por MIGUEL CHAMORRO
Una consecuencia clara del desarrollo científico en
Occidente ha sido la creación de fronteras artificiales entre los diferentes
campos de conocimiento, que han servido para segregar y aislar a cada uno de
ellos del resto. Su expansión, en lugar de ayudar a conectarlos, los ha
distanciado cada vez más, dificultando la posibilidad de materializar
planteamientos interdisciplinares y, sobre todo, transdisciplinares (Balagué
N., Torrents. C.)
Estos últimos planteamientos se hacen imprescindibles al
disponer de una visión de conjunto y poder avanzar en el conocimiento. Es ahí
donde aparecen, siendo un grave inconveniente, aquello que podemos denominar
como ambientes de bienestar, donde la fundamentación teórica basada
en el “esto se hace así porque se hacía así” ha sido la
fundamentación de la puesta en práctica durante años, aún en innumerables
contextos hoy en la actualidad.
Antes de hablar sobre la fundamentación de estas palabras,
he de decir que desde la Teoría general de Sistemas, un ambiente es
un complejo de factores externos que actúan sobre un sistema y determinan su
curso y su forma de existencia. Un ambiente podría considerarse como un
superconjunto en el cual el sistema dado es un subconjunto. Puede constar de
uno o más parámetros, físicos o de otra naturaleza. El ambiente de un sistema
dado debe interactuar necesariamente con los seres vivos.
Seres vivos que
buscan un continuum bienestar.
Es muy común comprobar cómo se forman situaciones donde lo
arraigado y estereotipado por las vivencias contextuales que se dieron años
atrás nos proporciona una búsqueda de decisiones resultadistas que se
fundamentan en recuerdos o situaciones positivas que nos hacen pensar que nos
determinarán el mismo deseado desenlace, obviando la cantidad de condiciones
contextuales que determinarán el futuro devenir.
En torno al deportista se rigen numerosas teorías y
paradigmas acerca de su preparación, preparación válida que todos decimos saber
y donde las situaciones contextuales nos ayudan a entender este complejo
deporte. El fútbol no ha tenido una filosofía hasta tiempos cercanos en torno a
la preparación física, sino que esta era una adaptación de la filosofía de los deportes
individuales.
Es aquí donde me es inevitable hacer un análisis en el tiempo y
repasar fugazmente numerosos contenidos bibliográficos, siendo una traslación
ilógica y perjudicial si me permiten, ya que es destacable la diferencia entre
el proceso de entrenamiento de uno y otro, básicamente debido a conceptos
fundamentales como la interacción grupal e incertidumbre espacial.
Hablar en futbol de fragmentación del jugador como
ser complejo y multidimensional que es me hace no ser capaz de
entender ese proceso de globalidad en el juego cuando se parte de una
preparación individualizada, fraccionada, determinista que únicamente hace
resaltar la contaminación en la que hemos estado inmersos los
preparadores físicos, donde desde la comodidad y el desconocimiento
metodológico hemos realizado cosas durante mucho tiempo porque sí, viéndonos
instalados en los mencionados ambientes de bienestar donde nos
encontramos cómodos y desde donde vemos el conocimiento futuro con miedo a que
desmonten nuestra inventada fortaleza.
Una inventada fortaleza donde las conclusiones siguen siendo
preguntas: ¿Qué me determina el éxito? ¿Por qué atentamos contra la insensatez
de obviar tantos factores intrínsecos y extrínsecos que nos condicionan la
irreal planificación así como la actual sesión? ¿Qué es el modelo sino los
jugadores? ¿Y el método? ¿Nos creemos capaces de aportar algo sin conocer el
juego? ¿Por qué no desarrollo según el contexto y dejo de introducir el
contexto en mi persona? ¿Qué papel desempeña una preparación atlética como maximus de
todo el proceso de aprendizaje en el fútbol? ¿Dónde aparecen los
constreñimientos en una situación de Resistencia Anaeróbica, método
interválico extensivo? ¿No seremos locos y atacaremos al
colectivo profesional por decir que hay una preparación del músculo y otra del
juego? Si la fuerza es astucia y la velocidad parte de la toma decisional, ¿nos
dirán que no hablamos de fútbol?
Perdonen mis preguntas, pero es que la relación causa-efecto
nunca fue de mi agrado. En la práctica, los principales errores se cometen en
la etapa de planificación por no tener una mirada integral y no considerar las
relaciones de causa-efecto siendo esta en el fútbol únicamente determinable
tras evaluar las sensaciones, percepciones del día a día que determinarán qué
hacer mañana y únicamente mañana, sin poder expandir el abanico planificable
mas allá de ahí.
Por tanto, y sin el deseo de enturbiar este cómodo ambiente,
sin ser mi intención desterrar los modismos infundados ni los discursos
sugerentes, seguiré fragmentando preguntas que proporcionen claridad en este
complejo mundo donde la relación estructura-jugador-convivencia-interacción
determina una preparación del deportista inseparable del rendimiento colectivo
en búsqueda de eficiencias específicas óptimas contextuales y no máximas
descontextualizadas.
* Miguel Chamorro es licenciado en
Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
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