miércoles, 13 de mayo de 2015

GUARDIOLA. AHORA NO HAGAN EL PRIMO.


El técnico del Bayern, orgulloso de sus futbolistas por el esfuerzo y por “caer de pie”, felicita al Barcelona y a Luis Enrique, a quienes les desea el triunfo en la final

LUIS MARTÍN Múnich
 
Guardiola saluda a Messi. / TOBIAS HASE (EFE

Es muy probable que Josep Guardiola nunca creyera de verdad que podía eliminar al Barcelona, pero lo intentó hasta el final. Venció su equipo el duelo de anoche y acabó contento. “Hemos caído de pie. Y estoy muy orgulloso de mis jugadores. Hemos ganado el partido y el Barça estará en la final. Les felicito, han sido mejores. En Barcelona nos mató el tercer gol. No hay nada que decir. Ahora espero que no hagan el primo y ganen la quinta. Sólo puedo decir que el año que viene lo volveremos intentar”, dijo el entrenador del Bayern. “En la adversidad ha sido fantástico trabajar con este grupo de futbolistas”, aseguró el de Santpedor. “Tras el tercer gol de Barcelona aquí lo tenían hecho, pero hemos muerto de pie porque no nos rendimos. Estoy muy contento de ser entrenador del Bayern. Mis jugadores valen un imperio”, añadió.

Guardiola admitió que su equipo hizo cosas mal: “Cometimos errores muy graves a nivel defensivo, como hoy en el segundo gol. Fallos de concepto”. Por el contrario, resaltó las diferencias entre el juego desplegado en la ida y en la vuelta —“allí no hicimos sangre, no hicimos nada”—, e insistió en la actitud de su grupo en el Allianz Arena: “Hicimos todo lo que pudimos. Estoy muy contento. El Bayern no sabe lo buenos que son estos jugadores, que lo han dado todo en un año durísimo. Quiero celebrar la Bundesliga y quiero dar muchas gracias a los hinchas. Sólo hemos ganado un título, pero hemos perdido como debe perder el Bayern, muriendo de pie”.

No se olvidó Guardiola de felicitar a Luis Enrique —“está haciendo un trabajo extraordinario”, dijo— y sobre todo a Messi: “Sigo convencido de que la única manera de pararle es quitarle la pelota. Ser contemporáneo de Messi es un privilegio. Estoy muy contento de que haya vuelto a ser el que conocí, el jugador que entrené en el Barça. Ojalá que Alemania compre los derechos de la Liga y pueda disfrutar de este pavo. No ha habido nunca un tipo como él, ¡nunca!”.

A Pep le esperaban hermanos y amigos como el técnico Juanma Lillo, aquellos que saben que en según qué momentos no hay otro color que el de la amistad. No faltó la cuadrilla de su hermano, llegada directamente desde Santpedor —“venimos al entierro”, bromeaban— y también estaba su familia. Por supuesto le acompañó su esposa, Cristina, con una chupa de cuero rojo, y sus tres hijos. Todos sabían que el sueño de una ciudad, el sueño de Guardiola, el de sus amigos y de su familia, el sueño de estar en Berlín era un sueño casi imposible desde el principio. Al mismo tiempo, sabían que Pep lucharía hasta el final. Y estaban orgullosos de él. “Meter otro gol”, retumbaba el Allianz Arena. Y reculaba el Barça. El Bayern no estará en Berlín, pero el entierro queda para otro día. Resulta que ganó el Bayern. Y ahora Guardiola quiere que gane el Barça. Faltaría más.


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