EL CEREBRO DEL BORUSSIA DORTMUND
La historia de un entrenador que trajo
con él una Revolución de buen juego. Su equipo, el Borussia Dortmund, es
una de las sensaciones en Europa y el mundo.
Sinceramente no
sé mucho de historia, tampoco entiendo demasiado los vericuetos sobre
cuestiones políticas, esas que muchas veces me sobre pasan, pero me queda claro
que para hacer una revolución hacen falta que coincidan varios factores. Puede
que las haya espontaneas o paulatinamente pero en general todas tienen un común
denominador: tienen un líder visible. Acá es donde entra el fútbol porque en el Borussia
Bortmund esta revuelta tiene nombre y apellido: Jürgen Klopp.
Klopp y una charla técnica en el Dortmund.
Y la revolución llegó junto con Klopp, quien dio en la tecla sin lugar a dudas.
Primero le impuso sus reglas de juego al equipo. Sus
pensamientos sobre la posesión del balón y la capacidad de cambiar su fórmula
en cualquier momento del juego.
Salir de contra fue la idea de este último partido, pero
con esto quedó lejos de ser tildado de defensivo sino todo lo contrario porque
se colocó en la idea colectiva de que puede apelar a la táctica más
acorde a las circunstancias de un partido.
La movilidad es una de las mayores armas del actual Borussia Dortmund.
Otro de sus puntos más destacados es la presión constante
y las triangulaciones.
Puede adecuarse a
lo que propone el rival e intercambia su modalidad de juego dependiendo del
contrincante.
Le dio oportunidad a varios jóvenes que venían pidiendo pista y no enloqueció
con grandes fichajes, sino todo lo contrario. Juventud y talento.
La
locura por Klopp
Si metemos todo esto en una coctelera lo batimos
un poco y lo servimos en un vaso de trago largo nos dará como resultado que Klopp ya se ganó dos
Bundesliga (2010-2011 y 2011-2012), dos Copas de Alemania (2011-2012) y una
Supercopa de Alemania (2008).
La Bundesliga tiene un condimento más con la llegada de Pep
al Bayern Munich y el fiel a su estilo, Klopp no se quedó calladito
cuando le preguntaron por el tema. "Voy a ser el Mou de
Guardiola", tiró y obvio, alguno ya calentó el ambiente con esta
declaración, pero él se encargó de poner paños fríos a todo esto y comentó:
"No creo que Pep tenga malos sentimientos hacia sus rivales, de hecho,
creo que me voy a llevar muy bien con Pep. Tengo una buena relación con
Mourinho también".
Jürgen hizo una revolución en un equipo que había perdido su
memoria y tras esto hasta suena para ser el sucesor de Joachim Löw
en la Selección de Alemania. La revolución sigue en curso y por suerte para
los amantes del buen fútbol viene con el buen juego bajo el brazo, porque la
llegada de Klopp y de su Dortmund le vuelven a dar un toque de aire fresco a un
mundo de la Jürgen Klopp y los tres mandamientos del fútbol en su
exitoso Dortmund.
Jürgen Klopp es un técnico
de vocación ofensiva. Borussia Dortmund juega
así. Es su propuesta. En su mente no cabe la chance de jugar solo de contra.
Utiliza un esquema 4-2-3-1. De
todas formas, la propuesta de Klopp no variará. Será la misma. “A mí me pueden
llamar un ingenuo, pero si trato de jugar con un esquema cauteloso, lo voy a
hacer mal. No está en mi esencia”, dijo. Para desarrollar su idea de juego,
Klopp parte de tres mandamientos.
1. Para jugar como
pretendo, necesito precisión en velocidad, un ataque directo y dos centrales
fuertes, con carácter. No para que peguen, sino para que no tengan miedo en
adelantar líneas, que saquen el equipo lo más lejos posible de nuestro arco.
Entre la línea de fondo y los mediocampistas no tiene que haber más de diez,
quince metros, cuando el equipo ataca también está defendiendo. Necesito
centrales valientes que se animen a jugar mano a mano cuando se pierde la
pelota.
2. Cuando se pierde
la pelota, tenemos que presionar para recuperarla antes de los cinco segundos.
Seguro que siempre no se podrá, pero tenemos que jugar con esa premisa y esa
intensidad. Lo que yo no negocio es la intensidad a la hora de recuperar la
pelota.
3. El retroceso es
siempre con posiciones fijas. Así se ganan entre 15 y 20 segundos y el equipo
se reagrupa más fácil, es mejor que si cada uno quiere volver y reubicarse a su
función de origen.
“Prefiero que los once hagan
una cosa mal, pero que sea lo que yo les digo (aunque esté equivocado) antes
que cada uno haga lo que quiera”.
Asi es Jürgen Klopp.
INA
FASSBENDER (REUTERS)
“No tengo ganas de pasarme el día entero
pensando en cosas que podrían ser todavía mejor de lo que son”, dice Jürgen
Klopp (Stuttgart, 1967), para explicar su optimismo compulsivo. El técnico del
Dortmund, campeón alemán en dos temporadas, enseña una sonrisa poblada de
grandes dientes y comienza a hablar.
Pregunta. ¿Por qué cambió
la filosofía del fútbol alemán? R.Se impuso a los clubes la obligación
de tener centros de rendimiento: profesores de fútbol, entrenadores juveniles
mejor preparados, y mejores condiciones. Y el que no los tenía, no conseguía
licencia ni para Primera ni para la Segunda División. Eso fue muy útil y ahora
tenemos una cantidad increíble de jugadores con talento. No dejan de aparecer
nuevas promesas. Nos hemos vuelto más valientes sacando al campo a chicos de 17
años. Las cosas han cambiado tanto que ahora lo que nos falta es el juego
aéreo. En la selección no hay un solo cabeceador.
P. ¿Y la Bundesliga? R. Es
fantástica para el espectador. No es la mejor, pero sí la Liga más atractiva de
Europa. Va bien en lo económico y hay una competencia muy reñida. Bueno, el
Bayern gana un poco más... Y tenemos estadios nuevos. En Sevilla he estado en
los dos estadios: son viejos y sin ningún confort.
P. ¿La tradición del
líbero fue buena para el fútbol alemán? R. El gran impulso
evolutivo de principios de los 90 vino con el cambio a un marcaje por zonas
centrado en el balón. Ya no se marcaba al jugador. En Alemania, hasta 1994, si
tu marca se movía, le seguías hasta el baño. El marcaje en zona hizo que no
tuvieras que limitarte a destrozar el juego contrario, sino que podías desarrollar
tu propio juego. Tardamos en implementar el 4-4-2.
P. ¿Y los líberos? R. Fueron
perfectos en su momento. Tuvimos a Beckenbauer, a Matthäus, y a Sammer en 1996.
Jóvenes que hacían un juego muy inteligente. Pero insistir en eso sin tener un
diseñador del juego desde atrás ha sido perjudicial.
P. ¿Cuál fue su mayor
fuente de inspiración como técnico? R. El ballet blanco, el Real
Madrid de hace unos años. Entonces pensé: “Si a ese potencial futbolístico le
sumamos un plan defensivo… lo convertiría en el equipo perfecto”. Y eso hizo el
Barça.
P. El protestantismo
inculca el ahorro y la austeridad. ¿Cree que por eso los clubes alemanes fichan
menos y los mediterráneos despilfarran? R. El Mundial de 2006
supuso la mejor publicidad para Alemania. No sabíamos que podíamos ser tan
despreocupados, felices y alegres como país. Tuvimos cuatro semanas de clima
español, lució un cielo azul. Todos estaban de buen humor, todos amaban la
vida. Pero también está dentro de nosotros no gastar más de lo que se ingresa;
aunque el Dortmund lo olvidara durante un par de años antes de que yo
llegara... El ahorro es un rasgo típico alemán. Pero no es tan triste como
parece. Nos divertimos mucho.
P. El Dortmund rozó
la bancarrota en 2005. ¿Su equipo es el resultado de la crisis? R. Cuando
el club casi había sido rescatado se dieron cuenta de que había que recobrar
vitalidad. Y buscaron un entrenador vitalista, que apuesta por un fútbol vivo,
que se divierte, que ríe a pesar del descenso del Mainz 05... Si no tienes
dinero y, a pesar de todo, quieres calidad, tienes que ser valiente. Y hemos
fichado a jugadores muy jóvenes. Formamos una comunidad muy fuerte. Hemos
crecido juntos. No tener dinero no significa no poder seguir trabajando,
significa solamente que hay que encontrar otros caminos. El club ha seguido su
camino con un entrenador de Segunda y un equipo muy joven. Y hemos sido
campeones dos veces, lo que nos ha sorprendido.
P. ¿La imagen del
Dortmund como club de trabajadores es real o forma parte del folclore para
diferenciarse del Bayern? R. No, la región es así. Este es un
genuino club de fútbol: como uno imagina que debe ser. Y nos encanta que siga
siendo un club y no una empresa donde se dice: “hoy éste, mañana aquél...”.
Queremos trabajar en equipo con la gente durante más tiempo. Llevo cuatro años
y mi contrato acaba en 2016. Así se pueden desarrollar cosas nuevas. Veo ahora
a jugadores de 10 o 13 años y los entrenaré en cuatro años.
P. ¿El Bayern sigue
siendo el establishment?
R. El Bayern ha
tomado decisiones increíblemente buenas desde los años 70. Es el club más rico
de Alemania y el más saneado de Europa. Y ficha buenos jugadores y buenos entrenadores.
P. ¿Le
ha sugerido alguna idea nueva La Masia? R. No. Hacemos las cosas a
nuestra manera. Copiar nunca es bueno. Somos el único club del mundo que tiene
un Footbonaut [dispositivo mecánico de entrenamiento del pase que actúa con
estímulos de color para adiestrar la velocidad de reacción y la técnica].
P. ¿En qué se
diferencia el Dortmund de la selección? R. En la mentalidad de los
entrenadores. Nosotros somos más vivos. Soy más temperamental que Jogi [Löw].
Ese es también mi problema, ser muy emocional. Cuando llegué al Dortmund, dije:
“Si 80.000 personas vienen cada dos semanas al estadio y en el campo se juega
un fútbol aburrido, una de las dos partes, el equipo o los fans, tendrá que
buscarse un nuevo estadio”. Muchos de nuestros fans recorren 800 kilómetros
para vernos y vivir algo especial. Hay que ir a todo gas. Lo hemos llamado
fútbol a todo gas. Queríamos derrochar vitalidad. Preferíamos dar cinco veces
en el larguero que quedarnos cuatro veces sin tirar a la portería. Mejor
perder. Ese fue el comienzo. Tienes que vincular a la gente al club. Los partidos
deben tener un efecto más allá del resultado. Todo el mundo sabe que se ha
ganado 3-1. Pero lo que se siente es el tiro, el gol, la parada: eso lo llevas
dentro toda la semana. Si ganas 1-0 y el juego ha sido muy vivo, el fútbol
queda legitimado. No me interesaría tener a Xavi, Messi y Cristiano en el mismo
equipo... Ser mejor de todas todas es como si me pongo a jugar al tenis contra
una niña de tres años y estoy al otro lado y remato con fuerza y la niña está
ahí de pie con la raqueta... no es divertido. Pero si al otro lado hay un
hombre y jugamos al ping-pong, si gano está bien y si no gano probablemente me
haya divertido. Para los aficionados es como una droga. Yo no solo quiero
ganar, ¡también quiero sentir!
P. La masa salarial
del Dortmund es menos de la mitad que la del Bayern, y menos de un tercio que
la del Barça y el Madrid. ¿Cómo retiene a los jugadores? R. Hablamos
de unos 60 o 65 millones… Incluso el Tottenham paga mucho más. Pero somos uno
de los seis equipos de Europa que podemos ganar títulos. En España, el Barça y
el Madrid. En Inglaterra, el United, el Chelsea y el City. En Italia, solo la
Juve. Nuestros jóvenes saben que en otro lugar podrían ganar más dinero. Pero
aquí pueden hacer historia. Si llegas ahora al Barça serás campeón, campeón y
campeón, pero ya lo eran los 10 años anteriores.
P. ¿Su estilo se
aproxima más al Madrid o al Barça? R. Al Barça por la presión. Por
la defensa alta. Todos quieren jugar como el Barça, pero no es posible. El
Barça tampoco podría sin Xavi, Iniesta y Messi. Pero su plan defensivo es
perfecto. Quizá ese sea también el problema de Mourinho: que aunque ha pensado
mucho en mejorar defensivamente, lleva años sin fichar un defensa, porque a
nadie la ha interesado quién juega detrás. Nosotros queremos ser muy, muy
rápidos con la cabeza y las piernas. Todo a máxima velocidad. No hay defensa
frente a lo que hagas de forma rápida y precisa.
R. ¿Por qué contra el
Madrid renunció al balón? R. Ese día tuvimos la mejor idea porque sabíamos quién
tiene problemas cuando domina el balón. Sabíamos adónde enviarían los pases,
cómo buscarían a Cristiano. Nuestro plan fue dejar fuera de juego a Xabi
(disculpa, Xabi, pero ese era el plan A). Porque si Alonso puede jugar como
quiere es imposible defenderse del Madrid. Y Götze lo tapó. Sabíamos que si
nuestros laterales, Piszczek y Schmelzer, se movían mucho, la ventaja estaba de
nuestro lado con Cristiano. Si bloqueas a Xabi, obligas a Pepe a tener siempre
el balón. Y eso supone una diferencia.
P. ¿Los jugadores son
sus amigos? R. No. Ellos son amigos míos, pero yo no soy amigo
suyo. Eso no funciona.
P. ¿Le temen? R. Cambiaría
eso si pudiera. Me gustaría ser más tranquilo. Bueno, esto de la cara... No sé
por qué ocurre. Siempre aprieto los dientes. Cuando veo un niño pequeño, un
bebé, aprieto los dientes. Resulta horroroso, el niño empieza a llorar y tengo
que marcharme. Con los árbitros, parecido. Pero cuando estoy exultante de
alegría tengo un aspecto muy similar. A veces me da miedo esa cara, pero la
conozco desde hace 45 años. Se sobrelleva. Cuando juego al tenis, doy un golpe
de derecha y también me ocurre.
P. ¿Es supersticioso?
R. A veces. Aunque no tengo buena memoria para eso. Olvido lo que
he hecho. Por ejemplo, atar los cordones de los zapatos, derecha, izquierda, la
próxima semana ya no sé cómo se hace…
P. ¿Siente que su
equipo se ha hecho a la Champions? R. Teníamos que ofrecer estos
resultados internacionalmente para que ahora nos miren todos los periódicos
ingleses. El año pasado celebramos una doble victoria y no interesó a nadie.
Arrebatamos ocho puntos al Bayern, los derrotamos 5-2 en la final de la Copa. Y
el mundo entero dijo: “¿y qué?”. Y llega la Champions, vencemos al Madrid,
vencemos al City y ahora nos miran todos.
P. ¿Y su favorito
entre todos los jugadores del mundo? R. Messi es el mejor. Pero
tiene que haber vida en algún lugar ahí fuera, en algún otro planeta. Porque él
es demasiado bueno y nosotros somos simplemente demasiado malos para él... A mí
no me interesa quién es el mejor, sino quién saca lo mejor de sus posibilidades.
Con el que disfruto realmente es con Michu del Swansea. Nadie lo conocía, ahí
está la emoción. Todo el mundo conoce al mejor, cualquiera sabe quién es el
mejor. Pero ¿quién resulta fascinante?
P. ¿Y el mejor
entrenador? R. Del Bosque es un superentrenador pero tiene un
equipo extraordinario. Sería interesante ver qué hace con Osasuna. Soy el
entrenador del año en Alemania, pero lo de Christian Streich en el Friburgo es
increíble. Como yo antes en el Mainz: hicimos algo realmente bueno pero no le interesaba
a nadie. El mejor no siempre es el que tiene el mejor equipo. Cualquiera podría
entrenar a mi equipo. Quizás no se conviertan todos los jugadores en maestros,
pero lo que es entrenarlo, eso puede hacerlo cualquiera, son superjugadores. Si
tienes un equipo con poco talento y, sin embargo, tienes éxito, entonces es
emocionante.
P. ¿Qué le aportó
Guardiola al fútbol? R. Lo más impresionante del Barça es con qué
ganas juegan. Messi marca y grita de júbilo como si fuera la primera vez. Xavi
recibe cada balón como si fuera el primero de su vida. Y tienes la sensación de
que querría cogerlo y besarlo y contemplarlo y seguir jugando. Lo mismo
Iniesta. Busquets es el antipático en el centro del campo, el responsable del
trabajo duro. Puyol es increíble, un peinado espantoso, pero un superjugador,
un ser humano de primera, con un corazón muy grande, se rompe el codo y al cabo
de dos semanas está jugando otra vez. Con cuánta motivación luchan por la
victoria. En eso son un modelo. Leí una entrevista a Xavi. Le preguntaban si
quería ser entrenador y él decía: “No tengas tanta prisa, déjame disfrutar de
mi época de jugador”. Y piensas: “Juegas al fútbol cada dos días desde hace 20
años ¿y aún quieres seguir?”. Eso lo dice todo sobre el juego, pero también
sobre Xavi. Son los mejores del mundo. Y eso lo ha impulsado Pep, está claro.
Ha sido un trabajo excelente. Pero no siempre tendrá jugadores como esos en
todos los clubes, y él lo sabe. Ahora tiene que enseñarnos cómo se hace cuando
los jugadores son algo menos buenos.
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