Los múltiples Borges.
Alberto Tasso*
JORGE LUIS BORGES
(1899-1986).
Su
obra ha sido apreciada por miles de lectores, y ha suscitado centenares de
estudios críticos.
Nacido el 24
de agosto de 1899 en Buenos Aires, e hijo de un profesor, estudió en Ginebra y
vivió durante una breve temporada en España relacionándose con los escritores
ultraístas. En 1921 regresó a Argentina, donde participó en la fundación de
varias publicaciones literarias y filosóficas como Prisma (1921-1922), Proa
(1922-1926) y Martín Fierro en la que publicó esporádicamente; escribió poesía
lírica centrada en temas históricos de su país, que quedó recopilada en
volúmenes como Fervor de Buenos Aires(1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno
San Martín (1929). De esta época datan sus relaciones con Ricardo Güiraldes,
Macedonio Fernández, Alfonso Reyes y Oliveiro Girondo.
A lo largo de toda su producción, Borges creó
un mundo fantástico, metafísico y totalmente subjetivo. Su obra, exigente con
el lector y de no fácil comprensión, debido a la simbología personal del autor,
ha despertado la admiración de numerosos escritores y críticos literarios de
todo el mundo. Describiendo su producción literaria, el propio autor escribió:
"No soy ni un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de
letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema
de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura".
(De Enciclopedia Encarta y Facultad de
Humanidades de la Universidad de Chile)
http://www.los-poetas.com/b/bioborges.htm,
consulta 2 Enero 2008.
Conversación en la biblioteca
El diálogo que transcribo tuvo lugar la semana
pasada, cuando el anciano director de la biblioteca donde trabajo me pidió que
hiciese algo con la Sección Borges, porque el vigésimo aniversario de su muerte
sería comentado por maestros y docentes de toda la provincia.
-Espero un
verdadero aluvión escolástico que brincará sobre anaqueles, manuscritos e
incunables, lo que sucederá inexorablemente a menos que organicemos una visita
guiada –me dijo con aire preocupado.
-¿Y cómo sería
eso de la visita guiada?
-Algo así
como una visita al museo, con afiches, fotografías, carteles, libros...
-Creo que es
una muy buena idea tenerlo a usted como guía –le respondí.
Observé lo
curioso de la situación, que el museo fuese mostrado por un viejo que ya era
una pieza de museo, pero no dije nada porque temí irritarlo.
-No lo dudo.
Pero sucede que me cuesta trepar la escalera. Usted representa a la nueva
generación que debe empuñar el timón de nuestra biblioteca.
Me sentí
conmovido, y al punto capté el desafío. Pero cuando miré otra vez la estantería
que contenía la sección Borges, confieso que me asusté. No sabía por dónde
empezar.
Tesis a sostener
En ese
momento se acercó una joven estudiante.
-Creo lo
mismo que ustedes: hay que socializar a Borges.
Le dije que
era bueno saber que estábamos en el mismo camino, y le pregunté qué hacía.
-Soy una de
los centenares de estudiantes que trabajan sobre Borges. Estoy trabajando en
una tesis sobre la multiplicación de personalidades, observable en muchas
personas, especialmente los escritores.
-¿Cómo es
eso? – le pregunté- ¿Multiplicación de personalidades? Suena raro... ¿Acaso se
trata de una patología?
-No lo sé, ni
me interesa demasiado. Me dedico a la literatura, no a la medicina ni a la
psicología.
-Pero en este
caso sí importa. ¿Sugiere usted que Borges... padecía de esquizofrenia o algo
parecido?
-Afirmar que
Borges padecía de esquizofrenia, así, a secas, es una locura. Mi argumento va
por otro lado. Se trata de que Borges buscó multiplicarse deliberadamente.
Desarrolló la técnica de estar dispuesto a ser habitado por otros.
-Muy
interesante. ¿Y cómo cree que lo hizo?
-Pues
mediante la lectura. Para Borges todo libro era un libro de viajes. Llevaba
adentro miles de personajes y situaciones mientras permanecía con su madre en
un departamento de la calle Maipú, en Buenos Aires. Porque el libro es un
vehículo. Se viaja en libro como otros viajan a caballo, en barco, o en
alfombra voladora.
-Suena lindo
eso de viajar en libro. Pero volvamos al desdoblamiento.
-Eso creo que
lo hizo por razones literarias, pues todo escritor necesita practicar la
técnica del desdoblamiento, indispensable para escribir un personaje. Su
biografía muestra que vivió en carne propia esas vidas ajenas. Hay varios
relatos sobre el día que se hirió la cabeza con el filo de una ventana. El
febril delirio posterior le hizo sentir la situación de memento mori,
traspuesta oníricamente a un duelo a cuchillo en la llanura.
La joven
parecía saber de lo que hablaba, así que le pedí que me resumiera sus objetivos
y metodología.
-Me propongo
demostrar que Borges tuvo más vidas que un gato, más personalidades que
Fernando Pessoa, y aún que Oliverio Girondo. Mi trabajo de campo consiste en
identificar algunos de los muchos nombres de Borges, suministrando las
evidencias del caso, presentes en la bibliografía. He utilizado sólo la
disponible en mi memoria y en la Biblioteca, y la que me proporcionaron los
expertos que consulté, entre ellos el Dr. José Andrés Rivas. Aún no hice
búsqueda en Internet.
-No se
preocupe por eso, ya se lo encargaremos a Enrique Landsman y lo hará mejor que
nosotros.
El problema
estaba resuelto. Se trataba de organizar la visita en torno a algunas de las 67
personalidades de Borges que la joven investigadora había descubierto leyendo
sus libros.
Resultados
El siguiente
cuadro muestra las entradas a los distintos Borges posibles:
Borges bibliotecario
Es el
Borges más entrañable, desde mi modo de ver. Está antes y después del Borges
lector, clasificando los libros en series mentales, y estableciendo
asociaciones entre unos y otros, a veces inventándolas. Sinapsis de red, una
clave de catalogación que hace falta conocer para guiarse en “La Biblioteca de
Babel”, esencial en su simbología. Sus recuerdos de niño refieren a la
biblioteca de su padre. A más de su desempeño como Director de la Biblioteca
Nacional, fue a muchas bibliotecas de Buenos Aires entre 1940-50 para dar
charlas, como me lo cuenta el escritor y amigo Darío Winitzky, que lo presentó
en una de ellas.
Borges
criollista.
Borges
critica al criollismo porque su literatura habla demasiado de los caballos.
También dice que la poesía gauchesca fue escrita por gente de la ciudad que fue
arrastrada al campo por las guerras civiles. Sin embargo, durante buena parte
de su obra puede ser considerado una especie de criollista al revés, en el
sentido de que trabaja con los tópicos propuestos por esta corriente, pero al
mismo tiempo denuncia sus excesos expresivos, que en su opinión contradecían al
habla característica del argentino: parca, recatada.
Borges
escritor.
Su
escritura parece resultado de una expresa decisión estilística. Deplora los
manierismos, los argentinismos y los arcaísmos, y por supuesto los
españolismos. Afirma que no tiene una estética sino solo unas astucias: no usar
sinónimos, porque igual que los espejos y la cópula multiplican
innecesariamente la realidad, y contar las cosas como si no las recordara del
todo bien. La realidad es precisa, dice, pero la memoria no lo es.
Borges de
culto.
Hay un
Borges de culto, y también el culto de Borges. Esto parece razonable si tenemos
en cuenta que Borges era un hombre culto en el sentido clásico. Al leerlo nos
arrimamos a su aura, porque puede hacernos sentir tan cultos como él. Pero se
trata de una ilusión pasajera.
Borges
ensayista.
He leído
que desde que publicó un breve libro de ensayos titulado Discusión, Borges
comenzó a ser tomado en serio.
Borges
clasificado.
Socialmente
se ubica en un estrato medio-alto, lo cual no dice mucho. Su genealogía
combinaba un hijo de portugueses, una Leonor Acevedo, algo de historia
patricia, y una abuela inglesa. La literatura sobre Borges supera hoy los 3200
títulos, unas 330 veces más extensa que la obra del propio Borges. Se trata de
una notable paradoja que así como él escribió en permanente -y a veces
excluyente- referencia a otros textos y autores, ahora hagamos lo mismo con los
suyos. El que a hierro mata a hierro muere (refranero).
Borges
cuchillero.
Sostengo
que, entre otras personalidades ocultas, Borges era o había sido cuchillero, en
el sentido de poseer la destreza en el instrumento que tiene el criollo de la
pampa, tal como lo describe Ezequiel Martínez Estrada en Radiografía de la
Pampa, mezclada con un aire inglés, por cierto. Véase la presentación del
ambiente en “Hombre de la esquina rosada”*. Como crítico es filoso, aunque no
condesciende a hacer saltar la sangre.
Borges
barrial.
El juego
del cuchillo se ambienta en el arrabal, la expresión más cercana de la
ruralidad que Borges tuvo en su juventud. Recuerdo la historia de Juan Muraña,
que desafió a pelear a uno que según decían tenía una muerte más que él. Lo
mató, “para igualar las muertes”. Aquí vale la pena ver su estudio sobre
Evaristo Carriego, y en él una gema etnográfica, referida a las inscripciones
en los carros tirados por caballos, antecesores del fileteado en los colectivos
urbanos de Buenos Aires, una tradición perdida. Y su ensayo sobre El Idioma de
los argentinos, publicado en conjunto con otro de José Edmundo Clemente.
Borges
antiperonista.
Es un
clisé de la crónica. Durante un tiempo los periodistas sacaban el tema para
hacerlo hablar, y luego escandalizarse por lo que decía. Su frase acerca de que
“los peronistas son incorregibles” ha sido muy citada. De cualquier modo, el
antiperonismo fue un sentimiento de época que el peronismo contribuyó a
construir, cuando prefería la obediencia a la inteligencia. En realidad, el
peronismo fue más anti-Borges que a la inversa.
Borges
detective.
La
conexión de Borges con la literatura policial es estrecha. Fue uno de sus
difusores en los años 1940-50, cuando se produjo un auge notable de este género
entre los lectores de habla española. Con Adolfo Bioy Casares primero, y luego
con Carlos Frías co-dirigió la colección El Séptimo Círculo, de Emecé. El clima
policial late en “Hombre de la Esquina Rosada”, “El Jardín de senderos que se
bifurcan”, “Emma Zunz”, entre tantos otros. En esta línea anoto la Historia
Universal de la Infamia.
Borges
charlista.
A
comienzos de los años 50 Borges visitó Santiago del Estero. El viaje lo había
organizado Bernardo Canal Feijoo, que ya vivía en Buenos Aires. En una carta a
sus amigos de la Biblioteca Sarmiento decía: “Tiene un público que lo sigue.
Sus conferencias son aquí verdaderas puebladas. Irá acompañado por su madre.
Cuiden que algún cochero pícaro no se aproveche de él cobrándole de más”. Las
conferencias han sido un género proverbial en la vida de Borges hasta pocos
años antes de su muerte. Varias fueron grabadas, bajo el título de Borges oral.
Borges
para niños.
No hay
producción significativa todavía. Aprovechando que Cenicienta y Caperucita
están de viaje, J.J.R. Tolkien y J.K. Rawlings han desplazado a Saint Exupery,
pero nadie ha tomado el tema Borges. Es un campo virgen para editores de
ingenio.
Borges en
el mingitorio.
Creo que
es Jorge Asís quien describe la escena: Borges meando. Era la burla de la
generación joven, que no había logrado asesinarlo, como pedía Witold Gombrowicz
en directa conexión con el clima cultural de los años 60; “Maten a Borges”,
solía decir. Las generaciones piden el sacrificio ritual de asesinar a los
padres y maestros, para devorarlos y apropiarse de su espíritu, y superarlos.
Borges
Doctor Honoris Causa.
Armando
Tejada Gómez alude en un poema estos reconocimientos de Borges en universidades
del extranjero, hacia 1960. Lo presenta como hecho lamentable o irritante.
Borges
comentarista de libros Hay docenas de
magníficos perfiles de sus escritores preferidos. Muchos aparecieron en la
colección Borges que editó un sello español.
Borges
comentarista de cine.
Sus
crónicas fueron publicadas varias revistas, tales como El Hogar. Hay varias
recopilaciones. Son algo difíciles de leer para quien ignora sobre el cine de
los años 1930-50. Hugo Santiago es uno de los cineastas que llevó al celuloide
alguno de sus temas.
Borges
prologuista de sí mismo En general sus
breves prólogos son imperdibles. Justifica la mixtura de poesía, cuento o
ensayo, muy frecuente en sus libros. Ej. El Informe de Brodie, El Libro de
Arena, etc. Expone algunos criterios, ironiza sobre sí mismo, justifica alguna
inclusión discutible.
Borges
íntimo.
Hay un
Borges íntimo, por momentos enamorado (“me duele una mujer en todo el cuerpo”).
Hay un Borges hijo en perpetuo vínculo filial: “Madre no está en el cementerio,
sino sentada en su sillón, en el cuarto de al lado”.
Borges ciego Hay un Borges que ve avanzar la ceguera
(valga el oximoron) y la utiliza como fuerte arma simbólica en la construcción
de su leyenda. Es clásico el “Poema de los dones”. La ceguera instala el drama
de Edipo. Él, que lo ha visto todo a través de ese ojo fantástico que llama “El
Aleph”, nada más podrá ver. Es estricto y simétrico el dictamen de los dioses.
Borges en
comprimidos.
Hace falta
esta especialidad farmacológica para atender el síndrome temprano de ignorancia
de todo, Borges inclusive, que se observa actualmente en las distintas
generaciones. Propongo la edición de una compilación de textos breves,
laboriosa a causa de que ya está hecha: tendríamos que re-escribir a Borges
como Pierre Menard escribió el Quijote, diciendo lo mismo pero otra cosa.
Borges escribió con brevedad sobre innumerables temas. Pero no hay una muestra
disponible de 100 páginas de Borges para la biblioteca de un hogar de pueblo.
Borges y
Elsa Astete Millán.
Fue su
primera esposa. Pareja despareja, como todas probablemente, pero no lo
suficiente para durar. Solo unas semanas, acaso meses. Anunciadas nupcias y una
sola noche, como las de Juan Felipe Ibarra y Ventura Saravia.
Borges
invisible.
Pablo
Neruda escribió en sus últimos años: “Soy en este sinfín de soledad / un animal
de luz acorralado / por sus errores y por su follaje”. Borges expresa algo
parecido en muchos textos. Se trata de un sentimiento extendido, propio de la
auto-evaluación que cada uno puede permitirse en distintos momentos de su vida.
En “Borges y yo” se describe la tensión entre dos partes del ser, que parecen
ser la vida pública y la vida privada, pero también una fractura íntima. Nuevamente,
es un hecho universal, que todos sentimos. Así, disimulado entre el follaje del
Otro que el Sí Mismo ha producido (un tema de Kafka), casi no vemos al Borges
profundo.
Borges y
María Kodama.
A María
Kodama. ¡Ah, Dama Sustitutiva del Deseo Monacal / que siente el hombre mortal
cuando lo asedia la vida! / Mágica sombra nipona que su palabra anotaba / y
logró su viuda ser, cómplice, Kodak y dama, / pues ella sus ojos era latía por
sus pies, / si él era, como imagino, friolento en la vejez. / Arrebujados los
tres en literario dosel / (Kodama, Borges y Él, el enigmático Otro que poblaba
su magín) / contemplaban, no la tele, sino el misterioso Aleph. (Anónimo).
Borges y
Bioy Casares.
La
asociación literaria de Borges con Adolfo Bioy Casares es conocida. Firmaron
como H. Bustos Domeq. Ambos han comentado algunos aspectos sobre su modo de
colaboración. Recomiendo Seis problemas para Don Isidro Parodi, una serie de
cuentos policiales satíricos.
Borges
poeta.
Este
Borges cruza a todos los otros Borges. Diría que es esencial, pero mis
profesores de filosofía no aprobarían esta palabra.
Borges
porteño.
Tiene un
mayor desarrollo en su juventud, con Fervor de Buenos Aires, oCuaderno San
Martín. En poemas característicos, a nivel de poster, suele citarse la “Fundación
mitológica de Buenos Aires”, ya demasiado devorado por la tangofagia, tan
extendida en esta Ínsula.
Borges
preso.
A un joven
lector. LIBERÁ AL VIEJO BORGES. Lo tienen encerrado en locademias y bibliotecos
(sic). Dicen que está enterrado en Ginebra... Pero es mentira. Él está vivo y
le chupan la sangre (su tinta negra de tipografía) los editores y traductores,
cagatintas y conferencistas, dibujantes, filosofantes, y animadores. Son los
peores y las peores. Me incluyo.
Borges
universal.
Borges
navega hacia la constelación de Orión, luego de pasar por la Galaxia Gutenberg.
Antes, en cavilosos pasos por las aceras de Buenos Aires, sintió, a más del
barrio y la ciudad, el tiempo. De allí pasó a otras lenguas y continentes.
Recorrió las Tierras Altas de Islandia, viajó al Japón, y lo deslumbraron sus
rudezas y sus heroísmos, que de un modo artificioso le permitió levantar una
espada en el siglo VIII, a él, que apenas podía empuñar un cuchillo. Pertenecía
a la dinastía de Marco Polo, igual que Ítalo Calvino, y sus obras son libros de
viaje por países y hasta mundos desconocidos. Es el caso de “Tlön, Uqbar, Orbis
Tertius”, la última lectura que recomiendo. Ese cuento es un dossier
enciclopédico de una Nueva Atlántida, que muestra el tipo de viajes orbitales
que luego emprendería. ¿Hacia donde derivará esta masa estelar, hecha de polvo
de estrellas, de ripios y oxidada ferretería, de multiplicadas ediciones, como
vigoroso orgasmo post-borgeano? Nadie lo sabe. Entre tanto, el cometa sigue
avanzando. Finalmente, uno de sus destinos será el olvido, como él mismo
previó.
* Sociólogo.
Doctor de la Facultad de Filosofía y Letras, área Historia (Universidad de
Buenos Aires, 2002). Director de la Biblioteca Amalio Olmos Castro, de Santiago
del Estero, Argentina.
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