13 junio, 2016/ /por fiebrefutbol.es
En el fútbol la diversidad es algo evidente, es básico para
enriquecer a nuestros alumnos y formar equipos e ideas. Los entrenadores
crecemos y mejoramos si sabemos apreciar las diferencias que existen en cada
uno de nuestros jugadores. Cuando empezamos a practicar fútbol, desde niño,
estamos rodeados de gente con capacidades muy distintas, todos somos distintos
y cada jugador necesita su ritmo y su momento.
La diversidad impera en todos los ámbitos del deporte, no
solo en el fútbol, cuando nos hacemos adultos y nos enfrentamos a la
competición este hecho se hace mucho más notorio y hemos de tener los
suficientes recursos para aprender a competir. Si nuestros discípulos no son
capaces de verlo es importante que seamos nosotros, los entrenadores, los que
se lo mostremos.
Todos los niños son distintos, unos tienen necesidades
deportivas especiales, otros altas habilidades, futbolistas de otras culturas,
algunos están motivados, otros no lo están, etc. cada uno de ellos es distinto
al de al lado. Estos jugadores exigen la creación de distintos tratamientos
deportivos y la concentración de todos los apoyos y recursos posibles.
El entrenador debe ser capaz de poder atender las
necesidades de cada uno de ellos y poder ofrecerles lo que necesitan en cada
momento. Cuando en los equipos de fútbol hay niños con capacidades muy diversas
debe haber un ritmo de entrenamiento adecuado para todos, que todos puedan
seguir sin que nadie se aburra y sin que nadie se retrase, que tanto los
objetivos como las tareas sean adecuadas para todos.
EL ENTRENAMIENTO DIFERENCIADO. LA DIFERENCIACIÓN
DEPORTIVA.
El entrenamiento diferenciado requiere adaptar la
metodología y las tareas a las habilidades de cada jugador. La
diferenciación deportiva es la acción de conocer y comprender las destrezas de
cada deportista, así como de responder mediante una propuesta pensada acorde
con sus necesidades y potencialidades. El entrenador se organiza en respuesta a
las necesidades de aprendizaje de todos y cada uno de sus futbolistas. Los
elementos de diferenciación sobre los que el entrenador puede actuar son: el
tiempo, los materiales, el método de entrenamiento, las formas de entrenar de
los jóvenes y su aprendizaje.
¿CÓMO ENTRENAR PARA CADA NIÑO?
¿Por qué debemos ocuparnos de la diversidad en el fútbol?
¿Quiénes son los diferentes en un equipo? ¿Que jugadores, al no aprender,
cuestionan la manera de entrenar del entrenador o aquellos que no llegan
siquiera a interesarse por lo que entrenamos?
Los entrenadores nos encontramos ante un desafío deportivo
importante, entre aquellos que no comprenden nuestra propuesta y quienes
asimilan el método de juego. ¿Cómo atender la variedad desde los modelos de
entrenamiento? Si apostamos por el entrenamiento colectivo y respetamos la
igualdad de oportunidades ¿como enseñamos en el fútbol lo diverso para tratar
adecuadamente y dar a cada cual lo que realmente necesita, sin descuidar lo que
se considera común a todos?
¿CÓMO PODEMOS CONSEGUIRLO?
En principio, modificando nuestra idea acerca del
entrenamiento de fútbol, considerado como uniforme, en el cual, existe el
supuesto de que todos los niños pueden aprender de la misma forma y alcanzar un
buen nivel. Debemos considerar la propuesta de actuar a partir del supuesto de
un entrenamiento estructurado individualmente, basado en admitir que cada
individuo tiene sus propios puntos fuertes, aprende de diferente forma y puede
actuar de maneras variadas. Cada niño se diferencia de los otros en sus
aspectos cognitivos, emocionales y sociales, y esas diferencias deben ser
tomadas en cuenta a la hora de entrenar, debiendo elegir objetivos y recursos
variados, seleccionar y organizar los contenidos y las tareas de entrenamiento
de diversos modos; utilizando el tiempo, el espacio y las maneras de agrupar
futbolistas, de manera tolerante. Si todos los jóvenes no aprenden igual,
tampoco se les puede enseñar de la misma manera.
A cada niño se le da mejor una habilidad y tendrá una
preferencia deportiva. Cada uno de ellos destacará por unas características,
cada persona que la desarrolla, también. Respetaremos el potencial de cada niño
a través de actividades variadas y estimulantes que desarrollan todas las
inteligencias de una forma equilibrada. El entrenador debe atender a la
diversidad del grupo y a sus diferentes ritmos de aprendizaje. Podemos recurrir
a la formación emocional para motivar a los jugadores, intensificando el
entrenamiento de razonamiento, la destreza deportiva, siempre a través del
juego y el ensayo.
LA DIFERENCIACIÓN DEPORTIVA.
La diversidad en el fútbol base es un hecho. La
diferenciación deportiva es la acción de conocer y comprender las habilidades
de cada deportista para responder con una acción acorde a sus necesidades y
aptitudes. La unidad de acción es el niño, adaptándonos siempre a sus
características personales.
Para el desarrollo de programas de entrenamiento
diferenciado, el tamaño de los espacios es una cuestión muy importante. A menor
tamaño de espacio aumentará el rendimiento del futbolista, con un clima de
grupo confortable, creando relaciones interpersonales positivas, y un ambiente
deportivo calmado. El entrenador empleará menos tiempo en el control y más en
actividades de enseñanza, permitiéndose también un entorno de trabajo más
informal. La posición más próxima al jugador permite al entrenador dar
orientaciones más precisas, mayor claridad explicativa y una participación más
activa del jugador. El control sobre las tareas es continuo y esto permite una
corrección inmediata. En el entrenamiento diferenciado se realizan más
actividades aplicadas al juego, con diferentes niveles de complejidad y que se
pueden ajustar a necesidades y ritmos del futbolista.
RENDIMIENTO PARA TODOS LOS JUGADORES.
Los clubes de fútbol con mejores resultados son aquellos que
mantienen un proyecto o estilo global, utilizan estrategias comunes para todos
los entrenadores, dirigen acciones de atención individualizada al alumnado,
utilizan habilidades del entrenador, implican a las familias y atienden a las
diferencias.
Algunos jugadores aprenden mejor cuando juegan a su antojo y
otros necesitan ser dirigidos. A algunos les gusta una sesión con tareas
intensas, correr y saltar, otros funcionan mejor cuando el ritmo es más
tranquilo porque una sesión intensa los agota. Para poder dar un primer paso en
el trabajo con la diversidad es necesario reconocer los diferentes estilos de
aprendizaje de los jóvenes, y ofrecer diversos recursos y consignas de trabajo
que permitan a cada uno poner en juego su propio estilo, reconocerlo,
identificar sus ventajas y dificultades, así como también conocer otros estilos
y probarlos.
Para atender a la diversidad es necesario que cambie el rol
del entrenador, quien dejará de ser un ponente que llena las mentes de sus
futbolistas con ideas, para convertirse en un formador. El objetivo a lograr
será que los jóvenes trabajen con autonomía y que desarrollen habilidades para
el fútbol, incorporándose en grupos reducidos que mejorarán tanto su propio
aprendizaje como el del grupo.
A NIÑOS DIFERENTES, ENTRENAMIENTOS DIFERENTES.
Como entrenador debo promover un espíritu de equipo que
trascienda los problemas individuales, la diversidad debe ser la protagonista
en el campo y el futbolista es el agente activo de su aprendizaje. Tengo el
reto constante de enseñar de una manera totalmente diferente a la que yo estuve
expuesto durante toda mi trayectoria deportiva. Conducir un grupo diferenciado
requiere habilidad y perseverancia, es una habilidad adquirida con la
experiencia. No debemos entender esta diversidad como un obstáculo en nuestra
labor, pensemos que es otro desafío.
Pensemos siempre en el bienestar de nuestros jugadores
probando distintas actividades cada día, combinando tareas, descubriendo nuevos
caminos de enseñanza que se adapten a las necesidades deportivas de cada niño
incluyendo estilos, destrezas y capacidades. En mi equipo, al tener futbolistas
de varias edades y capacidades, soy consciente de que debo aplicar la
diferenciación para obtener mejores resultados y alcanzar mis objetivos. Recae
sobre mi persona la tarea de planificar la enseñanza utilizando estrategias
variadas y adaptadas a las condiciones y posibilidades de los diversos jugadores.
Cada día compruebo el progreso de las aptitudes y preferencias de cada uno de
mis jugadores y esto me permite planificar con más facilidad mis sesiones.
Hoy sabemos que la diversidad es la protagonista en el
terreno de juego y el alumno es el responsable y agente activo de su
aprendizaje. Debemos pensar en nuestro equipo y nuestro club como un lugar
diverso, heterogéneo y acogedor. El aprendizaje, además, sólo llegará a través
de experiencias, para quien el reto de los entrenadores pasa por saber
emocionar e intrigar a los jugadores. El entrenador que trabaja con pasión crea
un vínculo con su jugador y lo seduce. El sistema pedagógico que siempre
funciona es la proximidad, la amistad y la confianza. Olvidemos lo predecible y
lo monótono, lo inservible para la competición, clasificar a los niños, la
falta de confianza y el desánimo.
Cada niño es diferente. También somos diferentes cada uno de
nosotros, entrenadores y padres. Por tanto las generalizaciones no son posibles
en el terreno, tan amplio, del mundo del fútbol. Algunos niños se quejan de
que, como van retrasados, deportivamente hablando, los llevan a equipos en los
que se trabaja más lento, con lo cual su retraso no deja de incrementar. La
pregunta que un club de fútbol con una idea formativa clara debe plantearse es:
¿Cómo compensar la diferenciación de nuestros jugadores? La respuesta es
triple: con entrenadores de calidad, con un aprendizaje heterogéneo y con más
horas de entrenamiento. A futbolistas diferentes, entrenamientos diferentes.
Pedro Meseguer Díez (@pmeseguer).
Técnico Deportivo Grado Superior.
Entrenador Nacional de Fútbol.
Técnico Deportivo Grado Superior.
Entrenador Nacional de Fútbol.
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