lunes, 10 de noviembre de 2014

MAURICIO POCHETTINO entrenador del Tottenham

“En Inglaterra se menosprecia un poco al jugador local”

El entrenador del Tottenham habla sobre la Premier y el fútbol británico, entusiasmado con una competición que le tiene magnetizado.
Jordi Quixano. Londres 

Pochettino, en un partido del Tottenham. / ALKIS KONSTANTINIDIS (REUTERS)
Un ruido de obras en la sideral ciudad deportiva del Tottenham le hace fruncir el ceño. Instantes después, dos de sus ayudantes técnicos se levantan para detener las obras y poder proseguir con la entrevista. Mauricio Pochettino (Murphy, Argentina; 42 años) es el jefe y tiene ganados a sus colaboradores del mismo modo que también se ha metió en el bolsillo a gran parte de la Premier. 

Su fútbol de toque y posesión, su valentía en las alineaciones y su discurso futbolero (tardó un año en que fuera en inglés) están de moda, pero el Tottenham no acaba de funcionar, perdido en mitad de la tabla. “Esto es el fútbol, esto es lo mejor”, asegura al tiempo que se repantinga en su despacho; “me encanta”.

Pregunta. ¿Por qué gusta Pochettino en la Premier?
Respuesta. ¡Primera noticia! No, no sé. Imagino que nos tienen respeto porque trajimos aire fresco al Southampton y porque no sólo jugamos al fútbol bien, sino que aportamos matices tácticos diferentes. Y también porque creímos en el talento del futbolista inglés.

P. ¿Ellos no se lo tenían creído?
R. En absoluto. Nosotros hemos creído más en ellos que ellos mismos. Es lo que le pasaba a España hace 20 años; cuando llegué al Espanyol, se me valoraba más por ser extranjero. Y aquí, se menosprecia un poco al jugador inglés. Sólo había que confiar en ellos y asentar la filosofía de nuestro juego.


P. ¿Se puso de uñas la afición ante un cambio de estilo radical?
R. No. Hoy en día, con la apertura que existe a nivel de información, donde el fútbol es global, todo el mundo trata de practicar el fútbol que siente o el que te ha impregnado la cultura. Pero también existen entrenadores distintos, como Brendan Rodgers [Liverpool], que ofrece otro fútbol. Aquí se puede jugar con distintas posibilidades. Y que quede claro que aunque también es verdad que se juega mucho al seven-eleven [pelotazo a la carrera de los extremos para que centren al delantero en el área], el jugador inglés tiene capacidad para aprender como cualquier otro.

El 'seven-eleven', el juego del pelotazo al extremo para que centre al delantero, está enterrado"
P. ¿Pero se ha refinado el gusto de la Premier?
R. Lo que está claro es que todas las academias tratan de jugar el balón desde atrás. Y el seven-eleven ha quedado enterrado. Pero no se puede ir en contra de su cultura. Entre otras cosas, porque el fútbol inglés tiene pasión innata y está multiplicada si se compara con el resto. Un córner o un saque de banda se festejan como un gol y eso te hace ir adelante. Eso no se puede ni se debe perder. Tampoco la honestidad del juego que tienen.

P. Pero en su día, usted dijo que prefería a los jugadores pillos…
R. Mmmmm… Pues he evolucionado en la idea. El fútbol es para gente lista, inteligente y sin ser hipócritas, al final juegas para engañar al contrario. Pero hay que ir en contra del tramposo. A mí me gusta el listo.

P. ¿Y por qué es tan pasional el fútbol inglés?
R. Por cultura, por herencia familiar y porque se espera al domingo para ver jugar a los tuyos. Es la ocasión de verles. No es como en España, donde cada día de la semana puedes ir a ver a tu equipo entrenarse y se pierde el imán.

P. Dentro de esa cultura, está el tomar birras. ¿Le ha costado cambiar los hábitos a sus jugadores?
R. Es verdad que les gusta tomar cerveza porque es el deporte nacional, pero desde que estoy aquí, no ha pasado nada raro. Son muy profesionales. Aunque tampoco soy un policía ¿eh? Que hagan sus fiestas siempre que sean entendibles con el contrato que han firmado con el club.
El jugador inglés es muy intenso y hay que mejorar la resistencia y sufrimiento para extender su agresividad más tiempo".

P. ¿No es policía pero sí sargento?
R. A ver. Nosotros venimos de una escuela en la que gusta entrenarse. Y hacemos doble turno, cosa que no se estila por aquí. Su mentalidad no era así. Bien por la luz, bien por cómo les tratan. Debemos mejorar el nivel de sufrimiento del grupo. El jugador inglés es muy intenso y hay que mejorar la resistencia y sufrimiento para extender su agresividad más tiempo. Pero lo hemos ido cambiando.

P. ¿Funciona el lema de sufrir en los entrenamientos para no sufrir en los partidos?
R. Sí porque entienden que así acabarán por disfrutar al competir.

P. ¿Pero le tienen miedo?
R. Cuando estábamos en el Southampton, se hablaba de la dureza de los entrenamientos. Pero ya advertí que no éramos unos locos. Es que también hay que tener en cuenta que el futbolista es comodón. Lo digo porque he sido jugador y siempre crees que si te llega con lo que haces, para qué hacer más. Pero espero que no tengan miedo. Sí respeto, que es lo más difícil de ganártelo. Y creo que lo tenemos porque saben que van a crecer con nosotros. Es nuestra tarea, que tengan mejores contratos, que crezcan, que al final sean más felices… Y para ello todos los métodos son buenos. Pero yo aplico siempre el sentido común. A veces duro, otras distante, otras cariñoso… Y a nivel grupal se debe ser muy claro en la forma de actuar. No sé si puedo ser amigo de un jugador, porque es una palabra muy grande. Pero el jugador te da lo que quiere. Y eso es lo que cogemos, porque no podemos pedir más de lo que nos quieran dar. El nivel de la relación lo pone el jugador.

P. ¿Y entre ellos existe tanta jerarquía como se presupone en los vestuarios ingleses?
R. Quizá hace 20 años había mucho miedo al veterano porque el entrenador y el club les daban poder. El joven sufría esa jerarquía. Ahora está todo mucho más humanizado. Pero es bonito que se mantengan las tradiciones; me encantaba ver que los jugadores sub 21, como Shaw o Lallana, limpiaran las botas del primer equipo después de entrenar con ellos. Esas cosas marcan. Es la humildad, el respeto, la ambición de que un día me las limpien a mí. Eso no ocurre en otro sitio. En España, por ejemplo, le dices eso a un chico de 17 años y te dice: ‘¿Yo? Si yo soy profesional, me pagan diferentes marcas y tengo agente’.
Quizá hace 20 años había mucho miedo al veterano porque el entrenador y el club les daban poder".

P. Otra tradición es la del tercer tiempo con el técnico rival tras el encuentro. ¿Cómo lleva esa práctica?
R. Cuando pierdes es difícil. Sinceramente, yo opté por estar en muy pocas. Siempre puede poner la excusa de las entrevistas, la rueda de prensa… Aunque si hay un amigo enfrente como Roberto Martínez o Mourinho, pues voy. Pero con otros no tengo relación y no pasa nada si no vas. No soy muy amigable después de los partidos. Ni siquiera ganando.

P. ¿Cuál es su reto en el Tottenham?
R. Asentar la filosofía e impulsar a los jugadores jóvenes. Tenemos la mejor ciudad deportiva de Europa y hay que potenciarlo de alguna forma.

P. Pero su equipo está en mitad de la tabla.
R. Y aquí no te esperan cinco años a ganar un título como podía ocurrir hace años…Con el ingreso de muchos dueños de fuera del fútbol europeo, el mánager ya no es tan mánager.

P. ¿Se pensaría volver a España?
R. Cuando bajen los impuestos, ¿no? No, en serio, el fútbol, como me dijo en su día Jorge Griffa [le entrenó en Newell’s], te lleva donde quiere. No puedes manejarlo. Quién me iba a decir que 20 meses después de salir del Espanyol estaría en el Tottenham.
Elpaís.es


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