sábado, 3 de enero de 2015

¿CORRIENTES DE LA METODOLOGÍA CONTEXTUALIZADA?


Pensar sistémicamente para comprender: (Extracto del capítulo 4 del libro “La preparación física del fútbol contextualizada en el fútbol).

“Ningún ser humano es una isla en sí mismo; cualquier ser humano forma parte del todo. La muerte de cualquier persona me disminuye porque yo tengo un vínculo con la humanidad, así pues, no preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. Jhon Donne  (Poeta Inglés S.XVI).

Si como expone Johann Goethe para poseer algo debemos de comprenderlo, nos vemos en la obligación de ahondar y profundizar en el complejo funcionamiento del juego si queremos llegar a entenderlo hasta tal punto que podamos transferirlo de una manera significativa a nuestros jugadores.

El ser humano como norma general ha buscado la comprensión y entendimiento de las cosas apoyándose en un pensamiento lineal y científico que reduce el “todo” en sus partes presumiblemente conformantes conjeturando que de esta manera se adquirirá un dominio de la globalidad de una manera eficaz. Así, y como ya se ha mencionado anteriormente en relación a  nuestro contexto particular, se pensó y todavía hay quien lo piensa, que entrenando la técnica, la táctica y lo físico cada uno por su lado, acabaríamos logrando buenos jugadores de fútbol.

Esta aproximación a la realidad descontextualizada es una visión parcial que no garantiza la comprensión real del fútbol porque no tiene en cuenta que estamos ante un sistema que se comporta de una manera no lineal e imprevisible dentro de un medio abierto en el que influyen las relaciones que se dan entre los participantes y el entorno y en el que la mejora de cada una de sus partes no se puede alcanzar de manera independiente al resto. Para Capra, F (2007), al asentarse este paradigma en un pensamiento analítico, divisionista y mutilante, se torna en una herramienta débil para explicar los grandes problemas que se dan en los seres vivos puesto que fragmentar las partes no solo implica separación, sino también la anulación de sus propiedades.

En contraposición a este pensamiento reduccionista, se presenta la visión sistémica, el enfoque totalizador, la perspectiva de la realidad. Para Osorio, J.C (2007), una aproximación al conjunto, un conocer los elementos y las relaciones existentes entre ellos (acercarse a la realidad como un todo, es decir, los elementos, las relaciones y el entorno en el cual se encuentran).


Pensar en sistemas conlleva entender que absolutamente todas las cosas están interrelacionadas; es saber que formamos parte de un gran sistema que es el todo y que este está formado a su vez por varios subsistemas cada uno con su propia dinámica y estructura. No existen partes ya que se trata de una gran red (sistema) que alberga multitud de redes (subsistemas) interconectados entre sí.  Las dos propiedades principales que se dan en un sistema son en primer lugar la sinergia, y en segundo lugar y derivada de esta, la emergencia. (O´Connor,J y McDermott,I, 1998) La sinergia es la característica que hace que un sistema se diferencie de un “montón” o “conglomerado” de elementos y en base a la cual, el todo es diferente a la suma por separado de las partes; su explicación por tanto no puede vislumbrarse si no tenemos en cuenta las relaciones existentes entre las partes. Esta relación e interacción entre las partes genera propiedades que no existían antes, propiedades que no se dan en sus componentes y que en consecuencia son nuevas e impredecibles, son las llamadas propiedades emergentes del sistema (emergencia). Inspirados por Osorio, J.C (2007), nos serviremos de un ejemplo gráfico para facilitar la comprensión del pensamiento sistémico y sus propiedades. 

OBSERVEMOS ESTA IMAGEN: 



A simple vista se puede vislumbrar una composición de 24 imágenes en las que fácilmente reconocemos ciertas acciones o personajes, pero que en un principio las mismas tienen poco sentido y significatividad. La poca información que sacamos de la imagen se debe a lo que cada una de las partes desprende y nos aporta por separado, así, las partes no parecen tener ningún orden especial, por lo que podemos estar de acuerdo en que si modificamos la posición de alguna de ellas, la imagen seguirá teniendo la misma relevancia. Estaríamos ante un conglomerado, o conjunto de elementos inconexos.

Pasemos ahora a observar una segunda imagen:



Podemos presenciar como los mismos 24 elementos anteriores se han interrelacionado bajo un contexto común y han pasado a aportar significancia a lo que estamos viendo, es decir, sus partes se han unido para funcionar como un todo diferente a la suma por separado de sus elementos (sinergia) y con propiedades diferentes a las que existían anteriormente en las partes (emergencia de la imagen de una acción ofensiva durante un partido de fútbol). En este caso, si modificamos la posición de alguna de las imágenes sí que alteraremos el funcionamiento y comportamiento global, de lo cual se desprende que la ubicación de cada una de las piezas con respecto a las otras es fundamental. Estaríamos en este caso ante un sistema nacido de la unión y relación de varios subsistemas.

Ante todo lo expuesto, la contextualización del fútbol requiere como señala Morín (1990) de “un paradigma que pueda distinguir pero sin desarticular, asociar sin identificar o reducir”, y que entienda al sistema como la asociación de varios subsistemas interconectados, en el que la mejora de uno vaya supeditada al desarrollo de otros, respetándose de esta manera el principio inquebrantable del juego. “Cuando diseñamos un sistema orientado hacia la mejora de un elemento determinado, todos los  subsistemas que se encuentran comprometidos en la ejecución original deben de ser movilizados simultáneamente. Aunque hagamos series y repeticiones de una determinada forma (predominio de un subsistema) las demás estructuras deben estar presentes en esta.

¿De qué le sirve a un delantero disponer de una reserva de velocidad amplia para llegar el primero a la zona del espacio pretendida si no es capaz de identificar el desplazamiento de los oponentes y los compañeros y la trayectoria del balón y percibir así la infracción que está cometiendo?  (Situación de fuera  de juego)”(Lago,C;2002).

Teniendo en cuenta lo citado, y aunque en determinado momento queramos priorizar un subsistema sobre el resto, la metodología contextualizada sistémica tratará de estimular todos los subsistemas de manera conjunta y simultánea (coordinativo, cognitivo, condicional, socio-afectivo, emocional) consciente de que es el único camino para lograr una eficacia global del jugador en el juego.



    Edgar Morín 


Por Pedro Gómez Piqueras.


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