EL
ENTRENADOR Y LA GESTIÓN DE RESULTADOS.
/Conceptuando.
/opinión.
Sobre la
influencia del entrenador en los éxitos o fracasos de sus equipos podríamos decir que depende. Es quién debe
tener claridad para descubrir en que sector de la cancha resulta más eficaz un
jugador, por ejemplo. Y ensamblar esas características a una idea colectiva de
juego. Él será quién defina las estrategias y tácticas. En definitiva es un
organizador. Si se equivoca, el conjunto se verá en circunstancias complicadas.
Debe ser el entrenador un gran complemento para las ideas, capacidades, de sus
jugadores, es vital eso. Un buen entrenador debe convertir a sus jugadores en
lo más importante del juego, a través de su talento, su creatividad, su
motivación, su carácter, personalidad, su clase, su manera de transmitir lo que se necesita.
Dice
Angel Cappa que se puede ganar un
partido de varias maneras. Inclusive de casualidad, pero hay una sola forma de jugar bien. No hay alternativa, se juega bien
o se juega mal., aunque de vez en cuando la suerte influye perjudicando o
protegiendo a un equipo.
Lo
primero que define la calidad de un equipo es su relación con la pelota. Innegociable.
Paciencia, control y pases precisos, combinaciones rápidas para mover al
adversario, amplitud en juego por bandas que permita utilizar con ventaja los
carriles interiores, defender bien para atacar mejor, o atacar bien para
defender mejor pero siempre que vayan unidas en ese accionar de conexiones,
interacciones, que exige un inteligente juego colectivo.
Un
entrenador tiene su idea de juego. Pero debe adaptarla no solo a las
características de sus jugadores sino a su saber hacer. Eso es clave. Dar en la
tecla, como bien dice Guardiola. A partir de ahí va llevando progresivamente a
sus jugadores, construyendo y reconstruyendo siempre, aprovechando cada
entrenamiento, cada juego, cada triunfo o derrota, gestionando con
inteligencia, coherencia ese orden y caos que se alternan durante todos los
momentos del partido.
El
jugador de fútbol debe convencerse razonando. No obedeciendo. Jugar, actuar,
sin sentido a lo que se hace en la semana previa al partido es nefasto. El
jugador debe concientizarse de que cada que entre a un entrenamiento o juegue
un partido, al finalizar éste debe salir mejorado. La autoexigencia será un
factor clave para ir en la búsqueda de esa excelencia, que será imposible de
alcanzarla, pero le obliga a avanzar, crecer, mejorar.
Primero
están las ideas, después los jugadores y sus características y luego el modelo
de juego y su continua evolución. El entrenador ver-observar-comprender- todas
las situaciones que se van viviendo e ir adaptándolas.
El
juego y su intratable dinámica impensada, muchas veces no gana quién tiene las
mejores cartas, sino quién juega mejor con las que ya tiene. En la vida, en el
fútbol, y su maravilloso juego, no existe una verdad única que sea igual para
todos. Hay que distinguir lo diferente. Apreciar lo similar. Cada quién es cada
cual. La incertidumbre y la certeza juegan un papel decisivo en su acertada
gestión de cara a los intereses del equipo y los rendimientos.
“Voy
avanzando muchas veces con más dudas que certezas. Sé que la duda es ansiogénica
y la certeza es analítica, pero en ese camino, construyendo conocimiento,
prefiero convivir con el riesgo de la incertidumbre que con la ilusión de la
certeza”.
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