lunes, 27 de enero de 2014

BARCELONA. DE VISITA POR LA MASÍA


Barça  De visita por la Masía

Con el mundo rendido a sus pies tras una temporada perfecta, el fc Barcelona puede presumir algo que hace rabiar aún más a sus rivales: 11 de los 24 jugadores del equipo que ganó la liga española, la Copa del Rey y la Champions League, fueron formados en su cantera. Esquire entró hasta la cocina del lugar donde desde hace 30 años se gesta el modelo Barҫa de formación: La Masía, una antigua casa habitada por 46 chicos que sueñan con ser el próximo ídolo azulgrana.

 Un par de turistas japoneses se cuelan al edificio, vecino del estadio del Fútbol Club Barcelona, el Camp nou. Al entrar, se topan con un grupo de unos 15 señores mayores de 70 años que discuten acaloradamente. Alguna relación tendrán con el Barça, pues el del centro, que parece ser el mayor, lleva unos tirantes blaugrana. Los ancianos ven a los japoneses, los escrutan y, en catalán, les dicen que ahí es La Masía y que no pueden pasar. “¡Stop!”, grita el de los tirantes.

Los japoneses se quedan inmóviles. ¿Qué es esta casita de piedra situada a espaldas de la portería norte del Camp Nou?  ¿Quiénes son estos señores y por qué hay un ir y venir de niños y jovencitos musculosos? Éstas preguntas deben pasar por su cabeza mientras se baten en retirada.

La Masía es el lugar donde viven 46 adolescentes, de entre 11 y 17 años, que juegan en alguno de los 12 equipos de las fuerzas básicas del Barça (en España le dicen fútbol base). Son fichajes extranjeros, españoles o catalanes, cuyas familias no están en la ciudad.

En total, la cantera futbolística del Barça tiene 231 niños y jóvenes de entre 8 y 25 años.

 

Además, La Masía es el epicentro donde desde hace 30 años se gesta el modelo Barça de formación, que se procura inculcar a todos los futbolistas del club. Varios jugadores que este año hicieron historia con el primer equipo vivieron entre estas paredes.

El entrenador Pep Guardiola  y 11 de los 24 jugadores que lograron los títulos salieron del fútbol base del equipo: Valdés, Xavi, Jorquera, Puyol, Piqué, Busquets, Iniesta, Víctor Sánchez, Messi, Bojan  y Pedro.

Esta temporada, por primera vez desde que en 1996 la UEFA  aprobó la ley Bosman —que permite a los clubes de la Unión Europea contratar a un número ilimitado de jugadores de cualquier nacionalidad del bloque—, los futbolistas formados en el Barça jugaron más minutos que los fichajes provenientes de otros clubes.

Por si fuera poco, Guardiola recurrió a chicos de las fuerzas básicas actuales cuando las lesiones o los viajes de los titulares con sus selecciones hacían peligrar la alineación. Así, Busquets, Jeffren, Abraham, Oier, Xavi Torres, Botía, Thiago y Muniesa debutaron con el primer equipo. Pep había trabajado con varios de ellos

Casi un centenar de adultos trabajan con las fuerzas básicas del club catalán y les inculcan la filosofía Barça: estilo ofensivo en el juego y comportamiento impecable en el campo y en la vida.

El señor de los tirantes que detuvo en seco a los turistas es Antoni Ramallets, “El gato de Maracaná”, ex portero del Barça y uno de los jugadores del equipo que ganó cinco copas entre 1951 y 1953. Es el ídolo de todos y hasta los chiquillos que pasan a su lado lo saludan con admiración y respeto.

DISCIPLINA BARÇA

Estamos a principios de junio y en La Masía ya no se percibe la embriaguez de triunfos que  convirtió a Barcelona en una ciudad donde la gente sonreía al caminar. La disciplina Barça ha tranquilizado a los 57 chicos que viven aquí —también hay 10 promesas del baloncesto y una del hockey—, así como a los 27 mayores de 18 años que están a media pensión (sólo vienen a comer o a ver partidos por televisión).

Todos enfrentan los exámenes de final de curso. Para los ocho adultos que trabajan en La Masía, que los chicos aprueben es un punto esencial “de ser parte del Barça”, explica el director Carles Folguera.

No importa si los equipos de fútbol —desde el pre benjamín para niños de 6 años, hasta el Barça Atlètic— han arrasado. Lo que ahora interesa en esta casa es cómo terminarán el año escolar los de cuarto de secundaria; el examen del chico que estudia para fisioterapeuta; y los problemas en matemáticas de un adolescente de 13 años que le pregunta a otro mientras juegan un partido de futbolín en el comedor (con figurillas del Barça-Madrid, por supuesto): “¿Cuántas asignaturas tenemos?”.

“Once, tío”, le responde en castellano el otro, un camerunés que, como otros 11 muchachos del mismo país, está en La Masía gracias a la Fundación Samuel Eto’o, una asociación promovida por el delantero de Camerún que apadrina a 8,000 niños y promueve el deporte en África.

La palabra Barça se asocia con cracks y riqueza. Pero La Masía es todo lo contrario: una residencia de estudiantes que destaca por su modestia. “Queremos que sea lo más familiar posible. Podríamos tener teles de pantalla plana, lujos, pero no queremos. No va con nuestro proyecto”, explica Rubén Bonastre, el coordinador pedagógico.

La Masía tiene un comedor; una sala de estudio y otra con una televisión minúscula, siempre sintonizada en algún partido; una biblioteca donde a diario se imparten clases de refuerzo obligatorias; dos dormitorios con literas (uno para cuatro personas, el otro para ocho); y la sala del equipo de pedagogos, que es un constante ir y venir de muchachos. En otra sala están los libros de texto que pertenecieron a Lionel Messi, Víctor Valdés y Bojan Krkic. Opulencia, ninguna. Disciplina y humildad, mucha.

Desde su inauguración en 1979, por La Masía han pasado 493 chicos de entre 11 y 18 años, que han compartido el sueño de debutar con el equipo de primera división. Muy pocos lo han logrado.

Según datos del club, el 36% de esos jóvenes han competido en tercera división o han dejado el fútbol; el 27% han jugado en segunda división A o B; el 18%, en categorías inferiores o de formación; el 9%, en primera división española o extranjera; y sólo el 10% han vestido la camiseta del primer equipo del Barça.

Folguera, pedagogo y director de La Masía desde el año 2000, tiene claro que si los padres de los chicos confían su educación al club, hay que cumplirles. Para él, que fue deportista de elite de hockey en patines, eso no se limita a enseñarlos a jugar fútbol. “Es hacer compatible su formación personal con la disciplina deportiva”, afirma.

“Que tengan unos hábitos, unos valores, se formen y estudien, y que los que quieran lleguen a la universidad. Mientras eres parte de la disciplina Barça, eres un ejemplo de comportamiento, de valores, de humildad. Cuando salen de esta casa, espero que se lleven todo eso, se conviertan o no en jugadores del Barça”.

No es fácil lograrlo, sobre todo con adolescentes acostumbrados a ser estrellas en sus equipos anteriores. Otro punto es la diferencia de culturas, religiones y ambientes familiares: los futbolistas de La Masía son 14 catalanes, 14 chicos de otras partes de España, un brasileño, 12 cameruneses, un senegalés, un nigeriano, un argentino, un guineano y un dominicano.

“Sólo se consigue con disciplina y exigiéndoles en función de lo que se le puede pedir a cada uno”, añade Folguera. “El equipo de educadores somos como su familia: viven aquí, les ayudamos, los acompañamos al colegio, tienen clases de apoyo escolar y los fines de semana les programamos actividades. Nuestro objetivo es educarlos y que entiendan que sólo unos pocos llegarán al primer equipo. Hay dos momentos difíciles: cuando llegan y añoran a sus familias, y cuando tienen que irse porque el club así lo decide”.

Mientras están en La Masía, el equipo de pedagogos, profesores, médicos, psicólogos y monitores de fin de semana hacen de padre, madre o hermanos mayores. La figura maternal para varios es Clara Casas, una de las profesoras de refuerzo, además de las maestras en la escuela.

En las paredes del comedor están los retratos de los jugadores que han pasado por La Masía “Nuestra mayor preocupación es que (los niños y jóvenes de la cantera) sean personas autónomas y que se den cuenta de que hay más vida después del Barça”, dice Carles Folguera, el director de La Masía.

 En las fuerzas básicas del Barça se leda prioridad al trabajo en equipo sobre las individualidades.

El mayor reto del equipo de Folguera, quien lo resume con una frase: “Nuestra principal preocupación es que sean personas autónomas y que se den cuenta de que hay más vida después del Barça”.

LAS ENTRAÑAS DEL CAMP NOU

El menú de hoy, por ejemplo,  en La Masía es judías estofadas y lomo a la plancha. Entre 1 y 2 de la tarde, los chicos entran y salen del comedor. Los mayores, de entre 16 y 18 años, entrenan por la mañana, comen y por la tarde asisten al León xiii, un colegio de la ciudad con el que el Barça tiene un convenio.

Los más pequeños, de entre 11 y 15 años, van a clase por la mañana y por la tarde, al campo. A las 2 de la tarde, los 15 jóvenes mayores de 18 años que viven en departamentos alquilados por el Barça, también se sientan a la mesa del cocinero Fernando Bedondo.

La rutina de lunes a viernes siempre es la misma: se levantan a las 6:30, van al colegio, comen, toman clases de refuerzo, entrenan en la Ciutat Deportiva Joan Gamper, a cinco kilómetros de Barcelona, vuelven a casa, cenan y a las 11 de la noche se apaga la luz para todos.

En La Masía duermen 12 chicos, repartidos en las dos habitaciones; el resto lo hace en dormitorios dentro del Camp Nou. Los primeros abren la ventana y lo que tienen enfrente es el estadio. Los segundos viven en las entrañas del coliseo.

Las habitaciones son austeras. En ellas hay muchas zapatillas de deporte desparramadas, diccionarios francés-español o portugués español, alguna Biblia en francés y fotos de los hermanos que se quedaron en Camerún o del amigo que está en Alicante. En tiempos de Pep Guardiola, en esas dos habitaciones vivían 20 muchachos. Desde el año 2000, sólo quedaron los más pequeños -ocho jovencitos de entre 11 y 12 años- y cuatro jugadores de básquet. Los mayores, de 13 hasta 18 años, viven en el estadio, a 50 metros de distancia.

En el libro Pep Guardiola, las claves del éxito, el entrenador del Barça recuerda que lo primero que le dijo a su madre cuando entró en La Masía fue: “Mamá, cada día, cuando me levante, veré el Camp Nou”. Era 1984.

Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. Las reglas son las mismas; tanto en La Masía como en los pabellones del estadio donde duermen los canteranos hay carteles con normas: “Es obligatorio hacerse (tender) la cama” o “El uso de wi-fi no está permitido de lunes a viernes” (esa regla sí es nueva).

Dentro del Camp Nou, un vestíbulo da paso a un corredor con varias puertas a los lados. Parece un hotel de provincia. Detrás de cada puerta hay tres camas, un baño, un armario y los futuros jugadores. Está permitido tener televisor en las habitaciones y, por supuesto, laptops.

Pese a las idas y venidas de los chicos, y de las risas amigables con ellos, en este reportaje no aparece el nombre ni la foto de ninguno a solicitud del club.

Una de las políticas de las fuerzas básicas y de su director, José Ramón Alexanco, ex jugador del Barça, es mantenerlos a salvo de cualquier flashazo que los encumbre. Aquí todos están en formación: para quedarse y progresar dependen de su actitud en el campo y en La Masía.

De regreso en La Masía, un muchacho camerunés espera frente al despacho que comparten Bonastre, Folguera y Ricard Muñoz, responsable de la administración de la residencia. El joven llegó al Barça con la Fundación Samuel Eto’o. Dentro del campo es un líder: juega con el carácter y la fuerza de su ídolo, y sus compañeros lo llaman “Eto’o”. Pero frente a la oficina de los pedagogos, es un adolescente cualquiera con la cabeza gacha porque sabe que lo van a regañar. Algo pasó en la escuela y han llamado a La Masía —igual que llamarían a la casa de cualquier otro estudiante— para reportar su comportamiento. Bonastre lo hace esperar. El peor castigo para él: que lo acusen con el entrenador y lo dejen en el banquillo para el próximo partido. También pueden prohibirle ver un partido en la tele de la sala común.

MARCA CRUYFF.

El presidente del fc Barcelona, Joan Laporta, ha repetido varias veces que está orgulloso de que el 50 por ciento de la plantilla del primer equipo haya salido de la cantera. Tras los fichajes de Ronaldo y Kaká por el Madrid, Laporta dijo: “Nosotros creamos jugadores que llegan a ser FIFA World Player y otros los fichan.”

Hasta 30 futbolistas formados en el Barça juegan en la Primera División española, y en el extranjero hay figuras como Cesc Fábregas, capitán del Arsenal; Oleguer, en el Ajax; o el mexicano Giovanni. La inversión anual del club en el fútbol base supera los 15 millones de euros. Fichar a futbolistas como Messi, Xavi, Puyol e Iniesta, todos salidos de la cantera, le habría costado al Barça 187 millones de euros, según un análisis del Grupo de

 La doctrina de creer en el fútbol  llegó con la persona que marcó un antes y un después en la historia del club: el holandés Johan Cruyff, jugador del equipo culé de 1973 a 1978 y entrenador de 1988 a 1996.

Cruyff apostó por un sistema  de formación de jugadores que cuando él arribó al Barça ni siquiera se tenía en cuenta. La cantera, predijo, aseguraría un tipo de futbolista a la carta, sanearía la economía del club y establecería un magnífico vínculo con el entorno social. Al inicio de su era, el equipo estaba prácticamente integrado por jugadores forjados fuera de casa.

Cuando se fue, casi la mitad procedía de las categorías inferiores: Milla, Guardiola, Amor, Sergi, Celades, Òscar, Busquets, De la Peña y Ferrer. “Estás ante la mejor cantera de España: aquí hay disciplina, trabajo en equipo y una imagen. Somos el Barça, más que un club”, dice el delegado de un equipo.

 La Masía sirve como lugar de reunión para ex futbolistas del Barça.

 Los canteranos de más edad duermen en unas habitaciones dentro del Camp Nou.  La Masía es una casa de campo construida en 1702, ubicada a unos 50 metros del estadio. 4 La sala de juegos de La Masía tiene un futbolín con figurillas vestidas con los uniformes del Barça y del Real Madrid. desde 1979: Pozanco, Nayim, Redondo, Sala, Amor, Boada, Marín, Iriarte... Son los nombres de algunos que se quedaron en el anonimato y de otros que triunfaron en el fútbol.

Sólo 49 hombres de los que aparecen en estas pequeñas fotos han sudado el uniforme azulgrana en primera división. Quizá hacer que los jóvenes tengan esto muy presente sea el mayor reto del equipo de Folguera, quien lo resume con una frase: “Nuestra principal preocupación es que sean personas autónomas y que se den cuenta de que hay más vida después del Barça”.

Tal vez por eso, Cruyff entendió a Guardiola  desde el comienzo de esta temporada, su debut como entrenador del primer equipo. Al principio, muchos miraban a Guardiola con recelo (habían perdido en Soria contra Numancia y habían empatado en casa ante Santander). En medio de las dudas, Cruyff escribió en El Periódico de Catalunya que contra Santander había visto el mejor partido del Barça en mucho tiempo. Ardió Troya. Ocho meses después, tras ganar la Champions, los periodistas David Torras y Joan Domènech, también de El Periódico de Catalunya, entrevistaron a Cruyff, quien elogió la política del club sobre el fútbol base.

“Si todos los clubes grandes se dedican a comprar jugadores jóvenes como el Arsenal, ¿cuántos acabarán jugando? Es un gran error. ¿Dónde van a parar esos niños? (...) en este sentido, el Barça es el mejor ejemplo de que se pueden hacer las cosas de otro modo. El Barça demuestra cada semana que, si tienes interés en el fútbol base, funciona. Y por eso cada día es más fuerte”, dijo Cruyff en la entrevista.

EL CAMPUS

En la Ciutat Esportiva Joan Gamper entrenan los 231 niños y jóvenes de los 12 equipos de fútbol del Barça que compiten en diferentes ligas. Desde principios de año, la plantilla de primera división se ejercita en el Campo  cuyo césped es idéntico al del Camp Nou. Inaugurado en 2006, este complejo tiene nueve canchas de fútbol y un pabellón deportivo. Aquí estará la residencia que sustituirá a La Masía en la temporada 2010-2011.

Durante la práctica, los muchachos defienden los colores azulgrana con bravura. Albert Benaiges, coordinador del fútbol base y ligado al club desde 1991, sigue el partido de los Cadete B, de 15 a 16 años. ¿Qué perfil debe tener una joven promesa para que el Barça la capte? “Tiene que ser bueno técnicamente, inteligente y tener una buena actitud”, explica.

Un centenar de adultos (24 entrenadores y un delegado, un encargado de material, un fisioterapeuta y un directivo por equipo) enseñan a los jóvenes la filosofía Barça: estilo ofensivo en el juego, comportamiento impecable en el campo y en la vida.

En el césped, los jugadores sólo están pendientes de la voz del míster. Hoy hay pruebas para chavales de otros clubes.

Los 25 cazatalentos que el Barça tiene repartidos por el mundo, más los propios entrenadores que ejercen como ojeadores, han hecho su trabajo.

“Muchos de estos chicos no han dormido esta noche. Saben que pueden pasar a formar parte del Barça y ése es su gran sueño”, dice Jaume Bosch, el delegado del equipo Cadete B.

“Estás ante la mejor cantera de España: aquí hay disciplina, trabajo en equipo y una imagen. Somos el Barça, más que un club, y eso ellos lo aprenden muy rápido”, asegura Bosch.

En su época de jugador, Guardiola siempre tenía el uniforme impecable, la camiseta dentro de los pantalones, las botas lustradísimas. En la Ciutat Esportiva, los más pequeños siguen esos preceptos al pie de la letra, mientras que los mayores buscan tener una identidad propia dentro de unos límites muy marcados. Quien luce la camiseta azulgrana debe aprender que su conducta es tan importante como marcar goles y que ser del Barça es representar a Cataluña. Aquí los niños no son estrellas, sino parte de un equipo y de un club.

Los niños del Alevín B juegan contra un equipo de la ciudad francesa de Perpiñán. Los padres azulgrana están en las gradas. Algunos han hecho dos horas para venir. Confiesan que ver a sus hijos con los colores del Barça es “un sueño y un orgullo”, y hasta hacen apuestas de quiénes serán los futuros Messi, Iniesta, Xavi o Puyol. “Aquí les enseñan disciplina, respeto, los apoyan para que estudien. Es muy diferente a otros equipos”, dice un padre, mientras su retoño de 10 años pelea la pelota con un contrario mayor que él.

Al fondo del campo, Iniesta, Bojan, Puyol y Valdés están inmortalizados en un póster que dice: “Identifica tus puntos débiles, trabájalos hasta que sean tus puntos fuertes. Si dependes demasiado de un pie, trabaja con el otro. ¿Eres suficientemente fuerte? ¿Eres suficientemente hombre, grande y agresivo? ¿Te apasionas o sólo te enfadas? Aprende a dejar de lado las tonterías. ¿Eres un general del medio campo o sólo un soldado raso? ¿Héroe de la batalla o un combatiente más? ¿El juego gira a tu alrededor o te pasa de largo? ¿Eres el primero en llegar a los entrenamientos? ¿Eres el último en irte? ¿Eres lo suficientemente rápido? ¿Qué estás dispuesto a hacer para ser futbolista?”

FÚTBOL Y MÁS FÚTBOL

Durante las horas que pasamos en La Masía, el 90 por ciento de las charlas que escuchamos fueron sobre fútbol. En la comida, un grupo de juveniles discute una jugada; en la sala de estudio, unos muchachos hablan sobre un partido; en la pantalla de una laptop se lee: “Tu familia te quiere.”

Detrás de la puerta de una habitación del Camp Nou, se escucha a todo volumen una música entre tecno y hip hop. Dentro, tres muchachos están tirados en la cama frente a sus laptops. Es viernes: si avisan hoy, pueden salir e ir hasta los centros comerciales cercanos. El fin de semana, unos monitores los acompañarán al cine y organizarán talleres de cocina o salidas por la ciudad. Folguera está orgulloso de los 11 ex canteranos que juegan en el primer equipo. “En el campo, ellos muestran humildad, esfuerzo, temple y respeto”.

¿Lo aprendieron en La Masía? “Es un reflejo de lo que enseñamos aquí”, dice con modestia. Guardiola le proyectó a sus jugadores un video antes de la final de la Champions League. El audiovisual mezclaba imágenes de la película Gladiator con las de jugadores azulgrana. En él, el actor Russell Crowe increpa a sus tropas: “Lo que hacemos en esta vida tiene un eco en la eternidad”.

En el fútbol base del fc Barcelona hay 231 chicos que sueñan con ser gladiadores. Saben que muy pocos lo lograrán. El reto, como dice Folguera, es aprender que hay vida después del Barça.

Por Catailina GayáD

 

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