miércoles, 15 de octubre de 2014

ESPECIFICIDAD CONTEXTUAL COMO CAMINO HACIA EL JUEGO.


Por Luis Angel César, entrenador de fútbol, actualmente Albacete Bpie. Antes Cd Alcoyano, Nástic de Tarragona, Polideportivo Ejido, Racing de Ferrol.

El fútbol es complejo y por ende su entrenamiento no lo es menos. El entrenamiento en términos colectivos no es otra cosa que un ensayo para el día de la función. Soy de los que considero que es necesario encuadrar a los jugadores en un escenario simulador de competición en el que las libertades que se producen son las reales en la confrontación, con la oposición y colaboración adecuadas en cuanto a intensidad de actuación.

El objetivo no es otro que jugar antes en los entrenamientos lo que se cree que va a ocurrir en el partido siguiente.

Concibo el entrenamiento como una experimentación de respuestas anticipadas en escenarios simuladores del juego, desde el primer día hasta el último de la semana, siempre trabajando en especificidad, para que luego se reproduzcan en los partidos, cuando la verdad de la competición no de opción a los ensayos y reclame soluciones definitivas.

Entrenar es jugar el partido esperado, analizado y desmenuzado hasta sus últimos pormenores. Aprender a situarse en la verdad de los partidos, en cada uno de los momentos del juego debe ser la característica principal del entrenamiento. Es cierto que nunca está presente el equipo contrario, pero habrá que esforzarse para crear las situaciones más parecidas a las de los partidos y que los jugadores las interpreten, no solamente que las ejecuten, para conseguir la eficacia que luego se reclamará a todos.

No sirven entrenamientos rutinarios, donde el jugador se acomoda al esfuerzo y no hay cabida para lo imprevisible. El jugador tiene que saber para qué sirve cada cosa que hace, hay que reclamar su atención para acostumbrarlos pensar porqué, aunque considero que el fútbol comienza en los pies y continua en la cabeza, se necesita saber por qué y para qué se hacen las jugadas. Solo lo futbolístico es el verdadero hilo conductor de la preparación.

El entrenador debe diseñar un amplio abanico de tareas en las que se persiga el desarrollo del modelo de juego establecido, que desarrollen la capacidad de los jugadores para tomar decisiones individuales y colectivas ante situaciones cambiantes, manipulando el grado de libertad de sus jugadores en todo momento y sabiendo que cada ejercicio es un elemento que va a potenciar un estilo, una forma de jugar que se tiene que mecanizar y automatizar para ser altamente eficaces en los momentos del juego: organización defensiva, organización ofensiva y la frontera entre ambas, las transiciones.

Esta anticipación de soluciones es un perfecto entrenamiento técnico, táctico, psicológico porque previene actitudes, anticipa respuestas correctas y por encima de todo, obliga a vivir por entero la realidad de un partido que desgraciadamente para algunos jugadores sólo es motivo de preocupación cuando lo tienen delante, por compromiso o por rutina.
Las normas que se imponen en cada una de las tareas han de procurar que se desarrollen los objetivos que se persiguen.

Cada sesión de trabajo debemos considerarla como una sesión de evolución, no como una sesión de repetición.

El concepto es la evolución no la repetición, porque los jugadores no son siempre los mismos, cada jugador es diferente con el paso de los entrenamientos y los días. Tiene que haber una evolución de cada ejercicio.

Para que aparezca esta evolución se han de proponer tareas que abarquen una densidad real de jugadores en un contexto espacio-temporal cercano al de competición, sin restricciones que nos alejen  de la realidad y con los supuestos problemas a los que nos invitará el próximo rival, pues sólo de este modo conseguiremos simular lo que nos encontraremos.

Estos ejercicios son muy importantes porque van a testar el grado de asimilación dl modelo de juego por parte de tus jugadores permitiendo evaluar cómo se desenvuelven en los momentos críticos del partido.

Exagerar mucho el límite de toques en muchas tareas y en muchos entrenamientos puede provocar que a los jugadores se les deje sin explorar, averiguar y poner en práctica soluciones acordes a su individualidad sobre la que cada uno de ellos se construyó y que le pueden facilitar el ser más eficaz.

Hay que perseguir que en cada entrenamiento aparezca un porcentaje importante de lo que queremos alcanzar, del objetivo pretendido y nazca una adaptación por parte de los jugadores, modelando las ideas de cada uno de los individuos para que todos ellos piensen lo mismo y de la misma manera en una determinada situación, pues los esfuerzos del fútbol son del fútbol, y todo lo que sea trabajar lejos o de manera poco cercana al patrón de juego,  no es real y no sirve para casi nada.

Se busca el máximo rendimiento de los jugadores intentando la máxima adaptación y actuación de estos al modelo de juego, cada partido, cada semana, cada mes de competición, porque la primera jornada es como la última.

Lo que nos dice que un equipo está en forma, no es la forma física, un equipo estará bien si está adaptado a sus estilos de juego en las cuatro situaciones clave antes señaladas (las organizaciones y las dos transiciones entendidas a su vez como un todo inseparable) y si es capaz de llevarlas a cabo a máxima intensidad a lo largo de todo el partido, entonces sí podemos decir que estamos en forma y no física como algunos seguirán diciendo.

Tenemos que entrenar como si de verdad nos enfrentaremos a un oponente en cada entrenamiento, nada de fingimientos, en lo posible y adecuando nuestros propósitos tácticos, nuestros movimientos al conocimiento pormenorizado que tengamos del equipo contrario.

Entrenar bien no es sinónimo de éxito muchas veces, porque los jugadores hacen bueno a un entrenador malo o malo un entrenador bueno, de modo que entrenar a los mejores o a los peores de tu competición también acabará delimitando tu valía.
Del libro El fútbol no es así, quién dijo que estaba todo inventado, de Profesor Pedro Gómez – fútbolcontextualizado.com/blog. 


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