CONCEPTO TÁCTICO/opinión.
Posesión del balón vs Posesión del espacio.
por FRANCISCO RUIZ BELTRAN 26 noviembre, 2014 •
perarnaumagazine.com
Cuando atendemos a la construcción de un modelo de juego
para nuestro equipo, los entrenadores tratamos de encontrar una organización
colectiva para cada momento en el que te encuentres durante un partido (momento
ofensivo, defensivo o en momentos de transiciones). Algo similar sucede al
estructurar los entrenamientos, buscando, eso sí, ejercicios en los que se
practiquen todos los momentos del juego en una misma tarea.
Aunque los entrenadores acostumbran ahora a decir que todos
los momentos del juego están relacionados, algunos parecen no entender el
objetivo del juego: marcar más goles que el rival. La prensa deportiva, los
‘moralistas’ del juego y algunos entrenadores con mensajes interesados o
jugadores de golf que hablan desde el sillón han generado el debate del “juego”
en torno a su belleza, a su plasticidad, al tiempo que cada equipo tiene el
balón o según lo divertido que es observar a unos y a otros.
El fútbol ha sido invadido por debates sobre los principios,
los valores, la humildad o las actuaciones de cara a la galería y se ha dejado
de lado, cómo si no fuera lo único importante, la eficiencia. En el caso del
entrenador, esta eficiencia se ve reflejada con trabajo de calidad y
resultados, no según diga una cosa en rueda de prensa o celebre el gol en
silencio y no dando gritos de alegría. Es más, ya decía Maquiavelo que“la
Diosa Fortuna sonreirá en preferencia a aquellos que obren con resolución y
energía para cumplir sus planes en lugar de a aquellos que se enorgullecen de
su prudencia (…) la fortuna siente debilidad por los audaces”.
Entre las características del entrenador audaz estará “contemplar
lo que se dibuja en la distancia (…) observar de antemano los lugares que
sobrevolará y prepararse para los acontecimientos que allí le aguardan”. El
líder eficaz “cuando el sol brilla, piensa en los días de tormenta y se
prepara para su llegada sin caer en la indolencia”. Por tanto, no puede ser “un
simple pajarillo que sólo tiene ojos para lo que sucede ante él”. La
metáfora del águila y el pajarillo es muy común en el fútbol en cuanto a que
algunos no pueden ver más allá de la posición del balón sin tener en cuenta que
si no dominas el espacio no dominarás el objetivo del juego: marcar más goles
que el rival.
Por eso, es tan importante dominar la defensa cuando atacas y el
ataque cuando defiendes y más en un fútbol con muchos argumentos tácticos que
reducen la posibilidad del gol casi siempre al error del adversario o al
momento de transición donde el rival está más desorganizado. Y para estar en
disposición de esas oportunidades, no se necesita tanto el balón como una
organización óptima para aprovechar el segundo en el que lo tienes; es en ese
momento en el que has de tener una disposición colectiva que pueda aprovechar
sus recursos y llegar al gol.
Por eso, en tiempos en los que todos hablan de que “no
hay ataque sin defensa y viceversa” hay entrenadores que, muchas veces
embobados por el juego del Barcelona –uno de los equipos que más tiene el balón
pero también que mejor domina el espacio– parecen no entender el significado de
la frase que tanto usan y su utilización de la posesión es más bien un recurso
para que el rival tenga más facilidades en el momento de la recuperación. El
movimiento del balón nunca es intrascendente…¡puede ser trascendental para que
pierdas tú el partido! Si el equipo, en organización ofensiva, lleva el balón
de un lado a otro, sin conseguir desordenar al rival por la horizontalidad de
los pases y, además, fruto de la frustración que conlleva no progresar teniendo
tanto el balón se buscan soluciones más “improvisadas” con movimientos,
desmarques o conducciones individuales a las que el equipo no tiene respuestas
para corregir, cuando el adversario recupere el esférico tendrá tiempo y
espacio para correr en ventaja y finalizar rápido aprovechando el desorden del
que siempre tenía el balón.
Llegados a este punto, algunos no habrán entendido el
artículo y pensarán que veo el balón como el fuego o un enemigo peligroso. Y no
es así. El balón no es el fin, pero sí es muchas veces una herramienta para
dominar el espacio cuando lo sabes utilizar y lo aprovechas para obligar al
rival a recular, a perseguir sombras, a llevarlos a posiciones antinaturales
para los defensores, cuando acumulas jugadores en torno a esa posesión,
facilitando la recuperación inmediata tras perderla. También si colectivamente
generas ventajas para que tu jugador más desequilibrante consiga situaciones de
uno contra uno y no de uno contra cuatro, por ejemplo. Pero como tal, el balón
no es un fin. Y su posesión, al igual que su no posesión, no te garantizan
absolutamente ningún tipo de eficacia en el fútbol.
La eficacia viene de la organización colectiva con y sin
balón de modo que tu equipo domine unos comportamientos trabajados durante los
entrenamientos tanto en el momento en el que no tienen el balón como en el
momento en que lo recuperan y lo juegan. Esa organización será diferente en
cada equipo, igual que cada equipo le dará un uso distinto al balón y marcará
la línea de presión en una zona u otra. Esas elecciones le corresponderán al
entrenador según los jugadores que tenga –¿os imagináis a Samuel y Lucio
corriendo hacia atrás cincuenta metros tras fracasar el Inter en una presión
alta contra el Barcelona? ¿Se imaginan al Barcelona dando el balón al rival
para recuperarlo posicionalmente en el centro del campo con jugadores como
Thiago, Xavi e Iniesta?–.
La posesión del balón puede ser un veneno letal si no
dominas los espacios: si la alta posesión contra defensas cerradas te obliga a
adelantar las líneas sin progresar y a hacer que no estés preparado para
reaccionar en el momento en el que la pierdes con tu guarida desprotegida;
igual que será veneno para el adversario que no sepa cerrar sus espacios cuando
no tiene balón; e igual que tendrá el antídoto aquel que en el momento ofensivo
tenga unas herramientas y unos comportamientos adquiridos para generar espacios
y hacer daño al rival y que esté preparado, también gracias a su organización
colectiva, para hacer una presión intensiva, cerrar los espacios del rival y
recuperar rápido con el otro equipo saliendo, y por tanto, desorganizado.
No hay un fútbol, hay muchos. Todos persiguen lo mismo:
ganar. Todos mediante un objetivo: el dominio de los espacios –con o sin balón.
La eficacia está en el resultado; los debates en la prensa.
* Francisco Ruiz Beltrán es
entrenador. Autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol”
(Wanceulen Editorial). En Twitter: @Futbeltran
*El término “posesión de los espacios” se lo leí por primera
vez al filósofo Santiago Navajas, autor del libro “De Nietzsche a Mourinho”.
**Las citas textuales son de “El Principe” de Nicolás Maquiavelo
**Las citas textuales son de “El Principe” de Nicolás Maquiavelo
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