REFLEXIONES. Resumen.
Con este trabajo, pretendemos reflexionar teórica y prácticamente, sobre un término (entrenamiento integrado), curiosamente desgastado de tanto uso, aunque casi siempre, entendemos que escasa, ambigua y superfluamente abordado. Escaso porque la cuestión no es que tenga que incluir percepción, decisión, etc., sino que los estímulos deben ser más o menos pero siempre específicos del juego. Ambiguo porque una cosa es entrenar con balón y otra absolutamente distinta entrenar fútbol. Y por último, superfluo porque la práctica siempre surgió y surgirá de la teoría previa y profundamente organizada, y en este caso casi siempre la propuesta fue directamente práctica.
Como en cualquier otro arte,
profesión o pasión, el entrenamiento del fútbol, entendemos que debe estar
fundamentado y caracterizado prioritariamente en y por el sentido
común. Y es que, cuando nos decidimos a planificar, diseñar y ejecutar
su entrenamiento, consideramos que debemos seguir los siguientes pasos:
1º. Analizar la tarea que queremos entrenar, es decir,
conocer en profundidad su naturaleza (su lógica interna). Conocer para
comprender, y comprender para enseñar (organizar y hacer llegar).
2º. Teniendo en cuenta las distintas teorías de aprendizaje
existentes, identificar las que mejor se adaptan a la naturaleza de la tarea en
cuestión, seleccionando prioritaria o exclusivamente, los modelos y técnicas de
enseñanza más adecuadas, a cada contenido de enseñanza-entrenamiento.
3º. Elegir el estilo de toma de decisiones que por lógica,
más coherencia demuestra en relación a los puntos anteriores.
Es por todo ello, que entendemos se
hacen necesarios directores de grupos que enfaticen en la ampliación del
capital cognitivo y reflexivo de los deportistas, que eviten que los
futbolistas se refugien en las obligaciones tácticas, cual "hábitos
funcionariales" (Mateo y Lillo, 2003), que admitan el ideal de conseguir
personas autosuficientes en su entorno, que reconozcan que cada ser humano
posee su propio cerebro.
Defendemos que el ideal será el crecimiento
entre opciones y nunca entre obligaciones.
Con este trabajo, mostramos el fruto de las experiencias y sobre todo reflexiones que acerca del fútbol, y su entrenamiento, venimos realizando (Morcillo, 1992) y haciendo público durante la última década aproximadamente (Morcillo y Cano, 1999; Morcillo, Cano, Núñez y Maldonado, 2001).
Básicamente, exponemos un trabajo
descriptivo, centrado en el análisis y seguimiento de nuestro propio
pensamiento y experiencia. Como expresó Caneda (2005)1 entendemos
que "no se trata de estética sino de esencia". Como conclusión, a la
idea que comenzamos a exponer, podemos afirmar que la tendencia de nuestra
práctica, ha seguido el siguiente proceso:
1ª etapa: Búsqueda de sentido común en el
entrenamiento del fútbol, manifestada en la preocupación por fundamentar la
necesidad de aproximar el entrenamiento a las demandas de la competición.
Transferencia, especificidad y adaptación como principios metodológicos presentes,
al tiempo que objetivos de entrenamiento. En anexo 1 mostramos una propuesta de
estructuración de los contenidos técnico-tácticos que desglosan y componen la
lógica del juego, desde lo más genérico (fases, principios, objetivos
secuenciales, roles…) hasta las conductas individuales más específicas
(intenciones tácticas, medios técnico-tácticos, bases de intervención,…);
pasando por los comportamientos colectivos observables, surgidos de la
coordinación de varias intenciones tácticas individuales (medios colectivos de
ataque y defensa).
2ª etapa: Búsqueda de medios específicos de
entrenamiento del fútbol. Preocupación por cuantificar la carga de las tareas
integrales, es decir hacerlas objetivamente válidas.
3ª etapa: Jugador primero, y juego después,
protagonistas principales y únicos. Todo lo demás (sistema de juego, respuesta
y adaptación fisiológica, etc. son elementos subyacentes de las demandas,
pensamientos, necesidades y exigencias del jugador. De las distintas
estructuras en las que de forma inseparable, el jugador se deberá capacitar, la
comprensión del juego se ubica como origen y requisito del entrenador; al
tiempo que objetivo y necesidad del jugador.
Contemporáneamente, el fútbol en
general, y su entrenamiento especialmente, atraviesa los espacios de las rebajas
intelectuales, encontrándose sumido en momentos caracterizados por "el
todo vale". Sin apenas detenernos, hemos pasado de despreciar los
esfuerzos realizados por los estudiosos de los deportes individuales, a
considerar que la unión del jugador con un balón es poco menos que un alarde de
creatividad, aceleradamente denominado "entrenamiento integrado".
Como en cualquier otro arte,
profesión ó pasión,… el entrenamiento del fútbol, entendemos que debe estar
fundamentado y caracterizado prioritariamente en y por el sentido común.
Y es que, cuando nos decidimos a planificar, diseñar y ejecutar su
entrenamiento, consideramos que debemos seguir los siguientes pasos:
1º. Analizar la tarea que queremos entrenar, es
decir, conocer en profundidad su naturaleza (su lógica interna). Conocer para
comprender, y comprender para enseñar (organizar y hacer llegar).
2º. Teniendo en cuenta las distintas teorías de
aprendizaje existentes, identificar las que mejor se adaptan a la naturaleza de
la tarea en cuestión, seleccionando prioritaria o exclusivamente, los modelos y
técnicas de enseñanza más adecuadas, a cada contenido de
enseñanza-entrenamiento.
3º. Elegir el estilo de toma de decisiones que
por lógica, más coherencia demuestra en relación a los puntos anteriores.
En el cuadro 1, mostramos de forma
gráfica, el esquema de nuestro pensamiento.
Cuadro 1: Representación ideográfica de la experiencia.
Cuando, como anteriormente decíamos,
allá por 1992 ó 1993 (Morcillo, 1992) comenzábamos a hacernos este tipo de
preguntas, la teoría del entrenamiento y los principios del aprendizaje motor,
nos hicieron ver que con nuestro entrenamiento, lo que básicamente pretendíamos
era la adaptación de los jugadores al entorno en el que desarrollaban su
actividad. Adaptación ésta, que debía producirse gracias a la especificidad de
tareas que facilitasen la transferencia de los aprendizajes. En resumen,
entendíamos que especificidad más transferencia es igual a adaptación. Hoy
somos conscientes, de lo inconscientes que en aquellos momentos éramos, acerca
de lo próximos que estábamos de la realidad del entrenamiento del fútbol.
Quizá nuestro conocimiento teórico estaba
cerca de la meta, mientras que nuestros conocimientos tanto declarativo como
sobre todo práctico no podían estar más lejos. Quizá nos preocupamos de ¿cómo
entrenar?,antes de dar adecuada y óptima respuesta a la cuestión
inaplazablemente previa, ¿qué entrenar? Ahora, pensamos que
como la mayoría de autores que contribuían a desprestigiar la literatura
acientífica practicada en nuestro fértil campo de estudio, estábamos
absolutamente confundidos en la creencia de que el entrenamiento integrado
surgía de unir las variadas estructuras que conforman al individuo que juega al
fútbol. De hecho, unos años después, y cuando ya acumulábamos
experiencia en este sentido, nuestra preocupación se centró en evaluar la
validez física de este tipo de tareas (Morcillo, Cano, Maldonado y Núñez,
2001), es decir, aún no entendíamos el sentido del entrenamiento específico del
fútbol, y necesitábamos auto-convencernos de que era posible, en lugar de
justificar y fundamentar coherentemente su necesidad.. Con todo, la combinación
de datos relativos a las tareas y al "estado de forma" de los
jugadores (frecuencia cardiaca de las tareas y medición mediante test de
campo), y del pensamiento y sensaciones de los jugadores (cuestionario abierto
a los jugadores y control subjetivo de esfuerzo), nos informó de que nuestros
jugadores, no sólo preferían entrenar mediante situaciones, sino que además lo
consideraban más exigente, incluso fatigante tanto física como mentalmente.
Del mismo modo, y como consecuencia
de lo anterior, hasta no hace demasiado tiempo, éramos de la opinión de que
independientemente de si nuestro modelo de enseñanza predominante o predilecto
era más o menos directivo o implicativo, siempre cabía la posibilidad de que el
estilo de toma de decisiones, fuese uno u otro en función de las
características psico-socio-afectivas del grupo que tuviésemos a nuestro cargo;
"así como si la tarea a enseñar hubiese cambiado". Hoy, cuando nos
decidimos a encarar el final del principio del camino, somos conscientes de que
desconocíamos el juego del fútbol, somos conscientes de quepretendíamos
unir piezas que no están separadas, que nunca se separaron y que no se pueden
separar.
Mientras que antes nos preguntábamos como integrar un
determinado aspecto psicológico en una tarea de predominancia física, ahora
sabemos (al menos eso pensamos), que un cambio rápido de rol (atención) es
inseparable de lo que algunos llaman disciplina táctica; ahora sabemos que para
replegar tras la pérdida de la posesión, es imprescindible saber de la relevancia
de la voluntad de hacerlo, del compromiso, o del espíritu colectivo;…
Obviamente y como se pueden estar imaginando, la mejor forma de hacer al
jugador consciente de los estímulos e indicios relevantes del juego, y de las
sensaciones y sentimientos que los participantes tienen y manifiestan es en
base al establecimiento y aplicación de la autoridad y la amenaza. ¡Nada más
alejado de la realidad! Desde esta perspectiva, y cuando el Chelsea acaba de
golear al Betis, mediante lo que algunos llaman juego rácano, ¿ustedes creen
que la diferencia que está claramente marcando este equipo inglés es fruto de
la táctica, de la técnica, del extraordinario talento físico de sus
jugadores,…? En nuestra modesta, y seguro que momentánea opinión, y
considerando que todas las respuestas (anticipación en lo que se refiere a la
táctica, impresionante capacidad física,…) forman parte de un todo inseparable,
consideramos que el nexo de unión de todos estos elementos inseparables, es el
compromiso. Compromiso para defender, compromiso para contraatacar, compromiso
para conseguir objetivos parciales (portería a cero, imbatibilidad,…),
compromiso para ser solidarios en los esfuerzos,… en definitiva, compromiso con
el pensamiento colectivo.
En conclusión, a día de hoy, podemos
describir así nuestro pensamiento: "el conocimiento de la lógica interna
del juego, es una condición y requisito indispensable e inseparable del diseño
y ejecución de entrenamientos específicos, cuyo fin sea la transferencia y
adaptación (aprender a anticipar); del mismo modo que lo es la elección del
estilo de toma de decisiones más adecuado en la conducción, gestión y/o
orientación-dirección de un equipo de fútbol".
I. Fútbol y estilo de toma de decisiones
"Las cosas que nunca tuve, son tan sencillas como
irlas a buscar"
("La novia que nunca tuve". Pablo Milanés.)
("La novia que nunca tuve". Pablo Milanés.)
Durante mucho tiempo, y aún en la
actualidad, caminamos considerando la imposición como argumento exclusivo que
permite jerarquizar a los diferentes integrantes de cualquier comunidad en su
construcción.
Desde esa absurda forma de
organizarse y, sobretodo, de funcionar, que tiene su objetivación en ese
exagerado, y a la vez extraño, nivel de acuerdo entre los componentes que
conforman el grupo, la siempre"peligrosa unanimidad" absoluta,
castramos lo que para el intelectual José Antonio Marina (2003), debiera ser
una máxima, la de que "el ser humano necesita ampliar sus
posibilidades y enriquecer el mundo con ellas", asfixiando la relación
e interactuación del individuo con el conocimiento.
Trasladando estas primeras líneas al
mundo del fútbol, carece de lógica que el entrenador utilice los utensilios del
autoritarismo tradicional, del limitador de conductas, como forma de proceder
en la construcción del currículo destinado a la coexistencia de las máximas
potencialidades de cada unidad del equipo, máxime si tenemos en consideración
que los verdaderos protagonistas, los que al final deben transformar las
vivencias en rendimiento, son los propios jugadores. Evidentemente, estas opiniones
transitan con aceleración constante e incontrolada hacia la utopía, ese
catastrófico abracadabra del aburguesado, si insistimos en pertenecer a ese
particular perfil de técnicos empecinados en amputar al futbolista la
responsabilidad de decidir, olvidando que nuestro único valor reside
en organizar la práctica, es decir, en analizar y seleccionar las
ocurrencias de los practicantes de este sensacional deporte, a partir del
reconocimiento de la necesidad de conseguir "sujetos dueños de sí
mismos, capaces de suscitar, controlar y dirigir sus ocurrencias" (Frankl,
1999). Como ya objetivamos más adelante, será imposible suscitar, controlar y
dirigir ocurrencias sin previamente comprender la naturaleza del juego.
Es por ello que se hacen necesarios
directores de grupos que enfaticen en la ampliación del "capital cognitivo
y reflexivo" de los deportistas, que eviten que los futbolistas se
refugien en las obligaciones tácticas, cual "hábitos funcionariales"
(Mateo y Lillo, 2003), que admitan el ideal de conseguir personas
autosuficientes en su entorno, que reconozcan que cada ser humano posee su
propio cerebro. Defendemos que el ideal será elcrecimiento entre opciones
y nunca entre obligaciones.
En el siguiente cuadro (cuadro 2)
podemos observar las características diferenciales entre las dos formas de
dirección de un grupo. En ellas se percibe como, mientras en el tradicional
estilo de toma de decisiones se reduce la importancia de los liderados en pos
de un reconocimiento personal y profesional por parte del entrenador, en el que
pretendemos conseguir, el de coordinador de voluntades, se fomenta
la comunicación fluida y el "respeto a la diferencia" (Mateo y Lillo,
2003), como aspectos básicos para la consecución de un equipo conjuntado donde
cada individuo, haciendo un uso adecuado de la libertad, aspecto que conlleva
una enorme responsabilidad, sienta que su función hace crecer al colectivo.
Seria importante aclarar, que la
forma de proceder que aquí defendemos huye del libertinaje, que la existencia
de normas siempre es positiva, ya que como aclaran Lillo y Mateo (2003), "dotar
de encanto al entorno no quiere decir que sea una verde pradera donde se retoza
y no se da un palo al agua", es decir, los liderados deben
comprender "que las normas, como aseveraba Rousseau en El contrato
social coarta territorios de libertad individual, pero a cambio garantiza el
respeto a la libertad de todos. Se pierde una porción de libertad pero se
conquista una libertad que la sobrepasa".
Cuadro 2: Características diferenciales entre las dos formas
básicas de dirección de grupo.
I.1. Influencia del estilo de toma de decisiones, en el diseño y funcionamiento de la estructura táctica de un equipo de fútbol
"La incomprensión, más que la imposibilidad de
comprender, es la imposibilidad de sentir"
(José Narosky))
(José Narosky))
Analizando el cuadro anterior,
podemos extraer como síntesis la importancia que adquieren las conductas de los
jugadores y su posterior gestión en el rendimiento.
En este sentido, el papel del
entrenador como analista de todo cuanto ocurre tanto en las sesiones de
entrenamiento como en la competición, así como la selección, a partir de dicho
análisis, de los contenidos a trabajar, cobra una extrema significación. Así
pues, más que aportar nada, y tal y como reflejamos con anterioridad en la
parte introductoria, los técnicos debemos de reconocernos recolectores del
producto de las conductas de los jugadores.
La experiencia en este sentido, aún
corta pero intensa, nos hace aseverar que en el momento que verificamos que son
ellos, los jugadores, los que a través de sus conductas y comportamientos, de
la expresión de sus capacidades potenciales, determinan el diseño y
funcionamiento de la estructura táctica del conjunto, y por ende el contenido
de las diferentes sesiones de entrenamiento, nace un estado de toma de
conciencia de pertenencia al grupo, de validez de todo cuanto se aporta, de
sensación de seguridad y utilidad, donde cada experiencia por errónea que
resulte deja su provecho.
A pesar del establecimiento de unas
directrices a desarrollar en cada uno de los puestos específicos, y la
significación de cada una de ellas para el resto de jugadores, en cada sesión
de entrenamiento, en cada partido de competición que observamos, e incluso en
cada una de las experiencias que vivimos ajenas al deporte, podemos extraer
enseñanzas que aporten cosas provechosas para aumentar y dilatar la riqueza de
nuestro conjunto.
En el anexo 2, mostramos algunos
ejemplos de las situaciones que justifican y dan sentido al trabajo que ahora
exponemos, las cuales desde su observación pasan a formar parte de la
estructura táctica del equipo, que surgen del análisis de las conductas tanto
individuales como grupales de alguno de sus jugadores, y que forman parte de su
innegable y reconocida capacidad.
Es de vital importancia, que los
futbolistas sepan que un porcentaje importante del diseño y posterior
ampliación del funcionamiento del sistema de juego partió de sus estructuras
mentales, expresadas a través del movimiento, exponiendo ante el grupo cada
aportación de este tipo.
Recordar también que este hecho
resultará quimérico si no ponemos de manifiesto ese "todo lo que
miro me alimenta", al que aduce el literato Arturo Pérez Reverte, es
decir, el entrenador debe prestar atención a todo cuanto ocurre a su alrededor
durante el juego y fuera del mismo, ya que, no olvidemos, somos, como mucho,
prendedores de lo que las personas que nos rodean ya poseen.
A modo de síntesis, y reconociendo
que el fútbol es todavía "un medio inmovilista al que le asusta la
novedad" (Valdano, 1997), exponemos una serie de propuestas para
la consecución de ese liderazgo eficiente al que nos referimos en el presente
trabajo, sugerencias, la mayoría de ellas, sisadas del entusiasmo hecho obra de
dos de los últimos "prolongadores de la realidad humana" como son
Mateo y Lillo, obstinados en"comprobar lo que la inteligencia es capaz
de hacer con la realidad" (Frankl, 1999).
En el cuadro 3, y a modo de
repertorio de consejos prácticos, mostramos los criterios para la puesta en
marcha de un estilo de toma de decisiones eficaz extraídos a partir del
análisis de la obra de Mateo y Lillo, 2003.
Cuadro 3: Criterios para la puesta en marcha de un estilo de toma
de decisiones eficaz.
Desgraciadamente, todo lo hasta aquí
expuesto carecerá de valor, se convertirá en algo inaccesible, si los
encargados de llevar a cabo la difícil tarea de construir un equipo, seguimos
empeñados en encontrar respuestas cerradas que protejan nuestro verdadero
tesoro: la ignorancia, si el gestor de los sentimientos emitidos dentro de ese
arrecife de creatividad, en que debiera convertirse el día a día con los
deportistas, no revela una preocupación constante por la cultura, por la
formación, convirtiéndose poco a poco en una persona que cree en el hombre.
Para concluir, y con el único
objetivo de alterar los cimientos intelectuales de todos cuantos pertenecemos
al colectivo de entrenadores, recogemos testimonios de autores pertenecientes a
diferentes campos del conocimiento (cuadro 4), pero a nuestro corto entender
aplicables al mundo del deporte rey, algo que nos refuerza el argumento de la
heteroformación y la reciprocidad como única formula de enriquecimiento
personal y profesional, con la propia vida como ejemplo más latente, y que nos
aleja definitivamente de los conocimientos separados por fronteras, creyendo
firmemente en lo postulado por el científico Jorge Wagensberg (2002): "el
exceso de especialización empieza cuando las facultades de ciencias dejan de
compartir la cafetería, y se agrava cuando cada cátedra instala su propia
cafetera".
Cuadro 4: Reflexiones multidisciplinares que refuerzan la
relevancia de la reciprocidad en la generación de conocimiento entre los
miembros de un colectivo (equipo de fútbol).
Y es que nunca nos descarrilaremos
del sendero de la mediocridad si no remarcamos con negrita en nuestra materia
gris lo que para el psicólogo y docente Pozo (1997) es el primer mandamiento de
La ley del aprendizaje: "La meta última de todo maestro es volverse
innecesario".
II. La paradoja del término entrenamiento integrado
"Cualquier sistema vivo, incluido el cuerpo humano
es más que la suma de sus partes"
(Punset, 2004: 31)
(Punset, 2004: 31)
Lejos de nombrarnos defensores o
preconizadores de nada que tenga que ver con los extremos de algo, y sin ánimo
de destacar las virtudes de uno para consecuentemente denunciar los defectos
del opuesto, con esta reflexión nos auto-obligamos a hacer uso del conocimiento
científico general en la generación del conocimiento aplicado que pretendemos
germine y abone la evolución del fútbol, de su enseñanza y entrenamiento. ¿Qué
es el entrenamiento integrado?, ¿cuál es el sentido de su planteamiento?, ¿de
qué teorías generales y de aprendizaje se nutre?, ¿de que modelos de enseñanza
es una aplicación?, ¿cuáles son en realidad sus ventajas e inconvenientes?,…
Con este trabajo, pretendemos
reflexionar teórica y prácticamente, sobre un término (entrenamiento
integrado), curiosamente desgastado de tanto uso, aunque casi siempre,
entendemos que escasa, ambigua y superfluamente abordado. Escaso porque la
cuestión no es que tenga que incluir percepción, decisión, etc., sino que los
estímulos deben ser más o menos pero siempre específicos del juego. Ambiguo
porque una cosa es entrenar con balón y otra absolutamente distinta entrenar
fútbol. Y por último, superfluo porque la práctica siempre surgió y surgirá de
la teoría previa y profundamente organizada, y en este caso casi siempre la
propuesta fue directamente práctica.
Es por ello, que nos planteamos y/o
cuestionamos, si realmente cuando en la literatura se escribe sobre
entrenamiento integrado, los autores (Antón, 1994; Seirul´Lo,
1994; Sanz, 1996; Chirosa y col., 1997; Romero, 2000; Cárdenas, 2000;
Domínguez, 2001; Lago, 2002; San Román, 2002), se están refiriendo
realmente a integrar o a no desintegrar contenidos o partes de un todo,
paradójicamente desintegrable.
Y es que, teniendo en cuenta que el
DRAEL. define integrar como "constituir un todo", "completar un
todo…"; en sintonía con García Herrero (2003: 18), somos de la opinión de
que el deportista, lejos de dividirse y subdividirse en apartados, tiende a
funcionar como un gran sistema homogéneo que se abastece de subsistemas
independientes pero interrelacionados con una finalidad común.
Desde esta perspectiva, nos
detenemos en intentar responder a alguna de las preguntas contemporáneamente
planteadas al respecto. Así pues, más que cuestionarnos si se puede abordar un
determinado contenido físico durante la realización de una tarea
técnico-táctica, nos preguntamos si realmente puede ésta realizarse sin que
ello suponga un gasto de energía, un esfuerzo mental y/o emocional, etc. Por
tanto, teniendo en cuenta lo que pretendemos enseñar o entrenar, cuando
tradicional y contemporáneamente se ha hablado y escrito de entrenamiento
integrado, ¿no nos estaríamos refiriendo a lo contrario?
Como en cualquier otra disciplina,
más o menos científica, la práctica (en nuestro caso el entrenamiento del
fútbol) ha de tomar asiento sobre un planteamiento teórico. Quizás, aquí se
localice el error conceptual o de partida que ha dado lugar a que en la
literatura aparezcan numerosas y más que variadas, distintas denominaciones,
definiciones y planteamientos sobre un mismo concepto, el entrenamiento
integrado.
Cuando se habla de entrenamiento
físico-técnico-táctico, físico-técnico,… se trata de unir o sumar cosas o
partes, que para ello han de haberse separado previamente. He aquí el error de
base del planteamiento. Entendemos, que al referirnos al entrenamiento
integrado, nos estamos remitiendo a la teoría de sistemas dinámicos, es decir a
la consideración de que el todo es más que la suma de las partes.
Consustancialmente, se presupone que hemos decidido ubicarnos en una
perspectiva cognitiva, en contraposición a la conductista, en el análisis del
fútbol. Igualmente, entre las teorías de aprendizaje, es obvio que habremos
decididoapostar por teorías constructivas (aprender a jugar al fútbol) y
no asociacionistas (mejora de la velocidad necesaria, de la ejecución del
pase,…). Y por último, el modelo de enseñanza utilizado (inductivo
o deductivo) será una consecuencia de las teorías de aprendizaje ya
mencionadas.
Por último, en concordancia
permanente con el pensamiento de García Herrero (2003: 17), y con el sentido
común como trasfondo, apoyamos la propuesta de Pozo (1996: 68), cuando defiende
un aprendizaje interrelacionado e integrado, donde la naturaleza de
la tarea decantará la forma en la que el aprendizaje deba plantearse.
Si el contexto del juego ofrece
situaciones de diversa naturaleza, consecuentemente, la orientación en el
planteamiento de las actividades debe basarse en distintos principios de
aprendizaje. Este planteamiento, obliga a realizar un análisis profundo de las
tareas que aparecen en el juego (García Herrero, 2003: 18).
II.1. El todo y las partes
"Ningún ambiente táctico se desarrolla de forma
aislada, fuera de su contexto, sino en un grupo cuya naturaleza es distinta de
las partes que lo componen"
(Castello, 2005: 8).
(Castello, 2005: 8).
"El juego en el fútbol se
manifiesta globalmente sin que podamos fragmentar las partes que lo
constituyen" (Domínguez y Valverde, 1993; en Lago, 2002: 59). "La
realidad es que durante los partidos, en el jugador no se puede separar lo
físico, lo técnico, lo táctico y lo psicológico" (San Román, 2004). Al
igual que los autores citados, entendemos que sobre esta consideración
encuentran respuesta algunas cuestiones tradicional y actualmente, todavía
curiosamente planteadas. Cuan frecuente es por ejemplo, evaluar algo tan
difícil y complejo como lo es el rendimiento colectivo de un equipo, a través
de la evaluación absolutamente parcial e irreal de uno de los factores que
conforman el rendimiento.
En este sentido, es fácil y frecuente escuchar
comentarios como, "el equipo atraviesa un mal momento físico".
Incrédulos en este sentido, nosotros nos preguntamos, "¿cuántos de los
componentes del equipo se encuentran mal desde el punto de vista físico?",
"¿Cuál es la capacidad física, manifestación de ésta,… que se encuentra en
bajos niveles?", "¿no puede ser que determinados aspectos afectivos,
volitivos o emocionales sean los que estén condicionando este bajo
rendimiento?", "¿qué elementos de juicio estamos teniendo en cuenta
para emitir estos juicios de valor?", "¿cuál es la prueba funcional
que nos ha mostrado esos datos tan fiables?",…
Las diferentes estructuras o
sub-sistemas de que se compone el deportista son igualmente necesarias para
alcanzar el rendimiento, y aunque en función de la modalidad deportiva unas
tendrán más importancia que otras, éstas deberán ser entendidas como complementos
que están interrelacionados entre sí formando una globalidad (modificado de
Cárdenas, 2000: 106). Desde este punto de vista, el fraccionamiento de las
tareas como medio para polarizar la atención sobre aspectos concretos del
aprendizaje, impedirá la práctica global, integradora de todas las capacidades
de forma simultánea, por lo que su practica reiterada podría desarrollar
factores de rendimiento inconexos que tendrían poca transferencia al juego real
(Tschiene, 1996).
A pesar de que la naturaleza del
fútbol sea eminentemente táctica, desde un modelo integrado3 se
concebirán los aprendizajes en función de las tareas, intentando seguir teorías
y concepciones del aprendizaje (o adquisición del conocimiento si hablamos en
términos cognitivos), según sea la naturaleza de las mismas, aclarando de
antemano que será la propia naturaleza de la habilidad a enseñar la que
determine una orientación u otra. Esto implicará que los sujetos utilizarán
preferentemente un modo de aprendizaje (asociativo, constructivo o cualquier
otro), en función del problema al que deban enfrentarse, sin excluir con ello
la posibilidad de que en determinados aprendizajes los sistemas actúen
complementariamente (modificado de Pozo, 1996).
En relación al fundamento general
sobre el que se asientan los modelos de enseñanza-entrenamiento, de forma
general podemos diferenciar entre los ya tradicionales planteamientos
conductistas o cognitivistas, con una evidente decantación, en este caso, hacia
los segundos (Lago, 2002: 54). En concordancia con la opinión del citado autor,
el modelo conductista de preparación sólo es válido para ciertos deportes
psicomotores en los que no existe incertidumbre del entorno, y los elementos
condicionales, coordinativos y cognitivos no interaccionan entre sí. Frente al
modelo conductista, la interpretación cognitiva de la motricidad parte del
presupuesto de que todo movimiento es un sistema de procesamiento cognitivo en
el que participan diferentes niveles de aprendizaje del sujeto, gracias a un
desarrollo inteligente de elaboración personal que va de la percepción a la conceptualización
(Castañer y Camerino, 1993: 27). Desde esta perspectiva, el comportamiento
humano en relación al movimiento es denominado sistema deportista,
y por este se entiende un sistema global y abierto conformado por diversos
componentes (subsistemas) funcionalmente interdependientes. En este sentido, la
expresión "el todo es más que la suma de las partes", significa
sencillamente que las características constitutivas de un sistema, no son
explicables únicamente a partir de las propiedades de las partes aisladas
(Lago, 2002: 66).
Según Da Fonseca (1998) las
propiedades de este sistema deportista son: totalidad, interdependencia,
jerarquía, autorregulación y control, interacción con el medio exterior,
equilibrio, adaptabilidad y equifinalidad (la motricidad producida como fruto
de la información recibida y pensada).
A modo de resumen sintético, en
opinión de Seirul-lo (1994), las características más sustantivas del modelo
cognitivo de preparación pueden sistematizarse de la siguiente forma:
- Se
interesa por lo que sucede en le interior del deportista después de
analizar las condiciones del entorno donde debe realizar su actividad
competitiva.
- Modificando
la organización de los acontecimientos y situaciones del entorno, se
estimula al deportista a elaborar nuevos comportamientos producto de la
interpretación personal.
- Lo
que se intenta mejorar es la interpretación del sujeto, para que ello
ocasione la modificación de la conducta externa.
- Se
logran actitudes motrices aplicables a situaciones variables.
- La
evolución del aprendizaje está centrada en la capacidad que tenga el
deportista para analizar las señales del entorno, saber interpretarlas y
tomar variadas soluciones motrices.
- Se
tienen en cuenta, mucho más, las necesidades del deportista. La persona
antes que la actividad.
Para concluir, entendemos que tanto
la enseñanza como el entrenamiento de rendimiento del fútbol, debe hacerse
prioritariamente desde modelos de enseñanza comprensivos y a través de tareas
específicas de entrenamiento. Únicamente, pensamos que pueden deben utilizarse
medios de entrenamiento no específicos, con el objeto de: 1) Prevenir y
aligerar la exigencia superior que muscularmente supone la carga de este tipo
de entrenamiento respecto al analítico; 2) Cuando las tareas sean de predominio
de un contenido condicional que de otro modo se pueden ver perjudicado (últimas
tendencias y aparatos para el entrenamiento de la fuerza); 3) Para respetar el
principio de variabilidad en el entrenamiento, introduciendo medios genéricos,
lúdicos, etc.
II.2. Teorías de aprendizaje y modelos de enseñanza en los que se asienta el entrenamiento integrado
"…enseñar quiere decir mostrar, mostrar no es
adoctrinar, es dar información, pero dando también el método para entender,
razonar, cuestionar esa información"
(Federico Luppi, en "Lugares Comunes")
(Federico Luppi, en "Lugares Comunes")
Un rendimiento deportivo constituye
la expresión de cierto nivel de habilidad motriz. Se debe entender esa
habilidad como la competencia adquirida por un individuo en una tarea
particular, o como la capacidad para resolver un problema motor específico,
para elaborar y dar una respuesta eficaz y económica con el fin de alcanzar un
objetivo preciso (Durand, 1988; citado pro Torrescusa, 1991: 168).
Aunque existe cierta unanimidad en
considerar qué es el aprendizaje, también es verdad que existen varias
concepciones a la hora de interpretar como se produce. Las dos principales y
que reflejan las ideas desarrolladas sobre este tema, son las teorías conexionistas
o asociacionistas, y las teorías cognoscitivas o constructivistas. Las primeras
hacen referencia a considerar el aprendizaje como una conexión entre estímulos
y respuestas, se relaciona con el aprendizaje sin error, y se orienta al
producto. Mientras tanto, las segundas se refieren al aprendizaje mediante
ensayo-eror, y dan valor relevante a los procesos cognoscitivos.
Entre las teorías de aprendizaje,
habita la que desde nuestro punto de vista tiene mayores posibilidades y
condiciones para abordar el aprendizaje de la tarea a enseñar en este caso: el
fútbol. Nos estamos refiriendo al procesamiento de la información (Singer,
1986).
Y es que, esta teoría refuerza el
papel de las capacidades cognoscitivas. Una vez se recibe la información a
través de los sentidos, se producen varios estados sucesivos en el estado de la
misma, donde se identifican los estímulos, se elaboran programas de respuestas,
se seleccionan las mismas antes de producirse el movimiento. Posteriormente se
dan las órdenes oportunas a los órganos efectores para llevar a cabo la
ejecución. Por último, existen unos mecanismos correctores basados en la propia
información que se producen durante y después de la ejecución. Son procesos de
control, que a su vez ayudan al sujeto a detectar los posibles errores en la
respuesta, que actúan de nuevo sobre los mecanismos internos y modifican,
ajustan, perfeccionan las nuevas ejecuciones del movimiento.
En la búsqueda de un mayor grado de
concreción, Antón (2002: 84), incluye la teoría o perspectiva
fenómeno-estructuralista. En la línea de nuestro planteamiento inicial, en
opinión del autor, "el enfoque estructuralista nos lleva a la construcción
de un modelo que trata de reproducir un sistema de relaciones que se establecen
entre los diversos elementos de un medio táctico, y de éste con otras
situaciones del juego situadas al mismo nivel o en otros niveles jerárquicos de
la red o sistema general". Según el propio Antón, se trata de construir
los ejercicios integrados en estructuras funcionales que contienen las
exigencias dominantes. En cualquier caso, la dinámica de construcción del
ejercicio representará situaciones operativas incompletas, dada la
imposibilidad de reproducir con exactitud factores como la presión ambiental,
la influencia del arbitraje, etc., aunque si tratará de reproducir analogías
situacionales integrando la complejidad de procesos motores, fisiológicos y
psicológicos susceptibles de influir ene le rendimiento.
II.3. El por qué del entrenamiento integrado: la naturaleza de la tarea que el jugador debe realizar como fundamento básico
"En el fútbol gana quien tiene la capacidad de
reconocer en cada momento las estructuras invariables del juego"
(Castello, 116: 11).
(Castello, 116: 11).
Como anteriormente hemos manifestado
remitiéndonos a palabras de Pozo (1996), la elección del modelo de enseñanza
principal o prioritario (si lo hay), va a depender de la naturaleza de la tarea
que se pretenda enseñar. Desde este punto de vista, en la
enseñanza-entrenamiento del fútbol, el análisis de la lógica del juego, nos
informa de que se trata de una tarea caracterizada por la incertidumbre, en la
que básicamente y de forma continua y permanente el jugador se encuentra ante
la necesidad de tener que resolver diversas e imprevisibles
situaciones-problema, para lo cual de forma o no prioritaria va a tener que
hacer uso de las diversas estructuras que lo conforman (técnico-táctica,
condicional, psico-socio-afectiva,…).5
Si se analiza que tipo de
conocimiento es necesario poseer para jugar al fútbol con eficacia, se verá que
esta actividad le exige al jugador tener conocimientos que deben resolver dos
grandes aspectos (figura II.5.): (modificado de García Herrero, 2003: 181).
1. Conocer cuándo, dónde y cómo es posible actuar en
función de diversas circunstancias: sistema empleado, puesto específico,…
Este tipo de conocimiento es
esencialmente declarativo, es decir, si el jugador conceptualmente no es capaz
de atender las variables que afectan al juego, difícilmente será capaz de
desarrollar respuestas eficaces que se adapten a un entorno tan variable donde
no es posible comportarse siempre de la misma forma y en el mismo lugar.
Algunos autores consideran la comprensión de los elementos que aparecen en el
juego como un factor determinante a la hora de alcanzar el éxito en las
acciones (Cercel, 1990; Konzag, 1992; citados por García Herrero; 2003).
2. Poseer un conocimiento procedimental que permita
manifestar las respuestas necesarias que las distintas situaciones del juego
exigen.
Llegados a este punto, podemos decir
que el objetivo general del entrenamiento del fútbol será disminuir
progresivamente la incertidumbre provocada por el juego, debiendo para ello ser
capaz de dar rápidas y adecuadas respuestas a cada situación problema
identificada. Desde este momento, entendemos que existen una serie de
preferencias en las perspectivas, teorías, modelos,… sobre los que
fundamentarse (cuadro 5).
Cuadro 5: Elementos prioritarios en los que fundamentar el proceso
de enseñanza-entrenamiento, a partir del análisis del juego.
Así y a modo de ejemplo, para Antón
(2002: 85), las características fundamentales de la tarea táctica son dos
básicamente:
- Especificidad:
se cumple cuando se conforma tal que en su conjunto provoca las
adaptaciones básicas para la mejora del rendimiento de la tarea que se
trata de conseguir.
- Identidad
situacional: se refiere al nivel de relación entre el ejercicio y las
condiciones objetivas en que se desarrolla en competición.
Y es que, en opinión de Müller y
cols. (1996: 7) ya desde hace tiempo se asume que un entrenamiento eficaz debe
ser un entrenamiento análogo al juego.
En este sentido, un desarrollo del
rendimiento lo más rápido posible y análogo al juego de competición únicamente
puede alcanzarse en el entrenamiento contemporáneo, cuando se utilizan para
ello los conocimientos científico-deportivos de los que se dispone. De la
abundancia de los conocimientos científicos-deportivos que se tienen
disponibles, los referidos autores, opinan que existen tres puntos básicos para
el entrenamiento análogo al deporte:
- La
estructura del rendimiento en los juegos deportivos colectivos.
- El
nivel de la capacidad de juego y una conducta en el juego que influya en
el rendimiento.
- La
capacidad individual de acción en situaciones en las que se exige
cooperación.
Con esto, se puede hablar de una
multiestructura del rendimiento, como resultado de la capacidad de rendimiento
físico y psíquico de cada uno de los jugadores en la acción conjunta integrada
de cada uno de los jugadores en la acción con junta integrada de todo el
equipo, y de su capacidad de rendimiento de cooperación, que como calidad
independiente, no debe entenderse como una suma, sino más en el sentido de una
potenciación de los rendimientos individuales. Los autores, destacan
definitivamente la capacidad de juego como objetivo último y fundamental.
"Hasta hace poco tiempo se ha
considerado al sujeto como una globalidad compuesta de partes. Cada disciplina
actuaba por su cuenta, no había comunicación, y por lo tanto, en la práctica no
había globalidad, basado en la suposición de que el comportamiento del juego
está formado por suma y acumulación de componentes técnicos, tácticos, físicos
y psicológicos por separado. Esto se realizaba sin tener en cuenta que el
entrenamiento basado en un método analítico y aislado de sucesiones motoras,
necesariamente se interiorizan técnicas que difieren de las requeridas en el
comportamiento de la competición" (Sanz, 1996).
Por este motivo, Seirul-lo (1994);
citado por Arjol, (1997: 19), entiende que "para los deportes de equipo se
hace necesario elaborar nuevas formas de entrenamiento que sean simuladores
sectoriales de la competición, es decir seleccionar determinadas
partes de la competición e introduciendo las modificaciones adecuadas conseguir
que su ejecución incida sobre alguna determinada capacidad o aspecto, con lo
que se obtendrá una mejora específica de estos tal y como se da en el juego
real".
En este sentido, Sanz (1996: 17)
considera que "las tareas integradas optimizan los sistemas de los
jugadores, facilitando la sinergia de las diferentes estructuras". Así lo
expresa también Arjol (1997: 24), para quien "los medios y métodos de
entrenamiento se deberán adoptar y modificar de tal manera que integren
elementos que vayan dirigidos a la mejora de todos los sistemas de
capacidades". De modo que, aunque el tratamiento sea global, la situación
diseñada puede incidir preferentemente en alguna de las estructuras de forma
particular;
Centrándonos en la aplicación
práctica, Antón (1994) habla de régimen de manifestación. "El régimen de
manifestación representa, por tanto, el modo de manifestación diferenciado de
una cualidad motora o un factor de entrenamiento, determinado por la influencia
de otro u otros, con los cuales se produce en el juego de una forma
integrada" (Antón, 1994: 293).
II.4. Entrenamiento específico: de las causas a las consecuencias
Llegados a este punto, podemos
afirmar que no se trata de sumar, unir, ni mezclar capacidades, sino de
intentar separarlas lo menos posible (ver cuadro 6), es decir de diseñar
situaciones de entrenamiento y entrenamientos en general lo más próximos
posible a la estructura y funcionamiento del juego del fútbol, a su lógica
interna. En definitiva estamos hablando de mantener siempre presentes dos
principios de aprendizaje fundamentales para ello: la especificidad de la tarea
y la transferencia.
En opinión de Cano (2001: 30)
"las cualidades y capacidades son indivisibles, no se dan por separado
nunca y por lo tanto, han de estar siempre unidas en las actividades del
entrenamiento". Incluso, en un intento de concreción, y alejándose de lo
que podría confundirse con entrenamiento mediante el juego, sin más (que no es
poco) el autor describe el proceso a seguir: "…no basta con globalizar,
hay que estructurar, el contenido de la situación del entrenamiento debe
proporcionar la funcionalidad específica del juego del fútbol" (Cano,
2001: 31). En resumen, podemos decir que el entrenamiento debe además de ser
específico, mantener unas de sus cualidades fundamentales, la intencionalidad.
Cuadro 6: "Anatomía" del juego del fútbol.
El propio juego, su lógica interna
(el carácter de la tarea que queremos enseñar-entrenar) entendemos que es la
razón básica, y en definitiva la causa de buscar y utilizar un modelo de
entrenamiento que lo reproduzca y permita alcanzar un óptimo rendimiento. Pues,
en la literatura encontramos propuestas que aunque próximas, pensamos que
provienen de una perspectiva sumatoria y no ecléctica. Consideramos que no se
trata tanto de desarrollar las diferentes capacidades necesarias para jugar,
sino entrenar y "jugar" para desarrollar lo que el juego demanda.
"La combinación de factores de rendimiento dentro de
una misma acción de trabajo. De esta forma la dimensión de aplicabilidad y
transferencia de las diferentes acciones al juego es total" (Chirosa y
col., 1997).
"Un entrenamiento específico tiene como objetivo el
perfeccionamiento de las cualidades motrices específicas, y este
perfeccionamiento está directamente relacionado con los esfuerzos propios del
juego de balonmano. Ello supone que, en la programación y diseño de estos
entrenamientos, el entrenador deba actuar sobre el desarrollo cualitativo de
las cadenas de grupos musculares que en mayor medida se requieren: sobre los
elementos técnicos más eficaces; sobre la movilidad y estabilidad de las
articulaciones en función del gesto o gestos exigidos; sobre los ajustes
espacio-temporales de las acciones o combinaciones colectivas, así como sobre
la mejora de los índices de velocidad, fuerza y resistencia, tal y como son
utilizados en el partido. Más aún, con las condiciones psicológicas a las que
el jugador deba adaptarse en el encuentro. Estaremos hablando entonces de un
entrenamiento integrado" (Antón, 1994: 291).
"Si el jugador está conformado por la estructura
coordinativa, estructura cognitiva y estructura condicional, debemos plantear
tareas de entrenamiento que aunque prevalezca una de las estructuras de forma
prioritaria, en dicha tarea estén presentes elementos de las otras estructuras,
para no alejarnos de la exigencia y realidad de la competición, que constituye
la carga más específica del entrenamiento" (Domínguez, 2005: 12).
No queremos mostrar con ello, sino
el fundamento desde el que iniciamos esta reflexión. Nos estamos refiriendo a
la necesidad de integrar modelos (asociacionista, constructivista,
estructuralista) con el fin de dar la mayor respuesta posible a las posibles
variaciones de la naturaleza de la tarea en cuestión: la
enseñanza-entrenamiento del fútbol.
Y es que del mismo modo que
entendemos que se ha hablado del concepto entrenamiento integrado de una forma
demasiado somera y poco cavilada; igualmente se han esgrimido ventajas e
inconvenientes ajenos al análisis real. De este modo, se han sugerido aspectos
como la motivación, la ganancia o economía de tiempo, mejora simultanea de
aspectos físicos, técnicos y tácticos,… como ventajas de este tipo de
entrenamiento. Incluso se cita la proximidad al juego real como otra de ellas.
Entendemos que este tipo de
reflexiones, no tienen en cuenta las perspectivas, teorías de aprendizaje,
modelos de enseñanza,… en los que nace este tipo de entrenamiento. No podemos
entender que se considere una ventaja (parecido o similitud con el juego real)
a lo que realmente es una causa originaria. Se entrena así porque se da
importancia al juego como tal, a los estímulos que en él surgen como algo
global y natural. Igualmente, entendemos que no se entrena así porque sea más
motivante, sino que eso es una consecuencia, pero la causa fundamental siempre
será la especificidad respecto a la naturaleza de la tarea a enseñar.
Entendemos que esto es tan lógico o de sentido común, como lo puede ser
entrenar el golf mediante modelos preferentemente centrados en la mecanización
de movimientos o acciones que sistemáticamente se repiten en las mismas
condiciones. Algo parecido ocurre con la ganancia de tiempo de entrenamiento o
con la disminución de la carga total del mismo.
En definitiva, más que de ventajas e
inconvenientes, creemos que la reflexión la debemos dirigir hacia las razones o
causas y las consecuencias de entrenar de forma interrelacionada o específica
(cuadro 7).
Cuadro 7: Principales causas y consecuencias del
entrenamiento integrado.
Para finalizar, y en respuesta a
las tradicionales y tópicas cuestiones relativas a temas como, qué ocurre con
las exigencias físicas o condicionales difícilmente entrenables de este modo,
cómo cuantificar este tipo de situaciones,… Consideramos que la respuesta a la
primera cuestión, se puede encontrar en la propuesta de Antón (1994), es decir
diseñar tareas en las que predomine el desarrollo de uno de los sistemas por
encima del resto, pero bajo nuestro punto de vista, siempre que ello no suponga
abandonar por completo la lógica del juego. Respecto a la cuantificación de la
carga, algo por otro lado secundario desde el punto de vista del análisis del
juego, como en el resto de disciplinas las dificultades las solventará en mayor
o menor medida la experiencia personal desarrollada respecto al diseño y
aplicación de situaciones.
Concluimos manifestando que nuestra
preferencia por valernos de modelos de enseñanza cognitivos, nace del análisis
de las conductas del jugador en el juego. No se debe tratar de
algo tan simple como introducir el balón, mantenerlo, recuperarlo, etc., cuanto
de utilizarlo como modo de evolucionar en el conocimiento del juego, al tiempo
que se desarrollan las distintas estructuras necesarias para aproximarnos a un
óptimo rendimiento. Del mismo modo, y en relación a la motivación, consideramos
que este tipo de entrenamiento puede ser igualmente aburrido o monótono
(normalmente menos), incluso más fatigante, pues el secreto no está en la tarea
práctica, sino de nuevo en la teoría, en este caso en el respeto al principio
de variedad del entrenamiento.
III. Propuesta práctica
A continuación (anexo 3), mostramos
algunos ejemplos de situaciones de enseñanza-entrenamiento, mediante las que
como indicamos y reiteramos no pretendemos otra cosa que ejemplificar la
fundamentación teórica anterior.
En el diseño de las situaciones,
aunque partimos del contenido específico y diferenciador del fútbol (cognitivo
ó técnico-táctico), incluimos de forma absolutamente intencional los que
entendemos son inseparables contenidos del resto de estructuras o sistemas
(condicional y psico-socio-afectivo en este caso). Lo hacemos así, pues aunque
en ocasiones especiales se considere como contenido prioritario a alguno de los
citados, normalmente, tanto el físico como el emocional, afectivo o volitivo
estarán provocados por el técnico-táctico. Así por ejemplo, el comportamiento
individual y colectivo en el reconocimiento y solución de un contraataque
exigirán la realización de esfuerzos anaeróbicos alácticos, así como el
desarrollo de la atención selectiva dirigida al reconocimiento de los espacios
útiles a ocupar por ejemplo. Es decir, lejos de incorporar un contenido físico
a una tarea técnico-táctica, entendemos que se trata de no quitárselo sino
simplemente tenerlo en cuenta, realizarlo de la forma más adecuada que
encontremos y en la medida de lo posible, intentar ser objetivos en el intento
de cuantificación.
Para un sencillo seguimiento de las
tareas prácticas anexadas, hemos de aclarar que:
- El
contenido técnico-táctico utiliza el sistema de juego como contexto que
permita hacer conscientes a los jugadores del contenido (conceptual y
procedimental) que se pretende. Esto no quiere decir que se centre en él,
pues en función del entrenador y de sus intenciones, habrá tareas que lo
hagan en un principio general, otras en un objetivo secuencial, en un
medio técnico-táctico,… pero siempre teniendo como objetivo final la
disminución de la incertidumbre en la resolución de los problemas que el
juego plantea.
- Los
contenidos psico-caracteriales se basan en la propuesta de Antón (1989).
- Los
contenidos físicos se centran en la propuesta de Bangsbo (1997).
- Los
contenidos destacados son los que hemos considerado los predominantes,
pues aunque las consideraciones técnico-tácticas que hemos incorporado se
referían al rol previamente elegido, eso no quiere decir que el entrenador
no pueda utilizar la tarea para responder a distintos objetivos
(secundarios o complementarios) tanto de ataque como de defensa, dirigidos
a los distintos roles,…
En definitiva, el entrenador debe
ser el que concrete los contenidos a los que quiere dirigir su atención e
información, y para ello debe existir una taxonomía de referencia de los
contenidos a desarrollar respecto a cada estructura de rendimiento.
Notas
- Caneda,
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- La
propuesta realizada tiene su origen en la que Antón (1999 y 2003) realiza
para el balonmano, y que Jiménez Bonilla (2004 y 2004a) adapta para el
fútbol. Ambas se basan en la propuesta de Bayer (1984).
- Cuando
Pozo (1996), utiliza el término modelo integrado, se refiere a la
integración de modelos de enseñanza, y no a lo que en entrenamiento de
deportes de equipo se conoce como entrenamiento integrado.
- Extracto
protagonizado por Federico Luppi, en la película "Lugares
Comunes" (2003) de Adolfo Aristarain, y basada en la novela "El
Renacimiento" de Lorenzo Aristarain.
- En
función de los autores referenciados, las estructuras, sistemas o factores
de rendimiento son denominados de una u otra forma (cognitivos,
psicológicos, técnicos, tácticos,...). Los autores que se centran en el
modelo cognitivo, hablan de estructura cognitiva, condicional,
coordinativo-técnica, emotivo-volitiva, afectivo-social,…).
- Estas
tres consecuencias, entre otras, aparecen en la literatura especializada
(quizás no tan rigurosa) como fundamentales ventajas del entrenamiento
integrado, como si la razón fundamental (la naturaleza de la tarea) no
fuese suficientemente merecedora de validez.
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