domingo, 8 de noviembre de 2015

EL ENTRENADOR QUE CAMBIÓ EL FÚTBOL FUE GUARDIOLA.


DIEGO LATORRE.
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Suele sostener Diego Latorre (Buenos Aires, 1969) que solo existen cuatro o cinco maneras de jugar bien al fútbol, y que cada una de ellas debe regirse por los tres mandamientos que proclama habitualmente César Luis Menotti: espacio, tiempo y engaño. Tras más de quince años como profesional, ahora ve el fútbol desde el prisma del comentarista televisivo, pero con la firme idea de volver a sentir el olor a césped, esta vez como entrenador. Acaba de empezar el curso y la primera materia es biología. Habla con la pasión de un enamorado del juego, con el conocimiento del jugador y con la ilusión del docente que comienza.

PASIÓN LIBERTADORES: Xavi Hernández me dijo una vez que el jugador más inteligente con el que había jugado era Messi. ¿Tú que opinás?
DIEGO LATORRE: Creo que hay una inteligencia particular para jugar al fútbol, que es muy diferente a la inteligencia que sirve para la formación como persona. Esta última siempre es bienvenida, pero no se elige. Hay quien puede cursar estudios superiores o graduarse en la universidad, pero no es indispensable para jugar al fútbol. Por eso jugadores como Messi, al igual que Maradona, son futbolistas que tienen una inteligencia especial, ya que el entorno los ha llevado a eso. De una forma instintiva han tenido que sobresalir por encima de las adversidades, y lo han hecho gracias a esa inteligencia innata que está en la piel del jugador. Luego han tenido que ir incorporando otras cosas a nivel de formación. Por eso el entrenador que se preocupe por la formación futbolística del jugador es importantísimo.


PASIÓN: ¿Se valora poco a ese tipo de técnicos más formadores?
LATORRE: Yo creo que el jugador lo termina valorando. Vivimos en una etapa donde al hombre se le valora únicamente por los logros que consigue. Si partimos de ese análisis es complicado hablar de una docencia. Lo que sucede es que a los técnicos de ese perfil se los castiga mucho más en las derrotas; se los penaliza mucho, porque supuestamente el pensamiento y la acción o el resultado van por caminos opuestos en el fútbol. A veces se encuentran y a veces no. Cuando no se encuentran el tipo que habla es un versero (embustero), es un chanta (farsante), y que vaya a enseñar a otro lado. El público fiel del fútbol tiene lamentablemente esos prejuicios en la cabeza. Siempre tenés que ganar para demostrar que el pensamiento es útil.

PASIÓN: Aquello que decía Bielsa de que el fútbol rechaza constantemente al perdedor. ¿Coincides?
LATORRE: Totalmente. Lo rechaza y además tampoco se bucea demasiado en los argumentos del éxito. Es decir, que si mi equipo gana por penales, se le da el mismo valor que a otros que han ganado jugando de otro modo más estético. El asombro, y la admiración, en gran parte solo se la lleva el ganador, como si se le reconocieran algunos valores que solo están incluidos en la victoria.

PASIÓN: ¿Importan los cómos?
LATORRE: Influyen, pero hay muy poca gente curiosa en el mundo, que tenga ganas de explorar el camino recorrido. El mundo tan rápido en el que nos movemos nos ha terminado por arrebatar la capacidad de analizar cómo se ha llegado a un mismo fin. Y en el fútbol, a pesar de haber un montón de vertientes, entiendo que se trata de un todo; hay estilos de juego que necesitan permanentemente ser avalados con resultados y otros que se les perdona. No creo que la estética o lo visual sea un valor en sí; creo que es un desprendimiento de la buena ejecución de determinado estilo, y se da, que cuanto más nos gusta algo, mejor se ejecuta y como consecuencia, más nivel tiene. Pero no creo que sea una búsqueda en primer término. Después, como aficionado, porque todos lo somos en algún punto, uno va hacia el lugar que más placer le da. Pero como jugador, como parte de algo que hay que preparar, desde los entrenamientos o la idea futbolística, no está contemplado la elegancia ni la estética. Eso simplemente sucede. Cuando entrenás, te gusta pasar la pelota al compañero, tirar paredes, atacar por las bandas… pero a veces las circunstancias lo limitan. Cuando eso ocurre, se produce un hostigamiento desmedido. Y sobre eso tengo una teoría —quizá muy delirante—, y es que el fútbol es un deporte tan machista que siempre termina asociando la belleza a la mujer. Y en el fondo hablar de belleza o de estética, como que hace aflorar nuestro costado femenino y enseguida lo rechazamos. Lo ponemos en un cajón para que no salga nunca más. Quizá sea un delirio.

PASIÓN: Imagino que estás al tanto de Paco Jémez y su Rayo Vallecano. El equipo más goleado de la liga española, pero salvado seis jornadas antes del final. ¿Se puede intentar jugar bien al fútbol con muchas menos armas que el rival?
LATORRE: Lo que pasa es que hay muchísimas trampas. A ese equipo lo comparan con quizá, la mejor versión del Barcelona. Entonces, si no juega como el Barcelona y no gana lo del Barcelona, es criticado. No lo comparan con otro Rayo anterior, que quizá tuviese otra idea de juego. ¿Qué resultados cosecharía el Rayo con otra idea de juego? ¿Serían tan diferentes al Rayo que juega con un estilo definido saliendo jugando desde el fondo? ¿Cuánto perjuicio le hacemos a los futbolistas diciendo que tienen que jugar tapando sus defectos y de forma simple y concreta? Así no estamos incentivando a que ese jugador progrese. No estamos descubriéndole nada. Quien sabe si un jugador tiene ciertas capacidades dormidas porque los entrenadores que tuvo siempre le reprimieron y le dijeron: hacé esto y concentrate en hacerlo bien. La clave es que mejoren.
 
El Mundial de Argentina no fue muy bueno. A mí futbolísticamente no me dejó mucho. El equipo tenía una cierta identidad y después en el primer partido al entrenador le entraron las dudas y cambió. También lo condicionaron las lesiones, pero se ve que no había una convicción en la idea. 

 PASIÓN: ¿La mejor virtud de un entrenador es sacar lo mejor de cada jugador?
LATORRE: Seguro. Si a un futbolista lo asociamos a una función en concreto y no lo incentivamos a mejorar, no vamos a ningún sitio. También se dice: pero a este no podés pedirle algo que no sabe. Bueno, trabajá sobre lo que no sabe hacer, porque esa es tu función como entrenador. 

PASIÓN: Cuando Abidal llegó al Barcelona le costó acostumbrarse a controlar y tocar rápido y terminó siendo el mejor lateral del mundo.
LATORRE: ¿Y Puyol? Son dos casos que demuestran que hay un aprendizaje constante.

PASIÓN: Hace un par de años en una charla me dijiste que hay solo cuatro o cinco maneras de jugar bien al fútbol.
LATORRE: Sí, yo no creo que haya muchas maneras de jugar bien. Se puede cumplir un plan de juego o como quieras llamarlo, pero para jugar bien a cierto nivel se debe hacer de una manera determinada.

PASIÓN: Aquello de espacio, tiempo y engaño.
LATORRE: Exacto. Salir jugando, elaborar, tener un criterio para robar la pelota, atacar asociado, distraer, no depender de un jugador sino del juego….

PASIÓN: ¿Y cómo explica que ganen los que, de algún modo desprecian eso?
LATORRE: Porque en el fútbol nada te garantiza nada y en un partido entran en juego muchísimos componentes. La influencia que tiene un hecho puntual como una expulsión, cómo van influyendo mentalmente estos contratiempos, una lesión de un jugador importante, el árbitro… Por eso es maravilloso, porque jugás bien noventa minutos, y en una jugada se tira abajo toda la estructura de un partido. Y eso en competencias cortas, influye mucho. Argentina, por ejemplo, llegó a la final del Mundial 90 ganando por penales.

PASIÓN: ¿Crees que fue bueno el pasado Mundial de Argentina?
LATORRE: No fue muy bueno. A mí futbolísticamente no me dejó mucho.

PASIÓN: ¿Más exitoso que bueno?
LATORRE: Sí, porque en definitiva hubo un proceso para llegar hasta ahí. El equipo tenía una cierta identidad y después en el primer partido al entrenador le entraron las dudas y cambió. También lo condicionaron las lesiones, pero se ve que no había una convicción en la idea. No estaba el entrenador apoyado en una convicción. ¿Hasta qué punto la convicción? Yo creo en eso, pero también hay que saber adaptarse y transitar por algunos momentos en los que te faltan jugadores…

PASIÓN: Y la forma en la que se adaptó, ¿es una virtud? ¿O vale más el castigo al renunciar a la idea inicial?
LATORRE: Yo creo que sí, que es una virtud. El entrenador entrena en función de sus ideas y de lo que él cree que tiene que jugar un equipo. Pero esa versatilidad no puede distorsionar una idea futbolística. Uno siente una manera de jugar al fútbol y cree en la forma de jugar, que tiene que ver con el estilo de juego. Busca eso, contrata jugadores para eso, aunque estamos hablando de la selección y eso es algo muy particular, ya que se te caen dos o tres jugadores y tienes que cambiar los planes. El equipo tenía un déficit defensivo, y comenzó a sentirse más cómodo ahí, renunciando a Messi para fortalecer la línea defensiva. A partir de ahí se ve el peor Messi, por lo que ese convenio que se armó, paradójicamente nos privó de ver al mejor Messi en la mejor versión de la Selección. No hubo prácticamente diferencias entre Holanda, Bélgica, Suiza y Argentina. 

PASIÓN: ¿Por qué el Arsenal?
LATORRE: Hace unos largos años me encontré a un equipo con el que me identifiqué. Por su apuesta de juego, por su entrenador, por lo que me generaba, por lo que veía.

PASIÓN: ¿Entiendes que se critique a Wenger?
LATORRE: Sí, ahora sí lo entiendo. En los últimos años el equipo dentro de su funcionamiento ha perdido un poco de identidad. No es el mismo Arsenal. Yo creo que él empezó a dudar sobre lo que quería, cómo lo quería y transmitió eso.
 
Los merecimientos influyen en el fútbol ¿cómo se analiza un partido si no? ¿Qué tenemos que decir? En el análisis por supuesto que hay que valorar la eficacia, pero hay que tener en cuenta que en el fútbol hay días que le acertás de cincuenta metros y otros que fallás con el arquero regalado, como decía el Flaco Menotti.

 PASIÓN: La exigencia terminó ganando al proceso.
LATORRE: Además, se le exige ganar cuando nunca ha sido un equipo ganador. Jamás ganó la Champions, y nunca estuvo ni cerca antes de Wenger. El Arsenal tradicionalmente era un equipo aburrido al que le gritaban aquello de ‘boring, boring’ (aburrido, en inglés). Al final, lo que termino mirando en los entrenadores es la superación. Cómo corrige los errores, cómo va evolucionando en el juego,  qué nuevos componentes tiene el juego en los detalles estratégicos y futbolísticos, cómo usa los laterales, cómo es el juego ofensivo modificando lo posicional… Todo eso se complica cuando un entrenador lleva muchos años en un equipo, porque pelea contra sí mismo. Ahora en cambio, tiene un equipo para agrandar sus posibilidades y veo que se estancó, que no lo encontró nunca, que el equipo cambió de nombres, y siempre hubo una  improvisación en ataque, fragilidad anímica, y una tendencia clara a la autodestrucción. Eso quiere decir también que el entrenador no solo no respetó el estilo que había impuesto, sino que no pudo también mejorar el grupo rendir más en los momentos límites. Soy bastante autocrítico por más que la admiración está ahí.

PASIÓN: Hablábamos antes del carácter formativo de un entrenador. En ese caso, Wenger es de los mejores.
LATORRE: Sin duda. Y agarras un balance de lo que compró y de lo que vendió, y es tremendamente favorable. Todos los jugadores que han pasado por sus manos han crecido, tanto en valor futbolístico como económico.

PASIÓN: ¿Cree que influyen los merecimientos en el fútbol?
LATORRE: ¿Y cómo se analiza un partido si no? ¿Qué tenemos que decir? En el análisis por supuesto que hay que valorar la eficacia, pero hay que tener en cuenta que en el fútbol hay días que le acertás de cincuenta metros y otros que fallás con el arquero regalado, como decía el Flaco Menotti. El que ha jugado al fútbol sabe eso. Y lo que yo valoro es cómo un equipo hace para llegar a situaciones de gol teniendo la pelota; qué utiliza, cuáles son los criterios, qué hacen los jugadores, cómo aprovechan un contraataque… Eso sí son cosas del juego que hay que valorar. Pero si un equipo llega quince veces y no la mete, puede depender de un jugador en particular, o de un día… son cosas que no se pueden manejar.

PASIÓN: Siempre escuché que tu etapa en el Tenerife fue buenísima.
LATORRE: Una etapa divina. Me costó adaptarme a la isla, pero fue fabulosa en todos los aspectos.

PASIÓN: ¿Qué te dejaron Valdano y Cappa?
LATORRE: Mucho. Son tipos que saben de fútbol y que no te dicen las cuatro cosas, comunes sino que se esfuerzan en aportarle algo al jugador. En los entrenamientos, en el día a día, te enseñan a mejorar, te corrigen. Tienen ese don del profesor, que te lo dicen de una forma que lo entendés y además lo podés comprobar en la cancha. Yo creo mucho en eso. Creo  mucho en el técnico que mejora a sus jugadores. ¿Y cómo se hace eso? Dedicándole un tiempo a preparar los soldados para la guerra. Si no, no hay estrategia que aguante; si el lateral no sabe cerrar, si el nueve no sabe desmarcarse, si el extremo traslada mucho la pelota, si el diez tarda mucho tiempo en recibir y vos lo vas armando desde ese lugar, tenés un equipo que quiere tener una identidad, pero los soldados nunca te van a responder. Yo creo mucho en eso, en el trabajo de mejora del jugador.

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 PASIÓN: ¿El jugador de hoy día está mucho menos dispuesto a escuchar?
LATORRE: Sí, pero también creo que hay pocos maestros capaces de generarle esa curiosidad al jugador. El deseo de preguntar, de saber más. Yo tengo la teoría de que hay pocos entrenadores que saben de fútbol de verdad, más allá de las cuatro cosas que podamos saber todos en la escuela de técnicos.

PASIÓN: ¿Quién te parece a día de hoy un buen técnico?
LATORRE: Guardiola. (Suspira). Guardiola. Desde su lugar le da todas las respuestas a los jugadores para jugar mejor. Y además veo que esa forma de jugar bastante evidente y consecuente con su pensamiento, tiene muchos matices. Muchos. Siempre hay una evolución y una búsqueda permanente de solucionar los conflictos que le va presentando el fútbol. Desde los rivales, a los problemas con las lesiones, hasta el ambiente. Son cosas que maneja muy bien. Y que dentro de esa forma de jugar con los cuatro o cinco patrones de juego que tiene: defensa adelantada, presión sobre la pelota, extremos abiertos, circulación, pase…, él se distingue por mejorar a los jugadores, por ser un equipo cada vez con más variantes. Me parece el mejor.

PASIÓN: Inventarse a Lahm como mediocentro.
LATORRE: Yo creo que el primer paso para que el entrenador convenza a un jugador es que el jugador esté convencido de que el entrenador es un fenómeno. Y el entrenador es el que le ve cualidades, cosas por pulir. A Lahm, que es inteligentísimo para jugar al fútbol, Guardiola le hizo creer que podría ser muy buen jugador ahí, en el centro del campo, porque tiene buen control, buen toque de primera, gira bien, tiene una gran visión de la cancha…
PASIÓN: Saber cómo girar —y hacerlo rápido— cuando recibes la pelota. Una virtud muy poco valorada.
LATORRE: La clave es la colocación del cuerpo. Y luego elegir bien, que para eso tenés que ver muy bien el fútbol de frente y saber jugar sin pelota. Otro que lo hace muy bien es Alaba, que de hecho juega ahí en la selección austríaca.

PASIÓN: ¿Algún otro entrenador?
LATORRE: (Piensa). Me gustan cosas de Pellegrini, me gusta Wenger, pero el entrenador que cambió el fútbol fue Guardiola.

El comentarista dará paso al DT, “en dos años”, afirma Latorre (foto La Nación, Argentina).

PASIÓN: ¿Mourinho?
LATORRE: Me parece un personaje necesario para la rivalidad, y me parece también que les inyecta a los equipos un carecer competitivo muy grande, pero nunca he visto jugar bien al fútbol a un equipo de Mourinho. Ha ganado y se respeta, pero no admiro a esa clase de entrenadores. A mí me deslumbra el juego, que si bien consta de todo, cuando me transformo en espectador, me deslumbra otra cosa. Mourinho casi siempre reniega de la pelota, y es capaz de hacer jugar a Eto'o de lateral. Lo valoro, porque si Eto'o es capaz de jugar ahí es porque confía en el entrenador, pero no me pidas que lo admire porque no lo voy a admirar.

PASIÓN: “El futbolista hoy no es feliz”, declaraste hace un par de años.
LATORRE: Sobre todo aquí en Argentina, donde juega con mucha carga de estrés y de angustia. Cuando sale de este ambiente, si es capaz de vencer esa frontera que es el desarraigo, tiene todo para crecer.  
PASIÓN: Roberto Ayala, hace unos meses, me dijo que uno de los problemas del futbolista de hoy en día, es que no se siente especialmente interesado en el fútbol.
LATORRE: ¿Y qué hacemos entre todos para que les guste el fútbol? Es una continua destrucción del juego. Es ganar, ganar, o ganar. Solamente se valora el éxito. Y también hay una degradación cultural importante, donde el fútbol es un foco de polémica en la televisión, en la casa… No es por estar siempre despotricando, pero a nosotros nuestros padres y abuelos nos enseñaban a ser parte de esa cultura del juego, de escucharlo, de crecer aprendiendo historias. “Sí, bueno, ganaba, pero cuando el Beto Alonso paraba una pelota con el pecho estábamos toda una semana comentándolo…”, a ese tipo de cosas me refiero. Todo eso va construyendo una cultura nueva, un idioma futbolístico. Una cultura al fin y al cabo.
 
El futbolista hoy no es feliz, sobre todo aquí en Argentina, donde juega con mucha carga de estrés y de angustia. Cuando sale de este ambiente, si es capaz de vencer esa frontera que es el desarraigo, tiene todo para crecer.

PASIÓN
: Eso ya no existe. Menotti decía que, cuando se jugaba en la calle, muchas veces por plata, los más grandes te gritaban cosas que, con el tiempo ibas interiorizando. “Pibe, de espaldas a un toque” o “toco y me muevo”. Eso es cultura popular, como ir al teatro, o al cine los domingos.
LATORRE: No existen ya esos sabios que estaban en la calle o en un café. Eso era algo normal, te lo decía cualquiera. No tenías que ir a un especialista de fútbol para que te diga que de espaldas se juega a un toque, o que no gires con la pelota en los pies porque si vienen y te la anticipan es contraproducente para el equipo. Eso lo sabían. Todo eso construye una cultura que ya no está. Ahora se hablan de otros temas y bueno, estamos sobreviviendo en esa actualidad.

PASIÓN: ¿Te sientes cómodo comentando partidos? ¿Qué te genera el periodismo deportivo?
LATORRE: Sí, me gusta. Al principio se me miraba con recelo, como si estuviera ocupando un lugar que no me correspondía. Incorporé cosas que no tenía del periodismo, pero me adapté a un medio que hoy veo en su peor momento. Veo que hay un grado de irresponsabilidad total hoy en el periodista, donde le interesa mucho más armarse un personaje que estudiar, analizar o investigar. Hoy se dice una cosa y a la semana siguiente se dice la contraria, y todo ello con una vehemencia que asusta. Todo consiste en un discurso fácil para un público fácil. Un público que quiere todo ya, que no piensa.
PASIÓN: ¿Para cuándo el Diego entrenador?
LATORRE: En dos años, calculo.

PASIÓN: ¿No te asusta?
LATORRE: Sí. Salir de la zona de confort me asusta mucho. Salgo al descampado. Salgo a un lugar en el que voy a perder lo que tengo, pero siento que tengo que ser parte. Y sí, sé que van a estar esperando a que falle para matarme. A los que se nos acusa de románticos, de idealistas, de verseros, mucho más. Es duro, y yo el otro día lo decía por Twitter: que se ha ridiculizado tanto a los deportistas, que ahora hilvanas cuatro palabras y ya enseguida te tachan de filósofo. Hay un tipo de marginación que tiene la gente y que provoca una discriminación con la que es muy difícil convivir. Es como cuando ves a una rubia y dices, es hueca, tonta. No te encaja lo de rubia inteligente, brillante. Y si además esa rubia lleva tacos y conduce un Audi, es una puta. No asocias que pueda ser una empresaria exitosa que haga muy bien su trabajo. Pues en el fútbol es lo mismo. Si ves a un tipo que sabe hablar, ya es un versero. Y si además ese tipo no gana, es un mentiroso. En cambio, si el que pierde es un ignorante es, pobre, perdió, qué se le va a hacer. Se discrimina con mucha facilidad. 

PASIÓN: Bueno, los hay quienes critican a Guardiola, Cruyff…
LATORRE: Estúpidos ha habido siempre.


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