EUROCOPA DE FRANCIA
El técnico logra la adhesión de una plantilla que celebra
la superación del fútbol de toque que predicaba Prandelli. Dicen que el
'catenaccio' es la única alternativa a la falta de talento
DIEGO TORRES.
Toulouse 19 JUN 2016.
El primer gol de Italia en la Eurocopa tuvo consecuencias
sangrientas. Zaza abrazó con tanta vehemencia a su seleccionador, Antonio
Conte, que cuando acabó la celebración el técnico descubrió una hemorragia
nasal. La providencia suele ser generosa con los líderes como Conte, tan hábil
desenvolviéndose en el escenario del vestuario como ejecutando la doctrina de
los antiguos maestros delcatenaccio. Ayer, tras conseguir clasificarse
para octavos, el técnico, a quien apodan Generalissimo, se presentó
en la sala de conferencias del estadio municipal de Toulouse apelando al estado
de emergencia.
Además de sangre hay crisis. “Este grupo, y yo me incluyo”,
avisó, “siente el orgullo y la responsabilidad de representar a un país en un
momento difícil desde todo punto de vista”.
Dice Arrigo Sacchi que el fútbol italiano nutre su ideario
de la cultura medieval de la supervivencia mediante la fortificación, arraigada
en la sociedad de su país desde la caída del Imperio Romano. Si la teoría es
tan verosímil como parece, Conte restauró el viejo régimen tras suceder a
Cesare Prandelli, que puso el énfasis en la necesidad de elaborar más el juego,
según las últimas corrientes españolas y alemanas. Once partidos invictos y la
clasificación para octavos de la Eurocopa (dos victorias sin encajar goles
contra Bélgica y Suecia) consagran la visión primitiva. Conte se reafirma como
el caudillo de una plantilla cuidadosamente seleccionada por compartir la misma
fe.
“La gente no tenía una buena opinión de Italia”, dijo
Gianluigi Buffon, el viernes, después de jugar 90 minutos contra Suecia sin
recibir ni un remate; “y la gente tenía razón. Porque nosotros no somos un
equipo talentoso. Nosotros tenemos nuestros límites. Y nuestra fuerza consiste
en reconocer esos límites”.
Buffon sugirió que la posesión de balón que pregonó
Prandelli entre 2010 y 2014 fue un error que justificó las críticas de la vieja
escuela. El capitán comparte con Conte el sentimiento de seguridad que
proporciona la construcción de un reducto defensivo con cinco marcadores y tres
centrocampistas físicamente resistentes que solo quieren la pelota cuando la
roban para contragolpear.
Conta argumenta el cambio de paradigma en la dura realidad
del fútbol italiano y sus jugadores multiplican el discurso. “Somos muy
humildes”, advierte Chiellini, “muy conscientes de nuestro potencial".
Barzagli, otro de los pilares ideológicos del grupo, se ufana del juego del
equipo: “Italia ha demostrado que conserva su tradición futbolística de
siempre; incluso en los momentos en que dudamos de nosotros mismos”.
Las condiciones resultan tan pobres, insisten, que no tienen
más alternativa que implementar el tradicional modelo de subsistencia. A la
crisis económica se suma la carestía de la cantera. “Yo no dije que en el
fútbol italiano falten jugadores de calidad”, señala Conte. “Pero esto es un
hecho. No me he levantado una mañana para descubrir que esto es así. En el
fútbol italiano atravesamos un periodo que seguramente no es muy feliz;
encontramos dificultades para que emerjan talentos. Dicho esto debemos hacerlo
lo mejor posible. Yo he llamado 23 jugadores que, antes que futbolistas son
verdaderos hombres”.
El aspecto fiero, la formidable cabeza hollada por cuencas
donde brillan los jillos azules, contrastó con la voz entrecortada de
mezzosoprano cuando exhortó a laitalianitá a dejar de acudir a los
estadios como acude la gente sin patria, meros aficionados al fútbol, tal como
hicieron en Toulouse, en donde fueron mayoría las masas de hinchas suecos
vestidos de amarillo.
“Quiero que haya felicidad, que haya alegría, que haya
entusiasmo”, insistió, como subido al balcón. “Quiero transmitir nuestra pasión
a los aficionados de Italia. Y a propósito, pido que vengan a nuestros partidos
con una camisetita azul. Ni siquiera pido la camiseta oficial, ni la camiseta
del equipo. Conque sea de color azul es suficiente. Pido que proyecten una
imagen bella porque ahora veo a los otros con estas camisetas, todas amarillas,
bellísimas… Para nuestros jugadores sería bonito ver estas camisetas azules.
Porque hoy nuestros aficionados han venido por miles pero se les ha visto
dispersos. Quisiera que todos se sientan comprometidos con esta selección y
también un poco responsables de todo lo que sucederá”.
Una vez convocado el pueblo, Conte se replegó al cuartel de
Montpellier donde le complace entrenarse a salvo de miradas extrañas, rodeado
de alambradas de púa y guardias tirando de mastines. Su objetivo es ganarle a
Irlanda el miércoles para evitar el cruce con España.
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