... PARTÍCULAS INSEPARABLES.
por JOSE MIGUEL MARCOS - ROSA COBA - FRAN CERVERA
En una disciplina tan atractiva como la física cuántica
podemos hallar no menos atractivas interpretaciones al complejo mundo que nos
rodea, conformando las mismas puntos de una llamativa coincidencia entre las
teorías más científicas del mundo occidental con las más espirituales del mundo
oriental; todo para explicar cómo nos amoldamos a un principio que tiene en
jaque a la humanidad en general: el principio de incertidumbre. El fútbol no
escapa a la interpretación metafórica del mismo.
Siguiendo con la comparativa del mundo físico, la
circulación de balón y jugadores ha tenido una evolución dentro del modelo de
juego que ha ido avanzando a la par que la ciencia.
El mundo se explicaba al principio desde un prisma
determinista: lo desconocido y la incapacidad de dilucidar más allá de lo que
se ve, ayudado por la incapacidad del observador a ver más allá, generaba un
aprendizaje muy lineal. La circulación de jugadores y de balón en este sentido
queda a merced de automatismos y momentos traviesamente desordenados por la
incertidumbre que nos negamos a contemplar. Podríamos incluir en esta vertiente Los
esquemas tácticos de Teodorescu (1984), en los que “balón y
jugadores actúan de un modo estereotipado conforme a las indicaciones
establecidas previamente”. A día de hoy, aún se sigue dando este modelo.
De aquí se pasó a una teoría basada en muchos mundos: “todo
lo que nos rodea como algo dependiente de la persona que lo piensa y observa”.
Las teorías del caos según las cuales el aleteo de una mariposa en un extremo
del planeta puede generar un viento huracanado en el otro extremo del mismo son
un claro ejemplo de ésta. La circulación más libre de jugadores y de balón no
basada en automatismos sino gestada en situaciones más interactuantes y
fluctuantes que dependen de la persona hace que surjan ideas como “No
toques si no buscas generar nada” (Lillo) y “jugar a dar pases
lo hace cualquiera”(Guardiola).
Cada uno entiende el principio de incertidumbre a su manera,
lo cual es muy lícito. Así, la Interpretación de Copenhague, última en liza,
interpreta la probabilidad como potencialidades en las que el observador y lo
observado son partículas inseparables; un punto de vista en el que todo es un
todo y para entender lo cercano hay que pensar en lo lejano y viceversa. Hemos
aterrizado en el juego de posición en el que la circulación de jugadores y de
balón se acerca a una estructura global (Guardiola) cuyo medio
táctico predominante, el pase, para generarse, pueda ser entendido desde la
quietud de esperar el momento oportuno.
Los procesos de aprendizaje han tenido una evolución
parecida al mundo físico. A día de hoy tratamos de aprender a relacionarnos con
la incertidumbre mediante el Know -How (“saber–cómo” para
los ingleses): la información, experiencia e interacciones de la persona van
más allá de un simple sujeto que recibe información, la procesa y la ejecuta.
De ahí que saber rodearse haga que nuestro cerebro aprenda más y mejor.
El
fútbol puro (en sus comienzos) preexistía en cada jugador, “había y hay
que saber rodearse” (Kevin Vidaña) siendo los jugadores los que
modificaban las conductas previas y venideras. El problema es que por el afán
humano de controlarlo todo hicimos del fútbol un ente “determinista y
automatizado” olvidando que desde pequeños hay que mostrar un enfoque
mucho más amplio: “A mí me han educado desde los trece o catorce años
para que conozca el fútbol. Antes jugaba porque jugaba, y creía que las cosas
sucedían porque sí. Pero me han hecho entender que suceden porque hay una
lógica. Me educaron para descifrar el juego. En cambio, a la mayoría de
jugadores nadie les ha dicho nada. A muchos entrenadores no les interesa nada
lo que estamos hablando. Desde jóvenes, a los jugadores les dicen que hay que
luchar, que hay que ganar y esas cosas, y llegan a primera división sin saber
nada del juego. Esto es lo que pasa, y por eso es tan difícil que la gente
hable realmente de fútbol”(Guardiola).
La codificación técnica se ha convertido en una cárcel que
ha llevado a cumplir condena al más puro ente táctico, la persona, en torno a
dos presos:
- La
toma de decisión (cognitivo) fue apresada para dejar libre el concepto de
técnica individual. Una robotización de la conducta en toda regla.
- La
empatía neuronal cambiada por una pizarra maniatada y anquilosada en
automatizar líneas continuas y discontinuas que simulan desplazamientos y
pases, según toque.
Una observación humilde por parte del cuerpo técnico genera
no sólo que se atisben conductas presumibles, sino que se reaprenda por parte
de éstos a dar libertad a sus intuiciones técnicas para que sean transformadas
en intuiciones servibles, y desde nuestro punto de vista sólo pueden serlo las
que nacen del jugador.
Antes de dar unas pautas de interiorización de conceptos hay
que ver cómo se relacionan con los mismos cada uno de los jugadores a los que
dirigimos. Esto hace un fútbol posible más allá de un fútbol necesario que nos
lleve a adaptarnos a la cultura del equipo y jugadores a los que entrenamos
(Guardiola). Esto es entrenar individualizadamente.
Un buen director de interacciones deseables (cuerpo técnico)
es aquel que permite un aprendizaje transformacional de L.
Wolk para “generar contextos no cretinizantes y que no generen
inteligencias ciegas” (Edgar Morín). Muy en consonancia con la frase
de Xesco Espar: “Para llegar a la excelencia es necesario formarse,
pero para traspasarla hay que transformarse”.
Si giramos el foco hacia el cerebro, podemos obtener un
paralelismo y/o una lectura que pensamos que favorece una traducción simultánea
de la que podemos nutrirnos como elemento indispensable. Porque es, porque está
y porque no puede dejar de ser y estar y sí debe dejar de parecer. Fíjense
cómo, históricamente, ciertos enfoques unidos a la falta de conocimientos
neurocientíficos han producido que tradicionalmente se haya hablado de lo
físico y lo mental. Descartes y su dicotomía ayudó mucho a que esa herencia la
sigamos arrastrando aún en la actualidad, y lo curioso, en el campo que nos
ocupa, es que sigue habiendo técnicos que parecen recién sacados de las aulas
de Descartes.
Los comportamientos sobre el rectángulo de juego son el
producto de nuestras decisiones y las mismas las configuran la interacción
entre persona y entorno. Aristóteles bien podría ser nutriente de los técnicos
menos dicotómicos, puesto fue el primero en albergar la racionalidad en el
cerebro, ya que describió cómo un pensamiento genera una acción y la misma nos
lleva a un comportamiento que a su vez y repetido nos genera un hábito: lo que
hoy llamamos aprendizaje.
Tuvieron que transcurrir muchos amaneceres hasta que las
emociones y los sentimientos tuvieran cabida en este entramado. El neurocientífico
Antonio Damasio nos lo cuenta como nadie.
Además, hoy sabemos que podemos desaprender gracias a una
cualidad de nuestro cerebro: la plasticidad. Coherencia absoluta con la
realidad de un partido de fútbol. Al menos así lo entendemos nosotros. El
modelo de juego, no nos cansamos de repetirlo, constituye las guías, los
límites de control sobre los que se desarrolla el juego, pero las herramientas
para construir el juego de las que dispone el jugador permiten la necesaria
adaptación inteligente que el juego requiere. He ahí la grandeza de las
partículas inseparables. El balón es el instrumento que sobre el modelo de
juego como medio el jugador dispone en virtud de unas interacciones. Todo ello
es creación. Pascual-Leone, neurólogo, dice: “El hombre tiene que ver
para creer, y el cerebro tiene que crear para poder ver”. ¿Qué tal si
añadimos algo? El fútbol está hecho para crear y para dar la posibilidad de
creer.
MEDIOS TÁCTICOS GRUPALES DE ATAQUE: LA CIRCULACIÓN DE
BALÓN
El balón es el instrumento fundamental del juego, como
venimos mencionando. La relación entre jugadores es el punto de partida para
elaborar cualquier interacción colectiva. La construcción de un sistema de
juego colectivo de ataque exige la elección acertada del tipo de pase, buscando
el desequilibrio en el bloque defensivo rival buscando la progresión en el
terreno de juego.
La circulación de balón surge pues como un medio táctico
grupal fundamental, a través de la cual se establece una cooperación
fundamental (a través de la transmisión del balón). Es importante no entender
la circulación de balón como una sucesión de pases sin más, sino tratando de
establecer una conexión lógica para procurar obtener una ventaja espacial y
temporal, es decir, convertir el pase en una interacción con significación
táctica. En la circulación de balón, el pase es el elemento fundamental, pero
deben estar presentes otros como la conducción, las fintas o los
desplazamientos de los compañeros (todo ello de una manera activa que se va
retroalimentando en función de las decisiones que toma el adversario).
El objetivo general de la circulación de balón es el de
movilizar y desequilibrar al adversario, aprovechando esos desequilibrios,
creando una red de comunicación motriz mediante:
1.- Mantener equilibrio entre apoyos (delante, atrás, a los
lados). Los no poseedores deben:
- Mantener
un dinamismo permanente desde el puesto en el que se encuentran (encadenar
acciones de petición y desmarque, acelerar la carrera…).
- Ser
un apoyo potencial y efectivo sobre el poseedor (si el receptor no se
desmarca no existen posibilidades de relación): dirigirse a los espacios
libres, valorar lateralidad de emisor, variar velocidades y
desplazamientos, crear permanentes líneas de pase…
- Leer
los rasgos significativos de la situación momentánea de juego para buscar
una buena solución (valorar las posibilidades de interacción del
compañero).
Para ello el poseedor de balón debe:
- Mantener
un amplio campo de visión (compañero y espacios libres).
- Suponer
una amenaza: mantener una orientación de tal forma que su interacción
permita posibilidades de progresión o de juego sobre un compañero mejor
ubicado (con posibilidades de continuación de la interacción).
- Dominar
el balón y los distintos medios necesarios (sobre todo el pase).
- Encadenar
movimientos como no poseedor una vez que realiza el pase.
- Leer
los rasgos significativos de la situación momentánea de juego para buscar
una buena solución (valorar las posibilidades de interacción del
compañero).
2.- Variar y alternar las diferentes posibilidades de
movimiento: ritmo y velocidad de pase, ritmo y velocidad de desplazamientos,
dirección, sentido, trayectorias variables, orden…
3.- Dominio de las intenciones tácticas: relación (pase),
fijación y desplazamientos (desmarque). Respecto al pase, sobre todo:
- Dominio
del balón en cualquier posición, orientación o situación.
- Atención
discriminativa sobre receptor y sus condiciones.
- El
envío debe ser rápido, raso, tenso y dirigido al lado dominante del
compañero (si la situación de juego lo permite).
- Buscar
la aproximación al oponente (fijación de adversario) para que el receptor
trate de obtener una ventaja espacial o temporal. Valorar fijación
tratando de evitar la ejecución del pase en espacio de intervención del
adversario.
- Asegurar
la recepción del balón (sin un receptor potencial el pase es imposible) y
recibirlo en condiciones para actuar con rapidez o aprovechar la ventaja
espacial (dominio del control orientado).
4.- Dominio de medios específicos para una buena
circulación:
- Alternar
juego profundo (jugadores por dentro del dispositivo) con juego en
amplitud (jugadores de periferia del dispositivo) con el objetivo de
generar incertidumbre en los defensores, ante la duda de salir o no a
acosar, atrayendo la atención por el interior, liberando a los jugadores
de exteriores.
- Cambio
de sentido de la circulación: devolución del balón al lado de procedencia.
El objetivo es buscar los espacios generados en el lado opuesto a la
situación del balón, provocados por la basculación del equipo rival.
- Saltarse
al compañero colindante: saltarse al receptor más cercano para tratar de
ganar tiempo y espacio.
- Uso
racional del pase largo: los pases largos conllevan mayor riesgo de
interceptación, y por tanto pérdida, pero si se escogen adecuadamente
puede permitir obtener una gran ventaja espacio-temporal. Hay que usarlo
de forma restringida en condiciones óptimas (equipo muy basculado,
superioridad numérica en la banda opuesta con el receptor potencial).
MEDIOS TÁCTICOS GRUPALES DE ATAQUE: LA CIRCULACIÓN DE
JUGADORES
La persistencia del juego posicional lleva al rival a una
adaptación defensiva progresiva, al tener asignado con facilidad al oponente
directo. La circulación de jugadores obliga a una readaptación defensiva
constante (cambiando de oponentes y responsabilidades) a la vez que ayuda a los
atacantes a encontrar nuevas soluciones para progresar y llegar a distancias
eficaces de lanzamiento.
La circulación de jugadores implica un desplazamiento hacia
otro puesto específico para desarrollar una actividad o colaborar con el
compañero. El objetivo general es el de sorprender al adversario en un espacio
nuevo o generar uno nuevo colaborando con el compañero, facilitando las
penetraciones o consiguiendo distancias eficaces de lanzamiento. Este medio
requiere además de la iniciativa individual, una coherencia en la organización
táctica colectiva en estrecha relación con la circulación de balón. La calidad
de la circulación de jugadores no depende de los recorridos realizados, sino
del momento en que se realizan dichos desplazamientos (ajuste espacio temporal
de desplazamientos en función de la posición del balón, los adversarios y los
compañeros). A veces un jugador con la mejor intención quiere estar en varios
lugares desplazándose a un espacio y lo que genera es un problema en lugar de
una solución. Lo más importante en el desarrollo de este medio es cumplir el
principio de juego ofensivo de distribución equilibrada de los espacios de
juego.
La circulación de jugadores debe seguir unas normas
generales de organización.
Individuales:
- Cambio
de ritmo: para sorprender al adversario en el momento de la intervención.
- La
circulación debe ser variable, eligiendo entre varias opciones posibles en
función de las
reacciones de los adversarios.
- Lógicamente,
la velocidad y la dirección de la circulación dependerán de la situación
del balón. Como norma diremos que deberán iniciarse ante la proximidad de
la situación del esférico (para favorecer la sorpresa). Si se realiza con
el balón en posición alejada se facilitará la adaptación defensiva,
evitando la sorpresa.
- El
jugador debe elegir su intervención de forma coordinada con la circulación
de balón (cómo, cuándo, desde dónde, hacia dónde).
- Es
importante que la circulación sea eficaz para el jugador (y por
consiguiente para el equipo). Para eso el jugador se desplazará a lugares
donde pueda explotar sus cualidades para que resulten más eficaces para el
equipo.
- Orientación,
con el compañero con el balón en el campo visual para poder recibir y
actuar.
- La
posibilidades de intervención tras la circulación son varias (desmarque,
progresión…).
Colectivas
- No
debe circular más de un jugador hacia la misma posición, pues con ello se
entorpece la interacción del compañero. Si sucede, uno de los dos deberá
desplazarse de inmediato a otro espacio.
- No
deben circular más de dos jugadores al mismo tiempo. Esto dificultaría los
apoyos al poseedor. En un determinado momento puede suceder que varios
jugadores estén circulando, no obstante lo ideal sería que se realizase de
forma escalonada (a partir de la interacción de un compañero).
- Es
necesario que en la circulación se mantengan de forma permanente uno o dos
apoyos por dentro (apoyo interno permanente). Esto centrará la interacción
del defensor en el centro, generando dudas sobre si acosar o retroceder, facilitando
las penetraciones por fuera (lo que favorece la continuidad del juego).
- La
circulación de jugadores debe respetar los principios de mantenimiento de
anchura y profundidad ofensiva.
- Para
que la circulación sea eficaz, el espacio generado debe ser ocupado por un
compañero que aproveche ese espacio.
- El
compañero debe equilibrar el espacio abandonado (circulación
equilibradora).
- El
ciclo que sigue un jugador en la circulación suele ser: desmarque – ser
apoyo interno o externo – fijar o movilizar a defensores – vuelta a
situación inicial.
Por todo ello, si el cerebro es el órgano de la interacción,
lo que significa que podemos interactuar con el medio gracias a él y ser el
punto de conexión entre las partículas inseparables, entendemos que el trabajo de
todo futbolista debe estar fundamentado, entre otras cosas, en la no linealidad
del proceso de entrenamiento, en las constantes interacciones, el pensamiento
sistémico y las teorías ecológicas y estructuralistas, ya que el jugador es una
estructura hipercompleja que está conformada por un conjunto de sistemas
complejos.
La linealidad en el entrenamiento de un equipo representa la
separación total de partículas y la incoherencia recordemos que no juega. Por
tanto, no le demos absurdos minutos de pretendida gloria.
En el juego, como exponemos, se concatenan situaciones
sucesivas que cada jugador debe resolver, al tiempo que no habrá dos jugadores
que ante la supuesta misma situación o similar actúen de un mismo modo, ni
siquiera el mismo jugador actuará de idéntica forma ante situaciones similares,
ya que su capacidad de interacción está condicionada por una serie de
cuestiones, tan personales como intrínsecas a cada individuo, y de un modo tan
especial como particular esté siendo su proceso de aprendizaje, cómo organice
su cerebro y del desarrollo del propio juego, como venimos comentando.
En este sentido, observamos que cuando hablamos de medios
tácticos y estudiamos los espacios entre jugadas, el lóbulo frontal pasa a ser
el arquitecto que dirige la construcción de la jugada, y el mismo es tan
especial que no trabaja a pleno rendimiento si le sometemos a la
previsibilidad. Necesita un punto de desequilibrio y nos devolverá como premio
la imprevisibilidad resolutiva asociada a la creatividad y al talento.
Como venimos explicando, el fútbol son las interacciones,
ese espacio que es movido por nuestro particular arquitecto. Recordemos la
fórmula: cerebro=interacción. Podemos hablar, pues, de una estructura
neuroadaptativa que:
- Permite
flexibilizar la táctica y, por tanto, afrontar el cambio, la concatenación
natural de desequilibrio en el juego, con mayores garantías.
- Ofrece
margen para alinear en función de dicho natural desequilibrio, en
ocasiones provocado por las circunstancias de lesiones, calendarios o
sanciones, al tiempo que le permite flexibilizar en base al otro
responsable del desequilibrio.
- Favorece
adaptarnos al desequilibrio resultante del desequilibrio.
Los elementos sobre los que se fundamenta son:
- Las
características del cerebro (plasticidad, neurogénesis y complejidad
funcional).
- Ambiente
estimulador-enriquecido en torno al juego.
- Fútbol
como actividad compleja.
- Aprendizaje
constructivista.
Afrontando situaciones nuevas, como resultan el en juego, el
cerebro se reactiva y por tanto la utilización de medios tácticos resultan
herramientas neuronalmente eficaces en general y en particular en la
interpretación correlacional del modelo de juego.
Podemos pensar con todo lo expuesto, que según nos situemos
y sepamos interpretar nuestras interacciones, el cerebro se autoreorganiza para
adaptarse a las necesidades. Eso sólo lo hacen los jugadores que tienen como
base de entrenamiento las interacciones, el cambio y la no linealidad.
Las partículas inseparables son una entidad propia, que no
admiten la posibilidad de dejar de serlo, porque los amaneceres actuales nos
permiten vislumbrar más allá del sol que despunta en el horizonte.
Cada cual dispone de la grandeza de situar su punto de mira
en el lugar del paisaje que desee. Nosotros, inseparablemente, así lo sentimos.
* José Miguel Marcos Costoso, Francisco José Cervera
Villena y Rosa María Coba Sánchez.
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