ÓSCARCANO/.
Fonsi Loaiza.
Cuando Guardiola pudo haber sido el director deportivo del
Barcelona en 2004, Lillo iba a convertirse en el entrenador y posiblemente
Óscar Cano (Granada, 1972) en el entrenador del filial. Nunca se sabrá cómo
hubiera cambiado la historia del equipo azulgrana. Ahora Cano después de muchas
aventuras como técnico y sacar a la luz la biblia para entender el juego de
posición del FC Barcelona, presenta el libro Del Bayern de Múnich al Bayern de
Pep en el paro del banquillo pero no parado en su rumbo hacia un fútbol mejor
desde la honestidad. Óscar Cano lucha contra los tópicos, analiza el partido
Bayern – Barcelona desde un punto de vista reflexivo y adelanta conceptos de su
nueva obra mientras sueña con poder desarrollar un gran proyecto futbolístico.
Pregunta: Juanma Lillo dice que cuando usted se va a dormir
no apoya la cabeza en la almohada como el resto de mortales, sino en un balón.
¿Con qué fútbol sueña?
Respuesta: Cuando uno disfruta con algo suele estar rodeado
de gente que tiene las mismas pasiones. Eso hace que durante prácticamente la
totalidad del tiempo la pelota sea la protagonista de todo pensamiento, de toda
reflexión, de toda conversación. Sueño con un fútbol que nos permita encontrar
el placer primario, sueño con jugadores y entrenadores que se nieguen a creer
lo que interesadamente quieren hacernos ver.
P: ¿Qué le parece que Lillo no encuentre un equipo para
entrenar?
R: Me parece insultante que los mejores no entrenen. En
privado, todo el mundo reconoce que Juanma Lillo el que más sabe y el que mejor
entrena. Todos sus jugadores consideran una experiencia única ser dirigidos por
él. Pero entiendo que debe ser molesto convivir con alguien, que sin querer,
desmonte muchas de las mentiras y de los tópicos que lamentablemente invaden
codiciosamente este maravilloso juego. El día que le den un equipo medianamente
capaz, vamos a reírnos mucho de los impostores, y todos querrán ser afiliados a
sus ideas.
P: Dante Panzeri en su memorable Fútbol: dinámica de lo
impensado escribió en el prólogo que su libro no servía para nada, que no
servía para jugar al fútbol, pero que servía para saber que para jugar al
fútbol no sirven los libros, sino solamente los jugadores. ¿Para qué sirve Del
Bayern de Múnich al Bayern de Pep?
R: La utilidad del libro no es otra que la de indagar sobre
el proceso experimentado por Pep desde la llegada a Múnich. Ha sido un
verdadero placer reflejar, desde mi punto de vista, esas luchas internas que
Guardiola ha tenido para tratar de conseguir determinados cambios sin que con
ellos se malograran las capacidades concretas de sus jugadores. Esa
coadaptación ha tenido su manifestación en cada concepto implementado, en cada
experimento, en cada victoria y en todas las derrotas. Guardiola ha cambiado al
Bayern en la misma medida que el Bayern lo ha cambiado a él.
P: Su último libro fue sobre el Real Madrid de Mourinho.
Daba la sensación de que el fútbol iba hacia un lado: el fútbol de Mourinho, y
de repente apareció Guardiola para contradecir modelos especuladores. ¿Qué
diferencias principales ve entre los dos entrenadores?
.
P: ¿Y con Luis Enrique?
R: Luis es un entrenador inteligente que cree firmemente en
el trabajo en equipo. Se rodea de personas a través de las cuales se obtiene un
contexto de constante debate sobre el juego, el jugador y sus posibilidades.
Está más cercano al ideario de Pep, aunque jamás renuncia a algo que pueda
circunstancialmente ayudar a ser más competitivos.
P: ¿Puede poner todavía el Bayern de Guardiola en apuros al
Barcelona en Múnich?
P: Es muy difícil poner contra las cuerdas a aquellos
jugadores que son especialistas precisamente en escapar de esas situaciones.
Cuando se consigue organizar a un equipo de tal modo que las virtudes de cada
cual se maximizan, es complicado ser batido.
El Bayern juega en su feudo, tiene la base de la selección
germana, adornada por jugadores como Lewandowski, Benatia, Alonso o Thiago, y
eso es garantía de rendimiento. El Barça está ahora muy “redondo”, mientras que
los futbolistas del Bayern han sentido eso de que la posesión no les lleva
ahora a tumbar a los mejores de Europa porque curiosamente los equipos que más
utilizan el pase necesitan de los desequilibrantes. Sin Robben y Ribery, todo
ese fútbol de pases inteligentes no desata la tempestad final frente al marco
contrario. Sin jugadores diferentes, inclasificables, es utópico creer que
pueden pasar cosas extraordinarias. Y por supuesto, el fútbol es tan grande que
cualquier cosa puede ocurrir. Faltaría más.
P: Guardiola dijo que desde jóvenes a los jugadores les
dicen que hay que luchar y que hay que ganar, y llegan a Primera sin saber nada
del juego. ¿Está de acuerdo?
R: Llegan porque saben jugar, pero les hacen creer que han
llegado por otras cosas. Claro que saben del juego, pero tienen enterrado un
porcentaje elevadísimo de recursos porque no les dejaron ser protagonistas de
su aprendizaje. Eso hace que consideren que lo que va a medir su rendimiento
son cuestiones que están alejadas de su cerebro. Luchar y ganar va con la
propia lógica de este deporte, no hace falta destacarlo tanto, pero se recalca
porque es más cómodo y entendible para todos. Habría que ver qué es luchar y
qué es ganar. Igual habría que luchar porque los jugadores tuviesen una
autonomía responsable, y así ganar grandes talentos para el futuro de este
juego.
P: Las bajas del Bayern merman al equipo, pero Guardiola
siempre habla de que la preparación física no existe y que todo está
relacionado con el orden sobre el campo. ¿A qué se refiere?
R: Se refiere a que no podemos ver de manera aislada las
capacidades del jugador porque nadie las expresa de manera aislada. La clave
está en interaccionar de manera conveniente para que todos los procedimientos
se realicen ordenadamente sin obviar que se están manifestando como unidad
funcional.
P: Cuando Guardiola perdió contra el Real Madrid el año
pasado usted dijo que volvería a ganar, y que sería más feliz puesto que lo
conseguirá a través de jugadores más próximos a su sensibilidad. ¿Está el
Bayern próximo a esa sensibilidad guardiolesca o todavía le falta?
R: Está más próximo, que duda cabe, pero le falta mucho.Para
ganar así, Pep necesita de determinados elementos que ahora mismo no existen en
su plantel. La pelota no parte con ventaja todas las veces que él quisiera, o,
al menos, esa ventaja es a veces más ficticia que real, hay carencia de
centrocampistas que dominen el juego de posición y que sean capaces de
conseguir que todos lleguen juntos a invadir el área sin desordenarse y
permitir transiciones al rival. Los que llegan desde atrás deben aportar cosas
distintas a las que las que aportan Rafinha o Bernat por ejemplo.
Uno ve a Busquets, Iniesta, Xavi, Piqué, Alves o Jordi Alba
y comprende las diferencias para jugar bien a ese fútbol dominador. Aun así, es
maravilloso ver al hombre contracultural consiguiendo determinadas cosas,
observar a Boateng, Lahm, Alaba, Müller o Robben disfrutando del aprendizaje.
Por eso Guardiola es un notorio ejemplo de que no todo está escrito.
P: Guardiola en una entrevista con el periodista Santiago
Segurola expresó una frase maravillosa: Martí i Pol dice que hay muy pocas
verdades en la vida, y si hay alguna verdad es la poesía. Si hay algo lejano a
la poesía, es el mundo del fútbol. A veces sus opiniones holísticas son
abordadas con cierta reticencia en esta tiranía de lo cuantificable. ¿Le da
miedo que lo estereotipen por su vena de escritor y sus inquietudes
intelectuales?
R: Los jugadores dicen que exijo mucho, y los que quieren
hacerme daño que soy un filósofo. ¿En qué quedamos? Yo disfruto entrenando. No
hay mayor placer que ese. Es gracioso que traten de encasillarme en
determinados perfiles. Yo también trabajo mucho, analizo a mis rivales, diseño
las sesiones y evalúo todo ese proceso. Quizás lo que no creo es que eso sea
tan determinante como lo es el hecho de tener jugadores capaces. Es curioso, y
seguramente pasará muchas veces lo contrario, pero llevo diecinueve años
entrenando y únicamente me han destituido tres veces. Cada vez que me han
sustituido no se han mejorado las clasificaciones, sino todo lo contrario,
mientras que cuando yo he sustituido a alguien siempre hemos enmendado los
registros aunque sea mínimamente. Mientras que tenga la ilusión por escribir
voy a hacerlo. No sólo no es incompatible sino que es una manera de no
desconectar, de crear contextos para mi labor como entrenador. No olviden que
no escribo poesía, ni novela, sino fútbol.
P: Recuerdo que en una de sus presentaciones como entrenador
explicaba que usted confiaba más en lo que no da el dinero: ideas y compromiso
porque lo único que da resultado es la fidelidad a uno mismo. Esa fidelidad a
veces cuesta el trabajo en el fútbol y uno necesita comer. Es difícil ser
Bielsa o Guardiola en Segunda B. ¿Qué les dice a los que están dispuestos a
entregar su identidad?
R: Cada cual puede hacer aquello que crea que es más
conveniente. Creo que se puede “comer” de muchas formas, que precisamente comen
mal aquellos que se venden por comer.No se trata de ser Guardiola o Bielsa, no
se trata de llevar la contraria ni de querer ser distinto, sino ser uno mismo,
de no entregar la dignidad, de no poner precio a lo único que realmente nos
pertenece. Precisamente, los que son así son los que mejor comprenden el
trabajo colaborativo, los que más trascendencia le dan a la labor en equipo, al
juicio de los demás.
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