viernes, 24 de abril de 2015

LA RELATIVIDAD EMOCIONAL DEL RESULTADO por Pedro Gómez.



"El éxito no se analiza". (CésarLuisMenotti).

Por Pedro Gómez (P.Fisico Albacete Bpie) – @pf_gomez


Este 2015 se cumplen 100 años desde que Albert Einstein con su Teoría de la Relatividad General nos demostró que el concepto de espacio-tiempo, huyendo de absolutismos estáticos, se presenta a diario como algo elástico, deformable y dinámico…
De complejidad innegable, a kilómetros de mis límites de comprensión, rescato dicho concepto en esta reflexión nocturna para, en primer lugar, homenajear por su merecido centenario, y seguidamente,  aprovechar su poder de captación, y asemejarlo en esta introducción a los vaivenes emocionales experimentados frecuentemente por todos los que de este negocio pretendemos subsistir.

La variabilidad  y elasticidad emocional compartida semana tras semana con nuestra almohada, oscila por el ajetreo que el resultado provoca en nuestro entorno más cercano, situándonos en la cresta de la ola cuando los tres puntos están en nuestro bolsillo y aplastándonos contra el fondo marino cuando son las piedras de la derrota las que llenan nuestros pantalones.

Pero claro, ¿quién podría sorprenderse?… en un mundo donde el ganar es lo único y los cuerpos técnicos son mejores en la medida que sus equipos suman de 3 en 3, ¡no podía ser de otra forma!, sobre todo si nadie nos garantiza tener un puesto en el banquillo para la próxima temporada y el revoloteo de alrededor mantiene sus pistolas cargadas esperando el mínimo atisbo de indefensión.

Convivir con esta incertidumbre y mediocridad a la que el resultadismo nos empuja enciende el engranaje de nuestra montaña rusa emocional, privándonos en muchos casos de la serenidad y objetividad necesarias para valorar lo ocurrido durante el último partido, despojando de credibilidad a nuestro método de trabajo y lo que es peor, afectando a todos aquellos que  a diario tienen la suerte (o desgracia), de cohabitar con nuestras emociones.

Intuyo que con el ánimo de mostrarse fríos e inquebrantables, algunos se proclamaran expertos en la desconexión total del entorno y capacitados para no leer prensa ni visualizar los noticiarios de los Lunes…¡yo no me lo creo!, en época de similar bombardeo conceptual contaminado, a todos, queramos o no, por un lado u otro, nos terminará llegando algo de difícil digestión que nos haga pasar un mal rato.
De este modo, todos (unos más frecuentemente que otros) terminaremos visitando nuestro botiquín de emergencia en busca del antiácido que regule nuestras emociones estomacales, y en cuyo aliado prospecto se nos aconsejará, con el ánimo de evitar sobredosis medicamentosas, tratar de saber el por qué de cuando ganamos, y el por qué de cuando perdemos, de manera objetiva y siempre desde una lente futbolística libre de ideas que condicionen nuestro punto de vista.

Por tanto, y puede que solo de este modo, seremos capaces de devolver la estabilidad que nuestras emociones (y familiares) venían reclamando, pues sólo así podremos restar importancia a las frecuentemente malintencionadas opiniones del entorno, manejando las causas reales de nuestro fracaso o éxito, y pudiendo poner remedio o refuerzo a las mismas.




Será en consecuencia la falta de graduación de esta lente futbolística la que nos haga vislumbrar argumentos infundados durante momentos de derrota (chispa, pico de forma, falta de entrenamiento…) y vanidades metodológicas en los instantes de victoria (intensidad, método, sistema insuperable..) y es que como decía Mark Twain: “el peligro no es lo que ignoramos, el peligro es lo que tenemos por cierto y no lo es”.

Aprende a convivir con la injusticia que a veces un juego de tal incertidumbre conlleva de manera inherente, convéncete de que tarde o temprano terminarás perdiendo si eres muy bueno o ganando si eres muy malo, acepta el resultado como una parte más del proceso y aunque sea inevitable otorgarle una importancia capital, que ni el ganar te acomode ni el perder te desquebraje…y si después de todo eres incapaz de estabilizar tus emociones por esta vía, empieza a pensar seriamente en dedicarte a otra cosa, por tu salud, la de tu equipo, y la de los que te rodean.

En tanto en cuanto, y como supongo que esta drástica solución tampoco te servirá, al menos convéncete de que tus alegrías, en todos los casos, serán directamente proporcionales a la cantidad de buenos jugadores con los que cuentes, ya que estos, si son buenos de verdad, les guste o no a los defensores a ultranza del método de trabajo, pueden hacer famoso a  cualquier cuerpo técnico…
..Tal vez así, nuestras dichosas emociones, lograrán escapar, de una vez por todas, de los postulados del bueno de Einstein.

¡Que las redes emocionales del efímero resultado no te atrapen!
 Un fuerte abrazo amigo


No hay comentarios:

Publicar un comentario