SOBRE EL ÚLTIMO PARTIDO.

El destino es muy esquivo, hace estas cosas. Te enfrenta con situaciones de extremo peligro para ver si tenés la capacidad de soportarlas, superarlas y trascender.
Es sangre o aplauso. Aquellos que dicen a los jugadores: salgan a la cancha y disfruten, mienten. Hace rato se terminó con el disfrute en el fútbol. Porque hoy en día si no sos alguien no existís para el resto. Cuando algunos te saludan en la calle y te dicen suerte profe, muy bien profe, gracias profe, te mienten, es porque ganaste. Porque leyeron en el diario, o vieron por tv que ganaste. Si no ganaste ahí nomás te maltratan y te insultan, olvidan pronto, quizás les enseñaron a no querer una camiseta y sólo ser resultadistas a ultranza, ganar y no importa cómo. Total es ganar, para ponerse la camiseta con orgullo y salir a pavonearse a la calle, tomar cerveza y tratar de persuadir un poquito los traumas, los desaciertos, las amarguras, los sufrimientos, que día a día agobian. También hay muchos en Barranquilla, que nos saludan y apoyan con sincero respeto y buenas intenciones. Gracias y tenemos que seguir perseverando para que Junior siga conquistando títulos.
El domingo pasado perdimos de local 0 a 2. Ante un equipo bien plantado, joven, con hambre, con ganas de ganar. Cuando pierdo sufro mucho. Me amargo, quiero jugar bien al fútbol, que haya entrega, ganar pero dejando un legado, una huella, de buen sabor. Como cuando era jugador. La gente que me recuerda me habla de mis jugadas no de mis títulos. Porque hay una memoria que dice que se daba espectáculo. A eso le doy un valor grandísimo. Quiero que mis equipo vayan al frente, a ganar, pero teniendo en cuenta el camino para llegar a ese triunfo.
Se perdió, no se jugó bien, pero hubo ocasiones claras de gol, cinco o seis cara a cara con el golero del rival y no definimos bien. Y eso para los resultadistas es brutal. Es una gran oportunidad para sacar a relucir su supuesta hombría, pues gritan detrás del alambrado nunca cara a cara con el que hay que despedazar. Si se hubieran concretado esas ocasiones no se habría perdido y los resultadistas, como no revisan el trámite del juego se hubieran ido felices, orgullosos de mis jugadores. Si se juega mal, es preferible empatar o ganar pero nunca perder, queda claro.
Había manifestado hace varias semanas, y había aclarado que no era para abrir el paraguas, pero notaba que las cosas no estaban como el semestre pasado. Es durísimo en nuestro país, cuestión de raza, cultura, ganar desde el éxito. La Equidad, por ejemplo, perdió la final con Junior, y hoy están mejor porque arrancan el torneo desde el fracaso de no ganar la final. Cuesta, créanlo, lo he vivido. Desde el primer día se ha trabajado en eso, y mucho.
A todos nos pasa: cuando queremos volver a lograr un objetivo, no lo hacemos con la misma intensidad y damos ventajas. Sufro mucho la injusticia del mal trato, no logro dominar eso. Siempre sufro mucho cuando perdemos y cuando soy maltratado, pero sí logre no creerme la duración del éxito. No se revisa por qué ganaste o si mereciste ganar, te alaban, te homenajean, eso es franela, es hipocresía cuando te felicitan y supuestamente te agradecen.
Prefiero el temple a esporádicos arranques, la transpiración permanente a la inspiración momentánea, la acción del esfuerzo constante al actuar solo por sacrificio. El fútbol tiene de todo, pero mucho de actitud. Hay que insistir, pues falta bastante. Estos episodios son muy dolorosos para dirigentes, entrenadores y menos para jugadores y familiares. De pronto esto que pasó es una acción bisagra y sea un revulsivo para que haya reacción en cadena. Hace muy poco ni dos meses todavía, JUNIOR FUE CAMPEÓN POR SEXTA VEZ, DESPUÉS DE 12 CAMPEONATOS. Eso es valioso, generó respeto afuera de Barranquilla. Tan desastrosos no somos, para que haya esta reacción de maltrato. Pero ya lo hablamos, no queda sino echar pa’lante, hay dos partidos seguidos de local e ir con todo para ganarlos y llegar a doce puntos. No queda ya margen de errores en adelante. Los fracasos imprevistos acuñan próximos triunfos. Los mejores no merecen privilegios, a ellos hay que exigirles proporcionalmente a sus cualidades.
Jugar bien es crear situaciones pero también convertirlas. Tuvimos sin jugar bien, cinco o seis ocasiones netas de gol, pero las fallamos. La contundencia es cualidad innata del jugador, se trabaja pero depende mucho del momento y como lo encara el jugador. Aunque hoy en día se juega a neutralizar las capacidades creativas del rival. Entonces el juego que originalmente era quién elaborara mejor, es ahora, quién neutraliza mejor.
Es mucho más peligroso perder que ganar, entonces se teme perder y neutralizando, jugando de contraataque se gana y se da la razón. Se desnaturalizó la esencia del juego. Y a veces se gana así. Y se le da la razón al que gana así. Está claro que los resultados ratifican las ideas en el fútbol. Pero no lo explican todo. Hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque perdiste un partido. En cualquier tarea se puede ganar o perder lo importante es la nobleza de los recursos utilizados. Lo importante es el tránsito, la dignidad con que se recorre el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vender una realidad que no es tal.
A todos nos pasa: cuando queremos volver a lograr un objetivo, no lo hacemos con la misma intensidad y damos ventajas. Sufro mucho la injusticia del mal trato, no logré dominar eso. Siempre sufro mucho cuando perdemos y cuando soy maltratado, pero sí logre no creerme la duración del éxito.