EL JUEGO
DE LAS SIETE SEMEJANZAS
Phil y
Pep saben que cuando se trasciende el egoísmo suceden cosas mágicas. Los dos
han querido dejar atrás la mentalidad del yo primero. Para conseguirlo han
conectado a sus jugadores con algo más grande que ellos mismos: la belleza del
sistema de juego.
Una vez
que los jugadores han interiorizado el sistema y lo han interpretado, emerge
una poderosa inteligencia del grupo que es más grande que las ideas del
entrenador y que cualquier individuo del equipo.
Dice
Phil que intenta poner a los doce jugadores dentro de la rotación, para
mantener a todo el mundo centrado en el mismo objetivo. Pep ha sacado mucho
partido a las rotaciones. Más que para dosificar a sus hombres, ha utilizado
los cambios para hacer sentir a todos los jugadores que son necesarios.
Phil dice
que siempre ha creído que la cohesión que esto crea es más importante que el
riesgo que implica.
Guardiola
no prometió títulos, solamente trabajo. Para Jackson, el equipo con mayor
dedicación, deseo y esfuerzo de todos a una acaba ganando.
Los dos
tienen debilidad por el talento, siempre y cuando se presente acompañado por el
trabajo. Y es que el carácter es más importante que el talento. Sin una buena
dosis de superación personal y de persistencia en el esfuerzo el talento puede
evaporarse.
Ambos
técnicos han conseguido que su manera de entender el juego terminara siendo
compartida por cada uno de los miembros del equipo. Para ello han utilizado la
identificación.
Guardiola
ha aportado una manera de entender el juego que respeta los valores del
barcelonismo, del club, de los jugadores y de su propia filosofía del fútbol:
por eso permite que todos se identifiquen con su propuesta.
Pep y
Phil han tratado a cada jugador de forma diferente, siempre en función de sus
necesidades individuales. Y, además, han conseguido hacer entender al resto del
equipo que ese trato diferencial era lo mejor para todo el colectivo.
EL
VESTUARIO ES SAGRADO.
Cuenta Jackson
en su libro Canastas sagradas que la única gente que realmente importaba era el
círculo interno del equipo: doce jugadores, cuatro entrenadores, un
fisioterapeuta y el utilero. La idea era elevar el sentimiento de intimidad, el
sentido de que estaban comprometidos en algo sagrado e inviolable.
Guardiola
también ha conseguido que la cohesión del grupo facilitara la intimidad. Quizá
por esto mismo han trascendido a la prensa muy pocos asuntos internos durante
esta temporada.
Aunque
la idea era buena(sorprender para llamar la atención y emocionar para movilizar
todas las energías), la forma de llevarla a cabo no lo fue tanto. Los
azulgranas saltaron al campo algo aturdidos, tras visionar el montaje audiovisual.
Quizá faltó elegir mejor la emoción a trasmitir.
Tanto
Phil como Pep no han dudado en utilizar carteles, frases, montajes siempre que
han querido enchufar confianza a sus jugadores. A Guardiola le gusta Gladiator
y a Phil, Pulp Fiction; cuestión de gustos.
Estaban
haciendo todo esto y nadie se daba cuenta. Estaban ejerciendo de líderes. De
líderes invisibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario