El fútbol no deja de ser un deporte sin verdades absolutas.
La misma naturaleza del juego y sus posibilidades de desarrollo acaban dictando
que lo únicamente verificable objetivamente hablando es que el partido lo gana
quien más goles anota. En el resto gana peso lo subjetivo. VAVEL.
AlbertBallesteros.
La verdad, también en el fútbol, tiene siempre un
componente subjetivo. Foto: Wall88.com.
Protágoras fue uno de los primeros filósofos del Mundo
Antiguo en la Atenas del siglo V a.C. Centró sus contenidos principalmente a
ámbitos éticos y, sobre todo, en la validez que podían llegar a tener (o no
tener) las afirmaciones absolutas de quien las portara. Su teoría principal
defendía que en esta vida todo es relativo. Asimismo, todo argumento tiene dos
caras que pueden ser igualmente válidas.
Pongámonos en situación: en un día de primavera en Madrid a
temperaturas más o menos altas, un sueco sentirá mucho calor en su cuerpo
mientras que un egipcio se encontrará en un ambiente frío. Ambos tienen razón,
según sus perspectivas, y por lo tanto demuestran que esa misma situación es
relativa y sin verdad absoluta como para definirla universalmente igual hacia
todos los públicos.
Mourinho y Guardiola son muy diferentes, pero también muy
buenos.
Aplicado al fútbol, podríamos diferenciar dos entrenadores
mundialmente conocidos y con enorme éxito pero, sin embargo, con dos maneras de
jugar y dirigir casi opuestas. Mientras que Mourinho busca ganar a partir del
juego directo, Guardiola lo hace con el dominio del balón y la posesión como
principal herramienta para adelantarse al rival.
Ambos representan en la máxima instancia dos tipos de fútbol
válidos para conseguir lo que el deporte de máximo nivel pide: la victoria. No
existe un único estilo de juego ganador. Klöpp y la verticalidad del Borussia
Dortmund son una referencia o Sacchi y su defensa zonal en su día
también.
Nos encontramos en un contexto histórico donde las
tendencias son más feroces que nunca. Mientras que la salida lavolpiana del
Barça de Pep Guardiola se convirtió en su día en una herramienta casi obligada
para cada entrenador en sus equipos y categorías, el 4-4-2 orientado el balón
rival a carriles exteriores y orden defensivo del Atlético de Madrid de Simeone
fue una "dictadura" de modelo de juego en incluso equipos de fútbol
base.
La validez de un estilo de juego reside en la calidad de sus
argumentos.
Protágoras afirmaba que nada es inherentemente bueno o malo.
Lo que es correcto, decía, se encuentra en que la persona o la sociedad lo
encuentren así. Para él todo tipo de juicio era subjetivo, sin la existencia de
absolutos. ¿Es mejor el estilo de juego de Guardiola que el de Mourinho? ¿Es
mejor tener la posesión como fin para marcar que el contraataque? Las
respuestas vendrían condicionadas siempre por la opinión de cada uno, siempre
defendidas con argumentos válidos, y ayudadas de enormes variaciones añadidas:
qué tipo de jugadores tengo, en qué dimensiones juego, qué cultura de país me encuentro,
la sinergia entre los jugadores o la interrelación de los mismos...
El fútbol es una pregunta con más de una respuesta.
La idea que uno transmita a su equipo se valdrá entonces de
la capacidad de persuasión, convencimiento y recursos que utilice. El fútbol
consta de azar, errorres, incluso condiciones externas, como por ejemplo la
meteorología. No es un dogma, no es una pregunta con una única respuesta
válida. No existen fórmulas seguras de éxito, pero sí diferentes caminos muy
válidos para conseguirlo.
Cada vez existe más gente defensora del fútbol que le gusta
y no del fútbol puramente dicho. Personas que no consiguen ver con buenos ojos
lo que Simeone propone porque ha estado previamente dictada con el juego de
posición de Guardiola. Aficionados que ven jugar al Chelsea de Mourinho y lo
relatan como el "antifútbol" porque, creen, es más importante tener
la posesión. También a la inversa, defensores del juego directo, negando las
altas posesiones de los equipos de Guardiola (¡y cuánto éxito han tenido!).
El punto de vista seguirá siendo subjetivo por las mismas
atribuciones que contiene, y es esa misma visión la que acabará sentenciando
una cosa como buena o no a partir de los ojos que vean lo que tienen delante,
pero nunca convendría pensar que existe una única vía para llegar a realizar
"un buen fútbol".
Porque, simplemente por ese reduccionismo,
limitamos nuestras posibilidades de ver más y crecer bajo más referentes.
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