Entrevistamos a Kibu Vicuña, segundo entrenador de Osasuna
Irati Prat
Hace frío, aunque no demasiado, en Alcorcón. Han decidido
alojarse en un hotel alojado del centro de la localidad madrileña y allí nos
encontramos, nos pide que esperemos hasta que terminen la sesión de activación
que tienen en aquella mañana previa al partido de por la tarde. La entrevista
transcurre como nos habían comentado que podría transcurrir, Kibu es un sabio
del fútbol y no duda en no callarse nada. Es un placer escucharle. A la tarde,
ya en el estadio, vemos a Osasuna perder en Santo Domingo, no pudimos ser un
amuleto para él pero Kibu sigue tan optimista como siempre.
Vives hasta los nueve años en San Sebastián y entonces te
mudas a Pamplona. Ahora, eres socio de la Real Sociedad y de Osasuna, ¿es
compatible apoyar a ambos equipos?
Es una rivalidad positiva, no es lo mismo que la Real y el
Athletic u Osasuna y el Athletic en los últimos años. Yo desde pequeño era
socio de la Real, mi padre me llevaba a los partidos de la Real… Me tocó la
época de las dos ligas de la Real viviendo en Pamplona, muchas lloreras y,
también, muchas alegrías. Con mis hermanos me escapaba a San Sebastián, por
aquella carretera antigua de cuando no había autovía, era un mareo con tanta
curva, para ver a la Real Sociedad. Por circunstancias de la vida, teniendo yo
nueve años, nos fuimos a vivir a Pamplona y, claro, vas cogiendo cariño a
Osasuna.
Aunque jugabas al fútbol de pequeño, descubriste que
nunca llegarías a ser futbolista profesional, ¿cuándo fue eso?
Iba estudiando, jugando y entrenando al mismo tiempo. Llegó
un momento, mientras estaba estudiando la carrera, que jugaba en el equipo de
la universidad, en regional preferente, y me estaba sacando el título de
entrenador al mismo tiempo. Y llegó un momento en el que, tras acabar la
carrera, compaginé el equipo de regional preferente con la Selección de Navarra
cadete, donde tuve la suerte de entrenar a jugadores como Raúl García, Natxo
Monreal, Jon Erice u Oier Sanjurjo. Con ellos hicimos un gran campeonato y de
ahí me ficho Osasuna al año siguiente, donde estuve tres años en el liga
nacional juvenil. Estuve tres años en Osasuna, me saqué el título nacional al
mismo tiempo… Y bueno, a mí el fútbol me ha gustado siempre muchísimo, claro
está, pero cuando entré en la universidad ya sabía que el fútbol era una
afición y que no iba a vivir de eso. Sin embargo, cuando empecé a entrenar yo
nunca aspiré a llegar al fútbol profesional, solo aspiraba a ser el mejor
entrenador posible. Y de ahí no sabes hasta dónde vas a llegar. Y que llegues
al fútbol profesional no significa que seas mejor entrenador que uno que lleva
toda la vida con juveniles o cadetes. Pero vamos, lo de dejar el fútbol me tocó
de una manera completamente accidental pues yo jugaba en el equipo de la
universidad, tenía mi título de entrenador, y en un momento determinado el
entrenador que estaba lo tuvo que dejar por motivos personales así que él me
pidió, yo era el capitán, que fuese el nuevo entrenador. De un día para otro
pasé de ser jugador a entrenar a mis compañeros.
Sin embargo, te licenciaste como periodista. ¿Había
vocación periodística?
Si, de periodismo deportivo. De hecho en el Diario de
Navarra estuve haciendo un par de años de prácticas en la sección de deportes,
estuve también haciendo prácticas en Argentina, también en Onda Cero, en un
programa de caza y pesca. Pero hubo un momento en el que tuve que elegir, al
terminar la carrera, y tenía dos opciones: podía seguir con el periodismo, cosa
que me iba a poner muy difícil seguir entrenando; o entrar en la empresa
familiar y tener flexibilidad para seguir entrenando. Opté por la segunda
opción.
Durante tu vida en Polonia, de la que ahora hablaremos,
hemos visto como actualizabas una especie de blog con cierta frecuencia. ¿La
figura de entrenador no tapó nunca la de periodista, no?
Si, aunque tengo la web un poco desactualizada. También hace
mucho tiempo que no escribo en un blog que tenía en Marca, también he tenido
colaboraciones en revistas de fútbol polacas, también algo en Diario de
Navarra… Pero vamos, más colaboraciones para matar el gusanillo que otras
cosas.
Sacaste los cursos de entrenador uno a uno y acabaste
llegando a las categorías inferiores de Osasuna. Nos hablaste antes de que
coincidiste con jugadores como Raúl García o Natxo Monreal en la selección
navarra de cadetes…
Así es, coincidí con Raúl García, con Natxo Monreal el
primer año y, el segundo año, con Javi Martínez, que aunque era cadete jugó
8-10 partidos con nosotros. Y después llegó César Azpilicueta, que jugó de
medio para arriba en todas las posiciones. También Oier, Echaide, Jokin Esparza,
Mikel Santamaría… pero claro, los que más llaman la atención son los primeros.
También coincidiste con Raúl García, ¿Qué valoración te
merece uno de los mejores jugadores que ha dado Tajonar en los últimos tiempos?
Yo siempre he dicho que, para mí, el mejor jugador que he
entrenado ha sido Raúl García. Por todo, por el conjunto. Técnicamente es muy
bueno, es muy completo, es muy trabajador, es muy buen compañero y es un
jugador, para mí, especial. No es solo como juega, es como entrena. Y luego tiene
las ideas muy claras, es un tío muy sencillo y que tiene liderazgo, eso es un
plus muy importante. Además, que siempre ha sido un magnífico goleador pese a
ser mediocentro.
¿Cuándo conociste a Jan Urban?
En persona lo conocí porque coincidimos sacándonos el título
nacional, lo hicimos juntos. Luego, cuando llegué a Osasuna, él entrenaba al
División de Honor juvenil y yo al Liga Nacional juvenil, y lógicamente ahí se
da mucha comunicación, para bajar y subir jugadores en determinados
partidos… Nos fuimos conociendo y, cuando llegó la oportunidad de ir al
fútbol polaco, me llamó para ir.
¿Cómo te convence para marcharte con él a Polonia?
Bueno, la verdad es que era una cosa que yo no esperaba. Él
me decía siempre que yo valía para el fútbol profesional, pero claro, alguien
te tiene que dar la oportunidad. Sobre todo porque si no has sido futbolista
profesional es muy difícil llegar. Y fíjate, yo le llamé cuando estaba en
Polonia para darle la enhorabuena y él me dijo: ‘’Bueno que, ¿te
vienes?’’. Yo me lo pensé, le dije que sí. Y bueno, hasta hoy, esta es
la octava temporada juntos.
Hasta entonces el fútbol no dejaba de ser una afición y
ahora ibas a formar parte de él profesionalmente aunque fuese en una liga menor
como la polaca, ¿se nota mucho el cambio?
Al principio con mucho respeto, porque no es lo mismo
dirigir a un equipo juvenil que a uno profesional. Pero te tienes que adaptar
rápido y ahí te das cuenta de lo distintos que son los vestuarios, la cultura…
En el profesional hay multitud de nacionalidades con culturas distintas. Tu
acercamiento a los jugadores tiene que ser distinto, al principio es difícil
porque hay algunos jugadores que solo hablan polaco y nada de inglés. Es un
trato diferente, de cara a los jugadores y de cara al entrenamiento. Y que no
es lo mismo entrenar a un equipo español que a uno polaco.
Para Urban fue más fácil porque era polaco pero tú, ¿cómo
te adaptaste?
Si, al principio fue duro sobre todo el tema del idioma
porque es fundamental comunicarte con la gente para mostrar tu punto de vista,
para dar consejos, instrucciones… Así que al principio tenía yo un papel más de
asesor, por así decirlo, ya que solo me podía comunicar en inglés con algunos
jugadores o con los de habla hispano-portuguesa, pero no podía hacer cosas en
el campo que en mi última etapa en Polonia ya si podía hacer.
Llegáis y os encontráis perdiendo en Lituania al descanso
en un partido de competición internacional, con vuestros ultras invadiendo el
césped al entretiempo y suspendidos por un año en competiciones UEFA por dichos
disturbios, ¿no era la mejor manera de empezar, no?
Ese partido no se me olvidará nunca, contra el Vètra
Vilnius, fue nuestro debut profesional. Antes del partido estábamos Jan Urban y
yo hablando de las posibilidades que teníamos y del partido, de lo que podíamos
hacer. Habíamos estudiado al equipo rival pero no habíamos estudiado que
aquello que pasó en el descanso pudiera pasar. Me acuerdo que en el
calentamiento, nuestro saltaban nuestros aficionados al césped e iban a por los
aficionados rivales cruzando todo el campo.
Claro, era un estadio pequeño, de
unos cinco mil o seis mil espectadores, y al menos cuatro mil de todos ellos
eran polacos pues es un desplazamiento relativamente corto. Se montó un lío
importante. Al descanso teníamos jugadores calentando, saltaron los aficionados
y les quitaron los balones, son cosas que no pasan ni en el fútbol regional.
Los antidisturbios empezaron a lanzar gas, se oían disparos… salí a ver qué
pasaba y me encontré una escena de Braveheart. Estaban luchando los aficionados
del Legia peleando contra la policía lituana con las vallas de publicidad como
escudo, tremendo. Y nos sancionaron, fue una pena porque éramos superiores y
fueron dos detalles los que nos pusieron dos a cero abajo al descanso, pero sabíamos
que aquello se podía remontar en Polonia, vaya.
¿Sentiste miedo por lo que pudiera hacer esa afición si
Urban y tú no conseguíais enderezar el rumbo del Legia?
No, la verdad que no, fue una sensación de incredulidad pero
miedo en ningún momento. Me llamó mi padre y me dijo que donde me había metido,
estaban viendo el partido en casa de Urban, en Pamplona. Fue más la impotencia
de que te echen fuera por una cosa así.
¿Cuál era la situación del fútbol polaco cuándo llegaste?
Una selección que fue potencia mundial en la década de los 70 y principios de
los 80.
De aquello a la realidad del fútbol polaco en la actualidad
hay un trecho. La selección no está pues tiene jugadores en grandes equipos
pero los resultados no están siendo buenos. Yo pienso que, en estos siete años
que hemos estado en el fútbol polaco, si ha evolucionado. Pienso que era, sobre
todo, un problema de infraestructuras. El Legia, que es el mejor equipo polaco,
tenía y tiene un solo campo para toda la academia de fútbol base. Ningún equipo
de fútbol polaco tiene unas instalaciones tipo Tajonar que tiene todo club
español, no tienen esa estructura. Les falta eso, les falta metodología. Aquí
la gran diferencia que veíamos era técnico-táctica, no solo a nivel colectivo
sino también individual, el jugador polaco es un jugador Play Station, al que
le tienes que indiciar siempre lo que tiene que hacer. No es cuestión de
dedicación, pues un chico polaco dedica las mismas horas que uno español pero
aquí hay muchos más entrenadores titulados que en Polonia, aquí las
instalaciones son mucho mejores que las de allá. Yo he visto a chavales de once
años entrenar a las ocho de la mañana porque el campo no estaba iluminado y a
partir de las tres y media de la tarde es de noche. Una barbaridad. Pero eh, ni
mu. Aquí no le puedes decir a un crío que vaya a esas horas a entrenar pero
allí están totalmente mentalizados. Yo creo que el fútbol polaco irá para
arriba ya que las cosas se están igualando poco a poco.
Ahora has vuelto a Pamplona, junto a Urban también, para
dirigir a Osasuna, ¿Cómo os lo comunicaron desde acá?
Comunican con Jan, que estaba en Pamplona. Yo estaba
viviendo en Varsovia pues tras lo del Legia estuve seis meses viviendo allí.
Para nosotros era un reto muy bonito, nos encontramos con jugadores que
habíamos entrenado en juvenil, íbamos a luchar por cambiar esa dinámica de que
en Osasuna cada vez hubiera más jugadores de fuera y menos de Tajonar. Y en ese
proceso estamos, aunque está siendo complicado porque no es fácil bajar de
Primera División a Segunda y la situación en la que nos hemos encontrado el
club no es la más idónea.
¿No dudasteis al haber descendido el equipo a segunda
división y conocer su precaria situación económica?
La verdad que no, no hubo ni negociación desde el punto de
vista económico. Entramos en Osasuna por lo que significa para nosotros el
club. No hubo dudas. Y eso que hubo otras oportunidades, ofertas de Chipre, de
Australia, del equipo donde está ahora David Villa precisamente, de otros
equipos polacos…
En el Legia potenciasteis la política de cantera y ahora
lo hacéis en Osasuna, ¿es por obligación o ya lo teníais pensado desde el
momento en que fichasteis?
Si, ya queríamos hacerlo nosotros. Estamos en un continuo
contacto con la cantera, pero hay que ir subiéndolos poco a poco, que sea algo
natural, no puedes obligar al chaval a meterlo porque igual lo quemas sino está
preparado. Tenemos un equipo con jugadores con experiencia en Primera División,
otros con experiencia en Segunda y otros chicos que están saliendo de Tajonar.
Estamos en ese proceso de ir introduciendo a los chavales en la dinámica del
fútbol profesional.
¿Qué problema hay en la defensa?
No esperábamos esto pues creíamos que teníamos un problema
de meter goles y en pretemporada nos dimos cuenta de que este año el marcar no
iba a ser problema, le metimos 0-4 al Brentford y 3-1 al Athletic en El Sadar.
Ganamos 2-0 en el estreno al Barça B y parece que todo va bien, luego perdemos
con el Alavés y empatamos en Llagostera. Demasiados vaivenes… Y para nosotros
el partido en el que mejor hemos defendido fue la derrota contra el Racing,
0-2, en cuanto a equilibrio. Fueron dos errores que nos penalizaron. Sin
embargo, en otros partidos hemos estado más desequilibrado y hemos ganado. Hay
mucho desequilibro, estamos tratando de conocer esto pues ha sido inesperado. Pero
el fútbol es así, parece que tienes todo controlado y de golpe te empiezan a
salir diferentes vías de agua por todos lados. Luego, lesiones de jugadores
importantes como Oier o Lotiès, que eran muy importantes. Sobre todo Oier, que
era un líder en el campo y en el vestuario.
El año pasado se criticó mucho a Javi Gracia porque
intentó cambiar el estilo de juego de Osasuna y, al final, se descendió.
¿Osasuna puede jugar de otra manera a la tradicional?
Nosotros estamos intentando adaptarlo. Queremos que sea un
equipo con mucho ritmo, agresivo, que presione bien tras perder el balón, que
en El Sadar imponga el ritmo del partido desde el principio. Y en eso estamos,
hemos hecho muy buenos partidos.
Tras su experiencia en el fútbol polaco, Kibu y Urban vuelven
a Osasuna para intentar devolver al equipo de Pamplona a Primera División.
Para terminar, ¿qué consejo le darías a cualquier
aspirante a entrenador profesional que no tiene las facilidades de ser un ex
futbolista?
Mira, al final esto es una carrera de fondo. Hay que ser
constante, no rendirse, huir de la comodidad, hay que estar preparado y hay que
atreverse y ser valiente. En mis tiempos había mucho autodidacta, ahora es más
fácil estar al día. Hay que estar al día de los últimos libros técnicos, estar
suscrito a alguna revista, ver los entrenamientos de los entrenadores que crees
que se parecen a tu forma de entender el juego, y de los otros porque al final
de todos se aprenden, hay que aprender idiomas porque seguramente te salgan
oportunidades en el extranjero. Y esto es lo fundamental, además de ir
sacándose los títulos de entrenador, obviamente. Y, por supuesto, ver fútbol,
de todas las categorías posibles. Formarse en psicología… Hay que estar formado
y mejorar de forma continua, hasta que no dejas de entrenar sigues mejorando.
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