por AGUSTIN PERAITA el
9 diciembre, 2015 •
magazineperarnau.com.
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Cuando me preguntan por qué
utilizo la Periodización Táctica, solo acierto a responder: “Porque creo
en ella”.
Puede parecer una respuesta
débil, pero es la más contundente que tengo como entrenador. Creo en la
Periodización Táctica desde la convicción y no desde la fe. O quizás también
desde la fe.
¿RELIGIÓN O MÉTODO?
Reconozco que me acerqué a
la Periodización Táctica (PT) al presenciar la emergencia de un joven
entrenador portugués que apareció para ganarlo todo.
La información que se daba al
respecto de la Periodización Táctica en los cursos de entrenadores hace
cinco o diez años, era muy superficial, por no decir muy escasa. Comencé
entonces una búsqueda más o menos concienzuda sobre el tema:
leyendo blogs de la época y preguntando a otros entrenadores que afirmaban
practicarla. De aquella época sóoo conservo un recuerdo, una idea:
Cada tarea de la sesión
tenía que tener un contenido táctico.
¿Todos los ejercicios de
todos los entrenamientos? ¿Qué es exactamente un contenido táctico? Ambas dudas
dejaban mi ingenuidad y mi inexperiencia al descubierto. Suponían una brecha
que me impedía experimentar con la idea de entrenar como Mourinho, o como
decían que entrenaba el portugués.
Un tiempo más tarde me
atreví a leer a Xavier Tamarit. Reconozco que conseguí dar sentido a poco del
contenido de “¿Qué es la Periodización Táctica?” (2007, MC
Sports). No fue hasta leer “Mourinho ¿Por qué tantas victorias?” (2011,
MC Sports) cuando empecé a tener una noción global de lo que la
metodología proponía.
Decidí empezar a
experimentar con todo ello. Mezclar mis microciclos de corte seirul.lista con
trazos de Periodización Táctica.
- Fase 0. Genial. Esto ya lo hago así y
considero que funciona.
Así me sentí al conocer el principio
de las propensiones:
Los contenidos
pedagógicos de la tarea debían aparecer en gran densidad.
Cuantas más veces se repita
la situación deseada en un ejercicio, más efectivo será. Digamos que este
principio es común a la mayoría de corrientes metodológicas.
- Fase 1. Salir de la zona de confort. Pensar
diferente.
En ese momento ya detecté
que lo diferencial entre la PT y el Microciclo Estructurado era el principio
de especificidad. La PT va más allá de la noción convencional de la
teoría del entrenamiento en cuanto a este principio:
No basta con que las
tareas contengan algo del juego. Tienen que expresar nuestro jugar.
Me dispuse a generar
ejercicios que pudiesen entrenar los diferentes aspectos de nuestro modelo
de juego. Entrenar siempre jugando. Durante este proceso descubrí la riqueza de
los rondos y de los juegos de posición para dotar de contexto al aprendizaje.
Eran herramientas perfectas para potenciar las características tácticas que
buscaba. Combinando el principio de propensiones con el de especificidad, me di
cuenta de que cualquier concepto se podía avivar con una de estas tareas.
La preparación física y
técnica más efectiva era la que se realizaba por arrastre durante los
ejercicios específicos que se hacían bajo la supradimensión táctica:
Para entrenar nuestro
jugar había que estructurar el modelo de juego que se pretendiese practicar.
¿Cómo queríamos atacar?
¿Cómo defender? ¿Cómo transitar? Para entrenar nuestro jugar teníamos
que identificar primero cómo era este jugar en cada uno de sus
momentos. Recuerdo el primer listado de conceptos que trabajar.
Después de implantar esta
fase, me sentía más en control del proceso de entrenamiento y percibía que el
equipo jugaba mejor (a nuestro jugar). Esto fue suficiente para que
siguiera adelante, para que empezase a creer en algo que aún no entendía.
- Fase 2. Orden, Jerarquía e Interacción
- Era preciso desarmar el modelo de juego en conceptos para armarlo de nuevo. Generar un sistema de conceptos tácticos que diera sentido a nuestro jugar.
Articular cada uno de
los momentos del juego en principios, subprincipios y subsubprincipios.
Jerarquizarlos e interrelacionarlos. Solo de esta manera podía dar sentido al principio
de progresión compleja:
Ordenar los conceptos
dependiendo de su nivel de complejidad y seleccionar las tareas dependiendo del
grado de adquisición de cada concepto.
Y aquí es donde un
entrenador se enfrenta al pensamiento sistémico: lo asimila o lo rechaza. O
bien concibe su modelo de juego como un sistema etéreo que su equipo tiene
que hacer inconscientemente propio, o sigue pensando que la táctica son
movimientos dependiendo de dónde está el balón y el rival. O bien empieza a
verse como un facilitador o sigue viéndose como un general. La conciencia
sistémica lo cambia todo.
- Fase 3. Entrenar el todo.
La nueva conciencia te lleva
inexorablemente a modificar las maneras de ver tareas de entrenamiento.
El principio de entereza inquebrantable entra en juego:
No basta con que todos los
ejercicios sean contextualizados. Tienen que tener estructura de juego (los
cuatro momentos del juego han de estar presentes).
Igual que no se entiende la
técnica o la preparación física de manera aislada al juego, tampoco se
entiende el ataque sin la defensa o sin las transiciones. Tampoco el fútbol sin
direccionalidad. Para que el entrenamiento sea realmente adquisitivo no se
podía desnaturalizar el juego. El jugador tenía que seguir concentrado en las
circunstancias reales del juego, siendo el contenido a entrenar un medio para
mejorar su desempeño táctico y no un fin en si mismo.
Esta perspectiva mejoró
enormemente la calidad del entrenamiento. Los jugadores jugaban según el modelo
de juego por convicción, sin necesidad de demasiada reflexión consciente. Como
entrenador, cada vez hablaba menos, pero mis jugadores cada vez lo tenían más
claro.
- Fase 4. El final de los entrenamientos a “medio
gas”.
Recuerdo de mi época de
jugador que, dependiendo del día del microciclo en que nos encontrásemos, el
entrenador nos pedía una intensidad de trabajo u otra. Como entrenador, después
de formarme en la teoría del entrenamiento, entendí el origen y el sentido de
esa dosificación de la intensidad. Me sentí muy afín al siguiente mandamiento
de la Periodización Táctica en cuanto entré en contacto con él:
Entrenarás siempre con
intensidades máximas relativas.
Algo de razón debe haber en
la frase se juega como se entrena. Si en una fracción de la semana
de entrenamiento se reduce la intensidad, también se verá mermada en algún
momento de la competición semanal.
Había que proponer trabajos cuya
intensidad máxima y óptima para el desempeño, fuera coincidente con los
requisitos del momento semanal.
Hay que reconocer que fue un
proceso largo y complicado. Encontrar las tareas para que la intensidad
relativa fuese máxima en todo momento me abrió los ojos a la última fase. No
puedo negar que me costó renunciar a mi libertad y casarme con el
Morfociclo Patrón.
- Fase 5. Entrenábamos como
leones. Competíamos como gatitos.
Pasaron años hasta que me
tomé en serio el principio de alternancia horizontal. No le
daba importancia a cuándo debía de entrenar según qué contenido o utilizar
según qué tipo de tarea. Los entrenamientos iban genial. Los jugadores estaban
motivados y volaban sobre el césped. Pero en los partidos rara vez competíamos
al 100 %:
El objetivo de la semana
de entrenamientos tiene que ser competir bien el día de partido.
Fue en ese contexto cuando
me dije: voy a probar a planificar un par de semanas según las especificaciones
del Morfociclo Patrón. Ajusté las formas de los ejercicios, los tiempos de
trabajo y recuperación y los tipos de concepto a trabajar según el día. El
resultado fue inmediato. Los jugadores se vieron más en forma
(táctica-técnico-física) durante el partido. Y lo que antes era jugar bien pasó
a ser jugar y competir.
Desde ese momento tomé
consciencia de la importancia de las directrices que marcan el Morfociclo
Patrón. Entendí la idiosincrasia de la carga cognitiva en el proceso. Y
eso fue como volver a empezar.
LA PERIODIZACIÓN TÁCTICA
Y LOS PURISTAS
Es difícil determinar si uno
mismo, o un compañero, pone en práctica la Periodización Táctica tal cual
la parió Victor Frade. Seguramente pocos lo harán. Puede que ni Rui Faria
ni André Villas Boas puedan considerarse puristas, dependiendo de lo meticuloso
que se sea con el análisis. Lo que está claro es que los entrenadores que
siguen los principios fundamentales de la PT con un alto grado de
ortodoxia pueden considerarse creyentes y practicantes.
Como he descrito
anteriormente, no implementé la PT como un paquete de medidas para cambiar mi
manera de entrenar. Creí entender la importancia un principio y lo apliqué.
Revisé si había incrementado la efectividad de los entrenamientos. Si el cambio
suponía mejora, lo mantenía. Cuando la actualización del método se había
consolidado y creía que aplicar un nuevo principio podía suponer un progreso.
Volvía a iterar sobre mi manera de trabajar. Maduraba el cambio y revisaba los
resultados.
Si me hubiese bastado con la
fase 1 para sentir que el método funcionaba, habría parado allí. Si tras
probar experimentar con alguna de las demás fases, hubiera visto que no
aportaba nada, la habría abandonado.
Es muy común escuchar a
entrenadores que afirman aplicar algunos principios de la PT y algunos del
Microciclo Estructurado. Que mezclando se han hecho con su propio libreto.
Entrenadores que no quieren verse encarcelados en estructuras metodológicas
demasiado limitantes.
Como es natural, lo respeto
e incluso acepto la posibilidad de que estén en lo correcto (entendido
como lo efectivo). Pero yo, hoy por hoy, creo estar de este lado de unas
trincheras metodológicas que se dibujaron después de que Xavier Tamarit
publicara en 2013 Periodización Táctica vs Periodización Táctica.
* Agustín Peraita es entrenador y autor del libro “Quiero que mi equipo
juegue como el FC Barcelona de Guardiola”.
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