LOS PUENTES DE CARLO
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Aquel día no estuvo para nadie. Llegó a casa, se
encerró en la cocina, silenció el móvil, descorchó su más viejo Rioja y miró la
pata de jamón serrano con ojos de melancolía, como mira una niña de 15 años
tras una ruptura amorosa a su helado de chocolate. Y no era para menos.
Había superado sin dramas la marcha de Di María, tan solo era
uno de los jugadores más increíbles del mundo, pero recibir la noticia del
adiós de Xabi Alonso a escasos días del cierre del mercado era más de lo que
Carlo Ancelotti podía soportar.
Su profesor, su musa, su mediocentro. El hombre
cuya excelsa categoría táctica le había permitido crear un sistema equilibrado
con mimbres de equipo de loquero. El fenómeno que había dotado de estructura a
un 4-3-3 con un suicida impulsivo de interior izquierdo y dos extremos que no
perseguían ni a sus sombras. El tapón que frenaba con su posición
casi todas las contras de sus enemigos y daba tiempo a su cuadrilla para
reformar el 4-4-2 a 20 metros de su portero. Un auténtico obrador de milagros.
Sin él, ¿cómo iba a lograr seriedad entre tanto atacante junto? ¿De qué modo
iba a proporcionar consistencia a un once donde apenas dos o tres tendrían
tensión defensiva? Nunca más se supo… de aquella pata de jamón.
Que Kroos, sin ser mediocentro, se viera forzado a hacer
de mediocentro condicionó la táctica del Real.
JAMES Y LUKA FORMABAN UNA LÍNEA MUY RECTA
CON KROOS EN EL
PRIMER 4-3-3.
Las semanas posteriores fueron muy difíciles, pero el
entrenador no perdió ni un día. Desde el primero buscó soluciones. Además,
nunca dudó sobre su alineación titular, sabía qué jugadores iban a darle el
remedio, y eso le otorgó cierta ventaja. En lo referido al centro del campo,
que será la zona más tratada en el texto que recién empieza, los elegidos
serían Toni Kroos, Luka Modric y James Rodríguez. Y qué mal lo pasaron al
principio. Seguramente con el ánimo de proteger a Toni Kroos, que ocupaba la
posición de mediocentro sin haber sido mediocentro nunca jamás, Ancelotti pidió
a sus dos interiores que guardasen la misma altura que el alemán, y acabaron
formando una línea recta de tres. Recta. Los tres ocupaban la misma altura
durante las jugadas. De esta guisa, como si se tratase de un futbolín, el
Madrid pasó a dibujar una vara de cuatro bultos abajo, una de tres en el medio
y otra de tres arriba; tres peldaños para los más de 100 metros de largo que
tiene un campo de fútbol. Recuérdese: con balón. Sin él, un equipo puede poner
a sus puntas hasta en su frontal si quiere. Con él, a su zaga no la va a poner
en la frontal del otro. O sea, al atacar, el Madrid formaba tres líneas rectas
separadísimas entre sí.
LA FALTA DE INTENSIDAD DEL REAL MADRID ES UN DEFECTO DE
SU PLANTILLA.
Las distancias eran enormes y el gran defecto de la plantilla
blanca, la bajísima intensidad de sus piezas, acrecentaba su gravedad. Ni
Bale ni Ronaldo trabajaban tras perder el balón, no hacían nada por
ralentizar la transición del contrario, y para James, Toni y Luka, que estaban
muy lejos, resultaba imposible salir a la presión. Además, si lo intentaban, al
sufrir una desventaja posicional y no ser Matuidis de la vida, los eliminaban
con facilidad. En resumen, para el rival parecía fácil dar el primer pase,
porque Rodríguez, Kroos y Modric no llegaban a encimarle, y, más abajo, con un
solo toque de calidad borraba a los tres, pues ocupaban una sola altura. Ramos
y Pepe, en vez de tender a subir, achicar las distancias entre el medio y la
defensa y formar un bloque alto, tendieron a recular y a partir al equipo más
todavía. Quizás fuera lo más prudente, igual lo otro era imposible, pero lo
prudente no servía de casi nada. El Madrid no era capaz de mantener el control
del partido durante los 90 minutos. Tácticamente, ni podía presionar ni sabía
ajustar atrás. En cuanto el contrario hacía dos cosas bien, se veía su
separación. Y ninguno de sus hombres hacía de pegamento. Carlo clamaba por un
plus de intensidad, pero era en vano. Sus jugadores no son intensos, y punto.
La motivación podía (puede) camuflar el defecto cinco días al año; no 365. Debía
convivir con ello.
El primer ajuste de Ancelotti consistió en dar a James el
rol de interior-extremo que activaba Di María.
Sigamos con su manejo del balón. Con el presentado 4-3-3 llano,
al Real le costaba mucho encontrar líneas de pase hacia delante, la mayoría de
los envíos eran en horizontal, y cuando daba el pase de avance, los receptores
(la BBC) recibían de espaldas. No surgían líneas de pase diagonal de manera
fluida, y así, la calidad de la posesión resultaba irregular. Es decir, la
posesión no era un valor que facilitase el desempeño defensivo posterior,
porque no daba tiempo a sus jugadores para ir subiendo, ganar metros y juntarse
en la zona de la pelota, para poder paralizar las contras tras perder el balón.
En parte, por esto Kroos, Modric y James se quedaban tan lejos. Buscando romper
la quietud y regularizar la calidad de su posesión, Ancelotti planteó su primer
ajuste, que consistió en darle a James el mismo rol que había tenido Di
María durante el año de la Décima. O sea, haría de interior izquierdo en
defensa estática, y se desplegaría como un extremo izquierdo cuando le llegara
el turno de atacar. Al situar un hombre pegado a la banda, Kroos ganó esa línea
de pase diagonal, que era lo que se buscaba, pero surgieron problemas
distintos.
Sin James en el medio, Modric tuvo que atarse incluso más y formar,
en la práctica, un doble pivote con el novato Toni, y el Madrid terminó
partiéndose en un 4-2-4 muy claro. La regularidad de su posesión había mejorado
un poco, ya que James estaba arriba y no recibía de espaldas, pero no lo suficiente
como para que Kroos y Modric ganasen metros y pudieran presionar. De hecho, la
situación para ellos había empeorado. Estaban donde antes siendo uno menos.
Cubrir todo el ancho del terreno les era aún más difícil. Seguro que el lector
recordará la sangría provocada por la Real Sociedad en Anoeta atacando por las
bandas. Una cosa había quedado clara: con tanto artista sobre el campo, o
Ancelotti encontraba algún truco que le dotase de algún equilibrio especial o
su equipo iba a sufrir mucho. Sin Xabi Alonso, el Madrid no tenía talento
defensivo para corregir desbarajustes tácticos. Tenía que hallar un nuevo orden
que ocultase su falta de calidad defensiva TOP.
Bien. Pues todo lo comentado hasta ahora se vio en la mitad
de los minutos disputados por el Madrid hasta su visita a Riazor. La otra mitad
fue muy diferente.
Incluso en los peores momentos, se notaba que Kroos y
James habían cambiado el ADN del Madrid.
Expuestos los inconvenientes, toca esgrimir la parte buena.
A excepción de en su debut en la Champions, el Madrid había enlazado ratos de
fútbol fabuloso en todos sus encuentros. Tanto en la corta victoria ante el
Córdoba como en sus pinchazos en el Derbi y en Anoeta, los de Ancelotti habían
exhibido por momentos el impresionante juego que a todos había abrumado en la
Supercopa celebrada en Cardiff. Si se analizaban los porqués de aquellas rachas
y se conseguía racionalizarlos y dominarlos a voluntad, cabía la posibilidad de
diseñar un sistema más equilibrado. A saber, las noticias más destacables
habían sido las siguientes:
- El extra-pass de Kroos y James. Han
transformado al campeón de Europa ipso facto. Se han unido a la
plantilla ganadora y le han cambiado el código genético. Los dos grandes
fichajes del verano blanco le han dado a su posesión más estabilidad y más
control. Toni es una máquina programada durante nueve meses de entrenamiento
con Guardiola para sumar pases cortos, sin fallo y con intención. Con permiso
de Xavi, que todavía compite, en eso no hay otro como él. Por su parte, James
representa un salto de calidad inmesurable sobre Di María en esta materia. El
colombiano es fabuloso y Di María, incorrecto. La posesión apenas se fuerza,
aquellos envíos ultra verticales hacia el área se han reducido al mínimo. Kroos
y Rodríguez cogieron la catapulta y la guardaron en el trastero. El Real se
concede preámbulos incluso cuando contraataca. Da un pase de más hasta en sus
transiciones. No divide ni un balón que no tenga que dividir. Y cada toque
tiene el máximo sentido que se le puede dar al orden táctico que haya
a su alrededor. Toni y James son dos centrocampistas de cerebro y pies
perfectos. Su influencia es total. Kroos y James han cambiado al Madrid.
- El efecto de La Décima. El club merengue vivió
a la sombra de un equipo, un entrenador y un jugador durante cinco años.
Incluso cuando sus niveles se emparejaron, el Madrid siguió siendo el chico y
su rival, el grande. Es algo que pudo contrastarse mejor que nunca en la
semifinal de la Champions Leaguedel curso pasado, cuando en su primer cuarto de
hora, el Bayern Múnich, un conjunto inferior al blanco tanto en lo individual
como en lo colectivo, fue quien pareció el gigante. Los 75 minutos posteriores,
el 0-4 de Baviera y el 4-1 en la Final de Lisboa recuperaron para el club mucha
de la jerarquía perdida. Y se nota. Sus jugadores van ciegos de confianza,
intentan todo lo que se les ocurre, se lo pasan brutalmente bien jugando al
fútbol, quieren ganar gustando, ser reconocidos como lo que ellos opinan que
son. Dicho cambio de chip se percibe en el plantel al completo, pero incluso un
poco más en aquéllos que más tiempo suman en el Bernabéu. Por ejemplo, en Pepe.
Quien otrora desesperase a Xabi Alonso con sus vulgares pelotazos, hoy debe
sentirse muy, muy agobiado para no intentar salir raseando el balón. Por
descontado, sus limitaciones persisten, no es Aymeric Laporte, pero quiere
formar parte del show. Sobre Sergio Ramos sobran palabras, pero recuerden este
párrafo para cuando vuelva a ser citado. Es crucial.
El Madrid 1-Atlético 2 de Liga fue un punto de inflexión
decisivo en la relación entre Ronaldo y Bale.
Bale y Ronaldo juntos. Desde que la
ex-estrella del Tottenham Hotspur fichase por el Real Madrid, los teóricos
barajaron que el truco de su convivencia con Cristiano sería alejarlos. Parecía
lo lógico. Se hablaba de, quizá, los dos físicos más portentosos del fútbol
actual, de dos atacantes que ocupaban una franja de terreno monstruosa, y para
que sus larguísimas diagonales no chocasen, lo inteligente parecía que el uno
iniciase sus movimientos lo más lejos posible del otro. Más o menos, así
sucedió, por lo que cabe presumir que Ancelotti se suscribía a la opinión. Sin
embargo, algo cambió tras el derbi madrileño de la tercera jornada de esta
Liga. Carlo otorgó a Ronaldo máxima libertad de movimientos, el luso cayó con
frecuencia hacia su banda derecha y allí se juntó con Bale. Y el resultado fue
impresionante. En los siguientes partidos se siguió insistiendo y se confirmó
el potencial. Juntarlos hizo recordar que, poderío aparte, se estaba ante dos
delanteros de sobresaliente factura técnica, y Cristiano, que es quien manda,
parecía haber decidido que esta vez quería jugar a eso; a tirar paredes y
a moverse por cualquier parte. Pudiendo acercar a Ronaldo y Bale, las
posibilidades tácticas adquirían una nueva dimensión.
- El recorrido de James Rodríguez. Llegó al
Bernabéu provisto de dos virtudes muy poco vendidas, su importantísima
resistencia física y su pasión defensiva cuando le tocaba echar un cable. Su
genética le habilitaba para cubrir vastísimas dimensiones del campo y le
gustaba colaborar en el ejercicio defensivo para robar cuanto antes el balón.
Dicho esto, quien con lo visto en Oporto, Mónaco y Colombia pudiese
vaticinar quién era de verdad este chico merece un premio excepcional. El
equipo de esta web, desde luego, no consiguió vislumbrarlo. Y si el Real Madrid
fue capaz de presumirlo, si esto no ha sido un golpe de suerte, se merece
haberlo fichado. Sobre lo que ha supuesto el recorrido de Rodríguez para Carlo
Ancelotti van a explicarse cosas fascinantes en los próximos párrafos. Cosas
impactantes, increíbles. En pos de que no parezca una fábula, y sobre todo para
que el lector capte por completo los conceptos y los vea reflejados en los
siguientes partidos del Real, contaremos con una amplia sesión de capturas que
acreditarán el análisis. James es la clave de bóveda del Madrid más fuerte. Con
certeza, el chico cuya esencia marca el actual sistema táctico. Y se dijo tres
párrafos atrás que también ha condicionado su estilo de juego.
Toni
Kroos y James Rodríguez han cambiado el Real Madrid.
Recapitulemos. Ancelotti partía con dos limitaciones a la
hora de reconstruir un equipo campeón: casi todos sus jugadores carecen de la
intensidad defensiva con la que sueña un técnico normal y tampoco disponía de
un pivote puro que pudiese equilibrar los desatinos que eso produce. Para
saltarse estas dos trabas, necesitaba diseñar un sistema táctico que permitiese
a sus futbolistas estar más juntos. Así convalidaría la falta de actividad
física por la acumulación de efectivos en la zona del balón. Y en pos de
conseguirlo, atesoraba casi todo lo bueno que ya conocimos el año pasado, que
es muchísimo, y los cuatro hallazgos que acabamos de exponer. ¿Qué hizo el entrenador
italiano? Dar vida al Real Madrid de los Dos Puentes.
Los dos puentes de Ancelotti hacen que el Madrid haya
pasado de dibujar tres alturas a plasmar cinco .
EL RIVAL DEBE SORTEAR 5 ALTURAS PARA HACER UNA CONTRA; ES
MÁS DIFÍCILEl concepto primario es claro: el Real Madrid, que era un equipo
de tres líneas, ha pasado a ser un equipo de cinco alturas. Ahora tiene las
tres de antes y sus dos puentes. Cada uno de los puentes viene a ser un
futbolista que ocupa el escalón intermedio entre las tres líneas originales. Es
decir, el puente 1 conecta la zaga con el centro del campo y el puente 2 hace
lo propio con el centro del campo y la delantera. Con dichos puentes, Ancelotti
favorece el juego de los suyos tanto en defensa como en ataque. En defensa,
cada puente implica un freno para el intento de contragolpe del contrario. Es
un obstáculo, un pivote, una percha que debe ser sorteada y de ese modo
ralentiza. Cuando un rival del Madrid quiere llegar desde su área a la otra,
debe superar cinco desafíos; no tres. Eso requiere más pases y en menos
espacio, lo que dificulta el éxito de la tarea y mejora mucho la defensa
blanca. Siguiendo con el juego ofensivo, la aparición de líneas de pase
diagonal se ha vuelto automática. Surgen por todas partes; en este sentido
es un espectáculo. En cualquier lado del campo, el poseedor del balón forma
parte de, al menos, un triángulo. De esta manera, la calidad de la posesión se
ha disparado. Antes de entrar en detalles, se precisa desvelar la identidad de
los protagonistas. El puente 1 es Sergio Ramos. El puente 2, James Rodríguez.
Veamos sus construcciones.
El Puente 1 es Sergio Ramos. Sergio Ramos da un paso al
frente y ocupa zona de mediocentro
A poco que su equipo asienta la posesión en campo contrario,
labor en la que participa en primera persona, Sergio Ramos rompe la línea que
forma con su pareja (Pepe, Varane, Nacho), gana una altura y pasa a ser algo
muy parecido al mediocentro en funciones del Real Madrid. En el rotativo de
imágenes que antecede a estas palabras se pueden ver multitud de ejemplos en
partidos diferentes. Se recomienda su visionado para asimilar la radicalidad
del asunto. Aunque no se hace siempre, porque no deja de ser un movimiento muy
agresivo, la frecuencia del ajuste es enorme, hasta el punto de que incluso
cuando no juega Sergio y son Nacho o Varane el central izquierdo,
cualquiera de los dos, siendo menos apropiados para el hábito, intenta
reproducirlo. ¿Qué ventajas propias desencadena este primer puente? Muchísimas.
Empecemos por lo ofensivo, que es lo más ligero. En primer
lugar, la irrupción de una pieza inesperada en un terreno que, en teoría, no le
corresponde, propicia movimiento en los suyos y confusión en el rival. Del
mismo modo, al entrar en una altura usualmente distinta a la de sus compañeros
-aunque a veces coincida con Kroos-, favorece la triangulación en el sector
izquierdo, con Marcelo, James o Isco y Ronaldo. Y para rematar, y quizá esto
sea lo más relevante, permite a Toni Kroos actitud de interior. El alemán
comparte con Ramos las tareas propias del mediocentro, de hecho es lo más
parecido a uno que hay en el sistema blanco, pero a nadie se le escapa su
naturaleza original, que es de interior izquierdo. Cuando Ramos solidifica su
zona desde su puesto de pivote zurdo sui generis, Kroos, de lectura
maravillosa, gana una altura si quiere y forma pareja de interiores con Modric.
Instala la posesión del Madrid casi en la frontal del rival, con una calidad y
un orden soberbios, saca a relucir su don para asistir, le surgen opciones de
chut y, ojo, se prepara para presionar. La influencia del puente puede
convertir a Kroos y Modric, que antes del mismo eran un doble pivote
abandonado, en dos interiores protegidos que presionan a un rival desbordado cerca
de la BBC. Sin esfuerzo físico extra; pueden presionar, lo hacen desde arriba y
ante un contrario que, girado por la calidad de la posesión blanca, no está en
la mejor disposición para salir de atrás. Presionan en ventaja a un rival que
está de espaldas. Así, a menudo, simplemente reciben la bola de vuelta vía
pelotazo. Esto de Kroos-interior es solo una variante. El Madrid rara vez
resuelve dos jugadas parecidas de la misma manera. Su versatilidad es amplia y,
como su paleta de centrocampistas sobresale por su compresión del
juego, hace lo que conviene a cada tesitura concreta. Los jugadores blancos no
ejecutan. Ellos interpretan. Toni Kroos y James Rodríguez han cambiado al Real
Madrid.
Otro aspecto que cabe destacar, porque es importantísimo,
radica en que, edificando este puente, Ancelotti ha solucionado la excesiva
reculada de su defensa. Al ocupar Ramos plaza de pivote izquierdo, el central
derecho del Madrid también achica hacia arriba y está presto para frenar las
carreras que los contrarios puedan iniciar en su perfil. Este central derecho,
a propósito, también puede ser alguna vez quien cree el puente, aunque es mucho
menos frecuente. En la galería de capturas se incluyó una ante el Liverpool en
la que es Pepe quien gana altura de mediocentro. Se debió a que Balotelli estaba
empujando a Varane hacia atrás. Como dijimos, el Madrid tiene sus pautas, pero
no las fuerza. Intenta adaptarse a las circunstancias.
El Puente 2 lo conforman James y, a menudo, Gareth Bale.
Conecta a la medular con la delantera.
Llegamos al puente número 2, James Rodríguez. ¿O deberíamos
decir “James Rodríguez-Gareth Bale”? Vamos por partes. Quien empezase como
interior en línea recta con Kroos y Modric y siguiera como extremo izquierdo en
plan Di María, ha ganado una altura, como Sergio Ramos, y se posiciona y
trabaja como un mediapunta ligeramente escorado a la izquierda. Conecta la primera
línea de medios (Toni y Luka, si bien Luka acostumbra a estar varios pasos más
adelantado que Toni) con la de delanteros, que suele estar copada por Cristiano
y Benzema aunque el intercambio de puestos con Bale no cese. Bale, en
principio, ejerce casi de mediapunta derecho. Es quien con mayor
frecuencia completa el segundo puente blanco, una posición que le acerca al
comportamiento que tuvo en su último año en Inglaterra, cuando, jugando de
enganche puro, dominó una Premier en la que estaban Wayne Rooney, el Kun Agüero
o Luis Suárez. Tanto James como Bale se salen en este juego, está hecho para
ellos. El dinamismo es constante, nadie está en ningún sitio fijo, todos salen
y entran sin parar de generar triángulos, y de ahí el altísimo número de
paredes al primer toque que se viene observando en los últimos partidos del
Madrid. Además, la capacidad organizativa de Bale y James sale a relucir. Crean
juego. Si las lesiones no se lo impiden, Gareth va a jugar tan, tan bien que
dejará de ser visto como un toro y se valorará que su finura no desmerece a la
de los Modric, Isco y compañía. Con respecto a James, poco que apuntar. Es un
mediapunta clásico y ser el puente número 2 le permite actuar como tal a pesar
de que el dibujo oficial de partida siga siendo el 4-3-3 en ataque y el 4-4-2
en defensa. Movimiento.
Sí, movimiento. Se recalca el constante intercambio de
posiciones tanto cuando la BBC y James tienen el balón como cuando lo mueven
los de atrás. En esta magnífica jugada puede verse a Ronaldo
completando la doble mediapunta con James y formando el triángulo con Modric.
Aunque Bale sea el mediapunta inicial, tanto el luso como Benzema trucan su
posición con él en casi todas las jugadas, evitando así el típico cuadrado
tendente a la parálisis de entrenadores como Luxemburgo o Pellegrini. Como
Cristiano se mueve, todos tienen que hacerlo.
El Puente 2 frena lo suficiente la transición rival como
para que Kroos y Modric puedan presionar arriba.
Y para terminar el análisis del segundo puente, su eficacia
defensiva. Tácticamente, sin duda es un éxito. Su juego embotella y gira a sus
contrarios, les obliga a iniciar las jugadas de espaldas cuando recuperan y, a
su vez, permite a los centrocampistas del Madrid ganar altura con tranquilidad
para poder presionar tras la pérdida, ya que con James condicionando el puente
con sus inteligentes decisiones, la pérdida es de gran calidad. O sea, el
ajuste de Ancelotti cumple su función: juntar jugadores propios en la zona de
la pelota para convalidar acumulación por intensidad. Y a distintas alturas,
para que un solo pase no pueda eliminar a todos. Dicho esto, la intensidad es
tan ínfima en Gareth y Cristiano que hasta oponentes de nivel técnico
medio logran superar su notable posicionamiento. Por ahorrarse alguno de los
dos una carrerita de cinco metritos, en multitud de ocasiones el equipo se ve
forzado a replegar hacia su propio campo. Gracias a sus dos puentes, gracias a
las cinco alturas ya explicadas, logra replegar con control, porque el rival se
va frenando, pero ya hay un esfuerzo colectivo de 70 metros hacia atrás cuando
Ronaldo o Bale podían haberlo evitado sin sudar una gota. Pero bueno, la
actitud también es una calidad y estos jugadores no la tienen. Por eso Ancelotti
se ha estrujado tanto la cabeza y por eso solo puede aspirar a la
sostenibilidad defensiva; no a la perfección. En estos momentos, su equipo
parece estable. Ha dejado de ser un coladero y disfraza a defensores muy
corrientes, como Kroos o Isco, de ladrones consumados. El avance está ahí.
Debe apuntarse además que, a pesar de que la baja de Alonso
ha menguado la calidad posicional de los repliegues blancos, estos repliegues
en 4-4-2 siguen siendo muy buenos. James, por su paciencia, implica una mejora sobre
Di María, y a aquellos jugadores que trabajaron con Mourinho (Arbeloa, Pepe,
Ramos, Varane, Marcelo, Coentrao, Modric…) se les sigue atisbando una lectura
defensiva de élite tanto a la hora de priorizar el espacio sobre el balón como
orientando sus cuerpos para llevar a sus rivales hacia donde les interesa. El
Madrid se instala en campo propio a defender bastantes veces porque su falta de
intensidad le permite a sus contrarios salir con cierta frecuencia, pero,
aposentado sobre su área, continúa siendo difícil de desbordar. Es el regalo
que Mourinho le dejó en herencia a Ancelotti. Y el italiano sabe de su gran
valor. Dicho esto, se insiste: dentro de su competitividad, el nivel que
lucía con Xabi no lo luce ahora. Entre Kroos y Modric sí se cuelan pases y
conducciones que por Alonso nunca se filtraban. Ante un Cesc, un Götze u,
obviamente, un Messi-Neymar, la fiabilidad no será tan perfectamente pétrea
como durante la 2013/14.
Y abróchense los cinturones. Llega James Rodríguez. Uno de
los centrocampistas con más facilidad para la cobertura del fútbol europeo. Ver
para creer.
James Rodríguez le hace las coberturas a seis de sus
nueve compañeros. Activa siete de los diez roles.
En lo que va de texto hemos intentado dejar clara la
importancia del intercambio de posiciones en este Real Madrid. Sobre todo se ha
hecho hincapié en el juego de la BBC, pero es algo aplicable a todo el
colectivo. Casi cualquier futbolista blanco puede aparecer en cualquiera de las
cinco alturas que dibuja el equipo. Por ejemplo, tanto Marcelo, como Modric
como Kroos frecuentan con asiduidad el puente de la mediapunta. Todo ese dinamismo
fomenta la fluidez del juego, pues no para crear triángulos, y la confusión del
rival, pues ningún defensor puede pillarle el truco a ningún atacante. No es lo
mismo que en su zona caiga Baleque que caiga Marcelo; representan desafíos
diferentes. Bien, pues lo que usa Carlo Ancelotti para que sus futbolistas se
atrevan a entrar en esa sinergia, para que se atrevan a abandonar sus
posiciones de partida y ser agresivos, es el recorrido y la calidad táctica de
James Rodríguez. En la galería que encabeza este párrafo hay una serie de
capturas que ejemplifican de manera gráfica lo que se intenta explicar. El
hombre remarcado con el cuadro grande es James y el hombre remarcado por el
cuadro pequeño es aquél al que le está haciendo la cobertura o al que está
compensando en ataque. El “10″ del Real Madrid no se conforma con
ayudar a sus cercanos, como hacen los generosos. James va mucho más allá, James
está pendiente de seis de sus nueve compañeros de campo; James Rodríguez, con
su impresionante territorio de influencia, que comprende absolutamente todo el
terreno de juego, se encarga de las coberturas a Marcelo, Kroos y Modric y de
compensar las iniciativas de Bale, Ronaldo y Benzema. Es de una utilidad
bárbara, a la par que inaudita, que el interior izquierdo de un equipo haga,
por destacar algo, de interior derecho cuando Luka abandona su puesto. La
tranquilidad que este don de James ha proporcionado a Carlo Ancelotti y sus
pupilos ha sido clave, pero clave crucial, en el despegue de esta idea de
juego. Se pide por favor que se revise la galería y se ponga en valor la
cuestión. Lo mismo acaba una jugada en posición de delantero derecho que se
queda cerrando como mediocentro puro y la acaba en el pico derecho de
su área. Siendo interior izquierdo de partida. James Rodríguez se ha destapado
como un centrocampista que asusta por la influencia de los metros que ocupa. Y
esto era implanteable en un genio tan joven que no deja de ser un mediapunta
latinoamericano y que, para más inri, también le está aportando eso al Real
Madrid. James, cuando juega como interior izquierdo, es un chollo casi único
para el amante de este deporte en estos momentos; una máquina de generar
argumentos futbolísticos. Y cada novedad que se expone debe ser mezclada con la
esencia que impregna todo el Sistema de los dos Puentes: la sabiduría de Kroos,
James, Modric, Isco e Illarramendi; esa sabiduría que han resaltado los dos
fichajes de su verano de 2014. Todo lo que genera el nuevo modelo blanco se ve
aprovechado por una toma de decisiones con el balón que roza lo perfecto. Kroos
y James han cambiado al Real Madrid.
Cuando Isco es el interior izquierdo, el Real cambia
tácticamente, lo cual desencadena pros y contras.
Esgrimirá el lector, ¿y por qué el Madrid ha jugado su mejor
partido del año con Isco de interior izquierdo en lugar de James? Para empezar,
porque el fútbol es de los futbolistas e Isco es un reserva surrealista cuya
suplencia, en este momento, solo se entiende en este Real Madrid de Rodríguez,
Kroos, Modric y la BBC. El súper genio malagueño madura a una velocidad de
vértigo y atraviesa un estado de forma ideal, y así, se puede cargar hasta al
más pintado. Por otro lado, como es lógico, el equipo se adapta a él cuando es
quien ocupa el interior. No se comporta del mismo modo que cuando juega el
colombiano. La gran diferencia táctica que les separa es que Isco es un
futbolista de un solo carril. Su recorrido vertical sí destaca, y de ahí que
supere con soltura los 10,5 km/partido, pero nunca se le ve en el carril
derecho y no tanto como a James en el carril central. Isco es carril izquierdo;
en vez de activar siete roles como Rodríguez, activa solo cuatro: lateral
zurdo, pivote zurdo, interior zurdo y extremo zurdo. La versatilidad táctica
colectiva, por tanto, decrece, aunque siga siendo alta. Además, que él
garantice la fijación en su perfil repercute muy positivamente en sus hombres
más cercanos, Marcelo -como se ve en la captura de la derecha- y Toni
Kroos. El alemán intercambia mucho su puesto con él y eso le lleva a la zona
desde la que explotó a las órdenes de Guardiola; y lo de Marcelo se convierte
en un espectáculo, porque igual empieza una jugada como interior izquierdo que
la termina como punta derecho. Al unísono, al ser Isco más conservador que
James y quedarse más cerca de Toni, indirectamente libera más a Modric, que se
muestra más ofensivo que cuando comparte once con el “10″. En realidad el
sistema de por sí no se debilita por cambiar a James por Isco, pues lo que se
pierde de riqueza táctica se gana de dominio del espacio reducido y continuidad
en la posesión -el español es el número 1 del Madrid en el toco-me
muevo-recibo-toco-; si el Real parece un nivel más fuerte con James que con
Isco es porque Rodríguez, hoy por hoy, es el mejor de los dos. Ofrece un
punto más de resolución, uno más de intensidad, dos más de capacidad para
lanzar contraataques y, sobre todo, y esto es lo que marca la diferencia, un
número muy inferior de errores gratuitos. James, como Kroos y Modric, es pura
sobriedad a la hora de asumir riesgos. Podrá fallar a lo largo del año, pero
fallar no está dentro de su rutina. Isco sí deja dos o tres pérdidas graves por
encuentro que implican contras fulminantes contra la portería de Casillas.
Y aprovechando que nos hemos desplazado hacia el lado
siniestro, se especifica una posible debilidad blanca: su lateral izquierdo no
defiende como un lateral izquierdo. Es cierto que colabora en el robo y que su
presión en zona de interiores -que es por donde él andurréa- favorece alguna
recuperación rápida, pero ahí hay un conato de descontrol defensivo que hay que
mencionar porque puede desnortar al Madrid. Coentrao, especialista
defensivo de alta gama, podría corregir un posible desconcierto, pero esto es
como todo… ¿cuánta calidad perdería la posesión de pelota del Real? Y si fuera
mucha, ¿cuántas presiones positivas dejaría de hacer el Madrid arriba? Son
preguntas muy difíciles que no nos atrevemos a contestar. Y sus respuestas
serán claves para el devenir de los títulos. Si el free-style de Marcelo le
cuesta a los suyos dos o tres jugadas de sufrimiento seguidas en un partido
gordo, igual desencadena algún momento de duda que termine arrastrando el
sistema.
Para ganarle al Madrid: instalarse en su mitad, atacar a
sus laterales y filtrarse entre Modric y Kroos.
Y con esto llegamos al final, no sin especificar que la
despreocupación de Ancelotti para cambiar el modo de juego según su rival se
mantiene intacta. El partido de El Madrigal así lo atestiguó. El
Villarreal planteó un ataque total con sus dos laterales arriba y el Madrid
respondió con un sistema diferente al que acabamos de explicar. Pero fue la
única vez en los siete partidos más recientes. En los otros seis, el modelo sí
fue el recién presentado. Y no nos cabe duda de que el lector lo encontrará muy
fácilmente reflejado cada vez que los blancos lo apliquen. El Sistema de los
Dos Puentes es el juguetito de la plantilla del Real. Sus jugadores están locos
con él. Gozan como niños. No cuesta nada verles comunicándose durante los
partidos para ir cuadrándolo entre risas, porque al fin y al cabo, su
aplicación no es perfecta todavía. Por eso se observan situaciones en las que
Kroos pide a Isco que gane una altura cuando lo nota muy abajo, o en las que
Cristiano ordena a Bale que se vaya para arriba porque él quiere hacer de
mediapunta, o en las que James le da una palmadita en el trasero a Luka después
de hacerle una cobertura. El Madrid actual disfruta tanto lanzando un
contraataque como haciendo una pared; goza tanto marcando un gol como cubriendo
a un colega. Los jugadores se sienten integrados y se lo pasan de maravilla
porque saben que incluso cuando la cámara no les enfoca están haciendo algo
importante. Y todo, enfatizamos por última vez, bañado en el poso que le han
dado Toni y Rodríguez a las decisiones con balón. Kroos y James han cambiado al
Madrid. ¿Defectos? Los hay; no es un equipo perfecto y sus mejores oponentes tendrán
cómo castigarle. Como se ha dicho, aunque los dos puentes le proveen de una
estructura defensiva competitiva, la falta de intensidad de sus piezas le lleva
a conceder bastantes acercamientos, y, al fin y al cabo, en su esqueleto
defensivo están Carvajal, Marcelo y Kroos, que no son precisamente Puyol,
Maldini y Matthäus. Pero ha encontrado su sistema y le luce. Y si por
circunstancias recibe algún golpe severo que le haga dudar y menguar, el
lector siempre podrá deleitarse con los seis partidos que han fundamentado este
artículo. Merecen mucho la pena.
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