por FELIPE S. MATEOS/ entrenador de fútbol./ España.
¿Cuántas veces hemos escuchado la sentencia “¡Cuánto daño
le ha hecho Guardiola al fútbol!”? Sucede que el fútbol de Guardiola, como
el discurso de Lillo o el de Óscar Cano, llevan dos rombos, no son aptos para
todos los públicos. Son molestos, incómodos y hasta cierto punto groseros
porque han removido determinadasas hipótesis sobre las que se ha venido
asentando el fútbol durante los últimos años.
¿A quién hace daño que sean los propios centrales quienes
proponen a su portero una salida en corto para construir desde atrás? Es
hermoso ver cómo los jugadores, desde pequeñitos, están abandonado temores
infundados para ser protagonistas. Asumir riesgos ya desde el inicio conlleva
goles y derrotas, de acuerdo, pero, ¿cuál es el trabajo del entrenador
entonces? ¿Prohibirles jugar de la manera que le están proponiendo sus
futbolistas? ¿O dotarlos de una estructura táctica y un soporte técnico
adecuado para que desplieguen con mayor resolución la manera de sentir el
fútbol que insinúan los jugadores? ¿En quién piensa el entrenador? ¿En sí mismo
o en el crecimiento de los futbolistas?
Soy de los que piensa que los entrenadores no somos sino
hacedores, facilitadores del juego que proponen los futbolistas. De ahí la
relativa importancia con la que Lillo y Cano visten al entrenador. El técnico
no dispone, sino propone. Por ello Guardiola proponía salir jugando desde
atrás, porque Piqué era central, porque Iniesta o Xavi no pueden depender de la
segunda jugada. Y por eso Mourinho proponía jugar en largo en el Chelsea,
porque Cech la desplazaba a 70 metros y Drogba ganaba 9 de cada 10 disputas
aéreas. Porque el fútbol de Lampard aparecía por detrás del balón, jugando de
cara.
En el fútbol, como en la escritura, en la vida en general,
aprendemos por imitación, por mimesis. La imitación como punto de partida, la
relatividad como punto de llegada. Y la formación, el conocimiento, la práctica
como camino son el itinerario del entrenador. Solo así he aprendido a disfrutar
de Guardiola y de Mourinho, y de otros muchos sin disminuirme con prejuicios
infundados y dogmas estúpidos.
Nuestra tarea, creo, es adquirir un profundo conocimiento del
juego y de los jugadores. Ver qué sienten, cómo se relacionan entre ellos y
proponer entonces si se debe (poder, se puede) salir jugando como proponía el
Barça con Guardiola o jugar directo como Mourinho en el Chelsea.
O como ninguno
de los dos, sino como proponen nuestros jugadores. Nuestra aspiración y nuestro
deber es ser capaces de facilitarles el trabajo a ellos, a los futbolistas. Son
ellos los que juegan.
* Felipe S. Mateos es Entrenador de
fútbol. Metodología Fútbol Base C. A. Osasuna.
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