SOBRE ESTILOS Y CONTROVERSIAS
Por Oscar cano
Foto: UEFA
“Vamos a intentar no atentar contra lo que ellos son, a
ver si conseguimos una forma de jugar que sea su forma de jugar” (Juanma Lillo)
Hagamos un ejercicio de imaginación. Coloquen su atención en
la eliminatoria entre Real Madrid y Bayern de Múnich, y realicen dos o tres
modificaciones en el encuentro de vuelta disputado en el Allianz Arena.
Vistan de rojo a Modric, recuperen físicamente a Thiago y
retiren del terreno de juego a Mandzukic dando paso a Mario
Götze. Olvídense del resultado, pues esa variable es, como todas, de
carácter incierto.
Vayámonos a las pretensiones conductuales, centrémonos en el
juego, en las tendencias que nacen de las emergencias surgidas al relacionar a
determinados jugadores.
Guardiola dice tras caer goleado que “hemos
perdido porque hemos vaciado el centro del campo”, y efectivamente la
alineación estaba hueca, no contenía ninguna posibilidad de ser mejores a través
del juego que siente el entrenador catalán.
Es muy respetable tratar de conseguir la implementación de
una idea, se trata de un ejercicio maravilloso, un proceso estimulante, pero es
un arte irrealizable si no parte de un principio fundamental: la elección del estilo nunca
puede estar distanciada de las capacidades de interacción de
los futbolistas que deben llevarlo a cabo.
Ver a Dante y Boateng separados, con Schweinsteiger, Javi
Martínez o Kroos como primeros compañeros a encontrar, es tan antinatural como
querer introducir en la organización actual del Chelsea a Xavi
Hernández o ver a Bartra en lugar de Godín en el bloque del “Cholo” Simeone.
Cuando estos jugadores se escalonan, toman las distancias
para poder pasarse la pelota desajustando la organización rival, acaban por
desarticularse ellos.
De ahí que Robben o Ribery aparezcan por espacios
inhabituales y la jugada se acelere, o que todo se convierta en un balanceo del
balón que rara vez encuentra una grieta acorde, pero que a cambio te va agrietando.
Es una posesión que no derrama superioridades posicionales,
son entregas que no someten, puesto que son jugadores que no sienten el pase
desde esa perspectiva.
Encima, motrizmente ninguno está preparado para conducir con
la intención de eliminar opositores, nadie se gira y así es complicado girar a
los que vas rebasando. Si ganan espacio detrás de una línea, vuelven a
regalarlo porque no dominan con destreza el arma ser perseguidos para liberar a
sus colegas.
Por eso les indicaba que se imaginaran a Thiago o Götze, o
pintaran de rojo la elástica de Modric.
Se me ocurre, aun con el riesgo inevitable de equivocarme,
que los centrales tendrían la sensación de que sus prestaciones con la pelota
ganan en eficiencia; los exteriores recibirían en los momentos oportunos y con
sus pares acudiendo tarde a su encuentro, además de que encontrarían
cooperantes de mayor afinidad en el caso de no poder salir vencedores del uno
contra uno y el dos contra uno permanente; mientras que a los rivales les sería
mucho más espinoso el poder contraatacar.
Con los alineados en la vuelta de semifinales se puede
ganar, pero es complicadísimo realizarlo desde un fútbol que conceptualmente se
aproxime al empleado en el F. C. Barcelona años atrás.
Por eso, dejemos de razonar los resultados desde los estilos
y miremos más allá de esa nuestra barrera impuesta. Es
imposible imaginarse los “cómos” sin valorar los “quiénes”. No se trata de
inclinarse ciegamente hacia una propuesta, sino más bien observar
lo que pueden aportar coordinadamente los que saltan a jugar.
El Chelsea F.C. y el Atlético de
Madrid no están optando a los diferentes títulos porque jueguen así,
sino por quienes juegan así, al igual que el Rayo Vallecano no
ha acabado bien la competición liguera por la obstinación de su entrenador,
sino que su rendimiento se debe a juntar permanentemente a los complementarios.
Es tarea estresante luchar contra uno mismo, Pep lo sabe y a
buen seguro los elementos que precisa los exigirá. Ya ha llegado uno procedente
del Dortmund.
Volverá a ganar, y será más feliz puesto
que lo conseguirá a través de jugadores más próximos a su sensibilidad.
Aún es pronto. El proceso de mutación de los de Múnich
todavía está dando sus primeros pasos.
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