domingo, 17 de mayo de 2015

MISMO BARSA, DISTINTO FÚTBOL.


El equipo ha evolucionado el juego y la libreta durante la temporada para dar con un equipo rico en recursos y casi inexpugnable.
JORDI QUIXANO.

El Barça ganaba sin convencer por más que encadenara ocho duelos seguidos sin encajar goles al empezar la Liga. Un síntoma que se expresó ante el Madrid en el Bernabéu (3-1), cuando el técnico obvió su idea del vértigo para apostar por el control. Por lo que el equipo de Ancelotti ganó por primera vez en años la partida en la medular y sugirió que el Barça debía jugar a otra cosa. Al menos hasta recobrar el tono, el acoso en campo ajeno de forma eficaz, la salida del balón limpia y la conexión con una delantera sin igual. Dicho y hecho. Quizá no tiene tanta agilidad en el desplazamiento como antaño, pero es un equipo de recursos indescifrables para los rivales, que ya no saben si presionar arriba o aguardar en la cueva. Toda una evolución.

Salida limpia del balón
 “El técnico no deja bajar a los volantes para recibir”, cuentan desde el vestuario. Por lo que con los extremos cerrados al principio de curso y las líneas separadas, no era raro que el equipo abusara del pase largo. “¡No es obligatorio jugarlas todas!”, le gritó ya en el primer partido de pretemporada el técnico a Bartra. Con el tiempo, la recolocación de las alas y la reconstrucción de Piqué, se recuperó la salida limpia de la pelota. “El míster nunca me ha dicho que tire un pelotazo”, explica Piqué. Y sólo el Bayern y la Real han impedido en las últimas fechas que sacaran parsimoniosos el balón jugado desde atrás.

Mediocentro a la carta
Desde que Busquets irrumpiera en el primer equipo, no había habido un eje que le hiciera sombra, ni Touré ni Keita ni Song ni nadie. Pero Luis Enrique, que no le hace ascos a las idas y venidas, entendió que Mascherano era idóneo porque era rápido en la corrección y también en la carrera hacia atrás. “Lo veía más como central, aunque…”, dijo tras probarle en el medio ante el Ajax. Mascherano, que siempre va al área técnica en los festejos de gol para arreglar los desajustes, es central. Pero en los partidos de músculo o bien apretados, como ante el Valencia, no ha sido raro que se colocara en la medular y Busquets fuera volante.

Reorganización de los extremos
La plantilla ha pedido dos cambios capitales para los extremos. Primero, al ver que el equipo no tenía amplitud y apenas profundidad, sino que se topaban los delanteros por los pasillos interiores, solicitó al técnico en varias ocasiones que abriera a los puntas para tener más posesión y encontrar rampas al gol.

 Accedió con el tiempo. Y después, cuando Luis Suárez empezó a competir, precisamente en el clásico perdido, actuaba de extremo para dar el carril central a Messi. Pero Leo, consciente de que Suárez perdía facultades lejos de la portería, decidió con la aquiescencia del entrenador regresar a la banda derecha. Y el tridente encajó de maravilla con ya 115 goles: Messi (54), Neymar (37) y Luis Suárez (24).

El protagonismo de los medios
Durante la primera parte del campeonato, el Barça era un equipo sin pausa, vertical y directo. Propuesta que negaba el protagonismo a los medios, esporádicos en las rupturas y presentes en la fase de transición ataque-defensa porque eran el muro de contención necesario para que no se partiera el equipo. Con el tiempo, el Barça recuperó el balón y tanto Rakitic como Iniesta (Xavi ha ejercido más el papel de la contención) se han remarcado en campo ajeno. No sólo con las conducciones, sino con las mezclas en la frontal y llegadas desde la segunda línea.

Miscelánea azulgrana

La fiabilidad de los porteros Bravo y Ter Stegen ha permitido no echar en falta a Valdés. La estrategia a balón parado dirigida por Unzue ha dado 17 goles a favor por cinco en contra. Las aportaciones de la clase media y los goles puntuales de los menos habituales (Mathieu al Madrid, Busquets al Valencia y Sandro al Villarreal), y el excelente tono físico que ha mantenido el bloque durante todo el curso, han rematado la faena.

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