El técnico del Bayern, orgulloso de sus
futbolistas por el esfuerzo y por “caer de pie”, felicita al Barcelona y a Luis
Enrique, a quienes les desea el triunfo en la final
LUIS MARTÍN Múnich
Guardiola saluda a Messi. / TOBIAS
HASE (EFE
Es muy probable que Josep Guardiola nunca
creyera de verdad que podía eliminar al Barcelona, pero lo intentó hasta el
final. Venció su equipo el duelo de anoche y acabó contento. “Hemos caído de
pie. Y estoy muy orgulloso de mis jugadores. Hemos ganado el partido y el Barça
estará en la final. Les felicito, han sido mejores. En Barcelona nos mató el
tercer gol. No hay nada que decir. Ahora espero que no hagan el primo y ganen
la quinta. Sólo puedo decir que el año que viene lo volveremos intentar”, dijo
el entrenador del Bayern. “En la adversidad ha sido fantástico trabajar con
este grupo de futbolistas”, aseguró el de Santpedor. “Tras el tercer gol de
Barcelona aquí lo tenían hecho, pero hemos muerto de pie porque no nos
rendimos. Estoy muy contento de ser entrenador del Bayern. Mis jugadores valen
un imperio”, añadió.
Guardiola admitió
que su equipo hizo cosas mal: “Cometimos errores muy graves a nivel defensivo,
como hoy en el segundo gol. Fallos de concepto”. Por el contrario, resaltó las
diferencias entre el juego desplegado en la ida y en la vuelta —“allí no hicimos
sangre, no hicimos nada”—, e insistió en la actitud de su grupo en el Allianz
Arena: “Hicimos todo lo que pudimos. Estoy muy contento. El Bayern no sabe lo
buenos que son estos jugadores, que lo han dado todo en un año durísimo. Quiero
celebrar la Bundesliga y quiero dar muchas gracias a los hinchas. Sólo hemos
ganado un título, pero hemos perdido como debe perder el Bayern, muriendo de
pie”.
No se olvidó Guardiola de felicitar a Luis
Enrique —“está haciendo un trabajo extraordinario”, dijo— y sobre todo a Messi:
“Sigo convencido de que la única manera de pararle es quitarle la pelota. Ser
contemporáneo de Messi es un privilegio. Estoy muy contento de que haya vuelto
a ser el que conocí, el jugador que entrené en el Barça. Ojalá que Alemania
compre los derechos de la Liga y pueda disfrutar de este pavo. No ha habido
nunca un tipo como él, ¡nunca!”.
A Pep le esperaban hermanos y amigos como el
técnico Juanma Lillo, aquellos que saben que en según qué momentos no hay otro
color que el de la amistad. No faltó la cuadrilla de su hermano, llegada
directamente desde Santpedor —“venimos al entierro”, bromeaban— y también
estaba su familia. Por supuesto le acompañó su esposa, Cristina, con una chupa
de cuero rojo, y sus tres hijos. Todos sabían que el sueño de una ciudad, el
sueño de Guardiola, el de sus amigos y de su familia, el sueño de estar en
Berlín era un sueño casi imposible desde el principio. Al mismo tiempo, sabían
que Pep lucharía hasta el final. Y estaban orgullosos de él. “Meter otro gol”, retumbaba
el Allianz Arena. Y reculaba el Barça. El Bayern no estará en Berlín, pero el
entierro queda para otro día. Resulta que ganó el Bayern. Y ahora Guardiola
quiere que gane el Barça. Faltaría más.
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