viernes, 19 de diciembre de 2014

REFLEXIONES SOBRE PENSAMIENTO Y METODOLOGÍA.



Paradigmas de Pensamiento y Metodologías de trabajo más apropiados/as para nuestros entrenamientos, cómo enfocarlas, cómo entenderlas, cómo aplicarlas.
Esperamos que aunque no os convenzamos de nada, al menos las siguientes líneas os inviten a la reflexión.


Empezamos….
Miguel Chamorro: 
Para poder hablar de metodología, no hay más que profundizar a lo largo de la síntesis de dicha palabra griega; meta (mas allá) odos (camino) y logos (estudio), que ya muy bien mencionaba mi compañero Pedro en su libro “La Preparación Física en el Futbol contextualizada en el Futbol”.
Por tanto, si a dicho camino por encontrar algo más allá en el estudio de este deporte llamado Futbol, le añadimos la complejidad de sus sistemas y variables, no estaremos mas que añadiendo un acceso a las vías o paradigmas actuales por donde posiblemente depare dicho feedback.
No obstante, cada día cuando realizo una sesión,(no sin antes haber profundizado en el análisis de las tareas de la anterior y sin saber posiblemente que hare mañana, ya que no contengo la información necesaria sobre las sensaciones/emociones/percepciones de la actual) no se tu compañero, pero yo intento hacer un repaso rápido a lo largo de aquello denominado “Preparación Física” y que siempre dependió del deportista y no del proceso Físico, ¿No se si estarás conmigo?, así como de su evolución.


Por tanto partimos de aquel proceso de entrenamiento, donde el protocolo individualizado de la preparación atlética instauraba unos parámetros de control y luego formación para que después “si acaso” jugasen al fútbol, desvirtuando la realidad del juego y dando importancia al éxito en situaciones competitivas en entornos cerrados.

Con la unificación y el paso del tiempo fueron surgiendo ideas acerca de la globalidad de la tarea y los aspectos contextuales del juego, para pasar por la primera corriente que rompe en algo con las anteriores, y es la situación innegociable del balón en las tareas, la corriente integral. Partiendo de dicho elemento balón, sin el que sería posible “Jugar” y el cual provoca en este deporte una búsqueda continua de soluciones mediante la percepción-acción de infinitas vivencias, experiencias variables y nunca repetitivas.

Es ahí, donde se produce un análisis en el cual aparece una estructura basada en el aprendizaje cognitivo, donde el jugador pasa de un ser pasivo para dar paso a una visión del mismo como activo pensante que interacciona con el contexto. Y es de ese lugar, de donde procede la concreción de la “orientación metodológica diaria” de mis tareas. Donde, no concibo realizar propuestas y tareas donde la toma de decisiones individual para el colectivo no sea el proceso de selección de la información para su posterior asimilación. Es decir, si realizo ejercicios pre-programados que alejen al juego de su origen, estaremos alejando de por sí todos aquellos elementos de la biomecánica así como de la motricidad humana, los cuales nunca se deben ni se pueden obviar del contexto y su interactuación, ya que serán variables en función de unos parámetros que solo y solo proceden en el transcurso del juego. Por tanto no se si estarás conmigo amigo, pero, ¿No crees, que el termino Preparador Físico debería estar ligado a el conocimiento y análisis del Juego y no el Juego en su esencia ser un mero espectador en la funcionalidad diaria del Preparador Físico?

Pedro Gómez:
Buena y sobre todo compartida contextualización Miguel. La labor del “preparador físico” como bien expones ha sufrido (y sigue sufriendo por suerte), una constante evolución en su orientación, ya no sólo por los medios a utilizar sino por las líneas de pensamiento sobre las que se sostiene.
Con el paso del tiempo, nos hemos ido dando cuenta que “extirpar” al jugador del contexto natural en el que debe de moverse es deshabituarlo del entorno especifico sobre el que le corresponde desarrollar sus coordinaciones. Así, respondiendo al interrogante que me lanzas, entrenar “preparación física” obviando las numerosas interacciones que se producen constantemente entre el entorno, jugador y tarea tiende a limitar la producción de nuestro trabajo, no porque el jugador no necesite trabajar sus cualidades condicionales (algo imprescindible al fin y al cabo), sino porque al apartarlo de aquello con lo que conviven sus estructuras cognitivas, condicionales y afectivas, obstaculizamos la natural evolución del sistema complejo que es, el cual, en condiciones contextuales de trabajo, tenderá a auto organizarse para optimizar su adaptabilidad a las demandas sistémicas del juego.

Yo esto me lo creo, lo comparto e intento tenerlo en cuenta mi práctica diaria, pero amigo Miguel….¿que nos hace pensar que nuestra visión compleja del acontecimiento es la correcta?, ¿sobre qué sostenemos nuestras teorías?, ¿existe relación causa efecto entre metodología y rendimiento?, ¿Cómo se “mastica” esto en entornos donde prima el éxito deportivo por encima del trabajo “bien” hecho?



Miguel Chamorro:
Quizás dentro de toda la subjetividad de tus preguntas, este el “escondido” resultado de un conjunto de pareceres, estos totalmente validos en función de tu idea del concepto “cuerpo” y el “entrenamiento deportivo”, pero en mi opinión, al final el éxito deportivo “sin precedentes” primara durante un instante o durante un periodo de tiempo determinado, pero el “ trabajo bien hecho” perdurara en el tiempo, aun siendo algo impredecible e inmodificable.
Cuando partes de algo sencillo a algo complejo, si llegas a percibir aquello que se determina dificultoso, supuestamente, debes haber “asimilado” o “aprendido” un mayor grado de conocimiento respecto al fundamento que se quiere transmitir, ( contradictorio totalmente a creer que realizar tareas  meticulosas serán mayormente efectivas que las de carácter sencillo). Por tanto, si nosotros “especialistas” en las Ciencias de la Actividad Física y del deporte, no somos quien buscamos ese cambio profundo en la mirada hacia unos sistemas relacionados con dicha ciencia (en especial, el organismo humano y su comportamiento motor) y a su vez cuestionamos los pilares esenciales del pensamiento clásico (determinismo, reduccionismo analítico y materialismo) que nos permitan avanzar hacia la incertidumbre de los comportamientos, la globalidad de lo que no puede sumarse o yuxtaponerse, adentrarnos en que la interdependencia y el funcionamiento de estos depende de él y de los demás así como cualquier modificación afecta a todo el conjunto, no tendremos una vía segura del éxito, ni que nuestro “parecer” nos aseguremos un papel importante en clubes, pero no crees que, ¿Si posiblemente estemos mas cerca de encontrar la llave de la conexión del Juego – Cuerpo como un todo?.

Pedro Gómez:
No sé si estaremos cerca de encontrar tan ansiada “llave”, ni tan siquiera conozco a ciencia exacta de la existencia de esta, lo único que puedo asegurar es que somos muchos los que hemos escogido un camino distinto, un camino tal vez más complejo, subjetivo, impredecible e inestable, paradójico a su vez (son muchos los que nos acusan de tirar piedras contra el colectivo, también nuestro, de licenciados en “preparación física”), pero que a día de hoy, todavía sigue sin poseer validez comprobada.

Al respecto, espero y deseo que el momento en el que aparezca un consenso metodológico absoluto y eficaz sobre cómo hay que hacer las cosas durante nuestros entrenamientos no se instaure jamás (de hecho estoy convencido que esto nunca ocurrirá), no me gustaría que las palabras “reflexión” y “error” desaparezcan de nuestro día a día, pero sobre todo, no me agradaría que la monotonía en nuestra actuaciones infecte y enferme a nuestro don más preciado, la pasión por nuestro trabajo.
Personalmente me gusta hablar de metodología contextual porque esta ha de estar innegociablemente ligada a un contexto único e irrepetible, motivo por el cual, cualquier actuación que se desarrolle en un entorno determinado no tiene por qué derivar en iguales consecuencias en futuras aplicaciones. Cualquier sistema complejo se conforma de una serie de atractores y constreñimientos relativos al sujeto actuante, su entorno y la tarea en cuestión, que no hacen más que promover la tendencia evolutiva comportamental del sistema hacia un tipo de autoorganizaciones u otras, que doten, al fin y al cabo de una determinada adaptabilidad contextual al mismo, capacidad de adaptación esta irrepetible e inigualable pese a la utilización de similares dinámicas de trabajo.

En mi contexto momentáneo y particular, profundizar y actuar sobre esta línea relacional es la base sobre la que debe asentarse el “hacer las cosas bien” que al principio referías….Al menos de momento, y solo hasta el hipotético caso de que a lo largo de mi camino encuentre atajos que me acerquen a la complejidad del sistema sujeto/entorno por senderos más seguros y resistentes.
Pese a todo, mi día a día sigue arrojándome continuos interrogantes, de difícil respuesta tal vez, pero de obligada meditación…¿Adscribirnos a un tipo de pensamiento nos prohíbe beber de otros?¿por qué parece que las distintas metodologías se encuentran en continua pelea?, ¿por qué las nuevas ideas parten de la infravaloración de las anteriores?, ¿no somos muy extremistas?, ¿por qué aquellos que no piensan como nosotros están desfasados y no están en la onda?.

Miguel Chamorro:
Cada instante mediante el que algún cambio en el contexto me hace predecir que todos los interrogantes que tenia, aumenten en función de la complejidad del “ambiente y lugar”, simplemente es un hecho mas, de que posiblemente los continuos cambios, harán que dicha “llave” siempre tenga diferentes formas de moldearse.

Comparto la idea que comentabas de la metodología contextual, ya que desde ese punto de partida, se debe elaborar el inicio de la “planificación a su vez contextual”. Pero compañero eso si que es verdaderamente complejo, ya que entonces esa llave no existe, ya que esta, ¿será diferente para entrar en cualquiera de esos “ambientes y lugares” de geografía/ ubicación dispar?. Entonces, ahora entiendo porque todo esto procede de “complexus” (entrelazado o intrincado).

En lo que estamos de acuerdo, es que para tener complejidad, se necesitan dos o mas componentes que se encuentren unidos o conectados, que no sean separables, presentados por dualidad y que a su vez sean distintos y a su vez conectados. Pero que dichas partes sean distintas, supone variedad, hetereogeneidad, comportamiento diferenciado, que a su vez estén conectadas supone interdependecia, constreñimiento como bien señalabas, comportamiento abundante.

Puede que la respuesta a todos esos interrogantes sea, la necesidad y continua competición a la que parece que nos sometemos, por ocupar simplemente un puesto en un Cuerpo Tecnico, y que nos hace desterrar lo que realizan otros compañeros, simplemente por el hecho de sentirnos “fieles a nuestro pensar”, el cual obviamente cada uno tenemos uno, bien por conocimiento o desconocimiento y los cuales nos hacen relacionarnos a otros en torno a un feedback continuo por aprender, pero nada más, no seré yo el que juzgue protocolos de actuación que dejen en evidencia mi “conocimiento” en un mundo resultadista, eso sí, seguiré ligado a una idea que me hace sentir con “ fuerzas”, en este caso emocionales/sensoriales, para continuar en la contextualización de que la diferenciación y la variedad promueven el desorden, el caos, la entropía, en cambio, la conexión lleva al orden.
Por tanto, ¿No crees que dicha complejidad, solo puede existir si esos dos aspectos están presentes; ni desorden, ni orden perfecto? ¿Porque nos encontramos siempre en continua evaluación? ¿Por qué continuamos en muchos casos, sin tener valoración alguna, siendo en lo positivo un mero espectador y en lo negativo el causante de los actos?

Pedro Gómez:
Efectivamente Miguel, adscribirse a una línea de pensamiento complejo convierte nuestro contexto en algo muy enmarañado si lo comparamos con la sosegada comodidad en la que permanecíamos adormecidos. Desterrar las líneas causa efecto de nuestras actuaciones nos obliga a reconocer / interrelacionar /valorar parámetros y relaciones olvidados anteriormente. Una causa ya no deriva en un único efecto, pues son múltiples las variantes a las que nos puede abocar, sobre todo si a esta le permitimos (y no constreñimos con nuestros planteamientos reduccionistas), aflorar, interactuar y asociarse con su entorno.

Como bien señalas, la complejidad se encuentra escondida entre orden y desorden (o como algunos lo llaman, “al borde del caos”) y es en este escondite donde la misma expande la emergencia de nuevas propiedades y alcanza su máxima eficacia, lo cual tiene su lógica, ya que como vemos a diario en múltiples situaciones contextuales del juego, comportamientos demasiados ordenados restan flexibilidad y adaptabilidad al sistema mientras que actuaciones excesivamente caóticas impiden la auto organización de los componentes del mismo.

Si la actuación de cada uno de mis jugadores durante un momento puntual va a condicionar el comportamiento de todos los elementos constitutivos del sistema (compañeros, adversarios, tarea,..), el comportamiento de un deportista no puede entenderse fuera de su contexto, ya que será este el que constriña o redireccione sus actuaciones de acuerdo a los continuos cambios que se den en el ecosistema futbolístico. Recuerda que la única constante de la naturaleza es el cambio, y que nuestras actuaciones metodológicas deben de estar dirigidas a mejorar la convivencia de nuestro equipo con dicho cambio. 



Realmente bonito y literal, pero…¿cómo se digiere esto?, ¿cómo se operativiza?, ¿cómo puedo hablar de una metodología “preferida” si el entorno está cambiando constantemente?. A mi sólo se me ocurre responder estos interrogantes abogando por, y creyendo en, una metodología que conviviendo con la complejidad y siendo consciente de la misma no persiga la maximización de los componentes del sistema por separado (la simple elección de los mejores ingredientes no convierten la comida cocinada en un exquisito manjar). Potenciar a través de nuestras dinámicas de trabajo la flexibilidad y capacidad de adaptación de nuestros jugadores ante el contexto cambiante, de modo que estos respondan de forma óptima (no máxima) a sus constreñimientos inmediatos, se vislumbra, a mi humilde parecer, como una de las estrategias más comprensiva y tolerante con la complejidad de nuestro mundo.

Miguel Chamorro:
Al final resulta que la complejidad me hace pensar que no enseñamos nada previamente, ya que sin conocer el contexto y aun conociéndolo, todo el proceso de enseñanza-aprendizaje será variable e impredecible como el juego mismo. Uno por su variabilidad en función de contexto-jugador-compañeros-adversario-móvil así como por centrar su focalización en sensaciones, emociones, percepciones variables y totalmente incalculables para su control.

En definitiva el jugador ha sido clásicamente entendido como algo independiente del contexto en que se encuentra a interactúa, sin embargo, no podemos entender el rendimiento del futbolista como algo independiente del entorno donde se produce, sino que la interacción deportista-entorno crearan distintas posibilidades de interacción del deportista con su entorno, siendo más importante no detenerse en estudiar las características aisladas de los jugadores ,sino, la forma en que estos interactúan con su entorno competitivo.

Dicho proceso supone de una complejidad que solo podrá ser “metodológicamente” interpretado si es analizado mediante acciones “contextuales” y su dinámica, ya que al fin y al cabo, clarificando contenidos, hay que adentrarse en aquello que se encarga de captar y procesar los estímulos que el jugador puede recibir del entorno para identificar posibilidades de acción, aquello que permite la ejecución del movimiento de la forma deseada, lo estructural que ha de dar el soporte físico al desarrollo de la actividad del jugador así como procesar e interpretar las relaciones que se establecen entre el jugador y compañeros así como consigo mismo, realizando su identificación personal, involucrándose y sintiéndose identificado.

Por tanto, tras tanto análisis compañero y percibir la dificultad de lo expuesto y valorarlo mediante la práctica diaria ,he de decir, que percibir metodologías o métodos genéricos dentro una contextualización “compleja”, que aun no nos permite ser capaces de encontrar eficacia en la “especialización” fija mediante el contexto, hace que todo lo que “planifiquemos” sea un seguimiento personal variable y totalmente modificable no más allá del día a día ya que ¿únicamente tendrá validez todo, si en este mundo resultadista da lugar al “éxito deportivo? Mientras tanto, abogare con cautela por continuar en este análisis de estudio asi como rechazando cualquier dinámica que anteponga a otra su proceso, ya que será un error desterrar para no poder justificar.

Pedro Gómez:
Interesante, y una vez más, compartida reflexión amigo Miguel.
Vivimos en un entorno en el que la dinámica contextual condiciona de manera trascendental nuestras decisiones (o al menos así pensamos que debería de ser). Aferrarse a metodologías novedosas por el simple hecho de estar “a la última” o rechazar nuevas líneas de pensamiento reforzando nuestro engreimiento innato pensando que lo sabemos todo de antemano, son comportamientos que no hacen más que atentar contra nuestra capacidad de adaptación confinándola e impidiendo su desarrollo y ebullición.

Luchar contra este extremismo apoyándose en cualquier elemento metodológico inspirador (analítico, integrado, estructurado, táctico..etc) considerado más apropiado para ese momento único y concreto es en base a mi experiencia, la mejor forma de combatir contra la complejidad contextual…¡no reniego de ningún tipo de trabajo!, aunque sí intento que la mayoría de mis actuaciones sean acordes a lo que más creo ¿Por qué? ¿No era yo quien defendía que la máxima transferencia competitiva se consigue vivenciando situaciones complejas y contextualizadas al juego que pretende mi equipo?, ¿No era yo quien eludía los reducidos beneficios de prácticas no apoyadas en la lógica interna del juego? Sí, ¡y lo sigo pensando!…pero estoy convencido de que no solo vale lo que para mí es mejor, sino que debo de saber atender aquello que el jugador contempla como imprescindible para mejorar….eso es atender a la complejidad. Emociones, sentimientos, convicciones…hay que tenerlas muy presentes. No se trata de atender siempre a las preferencias de tus jugadores, pero no olvides que si no las valoras al menos, puede que convencimiento y voluntad abandonen el barco y dificulten nuestra llegada a la ansiada adquisición de aprendizajes significativos
.
Lamentablemente vivimos y seguiremos viviendo en un mundo resultadista, esto no creo que cambie. Los jugadores, directivos, prensa…etc, quienes alabarán nuestra metodología de trabajo cuando todo vaya sobre ruedas, serán los mismos que ataquen a nuestros entrenamientos si la clasificación del equipo no es la deseada…¡a mí me han criticado por no meterles “caña” en una sesión regenerativa postpartido!. Puede parecer ridículo, pero es nuestra realidad y nos toca saber cohabitar con ella. ¿Conformismo o inquebrantable realidad?, ante este panorama yo seguiré siendo fiel a mi estilo y abogaré por un tipo de metodología ecléctica, no encasillada, que atienda y se adapte al contexto, que incluya y no deje de lado a las emociones individuales y sentimientos grupales del día a día, porque esa interacción deportista-entorno de la que hablas para mí es la verdadera clave del entrenamiento. El jugador condiciona al entorno y este a su vez condiciona al jugador…y ¡a nosotros mismos!.
Así, ante un panorama tan poco propenso a modelos explicativos de certeza matemática lineal sólo se puede actuar redondeando nuestras ideas y actuaciones, eliminado de nuestras convicciones la relación causa efecto tan asentada en nosotros e intentando poner lo mejor de nosotros mismos en la adquisición de los beneficios grupales, para que cuando llegue el día que nos destituyan, que llegará, nuestra conciencia marche tranquila, perdure el trabajo bien hecho al que aludías en una de tus intervenciones, y desde la lucidez seamos capaces de contemplar esta destitución como un elemento más del complejo contexto que hemos elegido.

Yo de momento seguiré haciendo aquello que creo “hacer bien” en mis entrenamientos, puede que mañana comience a parecerme mal y cambie aspectos metodológicos, pero también puede ser que dentro de un mes vuelva a hacer lo que hacía un año atrás. El error es inevitable. La reflexión sobre el mismo un deber.


¡Nuca dejéis de haceros preguntas!
fútbolcontextualizado.com.


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