Las transformaciones exigen
tiempo. El cerebro se reorganiza constantemente si tenemos interés en hacerlo;
solo hay que dejar espacio al proceso
PATRICIA RAMÍREZ -JUL
2015 -
ANNA PARINI
Cambiar de hábitos está al
alcance de todos. Para ello necesita dos ingredientes importantes: elegir un
cambio que sea coherente con su escala de valores, y entrenarlo hasta que se
convierta en un hábito. Poco más.
Ya nada es
“obligatoriamente” para siempre, ni siquiera lo que eligió como afición,
profesión o lugar de residencia. La idea de que podemos ser quien deseemos,
practicar nuevos deportes, aprender otras culturas, probar todas las
gastronomías, tener otros círculos de amigos…, convierte una vida estanca en
otra rica en oportunidades y variedad.
El cerebro es plástico. Las
personas evolucionamos, deseamos cambiar, crecer interiormente, y estamos
capacitadas para ello. Atrás quedaron las teorías sobre la muerte de neuronas y
los procesos cognitivos degenerativos. Hoy sabemos que las neuronas generan
nuevas conexiones que permiten estar aprendiendo hasta el día que morimos. La
plasticidad cerebral ha demostrado que el cerebro es una esponja, moldeable, y
que continuamente vamos reconfigurando nuestro mapa cerebral. Lo dijo William
James, uno de los padres de la psicología, en 1890, y todos los neuropsicólogos
hoy día confirman las mismas teorías.
El propio interés por querer
cambiar de hábitos, la actitud y motivación, así como salir de la zona
confortable, invitan al cerebro a una reorganización constante. Este proceso
está presente siempre en las personas, desde el nacimiento hasta la muerte.
En esta sociedad impaciente,
basada en la cultura de “lo quiero todo ya y sin esfuerzo”, cambiar de hábitos
se ha convertido en un suplicio. No porque sea difícil, sino porque no le damos
el espacio suficiente para convertirlo en hábito. ¿No le ha ocurrido alguna vez
que al iniciar una dieta, las primeras semanas son más difíciles de encauzar
que cuando lleva ya una temporada? Se debe a este proceso. Al principio su
cerebro le recuerda lo que tiene automatizado, la costumbre de picotear, comer
dulce o no practicar ejercicio, hasta que se “educa” y termina adquiriendo las
nuevas reglas y formas de comportarse con la comida.
Santiago Ramón y Cajal
La neurogénesis es el
proceso por el que se generan nuevas neuronas. Una de las actividades que
retrasan el envejecimiento del cerebro es la actividad física. Sí, no solo debe
practicar ejercicio por los beneficios emocionales como el bienestar y la reducción
de la ansiedad, o por verse más atractivo y fuerte, sino porque su cerebro se
mantendrá joven durante más tiempo. Un estudio del doctor Kwok Fai-so, de la
Universidad de Hong Kong, correlacionó el running con la neurogénesis. El
ejercicio ayuda a la división de células madres, que son las que dan lugar a la
aparición de nuevas células nerviosas.
Existen otras prácticas como
la meditación, el tipo de alimentación o la actividad sexual que también
favorecen la creación de nuevas células nerviosas.
Dado que la reorganización
cerebral se estimula a lo largo de toda la vida, no hay una sola etapa de las
personas en la que no podamos aprender algo nuevo. La edad de jubilación no
marca un declive, ni cumplir 40 o 50 años debería ser deprimente. Todo aquel
que tenga interés y actitud en algo está de enhorabuena, podrá aprender,
entrenar y convertirse en experto independientemente de la edad. Si usted es de
esas personas que se han dedicado durante su vida a una profesión de la que han
vivido medianamente bien, pero se quedaron con la miel en los labios por no
estudiar Antropología, Historia, Exactas, Bellas Artes, lo que sea, puede
empezar ahora. No hay límite de edad ni de tiempo para el saber.
No deje que su edad le
limite cuando su cerebro está preparado para todo. La mente está constantemente
renovándose gracias a la plasticidad neuronal.
Hasta hace poco se pensaba
que modificar y automatizar un hábito requería 21 días. ¡Demasiado optimismo!
Un estudio reciente de Jane Wardle, del University College de Londres,
publicado en European Journal of Social Psychology, afirma que para
convertir un nuevo objetivo o actividad en algo automático, de tal forma que no
tengamos que tirar de fuerza de voluntad, necesitamos 66 días.
Sinceramente, ¡qué más da que sean 21 o 66! Lo interesante es que somos capaces de aprender, entrenar y modificar lo que elijamos y deseemos. El número de días es relativo. Depende de factores como la insistencia, perseverancia, habilidades, de las variables psicológicas de la personalidad y del interés. El cambio ronda en torno a los dos meses y pico. ¿Qué son dos meses en el ciclo de nuestra vida? Nada. Se necesita ese tiempo para ser capaces de dar el cambio que deseamos. Y esto nos hace libres y poderosos.
Diez consejos para empezar
con lo que desee:
1. Elija su propósito y
conviértalo en su proyecto. Seguro
que, si confecciona una lista, se dará cuenta de que tiene muchas inquietudes.
Pero no podemos cambiar o embarcarnos en todo a la vez. Olvide su cerebro
multitarea y no quiera modificar todo de golpe. Cuando consiga automatizar el
primero, pase al segundo.
ANNA PARINI
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“Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas; es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundirles nobles y elevadas inquietudes”.
“Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas; es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundirles nobles y elevadas inquietudes”.
Ramón y Cajal
2. Reflexione sobre su
meta. Si contesta a las
siguientes preguntas en relación a su objetivo, su compromiso con él aumentará:
¿qué quiero?, ¿por qué?, ¿para qué? y ¿con qué? El “con qué” hace referencia a
sus fortalezas, valores y actitud para lograrlo. Cuando se enfrenta a algo
nuevo, y dado que eso supone salir de la zona confortable, es recomendable
tener la seguridad y la confianza de que está preparado, que tiene capacidad y
que va a poder lograrlo. Aunque sea difícil.
3. Hágale hueco. Sea lo que sea lo que desea aprender o iniciar,
necesita tiempo. Si no le busca un espacio en su agenda y lo convierte en
rutina, lo normal es que termine postergando lo que ahora no forma parte de su
vida.
4. Resáltelo. Todo aquello que no forma parte de nuestro
orden habitual es fácil olvidarlo. Si tiene una agenda, márquelo con fosforito.
Si utiliza la alarma del móvil, póngase una diaria con el nuevo objetivo. No
abuse de su memoria o del “debería acordarme”.
5. Rodéese de todo lo
necesario, así no tendrá excusa para no empezar. Por ejemplo, si está a dieta, compre los alimentos
del régimen; si empieza a hacer deporte, busque la ropa que va a ponerse, o si
se inicia en la fotografía, prepare el material.
6. Empiece hoy. No hay ningún estudio con rigor científico en
el que se relacione el lunes o el primero de enero exclusivamente con el
comienzo de un nuevo hábito. El martes o el jueves son tan buenos días como
cualquier otro. Retrasar todo para el lunes es otra manera de postergar y de
dejar que la pereza venza a su fuerza de voluntad. El mejor día para iniciar
algo es hoy.
7. Emociónese. Las emociones avivan el recuerdo, le producen
bienestar, y estar apasionado con lo que se hace fideliza el hábito. Busque
cómo se siente, lo que va a conseguir, cómo mejorará su vida personal o
profesional. Disfrute y esté presente.
8. No escuche a la voz
interna que le dice que está cansado,que
qué sentido tiene y que la vida tiene cuatro días y son para disfrutarlos.
Nuestro cerebro está muy entrenado para buscar excusas y seguir en la zona
confortable. Esa voz interior es muy pesada y puede llegar a ser muy
convincente.
9. Sea disciplinado. Tómese en serio su hábito. Tomarlo en serio no
significa que se ponga serio, sino que sea una prioridad para usted, algo a lo
que dedicarle su valioso tiempo. Y que ocupe un lugar especial en su agenda.
10. Convierta su nuevo
hábito en su filosofía de vida. Esto
le dará otra dimensión y calma. No se trata de aprender algo ya, sino de que lo
disfrute y sepa que tiene toda la vida para practicarlo. Si, por ejemplo, ha
decidido empezar con la actividad física, no se sienta mal si un día falla.
Tiene mañana, pasado y toda la vida para hacerlo. No se trata de llamar a la
culpabilidad. Esa emoción no arregla nada. Solo hay que ser disciplinado y
tener serenidad. Si de verdad es algo importante, mañana volverá a la carga. No
es todo o nada. Se trata de incorporar algo bueno para cada uno y encajarlo en
la vida para disfrutarlo, no para que sea un sufrimiento más en el caso de no
poder cumplirlo un día.
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