de LÓPEZ DEL CAMPO, R.
· en OPINIÓN. ·
Todo entrenador que quiera liderar su equipo de forma
eficiente debe adquirir una serie de competencias intrapersonales – el
entrenador visto desde dentro – e interpersonales – el entrenador visto desde
fuera -. Nos centraremos en un primer lugar en las capacidades intrapersonales
que el entrenador como líder debe dominar:
- Autoconfianza entendida
como la seguridad en uno mismo, en su forma de hacer las cosas. No
confundir esta competencia con la soberbia, arrogancia o prepotencia. El
aliado ideal de la autoconfianza es la humildad. En entrenador como
director del grupo no debe dudar en la toma de decisiones, lo que no
quiere decir necesariamente que no se pueda equivocar. El método de ensaño
– error es la única manera de crecer como entrenador. El entrenador debe
definir su propio método, estar seguro de su valía y ponerlo en práctica
con seguridad. No obstante, su método debe estar sometido a un continuo
feedback que adapte dicho método a los posibles errores detectados. Esta
revisión permanente del método guarda relación directa con la segunda
competencia del líder.
- Autocrítica. El
entrenador debe someter sus decisiones a un proceso de autocrítica
continua. El revisar constantemente su método o las decisiones que ha
adoptado, lejos de provocar una pérdida de autoconfianza, lo que provoca
es una mayor seguridad en que su método es el mejor. El líder debe tener
el valor y coraje suficiente para enfrentarse así mismo, a sus decisiones
y a su método. De esta forma el proceso de crecimiento permanecerá activo
permanentemente.
- Autocontrol
emocional. Para dominar esta competencia es fundamental controlar las
herramientas intrapersonales de la inteligencia emocional. El entrenador
debe ser capaz de mantener un estado de equilibrio emocional que le
permita la lucidez necesaria para tomar las decisiones que crea
mejores para el grupo. Ante los numerosos estímulos externos que recibe,
el líder no puede tener un trastorno bipolar que le haga pasar de la
tristeza a la euforia o viceversa. El equilibrio emocional se contagia. Si
un líder mantiene la calma en una situación estresante, el grupo se
contagia de esa emoción y tiende a emular la misma emoción. Por el
contrario, si un líder pierde los nervios, el grupo se contagia de esa
situación de nerviosismo y termina comportándose del mimo modo.
- Protagonismo
no excesivo. Que guarda relación con la característica ya señalada
anteriormente, la humidad; pero que va más allá. El entrenador, a pesar de
ser el líder y por lo tanto la cabeza visible del equipo, tiene que saber
compartir el protagonismo con sus jugadores. Sobre todo cuando en el grupo
existen otros líderes naturales que necesitan dosis controladas de
protagonismo. Normalmente ante la victoria o éxito todos los líderes
quieren ser protagonistas, mientras que la derrota o fracaso suele ser
huérfana. Pues bien, un verdadero líder es aquel que capitaliza el
fracaso, asumiendo su máxima responsabilidad; mientras que cede el
protagonismo a sus jugadores ante el éxito.
- Sentimiento
de libertad. El entrenador debe tener la total libertad a la hora de
tomar las decisiones. Debe oponerse enérgicamente a cualquier intento de
influir sobre sus decisiones. Numerosos agentes externos intentarán
persuadir al líder en beneficio de intereses propios. Pues bien, el
entrenador como líder del grupo deberá identificar estos intentos de
manipulación y mantener su libertad. Pero esta libertad no es gratuita,
conlleva altas dosis de responsabilidad.
- Visión
de futuro. El entrenador como líder tiene que ser visionario. Debe
dar rienda suelta a la imaginación y creatividad para ser capaz de ver lo
que otros no ven. El líder se diferencia de la mediocridad en que es capaz
de ver algo distinto. Es capaz de predecir el futuro y adelantarse al
mismo.
Todas ellas son algunas de las competencias
intrapersonales que todo director de equipos debe poseer para poder llevar a
buen puerto al grupo que dirige.
PERFIL DE UN BUEN ENTRENADOR
Debemos establecer cuáles son las habilidades y
competencias que debería tener un entrenador para poder dirigir desempeñar su
papel de líder de forma eficaz dentro del método de entrenamiento
psicológico integrado. En la fase de diagnóstico, el entrenador deberá ser
capaz de descubrir cuáles son las necesidades de desarrollo del jugador y así
poder planificar la sesión de entrenamiento que pueda obrar el tan deseado
cambio (Longhurst, 2006).
En cuanto a las herramientas específicas que debe
utilizar el entrenador durante la sesión de entrenamiento, cabe reseñar como
imprescindibles la capacidad de hacer preguntas abiertas, saber manejar los
silencios, la predisposición a mantener una escucha activa, tener capacidad de
síntesis y saber intervenir de forma oportuna. Estas habilidades de
comunicación tienen como objetivo conseguir un diálogo significativo, que
permita el desarrollo óptimo de la sesión de entrenamiento (Wolk, 2004).
No menos importante son las competencias personales que
debe tener un entrenador para el ejercicio de su profesión. Su aprendizaje
entraña una mayor dificultad debido a que se enmarcan dentro de la
personalidad innata de cada individuo. Nos referimos a actitudes y conductas
relacionadas con la autenticidad, comunicación, seguridad, generación de
expectativas de cambio y empatía (Miedaner, 2004).
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