Daniel Samper, John Carlin y Juan Villoro llenan de
carcajadas el Hay Festival hablando de su único amor verdadero: el fútbol./
Pablo de Llano/ Cartagena de Indias
Un niño juega al fútbol en Costa de Marfil. / L.
KOULA (EFE)
Daniel Samper Pizano, escritor y periodista, egregio
mamador de gallo (bromista en colombiano), fue esta mañana en el Hay Festival
de Cartagena árbitro de una charla sobre fútbol de dos futboleros furibundos,
el inglés John Carlin y el mexicano Juan Villoro, quien
acudió con unos cómodos zapatos de cuero parecidos a los botines de los
futbolistas de los cincuenta. Carlin saltó al campo con mocasines sin
calcetines, exponiéndose a un eventual pisotón del jugador azteca, y Samper,
con la soberbia del árbitro que se sabe intocable, calzaba finas alpargatas
blancas.
El último libro de Carlin es sobre un atleta convicto
sudafricano:Pistorious, la sombra de la verdad.
El último de
Villoro, Balón dividido. Ambos de editorial Planeta.
El tema de la conversación era la narración del fútbol.
"¿Y qué es eso? ¿El fútbol qué género es?", inquirió Samper. Y opinó
Villoro: "El fútbol es su propia novela. Es tan rico en sí mismo y nos
llega tan narrado que no es tema fácil para el escritor, que por definición
aspira a crear algo nuevo. Por eso el fútbol se presta más a la crónica o a la
averiguación de sus pequeños misterios". Pero recordó que hay valiosos
libros de este tema. Citó como ejemplos Fiebre en las gradas,Nick
Hornby, Soñé que la nieve ardía, Antonio Skármeta, El
regate,Sérgio Rodrigues.
"Es el gran tema de conversación de la humanidad. Nada,
nada compite con el fútbol como tema social", intervino Carlin.
"Acabo de hacer un reportaje para EL PAÍS de España sobre Podemos, un partido nuevo y que es líder en las
encuestas, algo increíble. Pues sus dirigentes son todos profesores
universitarios y parten de la premisa de que van a crear una democracia
participativa a través de internet en la que todos los ciudadanos estén
involucrados. Creo que la premisa es errónea. Estos señores politólogos no
entienden que para los ciudadanos la política es un deporte minoritario".
Como muestra del poder global del fútbol, mencionó lo curioso que era ver a
musulmanes británicos celebrar un gol de su amado Beckham gritando Allahu
Akbar, Alá es grande.
El réferi, Samper Pizano, intercedió un instante para
apuntar que él decidió casarse con su esposa porque conocía a la perfección el
funcionamiento del fuera de juego. Carlin reveló otra intimidad: cuando se
comprometió con su mujer le pidió que respetase una sola regla para vivir
juntos: "Don't fuck with the football" -en español:
"Mi amor, quiero que sepas que me encanta ver fútbol".
Más adelante Samper ahondó en la importancia del fuera de
juego y propuso que en la Constitución colombiana se estipule que el presidente
de la República deba conocer en detalle esta regla. El pequeño referendum de
esta sala del Hay aprobó con un aplauso mayoritario la iniciativa del soberano
en alpargatas.
Otro poco adelante, Carlin hizo una fuerte confesión:
"Creo que la persona que más placer me ha dado en la vida es Messi. Tal
vez sea un poco triste decirlo". Pero precisó que en sus encuentros
periodísticos con él le pareció poco cortés y extremadamente parco. Contó que a
cada cosa que le preguntaba, el astro argentino respondía con un desinterés
mecánico:
y... no, realmente no.
y... no, realmente no.
y... no, realmente no.
Al menos le firmó una foto para su hijo.
Mediada la charla, Juan Villoro abrió un botellín de agua.
Samper, pertinente, le pidió entonces que hablar de su
teoría del escupitajo en fútbol.
El escritor mexicano explicó que el escupitajo es un sistema
futbolístico de liberación de estrés. "Es una técnica para distraerse,
como en el budismo zen se recomienda jugar con las manos para que la mente se
vaya a otra parte, o como rezar el rosario. En el fútbol el escupitajo es como
un signo de puntuación. Terminas una frase, pausa, escupes, pasas a la
siguiente frase".
"Podemos practicarlo nosotros ahora. Escupir después de
cada frase", propuso el británico.
Último tercio del encuentro. Al árbitro no le satisface lo
que están tratando ahora el inglés y el mexicano (en ese momento Villoro
mencionaba con entusiasmo algo sobre El gol fantasma de Wembley, y
el público mantenía una viva atención) e impone que se hable de lo que a él le
apetece en ese preciso instante: algo tan imprevisto y concreto como el
carácter del delantero camerunés Samuel Eto'o.
Le pregunta a Carlin si cuando lo conoció le cayó bien.
"Un encanto", dice el inglés. "De Messi me dijo: mira, yo no le
llego ni a los tobillos". "¿Y tú qué opinas de Eto'o?", pregunta
a Villoro, que coincidió junto a otros periodistas de su país con el goleador
africano en un trabajo de comentarista: "A los mexicanos nos pareció
insoportable", dijo con sinceridad. "Entre otras cosas porque es un
triunfador, y eso nos va muy mal a los mexicanos, que tenemos por lema el Sí
se puede, que no es otra cosa que una señal empírica de que casi nunca
hemos podido".
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