Correspondencia de un náufrago: entre el equilibrio y la
inconsistencia
por IGNACIO BENEDETTI /
La suposición de que todos los seres humanos somos iguales
es tan vacía como falsa. Si la trasladamos al contexto del fútbol sería como
decir que existen equipos idénticos. Una frase como esa nos deja mal parados y
nos revela como holgazanes, ya que si bien es cierto que los equipos que
protagonizan un encuentro de fútbol deben regirse por unas normas básicas, cada
conjunto es un ente distinto al resto.
Ahora bien, partiendo de la certeza de que todos los
habitantes de este planeta son únicos e irrepetibles, hay que ir más allá y
aceptar –que no comprender– que cada día que pasa, cada uno de nosotros cambia
un poco de piel y deja de ser lo que ayer era. ¿Acaso no es un maravilloso reto
intentar observar todo esto? Le confieso que me emociona la posibilidad de que
cada día que pasa me convertiré en una nueva versión de mí mismo.
He aquí el origen de mi gusto por el fútbol: perderme en las
innumerables actualizaciones que semana a semana presenta cada equipo.
Influido por no saber, me he dejado llevar por las miles de
metodologías que me recomendaron entrenadores amigos o que pude observar en
sesiones de trabajo de clubes y un par de selecciones nacionales. Pero en
ninguna encontré la luz, o mejor dicho, me seguía faltando algo que me ayudara
a comprender qué es lo que existe detrás de los partidos y las ruedas de
prensa.
Fueron muchas las horas dedicadas a escuchar en campos de
fútbol y en charlas de café a gente muy valiosa y con un conocimiento
envidiable. No me atrevo a mencionarlos por temor a olvidarme de alguno, pero
sí quiero recordar una línea que me dejó alguien a quien leo más de lo que
imagina. Sus pequeñas reflexiones –para ella seguramente son solo descargas
emocionales– me han servido de compañía en este naufragio.
Atado a la promesa
de guardar sus palabras, esta persona me recordaba el otro día algo tan
elemental como cierto:
“La inconsistencia
es una fase más, necesaria para conseguir el equilibrio“.
Después de esa
recomendación identifiqué la pista que tanto estaba buscando y que mis
incapacidades no me habían permitido divisar: el fútbol es, ante todo, una
actividad llevada a cabo por humanos, y es como tal debemos entenderla.
¿Puede el ser humano encontrar esa consistencia a la que
hacía mención mi consejera? O mejor aún, ¿existe en el fútbol ese equilibrio o
simplemente es un juego hijo de las inconsistencias de las conductas humanas?
Quiero decantarme por la segunda opción. Esa inestabilidad
que hoy deseo reconocer se asemeja un poco a lo que realmente es este juego,
porque si el fútbol es una actividad ejecutada por el hombre, entonces se hace
imposible exigirle a sus protagonistas que se comporten como robots que no
sienten, que no piensan y que sean indiferentes al contexto en el cual están
inmersos. Eso es para mí el equilibrio, y en el fútbol es imposible conseguir
semejante correlación de fuerzas sin que una de ellas sea más pesada, menos
potente o simplemente ceda su espacio ante la aparición de otra influencia.
Pero mientras desde esta pequeña isla en la que he decidido
recluirme le escribo sobre estas cosas poco importantes, sería bueno recordar a
Platón y su alegoría de la caverna, en la que este afirmaba que “los hombres
prefieren la oscuridad de sus prejuicios al resplandor de la Verdad“. El
equilibrio no existe; todo es inconsistencia, tal y como anuncia mi estimada
Alexandra en su consejo.
* Ignacio Benedetti.
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