sábado, 8 de febrero de 2014

FILOSOFÍA DEL FÚTBOL MANUEL SÉRGIO


FILOSOFÍA DEL FÚTBOL  

Manuel Sérgio.


Prólogo


Mi querido Manuel Sérgio:


Hace cincuenta años que nos conocemos. Fue en la facultad de letras., pero más exactamente en las clases de la carrera de filosofía que frecuentábamos. Tú, como alumno voluntario- hoy se diría estudiante trabajador – yo, llegado directamente de la opción D del Liceo de Ponta Delgada. Ambos llenos de entusiasmo en los caminos filosóficos que la Universidad nos abriría.

Ni vale la pena referir, tantos años después, la gran desilusión que la carrera nos causó, aunque aún tuvimos la oportunidad de conocer buenos profesores, como el brasileño lívio Teixeira con su culto a Platón o el Padre Manuel Antunes, polémico entre las contradicciones de la cultura clásica y también a Tiago de Oliveira que nos presentó la Lógica Matemática y el Axioma de Peano. También el español Oswald Market, con las teorías del Ser y del No-Ser.

Pequeños oasis en un gran desierto de ideas y de libertad. En el medio, nuestra alegría de vivir y la búsqueda de caminos que nos condujesen a la desistencia.


Mientras me desviaba de la filosofía, te mantuviste firme en el terreno del saber filosófico, pero ampliando el ámbito de éste para englobar nuevas materias que hasta hace poco se consideraban empiristas, y como máximo, experimentales, como el deporte.


Criaste incluso un campo de análisis propio, el de la Motricidad Humana, esa “Ciencia del Hombre en Movimiento”, en el cual integraste el deporte en general, los juegos, como el fútbol, la danza, la ergonomía y la educación especial, a través de un proceso de integración en el cual convergían los métodos históricos, biológicos, fenomenológicos, sociológicos, psicológicos, dialécticos y estructurales. Fue lo que hiciste en tu tesis de doctorado titulada: “Para una epistemología de la motricidad Humana”, en 1986. Le dedicaste, sobretodo su consagración como saber filosófico y universitario, con análisis sistemático, gran parte  de tu labor de investigación y de enseñanza, en clases y conferencias.


En tu humanismo más que intelectual, rechazaste desde bien pronto, la noción del cuerpo como mero instrumento de “una voluntad esclarecida” y lo integraste, anulando la cartesiana separación y modo de enlace, en el proyecto de un hombre- totalidad, sin jerarquía de funciones. Además, en nuestro reencuentro personal, los dos defendimos el “fútbol como modalidad deportiva y espectáculo, que democratizaba el cuerpo por la intencionalidad dada la motricidad y por el papel central atribuido a los miembros inferiores”.


Otro salto cualitativo que la filosofía del Deporte te debe es aquel ensayo en el libro “A Pregunta filosófica e o Desporto”-1991, en el que revolucionas la concepción de entrenamiento deportivo, incluyendo en él todas las partes de la preparación física y mental, lo que llevaría más tarde a uno de tus distinguidos alumnos, José Mourinho, a atribuirte la mayor influencia en su formación con el concepto según el cual “el deporte es más que deporte”.


Ahora en esta obra que publicas, sobre “La Filosofía del Fútbol”, desarrollas esa crítica a las prácticas consagradas del entrenamiento deportivo en que predomina la “educación física” separada de la aplicación concreta en las modalidades deportivas a la que se destinan los atletas. Para esta concepción de un entrenamiento nuevo, llamas en tu ayuda nada más y nada menos que al maestro filósofo de la Fenomenología, Merleau – Ponty, con la predominancia dada a la intencionalidad para conocer y actuar: “la Motricidad Humana supone intencionalidad”. Se erige entonces el cuerpo-sujeto que “actúa como significado, con aptitud, con competencia y propósitos.


Y completas: “Según esto, el cuerpo es complejidad, donde no puede aislarse lo que es físico de la globalidad de lo humano, que es cuerpo-mente-deseo-naturaleza-sociedad”. Y partes hacia la defensa de un entrenamiento de nuevo estilo en que la preparación física esté subordinada a la eficacia operacional de la modalidad deportiva a practicar por parte de los atletas, de la cual no pueden ausentarse los movimientos, los gestos y los objetivos finales del juego. O como rematas, antes de que te deformen tu pensamiento: “No olvido que en el fútbol también se corre sin balón, pero con el sentido que la estrategia y la táctica determinan”.


No sabría evaluar, en toda su extensión, las consecuencias de tu propuesta de un nuevo entrenamiento, que probaste en diálogo con entrenadores tan prestigiosos como Pedroto o Mourinho.

Me acuerdo que te escuché comparar el entrenamiento deportivo con los ensayos de una orquesta: “los músicos se ejercitan tocando sus instrumentos”. Así debía ocurrir con el entrenamiento deportivo. O como escribes en este libro que me diste para leer antes de su publicación y que me lleva a escribirte esta carta:

“Existe, por eso, la necesidad de una recuperación creativa del entrenamiento, donde se respete la norma: el entrenamiento de fútbol debe ser, de una forma o de otra… fútbol y el fútbol tenso e intenso de la competición”.

¿Cuál es el entrenamiento del corredor? Correr. ¿Y el del nadador? Nadar.


Es posible que me deje llevar por la argucia de la argumentación que por la sustancia de los resultados y que sólo experiencias comparativas podrían comprobar. Pero que tu concepto es claro, sugerente y tentador, eso lo es, y tiene hoy los favores de los entrenadores de vanguardia que, además, te citan. La filosofía puede ser muy útil…


En tu nuevo libro, que es un auténtico curso sobre la filosofía del deporte en general, y del fútbol en particular, invocas a los grandes pensadores del cuerpo y de la mente como Husserl y Merleau-Ponty, entre otros, que tanto te inspiraron en el paso de visión dualista cartesiana que encaraba el cuerpo como objeto de la mente hacia la consagración del cuerpo como sujeto de su propia acción. Y llegaste al científico António damásio cuándo éste profundiza experimentalmente que: “La mente es de tal forma modelada por el cuerpo y destinada a servirlo que tan sólo una mente puede surgir en él”.


Sí, que se sepa, es en el cuerpo humano donde la capacidad de pensar se encuentra más desarrollada en la naturaleza.

Con un abrazo amigo  de


JOSÉ MEDEIROS FERREIRA.  


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