TRABAJO EN
EQUIPO.
Aprender a
hacer equipo en el fútbol y la empresa.
Gipuzcoa.com
La disciplina de gestión de trabajo ha
estado siempre enfocada a mejorar las competencias y capacidades de las
personas, de los individuos. ¿Pero qué pasa cuando estos individuos, dotados de
excelentes competencias y capacidades tienen que trabajar en equipo en busca de
un logro colectivo? Todo cambia.
Existen muchos
casos de éxito, como pueden ser algunos equipos de fútbol, en los que cada
jugador tiene que entregarse y luchar por el triunfo del grupo. Esto también es
aplicable al ámbito de la empresa.
El M.Phil en
Innovation Management, Ángel Arbonies califica como ‘fascinante’ la gran
diferencia que hay entre el trabajo individual y el trabajo en equipo. Existe
un desconocimiento en entender lo que hace un equipo en general, ya que la
tradición nos hace pensar en el talento como un concepto individual, y no, al
contrario, de algo colectivo.
Hay equipos de
alto rendimiento que no tienen a los mejores. Y hay también equipos de alto
rendimiento que consiguen espirales de crecimiento, tanto en el ámbito
empresarial como en el deportivo, y la explicación, no es algo evidente. Existe
un misterio que no se resuelve a través de teorías convencionales.
El orden convive
con el desorden y lo cierto con el azar. Al igual que lo previsible con lo
imprevisible, lo conciso con lo impreciso y lo automático con la creatividad.
Los opuestos conviven pero la lógica de los deportes de equipo está más
relacionada con el desorden, el azar, lo imprevisible, lo impreciso y la
creatividad.
Por eso existe la
necesidad de cambiar de paradigma, creando uno nuevo en el que, en lugar de
tratar de responder de distinta manera, nos hagamos distintas preguntas.
A la hora de
llevarlo a la práctica se trata de qué entendemos por ser humano. Entendiendo
al ser humano como una estructura hiper-compleja, formada por las interacciones
y retroacciones de determinadas estructuras.
Éstas son la
estructura cognitiva, que se refiere al modo del tratamiento de la información;
la estructura coordinativa, que se refiere a la capacidad de moverse; la
estructura condicional, que tiene que ver con el soporte energético; la
socio-afectiva, que son las maneras de relacionarse con el entorno, la
emotivo-evolutiva, que tiene que ver con la competitividad y la identificación
del yo. Asimismo, encontramos la creativo-expresiva, con la proyección de ese
yo; y la mental, que serían el conjunto de conocimientos y saberes que le hacen
y ayudan a una persona a hacer frente a la incertidumbre. El ser humano es una
red multinivel, ya que estas siete estructuras están en continua interacción.
La teoría de
sistemas impulsada por uno de los preparadores físicos del Fútbol Club
Barcelona Paco Seirulo consiste en ver la vida desde un punto de vista
sistémico. Así lo cree también Iñigo Domínguez, miembro del cuerpo técnico de
la Real Sociedad C.F.
Ambos resaltan la
importancia del cómo se han construido los individuos. Domínguez, que empezó a
trabajar con este tipo de entrenamiento con el equipo femenino de la Real
Sociedad F.C. en 2004, opina que tenemos mucho que aprender de los países de
Oriente, y aclara que “en Occidente nos centramos más en las partes, mientras
que en el Oriente se centran más en las relaciones”. Queda descartado “el todo
como la suma de las partes”, y se plantea el hecho de que “las partes no suman,
sino que interaccionan de forma que el todo es desconocido”.
“El fútbol es un
juego de interacciones, por eso, intentamos tener en cuenta el contexto tanto
al juego como al proceso de entrenamiento. Consideramos que lo contextual tiene
un valor que normalmente no se tiene en cuenta”, añade.
La metáfora del
éxito en el mundo occidental siempre ha tratado de destacar a personas
individuales. Arbonies afirma que “el éxito en los equipos puede ser resultado
de la labor del esfuerzo y el talento individual, pero que el equipo crezca o
no dependerá en cómo se relacione éste con el resto”.
El preparador
físico del F.C. Barcelona, Paco Seirulo, señala enfrentarse al rendimiento de
un colectivo, de un equipo, cambia las reglas de juego, aparece algún
ingrediente incontrolable, y a esta supuesta relación causa-efecto, mejor
rendimiento individual igual a mejor rendimiento colectivo, salta por los
aires.
El “entrenamiento
estructurado”, fruto de Seirulo, no se centra únicamente en una estructura
condicional como un entrenamiento clásico en la que el ser humano se entiende
como una pirámide, sino que a través de su proceso de entrenamiento, ayuda a
que el jugador mejore en el fútbol. Esta metodología explica, entre otras
cosas, que la forma en la que la persona se relaciona fuera del vestuario
influye en cómo juega.
Los equipos se
construyen.
Los equipos en
una empresa no existen, se construyen por interacciones, afirma Arbonies:
“Cuando te sientas por primera vez en una reunión no existe ningún equipo. Una
vez sumergido en la dinámica, cuando comienza el intercambio de información y
conocimientos se va creando un tejido invisible entre el grupo de personas. De
esta manera, surge un sentimiento de comunidad y esto tiene su paralelismo
aplicado al fútbol”.
En lo que
respecta a la figura del jefe o líder de ese grupo, Arbonies afirma que su
papel es importante, pero no tanto, ya que debe dejar que los individuos actúen
por sí mismos. Domínguez comparte esta opinión y dice que el liderazgo tiene
que consistir en la capacidad de fomentar el auto-liderazgo de las personas que
conforman el equipo: “Se trata de convencer desde el sentimiento, no sólo desde
la razón”. Si el liderazgo clásico ha consistido en ‘haz esto’ y obedecer,
ahora el líder tiene que cambiar su rol y en lugar de mandar, sugerir.
La persona ya no
es un mero ejecutador, que sólo recibe órdenes, sino que aparece con todo su
potencial y todos sus problemas. “Las personas no somos recursos humanos”,
señala Domínguez.
En el campo de la
empresa, Arbonies opina que en los equipos de trabajo de empresa ocurre algo
parecido. Cuando un equipo repite rutinas estás desaprovechando su potencial.
El truco consiste en enseñar al equipo a saber responder a las diferentes
situaciones que puedan surgir. No repetir el automatismo, sino tomar la mejor
decisión en cada momento. “Hay algunas pautas, pero siempre hay que contar con
esa capacidad de tomar decisiones que no se pueden prever. Y eso es lo que hace
fuerte al equipo”, asegura.
Muchos intentan
encontrar a ese líder carismático al que todos siguen y en el que se apoyan.
Pero resulta casi imposible. Por eso hay que dar responsabilidad al equipo
porque el equipo es más importante que el líder.
Las jugadas
individuales tanto en la empresa como en el fútbol no existen. Todo está
condicionado por lo que hagan los demás y por la capacidad que hayan tenido
esas personas de formar un equipo. Esto se puede observar en la máxima
categoría de fútbol español al fijarse en los resultados y la forma de entender
el fútbol cohesionado que practica el F. C. Barcelona.
Sin embargo, con
el entrenamiento que propone el F. C. Barcelona, y particularmente Seirulo, se
ha perseguido optimizar las capacidades personales y las relaciones entre los
jugadores, porque, como se entiende de esta teoría: “Más de lo bueno no es
mejor”.
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