martes, 6 de noviembre de 2012

DIFERENTES CAMINOS PARA LLEGAR A UN MISMO DESTINO II

DIFERENTES CAMINOS PARA LLEGAR A UN MISMO DESTINO  II

LOUIS VAN GAAL.

Un directivo alguna vez lo calificó de “demasiado autoritario y contestón”.
Quería estar en todo. Detallista al extremo. No deja nada al azar en la preparación de sus futbolistas. "Para alcanzar la cima hay que ser un cabrón testarudo”. Cuando lo contrató el Ajax, el presidente de entonces Tom harmsem: “fichamos a Van Gaal porque nos gustan las personas arrogantes. El Ajax también es un poco así”.

Cuando era un chaval observaba los entrenamientos, desde atrás de una valla, del primer equipo dirigido por Rinus Michells. En esos tiempos “aprendió que el fútbol se juega con tres defensas y tres delanteros, dos de ellos pegados a la banda”.

Las ideas de Louis Van Gaal no empiezan por el fútbol en sí. A veces, hacer rodar el balón es algo secundario para él. Primero, dice, “Hay que preparar a los jugadores mental y físicamente para que ese balón no les dé miedo. El espíritu es más fuerte que el cuerpo. Si el equipo pierde es cosa del coco y no de las piernas. Si un jugador se lesiona, es debido a que en la cabeza ya le funcionaba algo mal”.

“Para que el futbolista, esté a gusto, hay que crear unas condiciones óptimas, Tanto dentro como fuera del club”. Van Gaal hace las veces de entrenador y padre. Sacó ventaja de su larga experiencia (11 años) como profesor de educación física en una escuela técnica de un barrio de Amsterdam, en donde los chicos no tenían ganas de estudiar y algunos resultaban muy conflictivos e intentaban amargarle la vida al maestro.

Dice Van Gaal: Sin disciplina habrá caos. Eso es igual en todos los sitios. En un equipo de fútbol, en una clase de colegio o en una familia debe haber unas reglas dentro de las que cada uno puede pensar a su manera”. O sea, libertad de expresión pero obedeciendo al maestro, al padre, al entrenador. “Vivimos unos tiempos en lo que todo está permitido, pero creo que eso con jugadores de fútbol no funciona”.

“Soy sincero, duro y consecuente”. Exige que los demás lo sean también. No soporta la tontería ni la superficialidad. Así también, recrimina al periodista por hacerle una pregunta estúpida y le pide que vaya a ver más entrenamientos,  para informarse bien. En esos entrenamientos paraliza a menudo el juego para corregir a un jugador, a veces con una sonora y muy visible bronca.

 “Ser entrenador es más fácil que ser jugador. Un entrenador tiene toda la semana para trabajar. Ve un partido, lo analiza y prepara el siguiente. Un jugador solo tiene noventa minutos para demostrar lo que vale”.

Disciplina y espíritu de equipo son sus principales objetivos. Sus entrenamientos nunca empiezan tarde. El que se  retrasa paga una multa ya preestablecida. Luego viene hora y media de gran intensidad. “entrenar es más importante que jugar partidos. Es en los entrenamientos en donde se forma la base de todo el juego”.
Su modelo de juego, lo que quiere, solo funciona si los once jugadores están en máximas condiciones.

En su equipo las posiciones son meros números. El golero no es el último hombre de su equipo, sino el primero, donde empieza el ataque. Y cuando le devuelven la pelota no es un pase atrás para perder tiempo, sino para buscar una mejor salida, el mejor comienzo de una triangulación perfecta. Defensas centrales rápidos, fuertes en marca, con capacidad para integrarse al medio juego conduciendo la pelota y generar juego. Laterales de salida y también de llegada para armar superioridades por banda en ataque. En el medio campo jugadores con talento, de gran condición técnica, agresividad, dispuestos a alargar una jugada, combinar con rapidez y desdoblar llegando a zonas de definición con potencia y claridad. En ataque el juego por bandas en toque y velocidad, abriendo el campo, serán sus prioridades, armando 2x1 constantemente, con un nueve de área como solución final, de la conclusión de jugadas que pueden haber durado muy poco o al contrario haber durado muchísimo en la elaboración paciente, rica en movimientos sincronizados del equipo.

“No me gustan los jugadores lentos y toscos. Porque no se mueven bien en espacios reducidos”.

“En un mundo de derechas hay que ser de izquierdas. Es decir, en un fútbol, cada vez más conservador y defensivo, hay que seguir apostando por la progresión en ataque”.
“Me parezco a Cruyff. El también tiene una opinión muy clara sobre el fútbol y su organización. Tanto para él como para mí las cosas son así y de ninguna otra manera. Pero yo tengo algo más que Johan: estoy dispuesto a escuchar a otros.

Cruyff es más frívolo como entrenador. Deja más cosas en manos de la casualidad y confía en el talento de sus jugadores. No prepara los partidos con extensas sesiones de vídeo ni grandes análisis de cada uno de los rivales. Van Gaal es más concienzudo, cuida absolutamente todos los detalles. Se sienta en el banquillo con libreta y bolígrafo para anotar todo lo que ve y no quiere olvidar. Luego, se lo recuerda a sus jugadores.

Un objetivo de Van Gaal es  siempre el de ayudar a sus futbolistas a crecer, a hacerse adultos en un mundo peligroso. Les enseña a expresarse con claridad, aunque guardando siempre los trapos sucios para el vestuario. Poco a poco, sus mejores chicos se fueron volviendo hombres y alzaban cada vez más la voz. Van Gaal describió ese proceso una vez así: “Primero existe un monólogo, después hay un diálogo y al final hablan todos”.

Su 3-4-3 no es  del todo sagrado. Primera exigencia: hay que contar con los futbolistas adecuados para poder jugar así. Sin buenos extremos, no tiene sentido arriesgarse de esa manera. El técnico, en ocasiones debe adaptarse a las circunstancias.

Si él es el máximo responsable técnico de un club, quiere saber todo lo que pasa. Y todos tienen que hacerle caso, no huir de sus responsabilidades. En su despacho recibe a médicos, preparadores, técnicos, y antes de decirles nada, les pide que sean ellos quienes le explicaran sus ideas y sus métodos de trabajo. A partir de ahí, él podía opinar y sugerir u ordenar cambios.

Es un entrenador de fútbol con un modelo de juego depurado, de un toque eterno sin abandonar que sea dinámico en su elaboración. No quiere lanzarse ciegamente al ataque, camino del gol contrario. Paciencia, saber manejar el trámite con inteligencia, interpretando lo que realmente pasa y necesita el juego para conseguir el objetivo, que es jugar cada vez mejor para ganar. Busca poco a poco las debilidades del rival, desafiarlo, desconcertarlos con la posesión de balón y los movimientos sin balón de todos.

“Nuestra intención de presionar arriba es muy difícil de practicar. Exige una gran disciplina en el terreno de juego. Si algunos jugadores no cumplen con su deber y no se someten al colectivo, fracasamos ante cualquier equipo”.



MANUEL PELLEGRINI

Algo no, mucho tiempo Pellegrini dirigió al Villarreal durante un largo período, entre 2004 y 2009. Lo consolidó a un recién llegado en la élite del fútbol europeo y lo llevó a la antesala de una final de Champions, que se escapó por un penalti. Pero por encima de los excelentes resultados, este pequeño club, modélico en su gestión pero sin una gran ciudad detrás, se distinguió por el juego, y la aportación de futbolistas a la Selección española como Capdevilla, Senna  o Cazorla.

Luego hizo un paso por Real Madrid, proceso interrumpido por la llegada de Mourinho.
Pellegrini dice: “Con Fernando Riera, el tata, aprendí a hacer este trabajo con simplicidad, pero con profesionalidad y exigencia personal: a convencer al futbolista a través del juego, sin muchas horas de pizarra ni de charla, sino con trabajo dentro de la cancha. En esta profesión a veces se confunde poder con autoridad. Son cosas distintas. El primero te lo da el cargo. La autoridad, en cambio, se basa en un principio de liderazgo que se consigue cuando convences a la gente de lo que haces y por qué. Es entonces cuando el jugador no siente dudas. Es difícil mantener ese convencimiento porque en el fútbol se desarma a cada momento, por un mal resultado o por un problema mediático. El futbolista mira en esa situación al entrenador en busca de amparo”.

Continúa Pellegrini: “Hay que intentar demostrarles que no se puede jugar en función de una circunstancia, de un resultado, de una posición en la tabla, de un incidente, de una noticia. Pero todos los futbolistas no son iguales, como las personas, y reaccionan de forma distinta. Las relaciones humanas son más difíciles que el 4-3-3.

Son cosas que no tienen que ver tampoco con el dinero. Hay muchos aspectos de la relación entre técnico y jugador que los periodistas desconocen. Hay reuniones que hay que tener en común y otras, en cambio, con los futbolistas por separado. Yo incluso las fomento. Es necesario que ellos se digan las cosas a la cara, que hablen los líderes del vestuario, la gente positiva, con una gran influencia sobre los jóvenes”.

Real Madrid? “La idea de desarrollo que tenía el Madrid no se corresponde para nada con lo que yo pienso acerca de cómo se logran los títulos y de lo  es un equipo dentro de un terreno de juego. Cuando vieron que yo no estaba en esa línea, que no me sentía obligado a poner a ningún futbolista, creo que empezaron a aislarme. Si son diferentes la mentalidad de un presidente y de un técnico, lo lógico es que salga el técnico. El Madrid tomó entonces la línea que quería su presidente”.

“Las decisiones se toman semanalmente en virtud de muchos factores circunstanciales. Hay que relacionarse con igualdad con todos los jugadores del vestuario. A todos exigirles rendimiento y compromiso”

Jugar sin extremos? “Ahora hay muchos que juegan de esa forma. Una cosa es estar fijo para el uno x uno o el uno x dos, y otra es disponer de los mecanismos que te permitan crear los espacios y ocuparlos cuando los necesites. El Barcelona los ataca y los crea y los ocupa mejor que nadie”.

¿Cómo se entrena para conseguirlo? La pelota y el espacio reducido son la realidad del fútbol, hoy más que nunca. Por eso nosotros hacemos todo el trabajo con balón, sea táctico o físico. Hay que pensar antes de que llegue la pelota, tener más de una solución, saber si juegas a un toque o a dos. Eso es lo que busca este tipo de entrenamiento: la automatización de los gestos.
Balón y espacio, los dos conceptos que mejor ejemplifican las diferencias entre el fútbol de suramericano y el europeo. Pero se pueden combinar ambos. En Suramérica se da mucha importancia a la pelota y poca al movimiento sin ella. En Europa es al revés. Por eso, siempre le digo a mis jugadores: el que lleva el balón, lento para pensar; el resto se mueve rápido. Si el que conduce va a cien por horas, no tiene tiempo para desarrollar su técnica; si los demás no van rápido, no pueden darle alternativas”.

¿La Selección? “Tuve la oportunidad de dirigirla antes y después de la etapa de Marcelo Bielsa, cuyo trabajo admiro. Me gustaría hacerlo en el futuro, si se pueden coordinar los tiempos. Creo que Málaga será el último destino mío en Europa”.

“En Málaga el inicio no fue bueno. Sin haber realizado la pretemporada ni diseñado la plantilla, es difícil imponer tu idea de juego. Pero precisamente esa situación midió mi capacidad de convencimiento con respecto a los jugadores. Les dije que había que empezar por poner unas bases, no buscar puntos desesperadamente. La clave es que se intentó jugar con independencia del lugar que ocupábamos en la tabla. Acá había que empezar todo. En Villarreal, ya existía un modelo desarrollado en cuánto a formación y infraestructura”.

Los postulados de Pellegrini no han cambiado, ni siquiera debido a su paso por Madrid que debía ser la cumbre de una carrera de éxito, después de los títulos logrados en su país, en Ecuador o en Argentina, donde dirigió a San Lorenzo y a River, saliendo Campeón, y la consolidación de matagigantes de Villarreal.

Manuel Pellegrini ha tenido la gran satisfacción y capacidad de salir campeón en varios países, fuera de su país nativo Chile. Un entrenador de categoría y experiencia. Que sigue en España haciendo una rica historia en el fútbol, ahora en el Málaga.






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