por IGNACIO DORADO
En las últimas décadas hemos visto cómo los conceptos de
fútbol y entrenamiento han ido evolucionando sin cesar. El juego y su
conocimiento han cobrado una gran importancia que tiempo atrás no tenían.
Seguimos teniendo enfrente un deporte donde el objetivo sigue siendo meter un
esférico en un rectángulo erguido en el fondo rival, defendido por once
jugadores. La evolución nos ha llevado a interesarnos por el juego, a
preguntarnos cuál es la mejor forma de poder hacer daño al equipo contrario
teniendo una serie de elementos, distintos entre ellos y a los que tienen el
resto de equipos. ¿Cómo podemos defendernos eficazmente con los jugadores que
tenemos? Estas preguntas nos llevaron a idear un plan de actuación para nuestro
equipo, un modelo de juego.
El modelo de juego lo podemos entender como el modo de
actuación de un equipo en los cuatro momentos o fases del juego:
- Defensa
organizada: momento en el que un equipo se encuentra preparado para
defender ordenadamente sin la posesión del balón.
- Transición
ofensiva: instante en el que se pasa a tener la posesión del balón tras
una recuperación.
- Ataque
organizado: fase en la que un equipo tiene la posesión del balón y tiene
en frente a otro ordenado defensivamente.
- Transición
defensiva: cuando un equipo pierde la posesión del balón tras un robo del
rival.
No existen dos jugadores iguales. Cada uno tiene una serie
de características técnicas, tácticas, físicas y psicológicas. Ningún jugador
es igual a otro ni toma las mismas decisiones. A través del trabajo del modelo
de juego en los entrenamientos se consigue que todos los jugadores se acerquen
en sus pensamientos a un objetivo común.
Dependiendo de las características de los jugadores se
desarrollará un modelo de juego que logre potenciar aquello que esos jugadores
pueden llevar a cabo a un nivel alto en las cuatro fases del juego. Cómo van a
defender organizadamente, qué uso darán a la posesión del balón, cómo actuarán
ante una pérdida o recuperación de balón.
Hasta aquí está claro, pero no podemos olvidar que enfrente
siempre nos vamos a encontrar a un oponente que va a proponernos una serie de
comportamientos colectivos de los que tenemos que defendernos y conseguir
superar para poder atacar. Muchas veces estos comportamientos serán opuestos,
muchas otras similares a nuestro modelo de juego. Lo que sí está claro es que
reducir la incertidumbre (de lo que nos vamos a encontrar) nos llevará a estar
mejor preparados para afrontar el encuentro. Cuantos más detalles conozcamos
del modelo de juego rival, más preparados estaremos para solucionar las
situaciones que se nos planteen. Es cuando entra en juego la estrategia
operativa.
La estrategia operativa es el planteamiento que usa un
equipo para contrarrestar y neutralizar al rival. Son aquellos comportamientos
no habituales de nuestro modelo de juego que se implantan en un partido
concreto para conseguir reducir al oponente. Por poner un ejemplo. Nos
enfrentamos a un equipo con un modelo de juego basado en un juego asociativo
que da un gran peso en el juego a su ataque organizado, similar al nuestro. Una
de las soluciones que podríamos establecer para contrarrestar su juego podría
ser realizar transiciones ofensivas rápidas para finalizar lo antes posible. Es
algo que dista de nuestro hipotético modelo de juego, implantado en un momento
preciso para hacer daño al rival.
Pero el trabajo exclusivo del modelo de juego y la
estrategia operativa tienen una serie de limitaciones. El fútbol está lleno de
incertidumbres: podemos preparar a conciencia un partido contra un rival, pero
no podemos obviar que el rival también lo hará con nosotros. Podemos intuir que
el oponente se comportará de una u otra manera en una situación concreta, como
ha hecho hasta ahora, pero estamos hablando de intuición: no sabemos a ciencia
cierta cómo va a actuar el rival. Por lo que si nos limitamos a trabajar
nuestro modelo de juego y la estrategia operativa que creemos oportuna,
estaremos limitando el juego de nuestro equipo.
En un partido de fútbol nos encontramos con muchos factores
que condicionan el juego. Factores que harán que el contexto cambie continuamente,
y debemos estar preparados para solucionar todos los contextos posibles.
Podemos no dar con la clave en la estrategia operativa y haber estado
equivocados, necesitaremos adaptarnos. Podemos quedarnos en inferioridad
numérica tras una decisión arbitral, necesitaremos adaptarnos. No sabemos cómo
va a actuar el rival con resultado a favor o resultado en contra; necesitaremos
una adaptación al contexto. Por lo que creemos que para lograr ser un equipo
competitivo necesitamos un equipo que sepa interpretar y solucionar cada
contexto al que se enfrente. No un equipo limitado por un modelo de juego y una
estrategia operativa que no sabemos si será correcta y eficaz.
El equipo competente es aquel que es capaz de realizar un
comportamiento de forma excelente y muchos otros de manera suficiente. En el
segundo año del Cholo Simeone a cargo del Atlético de Madrid pudimos disfrutar
de un equipo que realizaba un juego directo de manera notable, pero que también
era capaz de realizar buenos contragolpes y hacer daño con un ataque
organizado. Dependiendo del rival y el contexto al que se enfrentaba tenía una
solución.
En el partido de ida de la Europa League en la eliminatoria
entre el Villarreal y el Sevilla, Vitolo marcó a los pocos segundos de empezar
el encuentro. Ese gol echó por tierra toda la estrategia operativa y todo el
trabajo semanal del equipo de Marcelino García Toral. El equipo debió actuar de
distinta forma con 0-1 que con 0-0. Contexto distinto al que posiblemente
esperaba el técnico. Eso requería una adaptación.
En conclusión, en los entrenamientos daremos prioridad a
nuestro modelo de juego, aquello que somos capaces de realizar a un nivel alto.
Pero también trabajaremos el resto de comportamientos que podemos realizar en
un partido, tanto ofensivos como defensivos, para adaptarnos a las
circunstancias del juego que se puedan presentar.
No limitemos el juego, no limitemos a los jugadores.
* Ignacio Dorado es entrenador.
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