jueves, 18 de noviembre de 2010

FÚTBOL DE AYER, FÚTBOL DE HOY....FÚTBOL.

FÚTBOL DE AYER FÚTBOL DE HOY….FÚTBOL. II


Años atrás nuestro fútbol era bien distinto. No sólo adentro de la cancha sino afuera. El fútbol va transformándose a medida que la sociedad sufre cambios. Ya sean cambios positivos o negativos. El fútbol hace parte de esa sociedad y lógico recibe su influencia. Es verdad, antes se pensaba un poco más en la camiseta, en la institución, en el juego en sí. Ahora las madres y los padres desde muy pequeñitos, llevan a sus hijos a una escuela y comienza la aventura de convertir a su hijo a través del fútbol en la salvación de todos.

Ayer se hacía uno jugador por pasión, para disfrutar, por el gusto de jugar. No por necesidad. No por obligación. No para salvar a la familia. Desde este preciso momento las reglas que influencian la actitud del futbolista han variado. Hay compromiso en la familia para apoyarlo, sí, pero con la mira puesta en el factor económico que asegurará un gran futuro si el niño tiene condiciones, suerte, dedicación aunque obligada bajo el discurso de que si o si tiene que ser un gran futbolista para marcharse al extranjero.

Muchas veces resulta. Otras será frustración grande. A lo mejor algunos con su hijo tendrán mejor suerte, el destino hay que forzarlo para que otros también lo consigan. Ese fútbol que aportaba mucho técnica, física, táctica y socialmente, y que lo hacíamos en la calle, plazas, parques sin más medios que un balón, unos amigos y las infraestructuras de ese lugar, ha entrado en un mercantilismo extremo, de profesionalismo muy mal entendido, y de búsqueda de resultados económicos por encima de todo.

Ayer interesaba el jugar. Se convencía a todos con inteligencia y técnica. Hoy los que juegan bien siempre están bajo sospecha, al resto con meter, poner voluntad, luchar les dan el reconocimiento fácilmente. Ahora primero hay que correr. Ayer pensar y luego correr. Hoy si no corres no juegas. Porque hay que ganar, si no ganas te echan, te sacan, no te ponen. Presión total, miedo escénico, hay que superarlo sino la exigencia de la competición te deja de lado. Desde afuera viene esa gran influencia para los futbolistas que hoy entran a la cancha: resultado antes que disfrutar. Ganar prohibido perder. Economía, cotización, venta, millones de Dólares, empresarios que gestionan transferencias. Entonces nadie da ventajas, ni adentro ni afuera de la cancha. Primero me aseguro, juego especulando, no arriesgo, debo sostenerme a cómo de lugar, dirán unos. Como dice Menotti: hay que ganar como sea. Hay mismo comienza la trampa. Otros superan ésta presión y juegan asumiendo riesgos, proponiendo, protagonizando.

Hoy un fútbol diferente. La mayoría de los futbolistas son de correr, meter, luchar, carácter, fuerza, poner voluntad y la minoría son jugadores con clase, talento, inspiración, inteligencia. Si, son jugadores más obedientes de mandatos tácticos. Los de antes más independizados de ese libreto. Ayer era al revés, mayoría de jugadores buenos y capaces y minoría de jugadores de voluntad, de luchar, de correr.
Ayer estaba el fútbol callejero. La calle y sus andenes, paredes, muros; el parque con sus árboles, matas, bancas de cemento, el lote vacío, el potrero. Te daban la posibilidad de jugar muchas horas, pues en casa si acaso había Tv en blanco y negro y solo un canal. Tenías mucho espacio y tiempo para jugar al fútbol. Ahora están el play Station, 100 canales de Tv Cable, Internet, Celular para oír música, chatear, navegar, fotos, filmar, pocos espacios en las ciudades para ir a jugar, demasiadas distracciones que te dispersan de la pasión maravillosa de dedicarte con más compromiso a jugar al fútbol.

El jugador por supuesto de antes era distinto al de ahora con todas estas influencias tecnológicas modernas. La conducción de un equipo de antes, o de hace cinco años atrás al momento es otra cosa. Cada día los futbolistas vienen con una variante nueva. La gestión de la conducción de equipo es merecedora de una revisión permanente para poder sacar lo mejor de los futbolistas de hoy. Alguien me dijo hay que gestionarles los momentos. Acostumbrarlos a muerte a eso. Convencerlos de qué las máximas figuras respetan los momentos, no mezclan porque ahí está la confusión. Hora de entrenar pues con todo, hora de siesta igual, hora de comer hay que, como decía Bilardo, exigir que se alimente súper bien, igual que a un Ferrari Fórmula Uno le dan la mejor nafta, a un futbolista se le debe someter a la mejor dieta alimenticia.

Tampoco voy a entrar en la polémica aquella de que fútbol era mejor, o si antes los futbolistas eran mejores que los de ahora. Que cuál es el mejor futbolista del mundo, qué Pelé, que Maradona, Que Di Stéfano. Creo que los tiempos van cambiando y sus intérpretes también. Es mejor darle valor a cada generación y cómo se proyectó, con que ideas, con que personajes destacados, con qué sentimiento expresaron su fútbol. Entre más futbolistas extraordinarios tengamos más riqueza tendrá nuestro deporte favorito.

Las épocas se respetan. Cada una escribe su propia historia. Cada generación queda marcada por sus mejores representantes. Los grandes se acomodan solos en la memoria colectiva, y lo hacen con una larga trayectoria escribiendo páginas gloriosas. El ayer vive en la memoria de todos. El hoy va construyendo al futuro. Hay que vivir el presente y cada uno se instala del lado que más le gusta y le convenga. Mourinho - Guardiola; Benítez - Pellegrini; Ferguson – Capello; Wenger – Tavárez; Bielsa – Dunga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario