Puede que el fútbol se acabe”.
Zdenek Zeman (Praga, República Checa; 67 años), Entrenador
del Cagliari, apuesta por recuperar el juego y afecto del aficionado, en una
Serie A que empieza en Italia.
JORDI QUIXANO Cagliari (Cerdeña) 29 AGO 2014
-
Zdenek Zeman.
Una voz castigada por la edad y el tabaco anticipa su
llegada. “Tu sei il mio amore...”, canta Zdenek Zeman(Praga, República
Checa; 67 años) al tiempo que asoma con paso pesaroso pero decidido por la sala
de prensa de la ciudad deportiva del Cagliari. Es la apuesta del club para
recuperar el fútbol y el afecto del aficionado, desgastado como estaba tras los
despropósitos del expresidente Massimo Cellino, que, entre otras cosas, decidió
forzar a los poderes políticos para que renovaran el estadio de Sant’Elía al
hacer que su equipo jugara de local en Trieste, a más de 1.000 kilómetros de la
isla.
El Cagliari inicia este domingo con un nuevo mandatario
[Tommaso Giulini] otra era en la Serie A ante el Sassuolo (20.45). Y lo hace de
la mano de Zeman. “No sé si soy distinto al resto, pero sí que vivo bien
conmigo mismo”, expone el técnico de piel estriada, ahora también bronceada por
el sol de Cerdeña. Canícula que no impiden sus dobles raciones diarias de
entrenamiento. “Cuanto más espectáculo quieres dar, más tienes que trabajar”,
advierte.
P. ¿Su pasión por el fútbol no se
consume?
R. Espero que no. Con los años que
tengo, esto lo hago por mí, porque me gusta. El fútbol es uno de los amores de
mi vida, además de cualquier mujer... Yo entrenaría hasta el final. Pero eso no
depende de mí, sino de la confianza que me dan.
P. Siempre ha defendido el 4-3-3 y jugar al
ataque. ¿Es una propuesta que no pasa de moda?
R. No lo sé, pero mi influencia e inspiración
fue Stefan Kovacs [técnico que dirigió al Ajax campeón de Europa en 1971 y
1972]. Entendí que el fútbol es espectáculo. Debemos hacer que la gente se
interese porque de lo contrario, se aburre, duerme y no vuelve. Yo quiero tener
al público divertido y despierto. Quizá es que soy viejo y por lo tanto
romántico. Pero aun así, a mí me gusta más un gol que un aplauso.
P. ¿Cree que es lo mismo perder por un gol que
por seis?
R. No, pero sí creo que los entrenadores deben
leer los partidos de forma distinta a la afición. Puede ser que pierdas y tus
jugadores lo hayan hecho bien; y puede ser que ganes y no te guste lo que han
hecho. Yo miro las prestaciones, no los resultados. Y no soy feliz si mi equipo
gana sin buen fútbol. Solo los aficionados pueden alegrarse por eso. Un
entrenador, no.
P. Usted dice que le acusan de ganar poco, pero
que se siente ganador porque tiene el afecto de la gente. ¿Es así?
R. Para empezar, soy el entrenador que más
jugadores ha dado y construido para la selección italiana. Así que no he
perdido tanto... Y sí, creo que el público del fútbol aprecia mi trabajo. A
veces, los perdedores ofrecen más que los ganadores.
P. ¿Y cómo se le hace entender eso a un jugador?
R. El jugador lo que debe entender es que debe
dar ahí fuera lo mejor que tiene dentro. Así podrá ganar.
P. ¿Por qué desaprueba el Catenaccio?
R. Simplemente no he pensado nunca en jugar al Catenaccio.
Y si lo he hecho es por culpa de la bravura del rival.
P. ¿Sería feliz ganando con el estilo de juego
de Mourinho?
R. No. Para nada. No es mi fútbol. Yo interpreto
el juego de una forma distinta, más ofensiva. Me gustan los partidos de sus
equipos por las individualidades de los futbolistas, que son fantásticos, pero
no por cómo se mueve el equipo en sí. Hay entrenadores que hacen jugadores y
entrenadores que son hechos por los jugadores. Yo me siento de la primera
categoría.
P. Aunque sus entrenamientos son muy exigentes
en lo físico...
A mí me gusta el fútbol, no el
circo que lo rodea. Me gustaría volver al principio, pero no hay marcha atrás
R. Correr más que el otro no me convence; hay
que saber cuándo y cómo corres. Es inútil desplazarse mucho si estás
equivocado. Pero está claro que este es un deporte de movimiento y debes correr
para tener ventaja sobre el rival.
P. ¿En 1998 consideró que el Juventus y otros
equipos tenían ventaja sobre el suyo porque se dopaban [“el fútbol debe salir
de las farmacias”, dijo]?
R. No los acusé de dopaje. Dije que exageraban
con los fármacos. Después cada uno lo puede interpretar de su manera. Pero
luego el proceso judicial me dio la razón, por más que no sucediera todo lo que
debía suceder por prescripción de los hechos.
P. ¿Cree que se le castigó socialmente por decir
la verdad?
R. Yo estoy en paz, quería salvar la salud de
los jugadores.
P. ¿Por qué el fútbol italiano ha estado inmerso
en tantos líos?
R. No es solo el italiano. Ocurre en todos lados
porque ahora el deporte de élite es negocio. Y el negocio tiene otras reglas al
deporte. A mí me gusta el fútbol, no el circo que lo rodea. Me gustaría que
volviésemos al principio, pero no hay marcha atrás.
P. ¿Le preocupa?
R. Mucho. Puede que el fútbol se acabe. La gente
dice que no se puede terminar, pero si hay 100 equipos con cientos millones de
deuda... Alguien tendrá que pararlo en algún momento.
P. ¿Qué le parecen los fichajes multimillonarios
de Neymar, Bale, Luis Suárez, James...?
R. Para mí es exagerado. Pero si se lo pueden
permitir... El problema es el que no puede permitírselo.
P. ¿Es cierto que dijo que Berlusconi había roto
el mercado al llegar al Milán y que el resto de clubes se endeudó al imitarle?
R. Sí, pero no era culpa de Berlusconi. Él
invirtió mucho para tener un equipo de 22 internacionales y los otros trataron
de copiarle sin tener ese dinero. Así que la culpa era de los otros. Llegará un
día en el que llorarán. Quizá se debería reflexionar sobre cuándo piensan
solucionar sus deudas.
P. ¿Cree que, sin embargo, el futbolista es
ahora más profesional?
R. No, no lo creo. Al inicio de mi carrera, los
jugadores hacían sacrificios y no hacían la vida de los demás jóvenes. Hoy,
cierran las discotecas. Parece que la profesionalidad se entiende porque van a
las ruedas de prensa, ante la tele, y hablan mejor que los chicos de antes que
se contentaban con decir. ‘Hola mamá’. Pero eso no es profesionalidad.
P. ¿Usted dejaría fumar o salir de fiesta a sus
jugadores?
R. Los tengo que dejar. No puedo obligar a
nadie.
P. Si le diesen la posibilidad, ¿qué cambiaría
en el fútbol?
R. Haría que fuese fútbol. 11 contra 11. Es lo
justo.
P. Ahora está en el Cagliari... ¿qué tiene este
club de distinto?
R. Que es de una isla y, como tal, tiene un
ambiente bastante cerrado. Pero puede ser una ventaja porque también fortalece
el apego al club, el sentimiento de pertenencia.
elpaís.es/deportes
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