lunes, 12 de noviembre de 2012

DIFERENTES CAMINOS PARA LLEGAR A UN MISMO DESTINO III

DIFERENTES CAMINOS PARA LLEGAR A UN MISMO DESTINO   III
ARSENE WENGER

El tiempo pone a cada uno en su lugar. Impuso un estilo revolucionario, en una súper competición desde el punto de vista táctico, físico, técnico y psicológico, sin haber perdido ni una gota de su gran factor distintivo: intensidad absoluta.

Llegó hace muchos años a Londres, le dieron poderes absolutos, creo una estructura de trabajo y empezó a tomar las decisiones deportivas del club. Nadie manda más que él. El plan de acción, la idea de lo que debe hacer el Arsenal en los próximos años ya está definida.
Ha ganado 3 ligas en 12 años. Más 4 Copas. Ha llegado a una final de Champions League. Con él, el Arsenal ha vivido un período que ha superado ampliamente lo que se podría llamar su tendencia natural. Arsenal no es un club obligado a ganar todos los años, no es el club más importante ni el más poderoso de su país.

Su modelo de juego encaja en un fútbol rápido, de toque, de precisión, en donde cada gol conseguido es consecuencia del despliegue de los jugadores como grupo. Lo colectivo por encima de cualquier cosa es premisa fundamental en las convicciones de Wenger como entrenador.

No ubica a sus jugadores como robots, sino que la estructura táctica del Arsenal permite el juego colectivo a la par que origina espacios para el lucimiento personal.
Algo que en su momento han venido aprovechando Bergkamp, Thierry Henry, Hleb, Fábregas, Nasri, Walcott, Wilshere, Da Silva.

Su psicología deportiva es lo más brillante. Eso es lo que marca la diferencia entre un técnico cualquiera y un gran técnico. Su mensaje no conoce barreras.
La motivación, la exigencia, la confianza que le otorga a los jóvenes valores, que contrata, hace que rindan en la cancha como lo hacen los de mayor experiencia.

No menosprecia, no grita, tiene liderazgo, no vocifera, domina varios idiomas para poder fraternizar con sus pupilos, tiene tacto con la prensa, carga con la responsabilidad escénica, y por sobre todo sabe motivar.

De Robert Pires, jugador: “Tiene un estilo muy característico que lo hace único. Disfruta entrenando a los jugadores jóvenes y no es fácil ponerlos a jugar como lo hace él. Es arriesgado en eso y le sale bien”.

Para el club es importante contar con un entrenador de su categoría, ya que la institución no gasta las exorbitantes cantidades de dinero que gastan otros equipos como el Chelsea, Manchester United, Manchester City, Liverpool, Real Madrid, Barcelona, Milán, Bayern  Munich, Inter, en reclutar jugadores, puesto que el trabajo en divisiones menores está bien estructurado.

Acá un documento que Wenger hace leer a sus jugadores antes de salir al campo de juego:
-        Tengan una creencia inamovible de que podemos lograr nuestros objetivos.
-        Todos deben tomar las mejores decisiones para el equipo.
-        Debo mantenerme humilde y con los pies en la tierra como persona y como jugador.
-        Debo mostrar un espíritu de ganador en todas las cosas que quiero alcanzar.
-        Un equipo es tan fuerte como lo son las relaciones entre sus integrantes.

Gusta mucho en de Wenger su función de padre y educador. Algo difícil de compatibilizar con el rendimiento y la exigencia máxima que precisa un futbolista.
Es querido, respetado, pero obtiene el máximo rendimiento y no es criticado cuando toma decisiones drásticas. No sólo sabe formar, fichar bien, vender mejor y ganar títulos, sino que también tiene mano izquierda. Los desmanes que intente algún jugador no alcanzan a alterar la buena dinámica del equipo como grupo. Algo básico, vital para él.

Su modelo de juego? Movilidad, juego entre líneas, aceleración con balón, desmarques de ruptura y de apoyo constantes, transiciones rápidas, fuertes. Maneja con rigor a la defensa. Insiste con la posesión de pelota, circulación rápida, cambios de orientación de juego permanentes, juego por bandas. Su velocidad de balón y el constante intercambio de posiciones con mucha sincronización son sus armas fundamentales en ataque.

Pese a tener muchos extranjeros, empezando por el entrenador, el Arsenal encarna la intensidad del fútbol inglés, con once jugadores permanentemente activos, intensidad total en defensa y ataque. Su secreto es recuperar rápidamente la pelota, con mucha presión. A veces juega 4-3-3, utiliza también 4-4-2, o hace un 4-4-1-1-o 4-2-3-1.  Y argumenta: “El sistema no es lo más importante, sino la ocupación del espacio. No importa tanto la posición de partida de un jugador, sino la búsqueda de un espacio para participar en la finalización”.

Arsenal es la definición de un fútbol inteligente, algo que nace de la educación sistemática de los jugadores, mediante el diseño de unas sesiones de entrenamiento priorizando sus intenciones a lograr en su modelo de juego.

ALEX FERGUSON
Impone sus ideas, sus convicciones son indiscutibles. No da el brazo a torcer. Espectáculo y resultado van de la mano. Sabe lo que quiere. En su equipo la duda no está permitida. Convicción total en lo que se hace en la semana para llevarlo al campo de juego e imponerlo, con dinámica, agresividad, velocidad, inteligencia y contundencia.
El resultado no le intimida, la derrota refuerza sus ideas. Alex Ferguson ha ideado al Manchester a su imagen y semejanza.

Es un entrenador que apuesta a muerte por los jóvenes y exige al máximo a las vacas sagradas, y tiene la propuesta ofensiva como vital para conseguir llegar al éxito. Mito del fútbol desde el banquillo, ha sido un adelantado a su tiempo.
Domina la gestión de la plantilla, la elección de jugadores, el diseño de las sesiones preparatorias. Maneja los contratos, las renovaciones, las suplencias intencionadas, utiliza a la prensa como la excusa perfecta para gestionar la presión- esa enemiga de muchos entrenadores, que Ferguson gestiona y traspasa-.
Es un estratega que incluye el mensaje que transmite en su arsenal de recursos, para manipular la presión a su antojo.

Su personalidad no le permite dejar algo al azar, es imposible que algo no sea de su agrado.
Ejecuta un entrenamiento integrado, siempre con balón, condicionado por el modelo de juego, y mucho entrenamiento específico por líneas. Todo bajo una idea obsesiva: la finalización.

Es el reflejo de la suma de las individualidades, maneja los tiempos y las responsabilidades en su comando técnico. Controla los detalles que le interesan.

Nunca elegirá un nombre en su alineación. Siempre optará por el rendimiento. Exige que cada futbolista saque lo mejor de sí mismo. Siempre. Dice que después él se encargará de sumar todas las piezas para formar un colectivo con mentalidad arrolladora y precisa.
Tiene control absoluto del vestuario. Quién desafía a la autoridad sabe que está afuera del club en cuánto se abra el mercado de traspasos.

En ataque procura zona ancha, extremos abiertos, cambios de ritmos, velocidad, ahora insiste más en el manejo colectivo sin precipitarse, sin chocar, provocando el desgaste y el desajuste del rival, circulación veloz, toque preciso, desdoblamientos oportunos a gran velocidad, movimientos constante a los jugadores que están sin el balón.
Gusta de elegir jugadores capaces de presionar, robar y agredir inmediatamente al rival, de desplegarse en la zona ancha del campo. La velocidad de su juego, que insiste mucho, es el arma fundamental en sus equipos.

En defensa centrales rápidos, recursivos, concentrados, exige las máximas obligaciones defensivas. Le gusta tener seguridad en el juego aéreo, tanto en movimiento como en la táctica fija. Quiere defensas obedientes y cumplidores. Laterales que dominen el juego ofensivo y que en defensa cierren sus bandas y den solidez a su equipo.

JOHAN CRUYFF
“Aprendí en la calle. Jugaba al fútbol sobre las aceras, bajo los arcos que daban a los patios interiores o en medio de las calles, bastante tranquilas, sin apenas coches. Este tipo de pavimento me enseñó a no caerme, a mantener el equilibrio durante dos horas que jugaba después del colegio, a llegar antes a la jugaba anticipándome siempre, a decidir pronto porque si pensaba que jugada iba a hacer llegaba tarde”.

“Un niño debe tener una juventud buena. Los que hacen cosas prohibidas con niños, a esos hay que eliminarlos. En eso, soy muy extremo”.

Tras dejar el fútbol en 1984, regresó al Ajax. Un día bajó al campo de entrenamiento y fue dando instrucciones y lecciones a los jugadores, pasando sin darse cuenta de ser jugador a ser técnico. Pero, como no tenía título oficial como entrenador, se inventó el de Director Técnico, un puesto que en aquella época no se conocía en el fútbol. La Federación Holandesa de Fútbol decidió regalarle el título por sus méritos para el fútbol holandés, sin tener que pasar por el obligado cursillo.

Un martes lo llevan a la clínica, donde los médicos se asustan al ver al entrenador, de golpe, convertido en paciente: tiene todos los síntomas de acabar de sufrir un infarto y lo trasladan enseguida, de urgencias,  a la clínica Sant Jordi, donde deciden operarle y colocarle un doble bypass. Cruyff sufre una dolencia congénita y se le ha obstruido una coronaria. “Cualquier tipo de esfuerzo puede ser mortal”, dicen los cardiólogos. Tres horas y media dura la operación y Cruyff sobrevive finalmente a su guerra personal, ésa que él, de antemano había dado por perdida. Serás más sano que antes de la operación, le dice su médico, ahora la medicina está mas avanzada que en 1959, cuando falleció tu padre.

“El ganador tiene muchos amigos. Cruyff también lo descubrió: cuando era el futbolista más famoso del mundo, le salieron amigos por debajo de cualquier piedra en cualquier calle de cualquier ciudad del mundo. Pero él casi siempre desconfiaba, y sigue haciéndolo. Siempre ha sido desconfiado con ese tema y son pocos los verdaderos amigos que ha dejado entrar en su vida”.

Dejó que su agente Basilevitch, invirtiera casi todo su dinero en una granja de cerdos. Dinero que voló y que obligó a Cruyff a seguir jugando al fútbol más años de lo que esperaba, y de saldar además una deuda con hacienda de 33 millones de pesetas. De ser el jugador mejor pagado, el holandés se quedó sin nada, nulo, y de ahí esa gran lección de vida: hay que saber lo que uno hace. Y lo suyo siempre ha sido el fútbol, aunque al final lo del dinero no le ha ido mal.

“En la vida privada puedes ser simpático. En el fútbol, no”. Es por eso que, en sus incontables conferencias de prensa, ni en sus actos públicos, ni en sus entrevistas en televisión, Cruyff se haya prodigado en demostrar un gran sentido del humor. Impecable con sus jugadores, sobre todo. “Cruyff da miedo", dijo algún día un joven jugador Pep Guardiola. Otros lo confirmarían. Ya sea como jugador o como entrenador, para el holandés era una cosa muy seria. Poca broma.

“La verdad nunca es exactamente como piensas que sería”.
Cruyff siempre luchó por la verdad. Su verdad. Lo que es la verdad o lo que debemos aceptar como verdad comenzó a discutirse ya en época de los griegos y romanos. Cicerón decía: así es el pueblo: “juzga poco según la verdad, sino más bien según la inspiración del momento”. O Confucio: “no es la verdad lo que hace grande al hombre, sino el hombre lo que hace grande a la verdad”. Mahatma Gandhi: “la verdad no está en los libros. Habita en el corazón de las personas y se la debe buscar ahí. No aceptes lo que escuches de segunda mano, no aceptes la tradición, no aceptes una sentencia solo porque aparece en un libro, ni porque coincide con tu propia convicción, ni porque lo diga el profesor. Sé tu propia luz”.
Siempre busco su verdad. Se distinguió por eso.

“El fútbol es sencillo; pero lo más difícil es jugar de manera sencilla al fútbol”. Al ser inferior siempre físicamente, aprendió a jugar de manera sencilla, a pasar el balón rápido y bien, a saltar a tiempo para evitar las entradas fuertes de los rivales. Driblar fue la supervivencia para él, pero aún más lo fue mirar continuamente dónde estaban sus compañeros y por dónde le venían los rivales.

“La táctica decide a dónde va el balón. La técnica como se lleva ahí”.
Dominaba casi a la perfección estos dos aspectos básicos del fútbol. Cruyff ya como jugador, era un gran estratega, podía dibujar la táctica desde su posición adelantada en el terreno de juego, dirigir desde el central hasta el extremo derecho. Disponía de una técnica endiablada, preciosa, ágil. Dribló como solo uno había hecho alguna vez en el fútbol holandés antes que él: Fass Wilkes, que era el rey del dribbling en los cincuenta.

“El fútbol consiste básicamente en dos cosas: primera, cuando tienes la pelota, debes ser capaz de pasarla correctamente. Segunda, cuando te la pasan, debes tener la capacidad de controlarla”.
Control y pase, claves para Cruyff. Aunque agregaba que debe ir acompañada de una gran visión- o sea lo que ve en el campo, a cómo se movían sus compañeros, a cómo les marcaban sus rivales, a dónde estaban los huecos, a dónde no había que meterse, a cómo se situaba el portero, o sea la visión es mirar y a la vez entender, interpretar lo que sucede en el juego-. Con eso se domina el 90% del fútbol.

Sobre la posesión de pelota, decía, se dicen muchas barbaridades. Tener el balón no significa tenerlo y punto. Hay que saber qué hacer con él. Pep Guardiola fue su mejor versión del cuatro- pivote en el centro del campo-, el jugador que siempre sabía qué hacer con el balón. Una versión que, con el tiempo, se fue perfeccionando y avanzando un poco sobre el terreno de juego, acabando en la magia de Xavi Hernández.

“El mejor método para enseñar a un niño a jugar al fútbol no es prohibir, sino orientar”.
No hay que limitarlos, no hay que encorsetarlo al niño en un dibujo táctico, sino que hay que estimular, que se busquen la vida. Ganar a esa edad aún no es lo importante”.

“Debes ser más duro con los mejores. A ellos siempre hay que echarles la culpa si algo falla”.
Numerosos fueron los conflictos con jugadores que debían llevar el peso del equipo, con los líderes. Si son los mejores, decía, deben ser capaces de recibir los palos, de hacerse responsables de los fallos de todo el equipo. Y deben dar algo extra.




    



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