"No se puede no amar a Borges"
24 de marzo de 2000
MILAN.- "No se puede no amar a Borges: en él todo
pertenece a otro universo, a un mundo soñado", dice José Saramago, de 68
años
.
Es sabido que el autor portugués y Premio Nobel de
Literatura 1998 tiene una sólida fama de intelectual comprometido y nunca ocultó
su simpatía por el comunismo. Y Jorge Luis Borges fue repudiado por la
izquierda latinoamericana, con García Márquez a la cabeza, como autor
desprovisto de preocupaciones sociales, alejado de la realidad, indiferente
hacia los regímenes de izquierda y otras acusaciones por el estilo.
Sin embargo, Saramago evocará hoy a Borges en Bérgamo, en
una jornada de estudios dedicada al escritor argentino.
Esta jornada, "Borges 1899-1999", se abrió ayer en
la Universidad de Bérgamo, con la conferencia de Saramago, y concluyó a la
tarde con una mesa redonda del Laboratorio Borges, dirigida por Fabio Rodríguez
Amaya. El grupo de estudiosos que se ocupa de la edición de las obras por
Adelphi anunció la publicación de "Otras inquisiciones", nuevo
volumen de la colección.
En su charla, Saramago intentó demostrar la existencia de
Herbert Quain, un autor irlandés imaginado por Borges en 1941, en su libro
"Ficciones".
-¿Cómo puede usted amar a Borges hasta el punto de
dedicarle el texto "Yo, en el laberinto de Borges", una creación
literaria más intensa que cualquier homenaje crítico?
-Hay muchos ejemplos de autores desligados de la realidad.
Pero él, Borges, era una persona real; e inventó realidades que a su vez se
convirtieron en parte de nosotros mismos, de nuestros pensamientos. Si no fuera
por esta inserción en lo real, no tendría motivos para ocuparme de él. Puedo
ser comprometido, marxista, pero no soy ciego; y capto las sensaciones incluso
de autores con los cuales, en cuanto a las ideas, no tengo nada que compartir.
-¿Hay algo en él que no le guste?
-Con Borges no tengo derecho a ser exigente, como lo soy en
cambio con otros que no son coherentes con lo que dicen pensar. Borges jamás
engañó a nadie.
-Usted es un antiguo lector de Borges: comenzó por amar a
los escritores inexistentes de "Ficciones", desde Pierre Ménard hasta
Herbert Quain que, en su texto, se convierte en la clave de un juego de espejos
entre usted mismo, Borges y Pessoa. ¿Por qué los eligió justamente a ellos?
-También Pessoa, al igual que Borges, inventó todo; con la
diferencia de que el segundo no tiene nada que ver con sus personajes, mientras
que Pessoa no puede desprenderse de ellos porque los vive. Si Borges habla todo
el tiempo del laberinto, Pessoa es el laberinto, aunque tal palabra no aparezca
en sus libros.
-El triángulo de espejos nace en 1984 cuando usted
escribió "El año de la muerte de Ricardo Reis", uno de los
heterónimos a través de los cuales se comunicaba Pessoa. Su Reis lee "El
dios del laberinto", novela ficticia atribuida por Borges a Herbert Quain
en "Ficciones". ¿Por qué ahora quiere relacionarlos?
-Ricardo Reis nunca existió, Pessoa existió pero está
muerto. Ahora también lo está Borges. Como ya no puedo hacer que se encuentren
personalmente, hice que se encontraran en un texto. Todo muy borgiano.
-... y a la medida de un homenaje al autor argentino.
Hacia el fin de su texto, usted escribe que "cuando heterónimos y
seudónimos empiezan a vivir por cuenta propia, debemos esperar lo
imposible". ¿Son tan lábiles los confines de la realidad?
-Para mí no existen. Cualquiera de nosotros puede inventarse
un personaje y tratar de mantenerlo en pie. Pessoa, por su parte, hizo algo
diferente fragmentándose en diversos actores y delegando en cada uno algo de sí
mismo. Entre lo verdadero y lo falso no hay fronteras.
Hoy, Saramago está angustiado por la realidad virtual, por
las imágenes que se apoderan de una realidad que a su vez se diluye en
imágenes. Y nosotros "estamos atados como en la Caverna de Platón,
obligados a mirar el muro sin volver la cabeza, convencidos de que las sombras
son reales"; incapaces ya de inventar realidades propias, aun cuando
ficticias, como las de Borges o Pessoa, prontas a encarnarse en los hombres. Y
Saramago está escribiendo una novela titulada, precisamente, "La
caverna".
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