viernes, 26 de diciembre de 2014

LOS PUENTES DE CARLO ANCELOTTI



LOS PUENTES DE CARLO
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Aquel día no estuvo para nadie. Llegó a casa, se encerró en la cocina, silenció el móvil, descorchó su más viejo Rioja y miró la pata de jamón serrano con ojos de melancolía, como mira una niña de 15 años tras una ruptura amorosa a su helado de chocolate. Y no era para menos. Había superado sin dramas la marcha de Di María, tan solo era uno de los jugadores más increíbles del mundo, pero recibir la noticia del adiós de Xabi Alonso a escasos días del cierre del mercado era más de lo que Carlo Ancelotti podía soportar. 
Su profesor, su musa, su mediocentro. El hombre cuya excelsa categoría táctica le había permitido crear un sistema equilibrado con mimbres de equipo de loquero. El fenómeno que había dotado de estructura a un 4-3-3 con un suicida impulsivo de interior izquierdo y dos extremos que no perseguían ni a sus sombras. El tapón que frenaba con su posición casi todas las contras de sus enemigos y daba tiempo a su cuadrilla para reformar el 4-4-2 a 20 metros de su portero. Un auténtico obrador de milagros. Sin él, ¿cómo iba a lograr seriedad entre tanto atacante junto? ¿De qué modo iba a proporcionar consistencia a un once donde apenas dos o tres tendrían tensión defensiva? Nunca más se supo… de aquella pata de jamón.

Que Kroos, sin ser mediocentro, se viera forzado a hacer de mediocentro condicionó la táctica del Real.
JAMES Y LUKA FORMABAN UNA LÍNEA MUY RECTA
 CON KROOS EN EL PRIMER 4-3-3.
Las semanas posteriores fueron muy difíciles, pero el entrenador no perdió ni un día. Desde el primero buscó soluciones. Además, nunca dudó sobre su alineación titular, sabía qué jugadores iban a darle el remedio, y eso le otorgó cierta ventaja. En lo referido al centro del campo, que será la zona más tratada en el texto que recién empieza, los elegidos serían Toni Kroos, Luka Modric y James Rodríguez. Y qué mal lo pasaron al principio. Seguramente con el ánimo de proteger a Toni Kroos, que ocupaba la posición de mediocentro sin haber sido mediocentro nunca jamás, Ancelotti pidió a sus dos interiores que guardasen la misma altura que el alemán, y acabaron formando una línea recta de tres. Recta. Los tres ocupaban la misma altura durante las jugadas. De esta guisa, como si se tratase de un futbolín, el Madrid pasó a dibujar una vara de cuatro bultos abajo, una de tres en el medio y otra de tres arriba; tres peldaños para los más de 100 metros de largo que tiene un campo de fútbol. Recuérdese: con balón. Sin él, un equipo puede poner a sus puntas hasta en su frontal si quiere. Con él, a su zaga no la va a poner en la frontal del otro. O sea, al atacar, el Madrid formaba tres líneas rectas separadísimas entre sí.

LA FALTA DE INTENSIDAD DEL REAL MADRID ES UN DEFECTO DE SU PLANTILLA.
Las distancias eran enormes y el gran defecto de la plantilla blanca, la bajísima intensidad de sus piezas, acrecentaba su gravedad. Ni Bale ni Ronaldo trabajaban tras perder el balón, no hacían nada por ralentizar la transición del contrario, y para James, Toni y Luka, que estaban muy lejos, resultaba imposible salir a la presión. Además, si lo intentaban, al sufrir una desventaja posicional y no ser Matuidis de la vida, los eliminaban con facilidad. En resumen, para el rival parecía fácil dar el primer pase, porque Rodríguez, Kroos y Modric no llegaban a encimarle, y, más abajo, con un solo toque de calidad borraba a los tres, pues ocupaban una sola altura. Ramos y Pepe, en vez de tender a subir, achicar las distancias entre el medio y la defensa y formar un bloque alto, tendieron a recular y a partir al equipo más todavía. Quizás fuera lo más prudente, igual lo otro era imposible, pero lo prudente no servía de casi nada. El Madrid no era capaz de mantener el control del partido durante los 90 minutos. Tácticamente, ni podía presionar ni sabía ajustar atrás. En cuanto el contrario hacía dos cosas bien, se veía su separación. Y ninguno de sus hombres hacía de pegamento. Carlo clamaba por un plus de intensidad, pero era en vano. Sus jugadores no son intensos, y punto. La motivación podía (puede) camuflar el defecto cinco días al año; no 365. Debía convivir con ello.

El primer ajuste de Ancelotti consistió en dar a James el rol de interior-extremo que activaba Di María.
Sigamos con su manejo del balón. Con el presentado 4-3-3 llano, al Real le costaba mucho encontrar líneas de pase hacia delante, la mayoría de los envíos eran en horizontal, y cuando daba el pase de avance, los receptores (la BBC) recibían de espaldas. No surgían líneas de pase diagonal de manera fluida, y así, la calidad de la posesión resultaba irregular. Es decir, la posesión no era un valor que facilitase el desempeño defensivo posterior, porque no daba tiempo a sus jugadores para ir subiendo, ganar metros y juntarse en la zona de la pelota, para poder paralizar las contras tras perder el balón. En parte, por esto Kroos, Modric y James se quedaban tan lejos. Buscando romper la quietud y regularizar la calidad de su posesión, Ancelotti planteó su primer ajuste, que consistió en darle a James el mismo rol que había tenido Di María durante el año de la Décima. O sea, haría de interior izquierdo en defensa estática, y se desplegaría como un extremo izquierdo cuando le llegara el turno de atacar. Al situar un hombre pegado a la banda, Kroos ganó esa línea de pase diagonal, que era lo que se buscaba, pero surgieron problemas distintos. 
Sin James en el medio, Modric tuvo que atarse incluso más y formar, en la práctica, un doble pivote con el novato Toni, y el Madrid terminó partiéndose en un 4-2-4 muy claro. La regularidad de su posesión había mejorado un poco, ya que James estaba arriba y no recibía de espaldas, pero no lo suficiente como para que Kroos y Modric ganasen metros y pudieran presionar. De hecho, la situación para ellos había empeorado. Estaban donde antes siendo uno menos. Cubrir todo el ancho del terreno les era aún más difícil. Seguro que el lector recordará la sangría provocada por la Real Sociedad en Anoeta atacando por las bandas. Una cosa había quedado clara: con tanto artista sobre el campo, o Ancelotti encontraba algún truco que le dotase de algún equilibrio especial o su equipo iba a sufrir mucho. Sin Xabi Alonso, el Madrid no tenía talento defensivo para corregir desbarajustes tácticos. Tenía que hallar un nuevo orden que ocultase su falta de calidad defensiva TOP.
Bien. Pues todo lo comentado hasta ahora se vio en la mitad de los minutos disputados por el Madrid hasta su visita a Riazor. La otra mitad fue muy diferente.

Incluso en los peores momentos, se notaba que Kroos y James habían cambiado el ADN del Madrid.
Expuestos los inconvenientes, toca esgrimir la parte buena. A excepción de en su debut en la Champions, el Madrid había enlazado ratos de fútbol fabuloso en todos sus encuentros. Tanto en la corta victoria ante el Córdoba como en sus pinchazos en el Derbi y en Anoeta, los de Ancelotti habían exhibido por momentos el impresionante juego que a todos había abrumado en la Supercopa celebrada en Cardiff. Si se analizaban los porqués de aquellas rachas y se conseguía racionalizarlos y dominarlos a voluntad, cabía la posibilidad de diseñar un sistema más equilibrado. A saber, las noticias más destacables habían sido las siguientes:

- El extra-pass de Kroos y James. Han transformado al campeón de Europa ipso facto. Se han unido a la plantilla ganadora y le han cambiado el código genético. Los dos grandes fichajes del verano blanco le han dado a su posesión más estabilidad y más control. Toni es una máquina programada durante nueve meses de entrenamiento con Guardiola para sumar pases cortos, sin fallo y con intención. Con permiso de Xavi, que todavía compite, en eso no hay otro como él. Por su parte, James representa un salto de calidad inmesurable sobre Di María en esta materia. El colombiano es fabuloso y Di María, incorrecto. La posesión apenas se fuerza, aquellos envíos ultra verticales hacia el área se han reducido al mínimo. Kroos y Rodríguez cogieron la catapulta y la guardaron en el trastero. El Real se concede preámbulos incluso cuando contraataca. Da un pase de más hasta en sus transiciones. No divide ni un balón que no tenga que dividir. Y cada toque tiene el máximo sentido que se le puede dar al orden táctico que haya a su alrededor. Toni y James son dos centrocampistas de cerebro y pies perfectos. Su influencia es total. Kroos y James han cambiado al Madrid.

- El efecto de La Décima. El club merengue vivió a la sombra de un equipo, un entrenador y un jugador durante cinco años. Incluso cuando sus niveles se emparejaron, el Madrid siguió siendo el chico y su rival, el grande. Es algo que pudo contrastarse mejor que nunca en la semifinal de la Champions Leaguedel curso pasado, cuando en su primer cuarto de hora, el Bayern Múnich, un conjunto inferior al blanco tanto en lo individual como en lo colectivo, fue quien pareció el gigante. Los 75 minutos posteriores, el 0-4 de Baviera y el 4-1 en la Final de Lisboa recuperaron para el club mucha de la jerarquía perdida. Y se nota. Sus jugadores van ciegos de confianza, intentan todo lo que se les ocurre, se lo pasan brutalmente bien jugando al fútbol, quieren ganar gustando, ser reconocidos como lo que ellos opinan que son. Dicho cambio de chip se percibe en el plantel al completo, pero incluso un poco más en aquéllos que más tiempo suman en el Bernabéu. Por ejemplo, en Pepe. Quien otrora desesperase a Xabi Alonso con sus vulgares pelotazos, hoy debe sentirse muy, muy agobiado para no intentar salir raseando el balón. Por descontado, sus limitaciones persisten, no es Aymeric Laporte, pero quiere formar parte del show. Sobre Sergio Ramos sobran palabras, pero recuerden este párrafo para cuando vuelva a ser citado. Es crucial.

El Madrid 1-Atlético 2 de Liga fue un punto de inflexión decisivo en la relación entre Ronaldo y Bale.
Bale y Ronaldo juntos. Desde que la ex-estrella del Tottenham Hotspur fichase por el Real Madrid, los teóricos barajaron que el truco de su convivencia con Cristiano sería alejarlos. Parecía lo lógico. Se hablaba de, quizá, los dos físicos más portentosos del fútbol actual, de dos atacantes que ocupaban una franja de terreno monstruosa, y para que sus larguísimas diagonales no chocasen, lo inteligente parecía que el uno iniciase sus movimientos lo más lejos posible del otro. Más o menos, así sucedió, por lo que cabe presumir que Ancelotti se suscribía a la opinión. Sin embargo, algo cambió tras el derbi madrileño de la tercera jornada de esta Liga. Carlo otorgó a Ronaldo máxima libertad de movimientos, el luso cayó con frecuencia hacia su banda derecha y allí se juntó con Bale. Y el resultado fue impresionante. En los siguientes partidos se siguió insistiendo y se confirmó el potencial. Juntarlos hizo recordar que, poderío aparte, se estaba ante dos delanteros de sobresaliente factura técnica, y Cristiano, que es quien manda, parecía haber decidido que esta vez quería jugar a eso; a tirar paredes y a moverse por cualquier parte. Pudiendo acercar a Ronaldo y Bale, las posibilidades tácticas adquirían una nueva dimensión.

- El recorrido de James Rodríguez. Llegó al Bernabéu provisto de dos virtudes muy poco vendidas, su importantísima resistencia física y su pasión defensiva cuando le tocaba echar un cable. Su genética le habilitaba para cubrir vastísimas dimensiones del campo y le gustaba colaborar en el ejercicio defensivo para robar cuanto antes el balón. Dicho esto, quien con lo visto en Oporto, Mónaco y Colombia pudiese vaticinar quién era de verdad este chico merece un premio excepcional. El equipo de esta web, desde luego, no consiguió vislumbrarlo. Y si el Real Madrid fue capaz de presumirlo, si esto no ha sido un golpe de suerte, se merece haberlo fichado. Sobre lo que ha supuesto el recorrido de Rodríguez para Carlo Ancelotti van a explicarse cosas fascinantes en los próximos párrafos. Cosas impactantes, increíbles. En pos de que no parezca una fábula, y sobre todo para que el lector capte por completo los conceptos y los vea reflejados en los siguientes partidos del Real, contaremos con una amplia sesión de capturas que acreditarán el análisis. James es la clave de bóveda del Madrid más fuerte. Con certeza, el chico cuya esencia marca el actual sistema táctico. Y se dijo tres párrafos atrás que también ha condicionado su estilo de juego.

 Toni Kroos y James Rodríguez han cambiado el Real Madrid.
Recapitulemos. Ancelotti partía con dos limitaciones a la hora de reconstruir un equipo campeón: casi todos sus jugadores carecen de la intensidad defensiva con la que sueña un técnico normal y tampoco disponía de un pivote puro que pudiese equilibrar los desatinos que eso produce. Para saltarse estas dos trabas, necesitaba diseñar un sistema táctico que permitiese a sus futbolistas estar más juntos. Así convalidaría la falta de actividad física por la acumulación de efectivos en la zona del balón. Y en pos de conseguirlo, atesoraba casi todo lo bueno que ya conocimos el año pasado, que es muchísimo, y los cuatro hallazgos que acabamos de exponer. ¿Qué hizo el entrenador italiano? Dar vida al Real Madrid de los Dos Puentes.

Los dos puentes de Ancelotti hacen que el Madrid haya pasado de dibujar tres alturas a plasmar cinco .
EL RIVAL DEBE SORTEAR 5 ALTURAS PARA HACER UNA CONTRA; ES MÁS DIFÍCILEl concepto primario es claro: el Real Madrid, que era un equipo de tres líneas, ha pasado a ser un equipo de cinco alturas. Ahora tiene las tres de antes y sus dos puentes. Cada uno de los puentes viene a ser un futbolista que ocupa el escalón intermedio entre las tres líneas originales. Es decir, el puente 1 conecta la zaga con el centro del campo y el puente 2 hace lo propio con el centro del campo y la delantera. Con dichos puentes, Ancelotti favorece el juego de los suyos tanto en defensa como en ataque. En defensa, cada puente implica un freno para el intento de contragolpe del contrario. Es un obstáculo, un pivote, una percha que debe ser sorteada y de ese modo ralentiza. Cuando un rival del Madrid quiere llegar desde su área a la otra, debe superar cinco desafíos; no tres. Eso requiere más pases y en menos espacio, lo que dificulta el éxito de la tarea y mejora mucho la defensa blanca. Siguiendo con el juego ofensivo, la aparición de líneas de pase diagonal se ha vuelto automática. Surgen por todas partes; en este sentido es un espectáculo. En cualquier lado del campo, el poseedor del balón forma parte de, al menos, un triángulo. De esta manera, la calidad de la posesión se ha disparado. Antes de entrar en detalles, se precisa desvelar la identidad de los protagonistas. El puente 1 es Sergio Ramos. El puente 2, James Rodríguez. Veamos sus construcciones.

El Puente 1 es Sergio Ramos. Sergio Ramos da un paso al frente y ocupa zona de mediocentro



A poco que su equipo asienta la posesión en campo contrario, labor en la que participa en primera persona, Sergio Ramos rompe la línea que forma con su pareja (Pepe, Varane, Nacho), gana una altura y pasa a ser algo muy parecido al mediocentro en funciones del Real Madrid. En el rotativo de imágenes que antecede a estas palabras se pueden ver multitud de ejemplos en partidos diferentes. Se recomienda su visionado para asimilar la radicalidad del asunto. Aunque no se hace siempre, porque no deja de ser un movimiento muy agresivo, la frecuencia del ajuste es enorme, hasta el punto de que incluso cuando no juega Sergio y son Nacho o Varane el central izquierdo, cualquiera de los dos, siendo menos apropiados para el hábito, intenta reproducirlo. ¿Qué ventajas propias desencadena este primer puente? Muchísimas.

Empecemos por lo ofensivo, que es lo más ligero. En primer lugar, la irrupción de una pieza inesperada en un terreno que, en teoría, no le corresponde, propicia movimiento en los suyos y confusión en el rival. Del mismo modo, al entrar en una altura usualmente distinta a la de sus compañeros -aunque a veces coincida con Kroos-, favorece la triangulación en el sector izquierdo, con Marcelo, James o Isco y Ronaldo. Y para rematar, y quizá esto sea lo más relevante, permite a Toni Kroos actitud de interior. El alemán comparte con Ramos las tareas propias del mediocentro, de hecho es lo más parecido a uno que hay en el sistema blanco, pero a nadie se le escapa su naturaleza original, que es de interior izquierdo. Cuando Ramos solidifica su zona desde su puesto de pivote zurdo sui generis, Kroos, de lectura maravillosa, gana una altura si quiere y forma pareja de interiores con Modric. Instala la posesión del Madrid casi en la frontal del rival, con una calidad y un orden soberbios, saca a relucir su don para asistir, le surgen opciones de chut y, ojo, se prepara para presionar. La influencia del puente puede convertir a Kroos y Modric, que antes del mismo eran un doble pivote abandonado, en dos interiores protegidos que presionan a un rival desbordado cerca de la BBC. Sin esfuerzo físico extra; pueden presionar, lo hacen desde arriba y ante un contrario que, girado por la calidad de la posesión blanca, no está en la mejor disposición para salir de atrás. Presionan en ventaja a un rival que está de espaldas. Así, a menudo, simplemente reciben la bola de vuelta vía pelotazo. Esto de Kroos-interior es solo una variante. El Madrid rara vez resuelve dos jugadas parecidas de la misma manera. Su versatilidad es amplia y, como su paleta de centrocampistas sobresale por su compresión del juego, hace lo que conviene a cada tesitura concreta. Los jugadores blancos no ejecutan. Ellos interpretan. Toni Kroos y James Rodríguez han cambiado al Real Madrid.

Otro aspecto que cabe destacar, porque es importantísimo, radica en que, edificando este puente, Ancelotti ha solucionado la excesiva reculada de su defensa. Al ocupar Ramos plaza de pivote izquierdo, el central derecho del Madrid también achica hacia arriba y está presto para frenar las carreras que los contrarios puedan iniciar en su perfil. Este central derecho, a propósito, también puede ser alguna vez quien cree el puente, aunque es mucho menos frecuente. En la galería de capturas se incluyó una ante el Liverpool en la que es Pepe quien gana altura de mediocentro. Se debió a que Balotelli estaba empujando a Varane hacia atrás. Como dijimos, el Madrid tiene sus pautas, pero no las fuerza. Intenta adaptarse a las circunstancias.

El Puente 2 lo conforman James y, a menudo, Gareth Bale. Conecta a la medular con la delantera.




Llegamos al puente número 2, James Rodríguez. ¿O deberíamos decir “James Rodríguez-Gareth Bale”? Vamos por partes. Quien empezase como interior en línea recta con Kroos y Modric y siguiera como extremo izquierdo en plan Di María, ha ganado una altura, como Sergio Ramos, y se posiciona y trabaja como un mediapunta ligeramente escorado a la izquierda. Conecta la primera línea de medios (Toni y Luka, si bien Luka acostumbra a estar varios pasos más adelantado que Toni) con la de delanteros, que suele estar copada por Cristiano y Benzema aunque el intercambio de puestos con Bale no cese. Bale, en principio, ejerce casi de mediapunta derecho. Es quien con mayor frecuencia completa el segundo puente blanco, una posición que le acerca al comportamiento que tuvo en su último año en Inglaterra, cuando, jugando de enganche puro, dominó una Premier en la que estaban Wayne Rooney, el Kun Agüero o Luis Suárez. Tanto James como Bale se salen en este juego, está hecho para ellos. El dinamismo es constante, nadie está en ningún sitio fijo, todos salen y entran sin parar de generar triángulos, y de ahí el altísimo número de paredes al primer toque que se viene observando en los últimos partidos del Madrid. Además, la capacidad organizativa de Bale y James sale a relucir. Crean juego. Si las lesiones no se lo impiden, Gareth va a jugar tan, tan bien que dejará de ser visto como un toro y se valorará que su finura no desmerece a la de los Modric, Isco y compañía. Con respecto a James, poco que apuntar. Es un mediapunta clásico y ser el puente número 2 le permite actuar como tal a pesar de que el dibujo oficial de partida siga siendo el 4-3-3 en ataque y el 4-4-2 en defensa. Movimiento.

Sí, movimiento. Se recalca el constante intercambio de posiciones tanto cuando la BBC y James tienen el balón como cuando lo mueven los de atrás. En esta magnífica jugada puede verse a Ronaldo completando la doble mediapunta con James y formando el triángulo con Modric. Aunque Bale sea el mediapunta inicial, tanto el luso como Benzema trucan su posición con él en casi todas las jugadas, evitando así el típico cuadrado tendente a la parálisis de entrenadores como Luxemburgo o Pellegrini. Como Cristiano se mueve, todos tienen que hacerlo.

El Puente 2 frena lo suficiente la transición rival como para que Kroos y Modric puedan presionar arriba.
Y para terminar el análisis del segundo puente, su eficacia defensiva. Tácticamente, sin duda es un éxito. Su juego embotella y gira a sus contrarios, les obliga a iniciar las jugadas de espaldas cuando recuperan y, a su vez, permite a los centrocampistas del Madrid ganar altura con tranquilidad para poder presionar tras la pérdida, ya que con James condicionando el puente con sus inteligentes decisiones, la pérdida es de gran calidad. O sea, el ajuste de Ancelotti cumple su función: juntar jugadores propios en la zona de la pelota para convalidar acumulación por intensidad. Y a distintas alturas, para que un solo pase no pueda eliminar a todos. Dicho esto, la intensidad es tan ínfima en Gareth y Cristiano que hasta oponentes de nivel técnico medio logran superar su notable posicionamiento. Por ahorrarse alguno de los dos una carrerita de cinco metritos, en multitud de ocasiones el equipo se ve forzado a replegar hacia su propio campo. Gracias a sus dos puentes, gracias a las cinco alturas ya explicadas, logra replegar con control, porque el rival se va frenando, pero ya hay un esfuerzo colectivo de 70 metros hacia atrás cuando Ronaldo o Bale podían haberlo evitado sin sudar una gota. Pero bueno, la actitud también es una calidad y estos jugadores no la tienen. Por eso Ancelotti se ha estrujado tanto la cabeza y por eso solo puede aspirar a la sostenibilidad defensiva; no a la perfección. En estos momentos, su equipo parece estable. Ha dejado de ser un coladero y disfraza a defensores muy corrientes, como Kroos o Isco, de ladrones consumados. El avance está ahí.

Debe apuntarse además que, a pesar de que la baja de Alonso ha menguado la calidad posicional de los repliegues blancos, estos repliegues en 4-4-2 siguen siendo muy buenos. James, por su paciencia, implica una mejora sobre Di María, y a aquellos jugadores que trabajaron con Mourinho (Arbeloa, Pepe, Ramos, Varane, Marcelo, Coentrao, Modric…) se les sigue atisbando una lectura defensiva de élite tanto a la hora de priorizar el espacio sobre el balón como orientando sus cuerpos para llevar a sus rivales hacia donde les interesa. El Madrid se instala en campo propio a defender bastantes veces porque su falta de intensidad le permite a sus contrarios salir con cierta frecuencia, pero, aposentado sobre su área, continúa siendo difícil de desbordar. Es el regalo que Mourinho le dejó en herencia a Ancelotti. Y el italiano sabe de su gran valor. Dicho esto, se insiste: dentro de su competitividad, el nivel que lucía con Xabi no lo luce ahora. Entre Kroos y Modric sí se cuelan pases y conducciones que por Alonso nunca se filtraban. Ante un Cesc, un Götze u, obviamente, un Messi-Neymar, la fiabilidad no será tan perfectamente pétrea como durante la 2013/14.
Y abróchense los cinturones. Llega James Rodríguez. Uno de los centrocampistas con más facilidad para la cobertura del fútbol europeo. Ver para creer.

James Rodríguez le hace las coberturas a seis de sus nueve compañeros. Activa siete de los diez roles.


En lo que va de texto hemos intentado dejar clara la importancia del intercambio de posiciones en este Real Madrid. Sobre todo se ha hecho hincapié en el juego de la BBC, pero es algo aplicable a todo el colectivo. Casi cualquier futbolista blanco puede aparecer en cualquiera de las cinco alturas que dibuja el equipo. Por ejemplo, tanto Marcelo, como Modric como Kroos frecuentan con asiduidad el puente de la mediapunta. Todo ese dinamismo fomenta la fluidez del juego, pues no para crear triángulos, y la confusión del rival, pues ningún defensor puede pillarle el truco a ningún atacante. No es lo mismo que en su zona caiga Baleque que caiga Marcelo; representan desafíos diferentes. Bien, pues lo que usa Carlo Ancelotti para que sus futbolistas se atrevan a entrar en esa sinergia, para que se atrevan a abandonar sus posiciones de partida y ser agresivos, es el recorrido y la calidad táctica de James Rodríguez. En la galería que encabeza este párrafo hay una serie de capturas que ejemplifican de manera gráfica lo que se intenta explicar. El hombre remarcado con el cuadro grande es James y el hombre remarcado por el cuadro pequeño es aquél al que le está haciendo la cobertura o al que está compensando en ataque. El “10″ del Real Madrid no se conforma con ayudar a sus cercanos, como hacen los generosos. James va mucho más allá, James está pendiente de seis de sus nueve compañeros de campo; James Rodríguez, con su impresionante territorio de influencia, que comprende absolutamente todo el terreno de juego, se encarga de las coberturas a Marcelo, Kroos y Modric y de compensar las iniciativas de Bale, Ronaldo y Benzema. Es de una utilidad bárbara, a la par que inaudita, que el interior izquierdo de un equipo haga, por destacar algo, de interior derecho cuando Luka abandona su puesto. La tranquilidad que este don de James ha proporcionado a Carlo Ancelotti y sus pupilos ha sido clave, pero clave crucial, en el despegue de esta idea de juego. Se pide por favor que se revise la galería y se ponga en valor la cuestión. Lo mismo acaba una jugada en posición de delantero derecho que se queda cerrando como mediocentro puro y la acaba en el pico derecho de su área. Siendo interior izquierdo de partida. James Rodríguez se ha destapado como un centrocampista que asusta por la influencia de los metros que ocupa. Y esto era implanteable en un genio tan joven que no deja de ser un mediapunta latinoamericano y que, para más inri, también le está aportando eso al Real Madrid. James, cuando juega como interior izquierdo, es un chollo casi único para el amante de este deporte en estos momentos; una máquina de generar argumentos futbolísticos. Y cada novedad que se expone debe ser mezclada con la esencia que impregna todo el Sistema de los dos Puentes: la sabiduría de Kroos, James, Modric, Isco e Illarramendi; esa sabiduría que han resaltado los dos fichajes de su verano de 2014. Todo lo que genera el nuevo modelo blanco se ve aprovechado por una toma de decisiones con el balón que roza lo perfecto. Kroos y James han cambiado al Real Madrid.

Cuando Isco es el interior izquierdo, el Real cambia tácticamente, lo cual desencadena pros y contras.
Esgrimirá el lector, ¿y por qué el Madrid ha jugado su mejor partido del año con Isco de interior izquierdo en lugar de James? Para empezar, porque el fútbol es de los futbolistas e Isco es un reserva surrealista cuya suplencia, en este momento, solo se entiende en este Real Madrid de Rodríguez, Kroos, Modric y la BBC. El súper genio malagueño madura a una velocidad de vértigo y atraviesa un estado de forma ideal, y así, se puede cargar hasta al más pintado. Por otro lado, como es lógico, el equipo se adapta a él cuando es quien ocupa el interior. No se comporta del mismo modo que cuando juega el colombiano. La gran diferencia táctica que les separa es que Isco es un futbolista de un solo carril. Su recorrido vertical sí destaca, y de ahí que supere con soltura los 10,5 km/partido, pero nunca se le ve en el carril derecho y no tanto como a James en el carril central. Isco es carril izquierdo; en vez de activar siete roles como Rodríguez, activa solo cuatro: lateral zurdo, pivote zurdo, interior zurdo y extremo zurdo. La versatilidad táctica colectiva, por tanto, decrece, aunque siga siendo alta. Además, que él garantice la fijación en su perfil repercute muy positivamente en sus hombres más cercanos, Marcelo -como se ve en la captura de la derecha- y Toni Kroos. El alemán intercambia mucho su puesto con él y eso le lleva a la zona desde la que explotó a las órdenes de Guardiola; y lo de Marcelo se convierte en un espectáculo, porque igual empieza una jugada como interior izquierdo que la termina como punta derecho. Al unísono, al ser Isco más conservador que James y quedarse más cerca de Toni, indirectamente libera más a Modric, que se muestra más ofensivo que cuando comparte once con el “10″. En realidad el sistema de por sí no se debilita por cambiar a James por Isco, pues lo que se pierde de riqueza táctica se gana de dominio del espacio reducido y continuidad en la posesión -el español es el número 1 del Madrid en el toco-me muevo-recibo-toco-; si el Real parece un nivel más fuerte con James que con Isco es porque Rodríguez, hoy por hoy, es el mejor de los dos. Ofrece un punto más de resolución, uno más de intensidad, dos más de capacidad para lanzar contraataques y, sobre todo, y esto es lo que marca la diferencia, un número muy inferior de errores gratuitos. James, como Kroos y Modric, es pura sobriedad a la hora de asumir riesgos. Podrá fallar a lo largo del año, pero fallar no está dentro de su rutina. Isco sí deja dos o tres pérdidas graves por encuentro que implican contras fulminantes contra la portería de Casillas.
Y aprovechando que nos hemos desplazado hacia el lado siniestro, se especifica una posible debilidad blanca: su lateral izquierdo no defiende como un lateral izquierdo. Es cierto que colabora en el robo y que su presión en zona de interiores -que es por donde él andurréa- favorece alguna recuperación rápida, pero ahí hay un conato de descontrol defensivo que hay que mencionar porque puede desnortar al Madrid. Coentrao, especialista defensivo de alta gama, podría corregir un posible desconcierto, pero esto es como todo… ¿cuánta calidad perdería la posesión de pelota del Real? Y si fuera mucha, ¿cuántas presiones positivas dejaría de hacer el Madrid arriba? Son preguntas muy difíciles que no nos atrevemos a contestar. Y sus respuestas serán claves para el devenir de los títulos. Si el free-style de Marcelo le cuesta a los suyos dos o tres jugadas de sufrimiento seguidas en un partido gordo, igual desencadena algún momento de duda que termine arrastrando el sistema.

Para ganarle al Madrid: instalarse en su mitad, atacar a sus laterales y filtrarse entre Modric y Kroos.
Y con esto llegamos al final, no sin especificar que la despreocupación de Ancelotti para cambiar el modo de juego según su rival se mantiene intacta. El partido de El Madrigal así lo atestiguó. El Villarreal planteó un ataque total con sus dos laterales arriba y el Madrid respondió con un sistema diferente al que acabamos de explicar. Pero fue la única vez en los siete partidos más recientes. En los otros seis, el modelo sí fue el recién presentado. Y no nos cabe duda de que el lector lo encontrará muy fácilmente reflejado cada vez que los blancos lo apliquen. El Sistema de los Dos Puentes es el juguetito de la plantilla del Real. Sus jugadores están locos con él. Gozan como niños. No cuesta nada verles comunicándose durante los partidos para ir cuadrándolo entre risas, porque al fin y al cabo, su aplicación no es perfecta todavía. Por eso se observan situaciones en las que Kroos pide a Isco que gane una altura cuando lo nota muy abajo, o en las que Cristiano ordena a Bale que se vaya para arriba porque él quiere hacer de mediapunta, o en las que James le da una palmadita en el trasero a Luka después de hacerle una cobertura. El Madrid actual disfruta tanto lanzando un contraataque como haciendo una pared; goza tanto marcando un gol como cubriendo a un colega. Los jugadores se sienten integrados y se lo pasan de maravilla porque saben que incluso cuando la cámara no les enfoca están haciendo algo importante. Y todo, enfatizamos por última vez, bañado en el poso que le han dado Toni y Rodríguez a las decisiones con balón. Kroos y James han cambiado al Madrid. ¿Defectos? Los hay; no es un equipo perfecto y sus mejores oponentes tendrán cómo castigarle. Como se ha dicho, aunque los dos puentes le proveen de una estructura defensiva competitiva, la falta de intensidad de sus piezas le lleva a conceder bastantes acercamientos, y, al fin y al cabo, en su esqueleto defensivo están Carvajal, Marcelo y Kroos, que no son precisamente Puyol, Maldini y Matthäus. Pero ha encontrado su sistema y le luce. Y si por circunstancias recibe algún golpe severo que le haga dudar y menguar, el lector siempre podrá deleitarse con los seis partidos que han fundamentado este artículo. Merecen mucho la pena.


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