domingo, 19 de junio de 2016

SITUACIONES SIMULADORAS PREFERENCIALES

SITUACIONES SIMULADORAS PREFERENCIALES - DAVID HERRERA




Si hacemos un breve recorrido sobre el desarrollo de los diferentes  deportes durante el siglo XX llegaremos rápidamente a la conclusión de que los procesos de enseñanza – aprendizaje se basaban en las teorías conductistas (psicología, pedagogía, didáctica, metodología…) así como los procesos de entrenamiento – rendimiento lo hacían en las teorías mecanicistas de ramas como la fisiología, la biomecánica, la medicina o la física (dicotomía cuerpo – mente). Ambas comportaban un modelo atomizado del deporte en cuestión, donde primaba lo observable, lo mensurable.

Dicho modelo crecía en torno al estudio del deporte, reproduciéndose según evolucionase el reglamento, las exigencias de la competición o los conocimientos del entrenador. Como podemos observar, todos ellos factores son ajenos al jugador, al deportista. La tendencia en rendimiento era parcelar la realidad competitiva para trabajar en los entrenamientos de manera aislada la técnica, la táctica, la preparación física… por medio de prácticas cuantitativas de ejercicios analíticos en secuencias lineales progresivas (Seirul-lo, 2013).

Frente al paradigma clásico del pasado siglo, surge una nueva visión del deporte que se centra en el desarrollo integral del deportista, gracias a las aportaciones de las teorías ecologistas, el cognitivismo, la teoría de los sistemas… que logran la auto-modelación del deportista, su auto-estructuración.

Ahora bien, ¿cómo lograr esta auto-estructuración? He aquí algunas ideas del profesor:
-        Observando el impacto que la competición ocasiona en el jugador
-       La constante adquisición por parte del jugador de nuevos conocimientos sobre el juego, sobre la competición y sobre sí mismo.
-   La instauración de habilidades técnico-tácticas en las que el jugador presente ciertas competencias.

Como vemos, todas ellas parten del deportista, le sitúan como eje principal en torno al que dirigir el proceso metodológico. Por tanto, atendiendo a este nuevo paradigma, debemos interpretar a la persona como una estructura hipercompleja, configurada por interacciones y retroacciones entre las diferentes estructuras: bioenergética, coordinativa, cognitiva, socio-afectiva, emotivo-volitiva, creativo-expresiva…

Tras este marco teórico contextualizador, el entrenador se preguntará como enfocar el proceso de entrenamiento centrado en el jugador, que él sea el protagonista, el que toma las decisiones, influyendo lo menos posible en el desarrollo del mismo, pero a la vez, orientando las tareas hacia el objetivo táctico principal que se pretende. La respuesta está en el rótulo que da título a este artículo: situaciones simuladoras preferenciales.

Son propuestas de entrenamiento muy cercanas a la realidad específica competitiva en las que se imponen ciertas reglas que ayuden a conseguir un objetivo principal dentro de nuestros principios de juego.

Se trata de tareas en las que el jugador es el principal protagonista, el que interpreta, enfocadas en torno a un determinado objetivo táctico pretendido, el cual se alcanzará condicionando lo mínimo posible con indicaciones de índole mecánica o lineal.

Por ejemplo, si en el plano macro queremos incidir en el juego interior, podemos plantear una situación de mantenimiento 7x7+3c en una superficie rectangular delimitada, dentro de la cuál habilitaremos una zona central en la que sólo podrán aparecer los mediocentros o dentro de la cual no se les podrá presionar o se hará de manera mínima. Así, estamos priorizando el juego asociativo en la medular, sin más consigna que favorecer la aparición de los jugadores encargados de elaborar, dando total libertad de decisión al jugador en la evolución de la tarea de cara a mantener la posesión de balón. Una vez asimilado el objetivo, se suprime el condicionante, aumentando el grado de dificultad, pero quedando ya patente en el jugador el objetivo principal de la situación.

Vamos con otro ejemplo. Si queremos incidir en evitar el pressing del rival en la salida de balón y para ello, consideramos fundamental hacer bascular al equipo contrario llevando el esférico de un lado a otro, podemos dividir el campo en tres carriles y situar tres mini-porterías, una en cada uno de ellos. La consigna será intentar hacer gol en el lado opuesto al que iniciamos la jugada.


Una vez ha identificado el jugador el objetivo pretendido, eliminaremos las consignas que limiten la libertad del mismo en su toma de decisiones, de modo que sea él quien interprete el juego y decida si es mejor finalizar jugada por la zona contraria a la que se inició o, por el contrario, interpreta que la mejor manera es seguir jugando en la misma, por existir superioridad debido a un mal pressing rival o por la confianza en un compañero habilidoso en el uno contra uno.

No pretendemos ofrecer la respuesta al jugador, sino sentar las bases para que sea él mismo quien busque soluciones. Al ojo poco entrenado le puede llevar a confusión, a entender que hay un alto grado de anarquía según esta perspectiva. Todo lo contrario, existe cierto orden dentro de un caos aparente que permitirá aflorar las propias decisiones del jugador y que sea él quien resuelva las situaciones de forma totalmente autónoma e impredecible.

“La verdadera importancia reside en definir la orientación de la tarea, qué buscamos, qué objetivo perseguimos”

“Todos los sistemas dinámicos complejos fundamentan su existencia en mantener sus funciones como un todo, mediante interacciones y retroacciones de sus componentes”

Autor: David Herrera
Twitter: @davidheco

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