EL DEPORTE ES UNA FUENTE INAGOTABLE DE LECCIONES DE VIDA.
por IGNACIO BENEDETTI
El deporte es una fuente inagotable de lecciones de vida. A
través de él nos educamos en la derrota y la victoria, en el éxito y el
fracaso. Aprendemos que cuando perdemos no hay más opciones que levantarnos
para volver a competir, y que cuando ganamos, es obligatorio encontrar el cable
a tierra que nos mantenga hambrientos y centrados.
Al fin y al cabo no hay nada
más efímero que un resultado y nada más peligroso que emparentar grandeza a la
hipocresía del triunfo, porque los ganadores, los que pasan a la historia, son
aquellos cuya influencia ha trascendido a su puesto en una clasificación, para
así dejar enseñanzas e historias que jamás serán olvidadas porque se
convirtieron en leyendas.
A Mourinho le caduca el librillo, dicen los expertos en lo
inexistente, como si en el deporte hubiese espacio para los invictos o la
clonación de escenarios y respuestas, olvidando que la razón de ser de cada
partido, cada temporada, cada campeonato y cada ciclo es enfrentarnos a la
incertidumbre del qué vendrá, reconociendo que lo que ya pasó no volverá jamás.
¿Acaso en el librillo del portugués hay respuestas para el error de John Terry
o alguna fórmula para inducir a Thiago Silva a cometer una tonta mano? ¡Esto es
fútbol, no matemáticas!
Y siendo el fútbol un deporte colectivo, nos hemos
malacostumbrado a señalar a los entrenadores como ganadores o perdedores de
duelos, en los que su influencia existe, pero no en el grado que algunos
suponen. Lo sabe Mourinho, Bielsa, Guardiola y cualquier entrenador de barrio,
y por ello César Luis Menotti expresaba una verdad tan grande como una
catedral: “La táctica es programática. Por lo tanto, todo lo que sea
programático en el mundo de la acción, donde aparece lo inesperado, no tiene
mucho sentido. Vos elaborás una táctica para tu día, pero te aparece algo
imprevisto y a la mierda la táctica”.
El fútbol es de los futbolistas, y el entrenador, por más
que ayude a potenciar las cualidades de los suyos y sea cómplice y promotor de
un plan, no es protagonista, sino actor de reparto. No me malinterprete, el
papel del técnico es fundamental, pero los domingos (o los miércoles) son los
jugadores los que toman decisiones, por ello Mourinho, más allá del
histrionismo de su personaje, sabe que en los futbolistas reside el origen de
cada victoria.
“Un hombre, como usted sabe, nunca es igual a sí mismo:
se mezcla con los tiempos, con los espacios, con los humores del día, y esos
azares lo dibujan de nuevo. Un hombre es lo que es, y también es lo que está
por ser”. Tomás Eloy Martínez.
Por cada Mourinho hay un Guardiola, decía Marcelo Bielsa
hace unos días para explicar que más allá de las simpatías, lo importante son
las maneras que tiene cada uno de concebir este juego y la claridad de sus
ideas. A ello habría que agregar que gracias a tipos como el portugués hay un
fuego que se mantiene encendido, y no es otro que la curiosidad y las ganas de
hacer las cosas distintas. Eso mismo entendió James Murphy, creador de la
agrupación LCD Soundsystem, cuando expresó que ojalá alguien considerase su
obra como ridícula o inservible, ya que eso estimularía en sus críticos el
hambre necesario para explorar nuevas maneras de hacer las cosas.
Mientras tanto, sentado frente a la orilla del mar, basta
con recordar que todo pasa, que nada permanece y que no hay absolutamente una
sola situación que no cambie en un par de segundos. Haga caso al fallecido
escritor argentino, señor Mourinho, y recuerde que lo que está por venir
también definirá su paso por este mundo.
* Ignacio Benedetti.
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