello sin ser consciente de cómo se obtiene";
Vaughan parece ir más lejos: "La intuición nos permite
recurrir a la enorme provisión de conocimientos de los que no somos
conscientes, incluyendo no sólo todo lo que uno ha experimentado o aprendido
intencionada o subliminalmente, sino también la reserva infinita del
conocimiento universal, en la que se superan los límites del individuo".
Obsérvese que, aunque no todos los expertos lo vean inicialmente así, Frances
Vaughan contemplaba la intuición como fenómeno colectivo: quizá vale la pena
reflexionar sobre ello.
Pero son muchos los expertos que se han ocupado del
tema:
Herbert Simon sostiene que la esencia de la intuición
yace en una organización del conocimiento tácito que permita su rápida
identificación y transformación en conocimiento explícito;
Para Sorokin existen tres formas de verdad: la sensorial, la
racional y la intuitiva;
Robert K. Cooper apunta que la honradez emocional favorece
sensiblemente la intuición y que ésta, entre otros efectos, nutre la empatía;
También Janice Redford y Robert McPherson relacionan
decididamente la intuición y la empatía, y recuerdan que las personas
intuitivas pueden observar un conflicto desde la perspectiva de cada parte;
Peter Senge dice que "los individuos dotados de elevado
dominio personal (una de sus conocidas "disciplinas") no se plantean
elegir entre la razón y la intuición, como tampoco se les ocurriría caminar con
una sola pierna o mirar con un solo ojo"; y,
Por si quedara duda, Einstein decía que "la intuición
es lo único que realmente vale".
Ya se entenderá que todos estos expertos (y otros no
citados) dijeron más cosas y aún más interesantes sobre la intuición y a ellos
remitiríamos al lector que deseara avanzar en el tema.
Bueno, un par de alusiones más:
Dice Goleman que "la sensibilidad intuitiva
instantánea podría ser el vestigio de un primitivo y esencial sistema de
alarma, cuya función consistía en advertirnos del peligro...";
Y el ya citado Jagdish Parikh (quizá uno de los expertos que
más ha estudiado la intuición entre los directivos) sostiene, entre otras
muchas cosas, que la intuición es multidimensional (una habilidad, un don, una
forma de ser...), multicontextual (una señal instantánea, una sensación durante
un cierto periodo, un proceso continuo...) y multinivel (consciente,
subconsciente, inconsciente...). Entre los directivos que más uso hacen de la
intuición, señala Parikh a los japoneses, los norteamericanos y los británicos.
Notas sobre la intuición
Hasta aquí, entonces, algunas breves referencias, quizá
suficientes, para aceptar que, bien entendida, la intuición es más importante
de lo que parece, y para situarla entre el sistema nervioso primitivo y el
evolucionado, entre los pensamientos y los sentimientos, entre la habilidad y
el don, entre lo individual y lo colectivo, entre lo consciente y lo
inconsciente, entre nuestro viejo pasado y el futuro remoto, entre la veleidad
y la ciencia; y también para reproducir ya, ubicados en el escenario
profesional, algunos apuntes que, a modo de síntesis, extraemos de nuestra fase
de documentación:
La intuición es un singular atributo del ser humano difícil
de explicar; parece integrar distintos niveles de lo cognitivo, con lo
emocional y aun con lo moral.
La intuición, según dicen los expertos, nos permite acceder
a una gran reserva de conocimientos de los que no somos conscientes, o lo somos
sólo parcialmente.
La intuición viene a ser el modo de pensar "por
defecto", es decir, el que funciona cuando no aplicamos el pensamiento
racional.
La intuición es, por el momento, imposible de definir de
modo gestaltista u holista; más que definiciones, encontramos afirmaciones
sobre ella.
La intuición se manifiesta típicamente mediante palabras,
imágenes, sentimientos o sensaciones viscerales, que no siempre sabemos
interpretar.
La intuición, que se puede desarrollar, parece ser
proporcional a la honradez emocional y a la motivación por saber, por descubrir
y por resolver.
La intuición, en su manifestación quizá más cotidiana, nos
permite leer entre líneas y conocer los sentimientos de los demás, al margen de
sus palabras.
La intuición es una facultad genuina, y no debemos
confundirla con temores suscitados por el miedo, con deseos o con peligrosas
presunciones de infalibilidad.
La intuición posee fronteras indeterminadas; hay quien
piensa, por ejemplo, que el apetito, además de una forma de estrés, es una
intuición.
La intuición, es decir, la revelación intuitiva, puede
producirse en cualquier momento; debemos estar atentos y preparados para
reconocerla.
La intuición es motivante; las señales intuitivas nos mueven
a la acción, pero -recordémoslo- hemos de poner la razón en medio.
La intuición está detrás de muchos logros en materia de
creatividad e innovación, y ha resultado clave en numerosos éxitos
empresariales.
La intuición parece exigir, por decirlo así, que estemos en
resonancia con la situación a resolver, o sea, que la hayamos comprendido bien.
La intuición puede estar muy desarrollada; en esos casos no
accedemos a ella sólo por azar, sino que podemos favorecer el acceso. ·
La intuición permite percibir (presentir) cosas venideras
(aunque no todas las personas supuestamente visionarias son realmente
intuitivas).
Quizá a algún lector resulte esto último más difícil
de aceptar, pero nosotros optamos por asumir que el subconsciente no conoce
límites de tiempo ni espacio, y que aporta materia para una ciencia precognitiva,
por no hablar llanamente de clarividencia. En realidad, a menudo hablamos de
"presentimientos", y en el mundo del management la intuición se
entiende en ocasiones reducida a visión de futuro, como si fueran sinónimos.
La visión de futuro o de negocio y, más en general, la
intuición son cualidades importantísimas para los directivos, pero -ya se ha
sugerido- hemos de guardarnos de los falsos intuitivos o falsos visionarios,
como nos recomienda, entre otros, J. Fernández Aguado en uno de sus libros.
Intuición en la era del conocimiento
En definitiva, la intuición se nos muestra como fuente de
conocimiento -o, dicho de otro modo, como fuente de valiosas respuestas-, de
cuya procedencia no somos conscientes y cuyo significado se nos podría escapar
(como dice Robert K. Cooper, la intuición no suele formular frases completas).
Acabamos de acudir a un ejemplo del siglo XX (el Walkman) y dos del XIX (la
máquina de coser y la molécula del benceno), pero ya en los albores del XXI se
dice que estamos en la era de la información y el conocimiento, y no debemos
olvidar una fuente, un recurso, tan importante como la intuición. A decir
verdad, más que en la era del conocimiento, algunos empresarios y directivos
parecen estar ya en la era de la intuición: "lo único que realmente
vale", como nos decía el insigne físico de Ulm.
Alguien podrá pensar que los grandes empresarios se dedican
ya más a la compra y venta de empresas y la ingeniería financiera, que a la
buena marcha de cada organización; aunque así fuera, también resultaría
necesaria -y aún más necesaria- la intuición en la toma de decisiones
estratégicas. Pero efectivamente, la buena marcha de cada organización pasa por
el mejor aprovechamiento del conocimiento individual y colectivo disponible, y
aquí hay que distinguir bien los tres tipos de conocimientos:
El conocimiento explícito (fácil, en general, de adquirir
y compartir);
El conocimiento tácito o implícito (más costoso de
adquirir y difícil de compartir), y
El conocimiento "desconocido", del que no somos
conscientes (y al que se llega mediante la intuición).
Creemos que los tres tipos de conocimientos son altamente
valiosos, y sabemos que los expertos más avanzados en el área de gestión del
conocimiento son sensibles al papel de la intuición.
Reconozca las señales intuitivas
La neurociencia admite que, para que brote la respuesta
intuitiva a un problema, antes hemos de haber identificado e interiorizado
suficientemente la situación como consecuencia de la inquietud que nos
transmite; después, y ya de manera que no nos resulta consciente, hemos de
haber incubado la solución.
Luego, en cualquier momento, emerge la señal intuitiva
"lo mismo -como dice Csikszentmihalyi- que un corcho mantenido bajo el
agua sale y salta en el aire cuando se le suelta"; nosotros también la
vemos como una burbuja que, al llegar a la superficie, se muestra efímera: hay
que estar atentos para captarla. En cualquier caso, una vez que,
repentinamente, ha brotado la intuición y se ha reconocido y registrado como
tal en la conciencia, es el turno de la razón analítica: el necesario
complemento.
Reconozcamos, por consiguiente, esa especie de sexto
sentido que es la intuición, y no la confundamos con una mera opinión, con un
deseo, con una apuesta de futuro o con una reflexión. Estemos atentos a estas
señales intuitivas repentinas (palabras, frases, imágenes, sensaciones,
emociones) y procuremos registrarlas en la conciencia antes de que sucumban a
su censura; registrémoslas, incluso y si podemos, en un papel. Si no lo
hacemos, la señal se puede diluir por difusa, o por mor de las rigideces
racionales.
A veces, uno se despierta por la noche y, de repente,
se le ocurren algunas ideas relacionadas con los problemas que tenía en la
cabeza al acostarse; si no pensáramos firmemente en estas revelaciones
surgidas, sólo unos instantes y sin ánimo de valorarlas, podríamos haberlas
olvidado al levantarnos.
Deseamos añadir un comentario. Hemos citado al
profesor Cooper y queremos decir que él, en su conocida obra Executive EQ,
habla de "flujo intuitivo" relacionándolo con el estado de flujo
estudiado por el igualmente citado profesor Csikszentmihalyi. La verdad es que
nosotros no habíamos relacionado el estado de flujo (especie de íntima euforia
derivada del alto rendimiento) con la intuición, pero admitimos cierto solape e
invitamos al lector a consultar estos tres libros, si no lo hubiera hecho ya.
Desarrolle su intuición
Hemos tratado de definir la intuición en busca de
la aquiescencia del lector; pero reconocemos que nosotros mismos hemos tardado
más de 40 años en entender y valorar este bonísimo recurso del ser humano.
Ahora, en los siguientes párrafos, documentados en las enseñanzas de Cooper,
Goleman y otros expertos en inteligencia emocional y management, veremos
algunas prácticas que se recomiendan para el desarrollo de esta facultad.
De entrada, recordar algo que también nos transmite el
profesor Cooper: la intuición se cultiva con honradez emocional como
nutriente. (Hemos entendido bien lo de honradez emocional: no se trata de
perseguir a los corruptos, sino, básicamente, de ser coherentes con nosotros
mismos y preferir la verdad a la tranquilidad). Aquí van ya las recomendaciones
que sometemos a su consideración, para el desarrollo de la intuición:
Conózcase a sí mismo. Para alcanzar el
autoconocimiento, ábrase al feedback de buenas fuentes, practique la reflexión
y preste atención a su voz interior: no deje atrofiar este recurso. No nos
referimos a la voz de su ego; se trata, si le vale decirlo así, de la voz de su
alma, de la voz de su conciencia (ahora hablamos de conciencia moral), de su
fuero interno. Hay personas que apenas escuchan la voz de los demás, pero
igualmente grave resulta el no escucharse a sí mismo. Trate de destapar esos
puntos ciegos pendientes y tome conciencia de sus fortalezas y debilidades.
Intente ser, de verdad, lo que le gustaría ser e intenta parecer (esto ya lo
decía Sócrates).
Distinga bien sus pensamientos de sus sentimientos
e identifique claramente sus emociones; no renuncie a ellas pero reconózcalas
(meta-mood): es el primer paso para encauzarlas debidamente y aprovecharlas.
Además, ya sabe que a veces la intuición se expresa mediante emociones.
Mejore su CE (cociente emocional): diríamos que se
trata de un imperativo moral. Si desarrolla bien su esfuerzo de
autoconocimiento, es posible que encuentre áreas de mejora: autocontrol,
empatía, liderazgo, resistencia a la adversidad, flexibilidad... Cuanto mejor
funcione su cerebro emocional, más ayuda recibirá de la intuición. En su
proceso de mejora, siga buscando buen feedback: no se contente con que le digan
sólo lo que le guste escuchar. El feedback es el desayuno de los campeones.
Aprenda a
expresar y administrar sus sentimientos como expresa y administra sus
pensamientos. La inteligencia emocional nos hace seres humanos más completos
(lo dice Maurice J. Elias) y aún más felices (lo dice Goleman). No lo dude, la
intuición funciona mejor en personas con elevado CE; de hecho, la intuición
viene a ser una dimensión exaltada de la inteligencia emocional (lo dice
Cooper).
Formule preguntas claras a su intuición. La intuición
está esperando que Ud. la llame y que le plantee preguntas bien definidas.
Cuanto más la utilice, mejor funcionará. Quien esto escribe tiene por norma
dejar trabajo al subconsciente cada noche y esperar resultados por la mañana.
Entonces, uno puede encontrar respuestas, como regalos traídos por el ratoncito
Pérez: ideas valiosas para problemas que demandan soluciones creativas,
espacios de visión que amplían su horizonte, impulsos o determinaciones de
hacer algo (o, definitivamente, de no hacerlo)... Debe profundizar en lo
yacente y subyacente de cada situación que le inquiete, y luego formularse
preguntas que pueda responder la intuición con su diverso y peculiar lenguaje.
Evalúe las señales intuitivas, es decir, las
soluciones que se le ofrecen. Tanto si se trata de ideas creativas, impulsos
para la acción, soluciones a dilemas o luces para penumbras, no las rechace ni
las admita instantáneamente: recuerde lo del turno de la razón analítica. Ya
sabemos bien que la razón no es contraria, sino complementaria, a la intuición.
Es necesario asegurar cuanto se pueda el acierto ante cada decisión; mediante
el acierto, ganaremos confianza en los procesos intuitivos, acudiremos a ellos
con más frecuencia y descifraremos mejor sus señales. No bajemos la guardia en
la evaluación, aunque creamos que nuestras intuiciones son siempre buenas; no
nos creamos nunca especialmente agraciados con el don de la intuición; no nos
olvidemos de la prudencia, la humildad y el aprendizaje. También hemos leído
(Cooper): "No se puede ser intuitivo si se empeña uno en llevar
razón".
Conclusión
Nos quedamos pensando que quienes ya conocían la
importancia de la intuición no necesitaban estos párrafos; y que quienes no
habían reparado suficientemente en ella no habrán sintonizado plenamente con
nuestras palabras. Pero, si así fuera, confiamos en que los primeros nos habrán
dirigido su aquiescencia, y los segundos empezarán a interesarse. Nosotros
vemos la intuición como un recurso personal que, aunque pueda parecer algo
esotérico, está al alcance de todos y resulta fundamental para quienes deban
tomar frecuentes decisiones. Inexcusable entre los directivos.
No estamos muy seguros -pero hay expertos que sí lo
creen- de que funcione mejor entre las mujeres que entre los hombres, aunque,
como algunas otras cosas, pueda manifestarse de manera peculiar en cada sexo y,
por supuesto, en cada persona. Desde luego, recomendamos explotar el potencial
del subconsciente, que no es nada despreciable, y brindamos por un
emparejamiento fructífero entre la razón y la intuición. Pero si alguien
prefiere los tríos, hablemos de razón, corazón e intuición (este nos parece un
trío ganador, pero para el póquer uno sumaría el purpose, y para el repóquer el
courage).
José Enebral Fernández
Consultor de Management y RRHH
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