jueves, 15 de septiembre de 2011

LEYENDO A VICENTE DEL BOSQUE II

VICENTE DEL BOSQUE II

En el equipo deben existir mecanismos de funcionamiento muy consolidados, pero debemos todos seguir alimentado su construcción en el día a día, entrenamiento a entrenamiento, partido a partido, la mejora de los automatismos, de obtener mejores recursos, tanto a nivel defensivo como ofensivo. Al final si se sale campeón, fue porque a través del año, cada uno puso la mayor intensidad para construir ese estilo de juego, esa idea que nos dio identidad y permitió ganar a través de ella.

Hay que prepararse para competir en las mejores condiciones, encarando los partidos como una prolongación del calendario competitivo y no como un punto y aparte. Queremos que sea un punto y seguido. Cada partido, es él partido, cada partido es la final. Así de simple.

Antes de tomar una decisión hay que escuchar a todos los integrantes del Cuerpo Técnico, respetar a todos y evaluar consecuencias. Las decisiones, una vez tomadas, hay que llevarlas a efecto con independencia y sin tomar en consideración opiniones ajenas o interesadas. En el caso de que una decisión haya sido equivocada o poco efectiva, hay que reconocerlo, corregirla y realizar autocrítica.

La única forma de crecer emocional e intelectualmente es tomando decisiones y haciéndose responsable de ellas. De los aciertos y de las equivocaciones. Si los aciertos refuerzan la autoestima y otorgan seguridad, los errores, al ser admitidos y evaluados, alimentan nuestra base de datos y evitan volver a cometerlos, con lo que aumenta nuestra posibilidad de acertar. En cualquier caso, acertemos o no, si nuestro criterio al tomar una decisión ha sido honesto y bien intencionado, debemos respetarlo siempre.

No se puede hacer cosa a gusto de todos. Hagas lo que hagas, siempre alguien te lo va a reprochar. Si no es causa de mal para nadie, se ha de hacer lo que más convenga a uno.

Ninguna doctrina. El fútbol es muy opinable, todos tienen algo de razón. Pues todo lo relacionado con el fútbol tiene demasiado eco mediático, con rapidez se nos llena la boca y la cabeza de tropicazos: los mejores jugadores del mundo, la mejor liga del mundo, el mejor fútbol del mundo……….todo demasiado prefabricado, demasiado empalagoso.

La euforia generalizada nos hace perder objetividad y subestimar a algunas potencias futbolísticas. Se le da más valor al poder de la imagen que a los méritos, aunque tenemos muchas virtudes para que no sea así. Estamos entre los mejores, pero hay otras ligas y otros jugadores fuera de España también muy buenas.

El éxito no es sólo de los profesionales, sino de aquellos que siembran cada día sus enseñanzas con extraordinaria generosidad, del comportamiento cabal de los jugadores dentro y fuera del campo, porque el fútbol es la búsqueda de un resultado sí, pero también debe reflejar la ética y la buena conducta personal.

La franqueza, la naturalidad en actos y en palabras cimentan y fortalecen la toma de decisiones acertadas.

Hay que encarar el futuro con ilusión, con proyectos de triunfo, pero con los pies en la tierra. El pensamiento positivo es una cosa, la ambición desmesurada es otra. Aspirar a objetivos irrealizables puede ser autodestructivo. La ambición excesiva también está relacionada con la arrogancia, la soberbia y la incapacidad de delegar, y ninguna de éstas condiciones son deseables en un líder.

No soy partidario de dar doctrina, mis ideas me gusta mostrarlas, dejarlas ver entre mis actos, más que demostrarlas - lo que por otra parte es improbable en territorios tan opinables como el fútbol – o imponerlas lo que siempre es un error.

En mi opinión el entrenador tiene la obligación de ser una persona ejemplar, su poder depende de su ejemplo por tanto debe ser una persona moralmente íntegra. Esa integridad generará confianza en los jugadores.

En el mismo nivel que su integridad personal debe poner el trabajo. Su formación debe ser completa y lo que es tan importante o más: permanente. Vivir en un continuo proceso de aprendizaje.

Años atrás el entrenador lo sabía y lo hacía todo. Actualmente tiene un equipo de especialistas a su lado, por tanto comparte responsabilidades: delega en otros. Algo que no le excusa de su liderazgo, ni de su responsabilidad total.

Los buenos hábitos, hacer cumplir las normas, son instrumentos necesarios para gestionar un grupo.
Las imposiciones arbitrarias o inesperadas no suelen ser bien recibidas; de ahí la importancia de ir construyendo buenos hábitos de forma cotidiana y paulatina.
En la dirección de grupos las ideas calan más cuando se transmiten por convicción que por obligación.

Manías las justas. La disciplina, los buenos hábitos y estar convenientemente preparados deberían ser nuestras verdaderas y únicas armas para triunfar.

Las fiestas después……………..lo primero es ganar.

Supersticiones las justas, manías las menos y …buenos hábitos los máximos.

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